Vijay Prashad /Resumen Latinoamericano /14 de marzo de 2020
El litio brasileño no será suficiente para las intenciones de Musk y Tesla, van a tener que importarlo de otros lugares
Elon Musk, el director de Tesla, quiere construir una fábrica de automóviles eléctricos en Brasil. Se suponía que iba a reunirse con Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, en Miami a comienzos de marzo, pero estaba demasiado ocupado. En vez de ello, Musk irá a Brasil en algún momento de este año. Todas las miradas están sobre el estado brasileño de Santa Catarina, cuyo Secretario de Articulación Internacional, Derian Campos, está en contacto directo con Musk. Dos fabricantes de automóviles, BMW y GM ya tienen plantas en Santa Catarina. Marcos Pontes, ministro de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones, mantuvo una video conferencia con Anderson Ricardo Pacheco, un alto funcionario de Tesla. Junto con ellos estuvieron Daniel Freitas, diputado y Claiton Pacheco Galdino, Director de Desarrollo Económico de Criciúma, una ciudad en Santa Catarina. Están ansiosos por que Tesla abra una ‘gigafábrica’ – el nombre de Tesla para una fábrica grande – en la mayor economía de Sudamérica.
Ayuda el hecho de que Brasil tenga considerables depósitos de litio, sobre todo en los estados sudorientales de Minas Gerais y Paraíba, y en los nororientales de Ceará y Rio Grande do Norte. Su producción de litio es limitada, utilizada en gran medida para la producción de vidrio y cerámica. El gobierno de Bolsonaro está interesado en aumentar esa producción, incluso como materia prima clave para las baterías de iones de litio que alimentan automóviles eléctricos como los que fabrica Tesla. Pero el litio de Brasil no será suficiente, Tesla tendría que importar litio de otros lugares.
El Triángulo del Litio
Más del 50% de los depósitos mundiales conocidos de litio se encuentran en el “Triángulo del Litio”: las fuentes de salmuera concentrada de litio en Argentina, Bolivia y Chile. Los desiertos de alta montaña de Bolivia – el Salar de Uyuni – tienen, con mucho, las mayores reservas conocidas de litio.
En un tuit muy extraño, el empresario boliviano Samuel Doria Medina escribió que, ya que Elon Musk y Jair Bolsonaro conversarán de la fábrica de Tesla en Brasil, deberían añadir a esa iniciativa lo siguiente: “construir una gigafábrica en el Salar de Uyuni para suministrar baterías de litio”. Doria Medina no es solo un empresario. Es el candidato a la vicepresidencia en binomio con la “presidenta interina” Jeanine Áñez para las elecciones presidenciales del 3 de mayo de 2020 en Bolivia. Áñez llegó al poder solo por el golpe de estado contra Evo Morales en noviembre de 2019. Por lo tanto, debería considerarse que la alfombra de bienvenida de Doria Medina para Tesla tiene toda la autoridad del gobierno golpista detrás de ella.
El gobierno de Morales había sido muy cauteloso con las reservas de litio. Había dejado claro que estos preciosos recursos no debían ser entregados a las corporaciones transnacionales en acuerdos favorables a ellas. Morales había señalado que las ganancias del litio debían ser debidamente compartidas con el pueblo boliviano. Su gobierno indicó que cualquier acuerdo debía hacerse con COMIBOL, la empresa minera nacional de Bolivia y con Yacimientos de Litio Bolivianos, la empresa nacional de litio. Las ganancias monetarias de esta minería irían al tesoro público boliviano y financiarían los programas sociales que el país tanto necesita. Esta sensata política socialista fue demasiado para tres grandes corporaciones transnacionales: ERAMET (Francia), FMC (Estados Unidos) y POSCO (Corea del Sur), que le dieron la espalda y se fueron a Argentina.
Un golpe por el litio
La política socialista de Evo hacia los recursos naturales fue lo que condenó a su gobierno. La oligarquía, que estaba furiosa con el gobierno de Morales y su socialismo, utilizó todos los mecanismos para socavarlo ante las elecciones de 2019. Los incendios forestales en las regiones del norte y el este de Bolivia proporcionaron a los medios de comunicación de la oligarquía la munición para sugerir que Morales había abandonado su compromiso con el ambiente y con la Pachamama (Madre Tierra), y que ahora trabajaba en beneficio de los ganaderos. Es importante señalar que esto no es solo ridículo, sino que tan pronto el gobierno de Áñez asumió el poder, aprobó legislación que permite a los ganaderos expandir sus tierras a zonas forestales.
El oponente de Morales, Carlos Mesa, y otros altos dirigentes de los partidos políticos de la oligarquía dijeron abiertamente mucho antes de las elecciones que Morales solo podría ganar con fraude. Un autoproclamado Consejo para la Defensa de la Democracia dijo que Morales era un candidato ilegítimo porque había perdido el referéndum constitucional de 2016. Los medios de comunicación, apoyados por estos intereses empresariales y neofascistas, hablaron de fraude con bombos y platillos, mientras Carlos Mesa, la noche de las elecciones, dijo que había “un fraude monumental”. Estas provocaciones de Mesa, los neofascistas y las élites empresariales resultaron en violencia callejera. En medio de ella, la policía – parte de la cual estaba molesta con Morales por reprimir la corrupción policial – se amotinó. Lxs 36 bolivianos que murieron en el período inmediatamente posterior a las elecciones son víctimas del lenguaje incendiario de Mesa. La Organización de los Estados Americanos (OEA), incitada por el gobierno estadounidense, presentó un “informe preliminar” de fraude en las elecciones; las duras conclusiones del informe no estaban corroboradas por los datos que contiene. El informe de la OEA desempeñó un papel trascendental en la legitimación del golpe contra Morales.
Es importante señalar que no hubo controversias en la elección de Morales en 2014; en esas elecciones, Evo obtuvo el 61% de los votos y derrotó al empresario Samuel Doria Medina (el mismo que ahora quiere se candidatea a vicepresidente y da la bienvenida a Tesla al litio boliviano) que obtuvo el 24%. El mandato de Morales, a partir de esa elección no había terminado en noviembre de 2019; su remoción violó entonces el mandato de 2014, un punto que prácticamente no ha sido discutido ni dentro ni fuera de Bolivia.
John Curiel y Jack Williams del Data and Science Lab [Laboratorio de Datos y Ciencia] del Massachusetts Institute of Technology (MIT) revisaron los datos de las elecciones en Bolivia y no encontraron ningún fraude: “No hemos podido encontrar ninguna evidencia estadística de fraude”, escribieron de forma concluyente en el Washington Post. Curiel y Williams contactaron a la OEA, pero señalaron: “Nosotros y otros académicos del campo, nos pusimos en contacto con la OEA para pedir comentarios; la OEA no respondió”. Según su evaluación, Morales ganó las elecciones en noviembre de 2019 y este año debía haberse posesionado para un nuevo mandato.
La terrible presión del gobierno golpista contra el partido de Morales (Movimiento al Socialismo – MAS), así como la presencia de monitores de la USAID y un presidente del Tribunal Supremo Electoral respaldado por los Estados Unidos, Salvador Romero, sugiere que las elecciones del 3 de mayo no van a ser del todo justas, seguramente favorecerán al gobierno golpista, incluyendo al empresario que quiere entregar el litio de Bolivia a Tesla de Elon Musk y al Brasil de Jair Bolsonaro.
Un mundo de litio
En 2019 el informe “Energy Storage Outlook 2019” [Perspectivas de almacenamiento de energía 2019, en traducción libre] de Bloomberg New Energy Finance, que es un referente en el campo, anticipó que para 2030, el precio de las baterías de iones de litio caería drásticamente, y que, como consecuencia, la energía renovable (solar y eólica), así como el almacenamiento de energía en baterías se expandiría exponencialmente. Para 2040, hay la expectativa de que el 40% de la energía consumida en el mundo sea solar y eólica, en lugar del 7% que es hoy. Para ello, la demanda de almacenamiento de energía aumentará. Se prevé que la demanda total de baterías para los sectores de almacenamiento estacionario y transporte eléctrico será de 4,584GWh (gigavatios hora) en 2040″, escriben los analistas de Bloomberg, “proporcionando una gran oportunidad para los fabricantes de baterías y los mineros de los metales que las componen como litio, cobalto y níquel”. El uso actual es sólo 9GWh/17GWh.
El punto clave a enfatizar aquí es aquello de que esto dará “una gran oportunidad” a “mineros de los metales que las componen como litio, cobalto y níquel”. Cuando los analistas de Bloomberg utilizan palabras como “mineros” no se refieren a los mineros bolivianos o congoleños, sino a empresas transnacionales, como Tesla y su director, Elon Musk. En lo que concierne a Bloomberg y a Áñez, Sudamérica ya no debe seguir el proyecto nacionalista de Evo Morales, sino que es la Sudamérica de Elon Musk, un lugar donde los neo-conquistadores ganan dinero y dejan tras de sí una masacre social.
Este artículo fue producido por Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute.
Vijay Prashad es historiador, editor y periodista indio. Es becario de escritura y corresponsal jefe de Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute. Es editor jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Ha escrito más de veinte libros. Escribe regularmente para Frontline, the Hindu, NewsClick, AlterNet y BirGün.
Alejandro Bejarano es boliviano, músico, documentalista y community manager de redes sociales. En 2016, recibió la Medalla de Honor al Mérito Cultural de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia.
Edición: Luiza Mançano
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