Bra­sil. Tania Farias: «El sis­te­ma impo­ne un pro­yec­to de no feli­ci­dad, de no cuerpo»

Fabia­na Reinholz e Katia Mar­ko /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​13 de mar­zo de 2020

La actriz tra­tó de la impor­tan­cia del arte en la des­co­lo­ni­za­ción de cuer­pos y men­tes con­tra el conservadurismo

Una artis­ta en decons­truc­ción, esa es una defi­ni­ción bien apli­ca­da cuan­do se tra­ta de la actriz/​actuadora Tania Farias, 45 años, que hace más de dos déca­das inte­gra la Tri­bo de Atua­do­res Ói Nóis Aqui Tra­veiz [Tri­bu de Actua­do­res Hola Noso­tros Aquí Otra Vez], prin­ci­pal gru­po de tea­tro de Por­to Ale­gre y de toda la región Sur de Bra­sil. Sea dan­do vida a Casan­dra, Medea, Sofía, Ofe­lia, Sas­por­tas o Vio­le­ta Parra, ella des­mon­ta, se entre­ga, en un cuer­po que dan­za, canta.

Naci­da en la peri­fe­ria de Por­to Ale­gre, de una fami­lia pobre, aún niña ense­ña­ba a otros niños, y en la hora del cuen­to, incons­cien­te­men­te actua­ba. Su sino ya esta­ba allí mar­ca­do, ser actua­do­ra y pro­fe­so­ra. Abra­zan­do la actua­ción y el acti­vis­mo, la hija menor entre once her­ma­nos, lle­va a los esce­na­rios, calles, his­to­rias que mez­clan sus expe­rien­cias, y las de todas las muje­res, de las vio­la­cio­nes y agre­sio­nes sufridas.

“¿Por qué esa cosa per­mi­si­va con rela­ción al cuer­po de la mujer todo el tiem­po? Eso está en nues­tra exis­ten­cia, en todo momen­to ten­go que decir: Mira no soy una víc­ti­ma espe­cial, no soy la mayor víc­ti­ma de la parro­quia, no, soy sólo una más, por­que mien­tras esta­mos aquí con­ver­san­do, hay muje­res sien­do vio­len­ta­das, no es jue­go, no es de boca para fue­ra… Esto suce­de todo el tiem­po con las muje­res, y nos matan, es algo común en nues­tro país”, se desahoga.

Duran­te una hora, Tania con­ver­só con las perio­dis­tas de Bra­sil de Fato Rio Gran­de do Sul, sobre el pro­ce­so de cons­truc­ción, la impor­tan­cia de la exis­ten­cia de la Terrei­ra da Tri­bo, un espa­cio como ella des­cri­be de arte, des­co­lo­ni­za­ción cor­po­ral y men­tal, y que invi­ta a la cons­truc­ción de otro pen­sa­mien­to, libre y libe­ra­dor, y que en el actual momen­to corre el ries­go de cese de sus acti­vi­da­des. Para gam­be­tear y man­te­ner sus acti­vi­da­des invi­tan a la comu­ni­dad a sumar­se a la lucha por su existencia.

En este espe­cial sobre el Dia Inter­na­cio­nal de la Mujer, entre son­ri­sas, sus­pi­ros y lágri­mas, Tania hace una aná­li­sis del actual momen­to. “Es un pro­yec­to de no feli­ci­dad, por eso un pro­yec­to de no cuer­po. La úni­ca for­ma de domi­nar ese cuer­po es decir no, no es suyo, no es bueno, es peca­do, no es fies­ta. Yo digo que es un pro­yec­to de no cuer­po, un pro­yec­to de eli­mi­na­ción del cuer­po, un pro­yec­to de ausen­cia de liber­tad para ese cuer­po. Así nos domi­nan, y noso­tros esta­mos tan obe­dien­tes, con todo que ya suce­dió, con todos los avances”.

Bra­sil de Fato RS: Esta­mos hacien­do una serie de entre­vis­tas con muje­res de diver­sas áreas, y pen­sa­mos en abor­dar con­ti­go la cues­tión de la decons­truc­ción de la artista…

Tania Farias: Ten­go un tra­ba­jo en soli­ta­rio lla­ma­do Des­mon­ta­gem [Des­mon­ta­je], don­de tomo cua­tro per­so­na­jes de mi tra­yec­to­ria en la Tri­bo de Atua­do­res Ói Nóis Aqui Tra­veiz, el hilo entre ellos es la cues­tión de géne­ro, que acom­pa­ña la his­to­ria de la Tri­bo. Hay algu­nos per­so­na­jes bien emble­má­ti­cos del Ói Nóis que voy des­mon­tan­do. No es un espec­tácu­lo de tea­tro, pero voy mos­tran­do frag­men­tos de los per­so­na­jes, des­mem­bran­do y con­tan­do de don­de vie­ne ese deta­lle de crea­ción, esa posi­ción del cuer­po. De aquí a poco estoy rela­cio­nan­do con la his­to­ria del gru­po, del país, de la ciu­dad, de mi vida per­so­nal. El hilo con­duc­tor de los per­so­na­jes que hizo que fue­ran esco­gi­dos para el des­mon­ta­je es, en ver­dad, el foco cen­tral de esa dis­cu­sión, de una mujer artis­ta que va a des­pe­dir­se ante las per­so­nas para tra­tar las cues­tio­nes que tie­nen que ver con el uni­ver­so de ser mujer.

Tania en Des­mon­ta­je /​Foto: Ói Nóis Aqui Traveiz

Los per­so­na­jes son: Sofía, de un tex­to del escri­tor chi­leno Ariel Dorf­man, espec­tácu­lo que hici­mos en la isla del pre­si­dio. Sofía es una mujer lati­no­ame­ri­ca­na a la que la dic­ta­du­ra le des­apa­re­ció sus dos hijos, su padre, y su marido.

Casan­dra, per­so­na­je basa­da en la nove­la de Chris­ta Wolf. En reali­dad, es la Casan­dra míti­ca, que sabía lo que iba acon­te­cer en el futu­ro. Chris­ta hizo un gran estu­dio sobre Casan­dra y des­pués sobre Medea, que va a dar ori­gen a otro espec­tácu­lo del Ói Nois. Ella toma esa cues­tión de ver lo que va a acon­te­cer y que está vin­cu­la­do a una sabi­du­ría que la mujer tam­bién tie­ne, y que, duran­te mucho tiem­po fue algo del tipo: no, lo que la mujer tie­ne por decir no intere­sa, de des­au­to­ri­zar sis­te­má­ti­ca­men­te lo que la mujer tie­ne por decir. Ahí vie­ne un hom­bre y dice la mis­ma cosa que la mujer, y el tie­ne razón. Ella trae un poco eso, y el hecho de que Casan­dra haya denun­cia­do la gue­rra de Tro­ya todo el tiem­po. Ella sabía que la estra­te­gia era men­ti­ro­sa, que la belle­za no era el moti­vo de la gue­rra de Troya.

Sas­por­tas, que en ver­dad sería un negro, de la Misión, tex­to Hei­ner Müller, que es la idea de que revo­lu­cio­na­rios fran­ce­ses van a fomen­tar una revuel­ta de escla­vos en Jamai­ca. Noso­tros, en la Tri­bo, a la hora de hacer­la, no tenía­mos acto­res negros, ni actri­ces negras, y resol­vi­mos poner a las muje­res a hacer ese cuer­po y ese per­so­na­je. Fun­di­mos las dos cues­tio­nes. Yo hacia Sas­por­tas. Par­ti­mos de la cues­tión de la mujer como el negro del mundo.

La últi­ma, Ofe­lia, tam­bién basa­da en el tex­to de Hei­ner Müller. Para Hei­ner, Ofe­lia es la voz del mar­gen, de las islas de des­or­den, de que si toda­vía es posi­ble que acon­tez­ca algu­na revo­lu­ción es cuan­do las már­ge­nes entien­dan que ellas no tie­nen nada que per­der, y que no ven­dría del inte­lec­tual y del artis­ta de cla­se media, que tie­ne tan­tos apar­ta­men­tos, empleos que per­der, siem­pre ten­drá algu­na for­ma pro­te­ger­se. Pero que cuan­do la peri­fe­ria entien­da que no hay nada más que per­der, por­que ya per­dió todas las cosas, noso­tros haría­mos de ver­dad la revo­lu­ción. Esta­ría en la voz de la mujer esa idea, mujer como peri­fe­ria del mun­do que es el per­so­na­je que ter­mi­na el des­mon­ta­je y que está com­ple­ta­men­te rela­cio­na­da con mi expe­rien­cia de vio­len­cia sexual, ter­mi­na con ese per­so­na­je, con ese rela­to de una vio­la­ción colec­ti­va que un poco antes de hacer ese per­so­na­je yo había vivenciado.

El Des­mon­ta­je aca­ba sien­do mi pri­mer tra­ba­jo en soli­ta­rio en la Tri­bo, que es de una mujer, y que es de algu­na mane­ra hablar de las cues­tio­nes que nos afec­tan coti­dia­na­men­te. Lo hago des­de 2013, y lo he hecho cada vez más, he via­ja­do con la pie­za y ha sido impor­tan­te hacerla.

BdFRS: Den­tro de esa cues­tión de entre­mez­clar tu vida per­so­nal, ¿quién es Tania Farias? ¿De dón­de vie­ne? ¿Cómo se dio la rela­ción con el tea­tro, con el Ói Nóis?

Tania: Soy de una fami­lia pobre, de la peri­fe­ria de aquí de Por­to Ale­gre, mi madre tuvo 11 hijos, yo soy la déci­ma pri­me­ra, la más joven. Somos seis hom­bres y cin­co muje­res. Por el momen­to soy la úni­ca que se fue a las artes, al tea­tro. Muy tem­prano yo me di cuen­ta de que me gus­ta­ba mucho ese jue­go de repre­sen­tar, de tener que lidiar con las tareas domés­ti­cas que que­da­ban para las niñas y no para los niños. Yo aca­ba­ba inven­tan­do jue­gos, des­pués des­cu­brí que eran ejer­ci­cios tea­tra­les aque­llo que yo hacía con las personas.

Y me enten­dí pro­fe­so­ra muy pron­to, una cosa que siem­pre me dio pla­cer. Con­for­me iba apren­dien­do, yo que­ría ense­ñar, ayu­dar al otro a com­pren­der aque­llo que yo había com­pren­di­do. Cuan­do esta­ba en quin­to gra­do de pri­ma­ria comen­cé a dar cla­ses. Mi pro­fe­so­ra de 4to gra­do, que era una mujer increí­ble, me esti­mu­ló mucho a dar cla­ses en la escue­la, cla­ses de cuen­to como ella las lla­ma­ba. Esco­gía el libro que que­ría en la biblio­te­ca y con­ta­ba las his­to­rias a los niños, yo que tam­bién era una niña, con­tan­do a otros niños como yo. Hacía esa acti­vi­dad para los gru­pos de repe­ti­do­res, había gru­pos en los que había per­so­nas mayo­res que yo. Era una escue­la al pie del Morro da Cruz, una escue­la bien pobre. Fui al Morro cuan­do tenía un año y medio.

Cuan­do yo encuen­tro el tea­tro, al final del pri­mer cur­so, comien­zos del segun­do, per­ci­bí que esas cosas tenían mucho que ver con­mi­go, eso de com­par­tir aque­llo que des­cu­bría, que tenía que ver con la acti­vi­dad de pro­fe­so­ra y el ejer­ci­cio del tea­tro, por­que des­de que hice los pri­me­ros talle­res, ya no con­se­guí parar de hacer. Mi acti­tud era toda cami­nar para esa direc­ción, sin pen­sar en lo que esta­ba dejan­do atrás, fui yen­do atrás de esa for­ma­ción, y por ser tam­bién una per­so­na pobre yo sólo hice tea­tro por­que encon­tré el Ói Nóis, que siem­pre desa­rro­lló talle­res abier­tos y gra­tui­tos. Aún era en la calle José do Patrocínio.

Mucho de mi poli­ti­za­ción vino de la rela­ción con el Ói Nóis, de la rela­ción con ese lugar, que es un espa­cio de tea­tro de for­ma­ción muy fuer­te, pero tam­bién de una for­ma­ción ciu­da­da­na. Esa idea que el Ói Nóis trae al actua­dor, a la actua­do­ra, es mi lugar de for­ma­ción, esa idea del artis­ta y acti­vis­ta polí­ti­co abra­za­dos, por­que eso seria la sín­te­sis del actua­dor, de la actua­do­ra. Me fui poli­ti­zan­do en ese con­tac­to y tam­bién fui com­pren­dien­do que había cues­tio­nes espe­cí­fi­cas que yo podía tra­tar en el tea­tro. Y el Ói Nóis es un gru­po siem­pre muy aten­to, tan­to que si toma­mos la cues­tión de géne­ro, innu­me­ra­bles veces la mujer estu­vo en pri­mer plano.

Ói Nóis Aqui Tra­veiz hace tea­tro de resis­ten­cia en las calles /​Foto: Pedro Isaias Lucas

Me gus­ta de decir que soy una per­so­na que tuvo mucha suer­te, por­que inclu­so, fue­ra mis expe­rien­cias, esas expe­rien­cias que muchas de noso­tros tuvi­mos, de vio­len­cia sexual, de rela­cio­nes abu­si­vas, yo con­vi­ví y con­vi­vo con per­so­nas que están del lado correc­to de la his­to­ria. Fui com­pa­ñe­ra de Pau­lo Flo­res duran­te 20 años, es el hom­bre más femi­nis­ta que conoz­co, un gran revo­lu­cio­na­rio, una per­so­na ins­pi­ra­do­ra. No sólo no cer­ce­nó la liber­tad para las muje­res aquí, sino al con­tra­rio, esti­mu­ló que des­cu­brié­se­mos, haga lo que usted quie­ra, diga lo que usted nece­si­ta. Y nos sen­ti­mos, por lo tan­to, muy libres para hacer todo, ya que es un tra­ba­jo auto­ges­tio­na­rio. Eso es una invi­ta­ción a la auto­no­mía. “Si yo quie­ro decir eso nece­si­to cons­truir los medios”. Enton­ces siem­pre tuvi­mos liber­tad para eso. Por eso digo que soy muy pri­vi­le­gia­da en ese aspec­to, inclu­so que yo haya teni­do una tra­yec­to­ria con obs­tácu­los por supe­rar, tuve con­tac­to con per­so­nas valiosas.

BdFRS: Me gus­ta­ría que nos con­ta­ras más de tu invo­lu­cra­mien­to con el tra­ba­jo de la Terrei­ra da Tri­bo...

Tania: Per­so­nal­men­te me pude desa­rro­llar en varias áreas liga­das al tea­tro. Tania es actriz, pro­duc­to­ra, esce­nó­gra­fa, ves­tua­ris­ta. For­ma par­te del con­se­jo edi­to­rial de Cava­lo Lou­co, una de las revis­tas de tea­tro más impor­tan­tes del país, con una publi­ca­ción semes­tral que, cla­ro, como todo en este país, está abso­lu­ta­men­te ame­na­za­da. No sabe­mos cuan­tos núme­ros más será posi­ble hacer, así como no sabe­mos más si con­se­gui­mos man­te­ner la Terrei­ra da Tri­bo abier­ta, y eso es una cosa gra­ve, seria. Que no es gra­ve y seria sólo para el Ói Nóis, una vez que enten­de­mos que un espa­cio como la Terrei­ra es fun­da­men­tal para una ciu­dad, aún más en un momen­to como aho­ra. Son como pul­mo­nes mis­mo, un lugar para res­pi­rar, para imaginar.

Me gus­ta decir que si con­se­gui­mos no dejar de ima­gi­nar, ellos no ven­cen, por­que mien­tras poda­mos ima­gi­nar otro mun­do posi­ble, ellos no ven­ce­rán. Nece­si­ta­mos de esos luga­res que nos invi­tan a hacer el ejer­ci­cio de ima­gi­na­ción social. Decir no, lle­ga­mos aquí, que mier­da que lle­ga­mos aquí, que dimos tan­tos pasos atrás, pero la rue­da gira y con­ti­nua­mos ima­gi­nan­do como cons­truir otro mun­do posi­ble, soli­da­rio, más jus­to e igua­li­ta­rio como queremos.

«Si con­se­gui­mos no dejar de ima­gi­nar, ellos no ven­cen» /​Foto: Fabia­na Reinholz

Por eso digo que es fun­da­men­tal que espa­cios como el Terrei­ra estén abier­tos. Es un com­pro­mi­so de la ciu­dad, por­que la ciu­dad son las per­so­nas, enton­ces es un com­pro­mi­so nues­tro como ciu­da­da­nas y ciu­da­da­nos de la ciu­dad, man­te­ner un espa­cio como este abier­to, un espa­cio de arte, de des­co­lo­ni­za­ción cor­po­ral y men­tal, un espa­cio que nos invi­ta a la cons­truc­ción de otro pen­sa­mien­to, fue­ra de ese pen­sa­mien­to hege­mó­ni­co y úni­co, que es un pen­sa­mien­to libre y libertario.

Tene­mos algu­nos pro­yec­tos fun­da­men­ta­les que suce­den aquí, que yo tam­bién estoy invo­lu­cra­da. Ade­más de la Cava­lo Lou­co, está la Escue­la de Tea­tro Popu­lar de la Terrei­ra da Tri­bo, una ins­tan­cia de for­ma­ción, que ofre­ce diver­sos talle­res abier­tos gra­tui­tos en la ciu­dad hace varios años, hace por lo menos 15 años en ese lugar. La Terrei­ra cum­ple 35 años, hace 25 que estoy en el Ói Nóis. Ella cum­ple 35 años como una escue­la de tea­tro, que ofre­ce talle­res para for­ma­ción de acto­res, cada taller de un año y medio de duración.

Está el taller de tea­tro libre, que comien­za y ter­mi­na en cada encuen­tro, para per­so­nas de más de 15 años. El taller de tea­tro de calle que aho­ra está comen­zan­do una pro­mo­ción nue­va en mar­zo, que ten­drá una dura­ción de seis meses y que va a gene­rar una serie de expe­rien­cias de tea­tro de calle has­ta el tra­ba­jo final, que es una peque­ña pues­ta en esce­na con esas per­so­nas para que ellas expe­ri­men­ten ese lugar de la calle, ade­más de hacer un estu­dio sobre tea­tro de calle en Bra­sil a lo lar­go de seis meses. En este momen­to y has­ta el final de abril está fun­cio­nan­do el taller de tea­tro ritual. Todos estos talle­res se ofre­cen abier­ta y gratuitamente.

Ade­más de ser el vien­tre gene­ra­dor de todos los espec­tácu­los de la Tri­bo, tene­mos un acer­vo de la memo­ria del tea­tro gau­cho [de Rio Gran­de do Sul] que man­te­ne­mos con mucha difi­cul­tad. Y una biblio­te­ca, un espa­cio abier­to acce­si­ble para todas las per­so­nas con una can­ti­dad con­si­de­ra­ble de libros sobre tea­tro y otros asuntos.

Desa­rro­lla­mos un pro­yec­to peda­gó­gi­co, del que tam­bién for­mo par­te y orien­to que es el tea­tro como ins­tru­men­to de dis­cu­sión social. Un pro­yec­to que ofre­ce talle­res abier­tos y gra­tui­tos en las peri­fe­rias, y que pro­cu­ra fomen­tar la crea­ción de gru­pos cul­tu­ra­les en esos luga­res. Fun­cio­na des­de 1988, y for­mó varios gru­pos de tea­tro, así como hom­bres y muje­res que enten­die­ron que son ciu­da­da­nas y ciu­da­da­nos y que tie­nen, ade­más de debe­res, muchos dere­chos que les son nega­dos. Esas per­so­nas pudie­ron empo­de­rar­se como ciu­da­da­nas y hacer tra­ba­jos fun­da­men­ta­les en sus pro­pias comu­ni­da­des. Ade­más de salir de allí y des­cu­brir un camino suyo, que tal vez no fue­ra el mis­mo si este tea­tro, como ins­tru­men­to de dis­cu­sión, no hubie­ra atra­ve­sa­do sus tra­yec­to­rias, así como atra­ve­só la mía, y trans­for­mó com­ple­ta­men­te mi visión de mun­do y mi pers­pec­ti­va de ser y de poder ser jun­to con los otros, esa idea de colec­ti­vo que creo que es tan revolucionaria.

Está sien­do desa­rro­lla­do en Res­tin­ga, en Humai­tá, en Canoas, en Saran­di y aquí en São Geral­do. Son talle­res per­ma­nen­tes que se ofre­cen una o dos veces por sema­na, en esas comu­ni­da­des jun­to a cen­tros comu­ni­ta­rios, o espa­cios admi­nis­tra­dos por la comunidad.

BdFRS: ¿Cómo están finan­cian­do todo eso?

Tania: Vivi­mos un momen­to muy difí­cil y de incer­ti­dum­bres absur­das. Exis­tien­do con los recur­sos que el gru­po con­si­guió jun­tar a lo lar­go de los últi­mos años, hacien­do todas aque­llas estra­te­gias, aprue­ba un pro­yec­to, colo­ca una par­te de la pla­ta allí. El tra­ba­jo en el Ói Nóis tam­bién es bas­tan­te mili­tan­te. Tene­mos momen­tos con recur­sos para las per­so­nas, hay momen­tos que no. Las per­so­nas tie­nen otras acti­vi­da­des para sobre­vi­vir y para hacer el tea­tro que quie­ren. Hay momen­tos que con­se­gui­mos tener sala­rios, otros no. En los últi­mos años con­se­gui­mos guar­dar una peque­ña pro­vi­sión, con la ausen­cia de con­cur­sos públi­cos y posi­bi­li­da­des de levan­tar fuen­tes de sus­ten­to para desa­rro­llar los pro­yec­tos del gru­po, vimos esos recur­sos aca­ban­do y corre­mos el ries­go de cerrar la Terrei­ra. Es ver­da­de­ro decir que la Terrei­ra está con los días con­ta­dos si no con­se­gui­mos rever­tir esta situación.

Comen­za­mos una cam­pa­ña de finan­cia­mien­to recu­rren­te por la benfeitoria.con. Quien quie­ra apo­yar la Terrei­ra men­sual­men­te, pue­de ser con cual­quier valor. Aho­ra vamos a lan­zar la cam­pa­ña de los R$ 10, tipo usted pue­de donar una cer­ve­za por mes. Y si muchas per­so­nas dona­ran R$ 10 tal vez con­se­gui­ría­mos man­te­ner­nos, por­que actual­men­te paga­mos dos espa­cios, la Terrei­ra y un gal­pón que guar­da una par­te del acer­vo de la Tri­bo, que es una par­te del tea­tro brasileño.

Veni­mos resis­tien­do para guar­dar esos 42 años de esce­na­rios, de ves­tua­rio, de ele­men­tos. Es un cos­to muy gran­de para noso­tros, hemos hecho esa cam­pa­ña para ayu­dar con el pago del alqui­ler. La recau­da­ción aún es muy peque­ña, nece­si­ta­mos dar una empu­ja­da, se nece­si­ta que más per­so­nas sepan, quie­ran estar jun­tas, quie­ran ser actua­do­ras aso­cia­das, que tam­bién pue­dan divul­gar la cam­pa­ña y ayu­dar a con­se­guir más per­so­nas que nos apo­yen. En ese momen­to esta­mos así, sin pers­pec­ti­vas de recur­sos y se nos están aca­ban­do nues­tros pocos fon­dos financieros.

El Ói Nóis es uno más de esos que están corrien­do el ries­go de aca­bar en este Bra­sil bol­so­na­ris­ta, de per­se­cu­ción a todas las minorías/​mayorías, y a noso­tros artis­tas que vol­vi­mos a años atrás, que, aho­ra, somos tra­ta­dos como antes eran tra­ta­dos los que no debe­rían ser tra­ta­dos, con pre­jui­cios, como era tra­ta­da la pros­ti­tu­ción. Duran­te mucho tiem­po los artis­tas tuvie­ron el mis­mo esta­tus del/​a trabajador/​a sexual. Y aho­ra vol­vi­mos para esa con­di­ción, vol­vi­mos al lugar de pros­cri­tos, que lo que noso­tros hace­mos no es bien­ve­ni­do, somos meros “mama­do­res de teta”, no sé de don­de sale esa locura.

«El Ói Nóis es otro más de los que están corrien­do el ries­go de aca­bar­se en este Bra­sil bol­so­na­ris­ta» /​Foto: Fabia­na Reinholz

Si hay una cosa a la que la mayor par­te de los artis­tas de ese país no acce­dió fue a la Ley Roua­net, que siem­pre fue una ley que alcan­zó mucho más a las gran­des pro­duc­cio­nes, los artis­tas vin­cu­la­dos a la TV y otras cosas. Pocas veces noso­tros tuvi­mos acce­so, como, por ejem­plo, con­cur­sos públi­cos de la Petro­bras que por ser una empre­sa con gran por­cen­tual esta­tal, tenía una acción polí­ti­ca de res­pon­sa­bi­li­dad ante de la pro­duc­ción de los artis­tas, era una de las pocas que man­te­nían con­cur­sos públi­cos abier­tos, admi­nis­tra­dos de for­ma repu­bli­ca­na y que cual­quier artis­ta podría, inclu­so sin afán comer­cial, ser con­tem­pla­do. El Ói Nóis duran­te un cur­to tiem­po apro­bó algu­nos pro­yec­tos, y que fue­ron fun­da­men­ta­les para la exis­ten­cia y para la pro­fun­di­za­ción de su tra­ba­jo. Vemos que hoy no vamos a tener más nada de eso, por­que ser artis­ta no es una cosa bien vis­ta por los pode­res. Y esta­mos hace mucho tiem­po en ese lugar, del esta­do y muni­ci­pio que no tie­ne acción pro­po­si­ti­va nin­gu­na en nues­tra área, y tan­tas otras fun­da­men­ta­les. Hay un des­man­te­la­mien­to total y los artis­tas están den­tro como varios otros segmentos.

BdFRS: Y curio­so que el Ói Nóis nace cuan­do está­ba­mos aún en dic­ta­du­ra (1978), y vemos actual­men­te una vez más la ame­na­za a la demo­cra­cia, con un pre­si­den­te con­vo­can­do a un acto con­tra el Con­gre­so, un gobierno anti sis­té­mi­co al revés…

Tania: Quien die­ra que fue­ra uno anti sis­té­mi­co que cues­tio­na­se el sis­te­ma tal cual el es, el sta­tu quo, esa cosa que nos vie­ne asfi­xian­do hace tan­tos años, siglos. Sólo que no se tra­ta de eso. Está a favor de un sis­te­ma auto­ri­ta­rio y conservador.

En este momen­to tene­mos que defen­der la demo­cra­cia ante este gobierno, por­que es anti-demo­crá­ti­co. Y eso inde­pen­dien­te­men­te de nues­tros pro­yec­tos per­so­na­les de socie­dad, tene­mos aho­ra que defen­der el Esta­do, defen­der la demo­cra­cia, por­que eso es lo que tuvi­mos y es lo que se está aca­ban­do aho­ra. No lle­ga­re­mos a nin­gún otro lugar si no man­te­ne­mos eso.

Esta­mos vivien­do un pro­ce­so de des­man­te­la­mien­to, de cer­ce­na­mien­to de la liber­tad, de auto­ri­za­ción de la vio­len­cia. Está auto­ri­za­da la vio­len­cia con­tra la mujer, con­tra las pobla­cio­nes negras, con­tra los LGBT, con­tra los des­cen­dien­tes ori­gi­na­rios. Hay una auto­ri­za­ción con­tra todas las mino­rías que son la mayo­ría de este país. Vivi­mos un pro­ce­so de cri­mi­na­li­za­ción de los movi­mien­tos socia­les, ser movi­mien­to social es deli­to, ser artis­ta es cri­mi­nal, ser pobre es ser cri­mi­nal. Es gra­ve lo que esta­mos vivien­do. No da para exis­tir aje­nos a eso, enton­ces nues­tra acción es estar en lucha todos los días. Cada dos horas per­de­mos una mujer.

«Inde­pen­dien­te­men­te de nues­tros pro­yec­tos per­so­na­les de socie­dad, tene­mos aho­ra que defen­der el Esta­do, defen­der la demo­cra­cia» /​Foto: Fabia­na Reinholz

BdFRS: Jus­ta­men­te eso que íba­mos pre­gun­tar­te, y noso­tros muje­res en eso. Tene­mos el minis­te­rio de la Dama­res con una visión basa­da en las “bue­nas cos­tum­bres”, y que las encues­tas seña­lan como la minis­tra más popu­lar del gobierno Bolsonaro.

Tania: ¿Qué decir? Tene­mos un retro­ce­so de dere­chos y de con­quis­tas, un avan­ce de la vio­len­cia, nues­tra liber­tad de ir y venir es cada día menor. Nece­si­ta­mos hacer algu­na cosa con rela­ción a eso. Nues­tra gene­ra­ción siem­pre vivió con esa cosa, no debías estar allá, era tar­de, ahí con esa ropa, que no sé qué, ¿no fue siem­pre así? Pues aho­ra está todo mun­do auto­ri­za­do a decir­nos esa mier­da: “pero ¿dón­de esta­bas?”. Esa ami­ga que fue ase­si­na­da en Para­ná, Maria Glo­ria (Magó), bai­la­ri­na, la pri­me­ra cosa que dije­ron, “pero tam­bién esta­ba sola en la cas­ca­da”, ella esta­ba sola, sí. ¿Por qué noso­tras no pode­mos ir a las cas­ca­das? ¿No pode­mos salir de noche? Pero tam­bién si somos vio­len­ta­das a la una de la tar­de es por­que dimos algún moti­vo, por­que siem­pre la cul­pa va a ser nues­tra. ¡Por­que si ya era terri­ble, aho­ra es 10 veces más terrible!

Lo que más me sacu­de es nues­tra quie­tud, esta­mos muy quie­tos, calla­dos, sumi­sos. Aho­ra, más que nun­ca no podría­mos ser sumi­sos, más que nun­ca nece­si­tá­ba­mos de la poten­cia que tene­mos. Somos muy poten­tes, y si yo no cre­ye­ra en eso no haría tea­tro. Lo que más me emo­cio­na, y me gus­ta de decir eso, cuan­do estoy en una sala de tra­ba­jo, y esta­mos allá movien­do ese cuer­po poten­te, des­co­lo­ni­zan­do ese cuer­po, hacién­do­lo sen­tir­se libre, libe­ra­do, fuer­te, si tuvié­ra­mos cons­cien­cia de esa fuer­za ellos no ven­ce­rían nun­ca. Cuan­do pien­so en ese lugar, veo que pri­vi­le­gio es estar allí. Me emo­ciono, doy cla­se y me emo­ciono, lle­go a las lágri­mas, es dema­sia­do lin­do, es una poten­cia, una fuer­za, eso no es nada, eso es mucho, si tuvié­ra­mos esa con­cien­cia y esa liber­tad que no tene­mos, es un cuer­po cer­ce­na­do, un cuer­po enca­de­na­do, es una sexua­li­dad masa­cra­da, todas esas cosas for­man par­te de un úni­co pro­yec­to, que sea­mos cor­de­ros, que nun­ca nos sin­ta­mos felices.

Es en ver­dad un pro­yec­to de no feli­ci­dad, por eso un pro­yec­to de no cuer­po. La úni­ca for­ma de domi­nar ese cuer­po es decir no, no es suyo, no es bueno, es peca­do, no es fies­ta. Cuan­do yo digo que es un pro­yec­to de no cuer­po, es un pro­yec­to de eli­mi­na­ción del cuer­po, un pro­yec­to de ausen­cia de liber­tad para ese cuer­po. Así noso­tros somos domi­na­dos, y esta­mos tan cal­ma­dos, con todo lo que ya suce­dió, con todos los avan­ces. Tene­mos que enten­der y decir, ¡no! Noso­tros avan­za­mos dema­sia­do, no vamos a vol­ver al arma­rio, no vamos a vol­ver a la coci­na, a la sen­za­la, no vamos a vol­ver a nin­gún lugar. Pero nece­si­ta­mos enten­der de ver­dad eso, enten­der con todo que somos. Con­se­gui­mos enten­der inte­lec­tual­men­te, pero nues­tra acti­tud toda­vía es estar sen­ta­dos fren­te al compu­tador cre­yen­do que vamos a hacer la revo­lu­ción por las redes sociales.

Nues­tro cuer­po no está para jugar, y tie­ne que estar, tie­ne que estar libre. No es por nada que una Dama­res es popu­lar, por­que ella está dicien­do así, está bueno, ¿cuán­tas per­so­nas están en esa con­di­ción? Muchas. Enton­ces se nece­si­ta decir que está todo bien con ellas, es un dis­cur­so con­for­ma­dor, enton­ces está todo bien con­mi­go, es así que tie­ne que ser, yo nun­ca soy mucho. Por eso asus­ta­mos, pero asus­ta por­que es feliz, por­que es libre, por­que dice no, no. Siem­pre vamos a ser tacha­das como locas, noso­tros muje­res somos siem­pre las locas, des­equi­li­bra­das, des­orien­ta­das, las bru­jas que tie­nen que ser que­ma­das. Nece­si­ta­mos dejar de cerrar boca, nece­si­ta­mos dan­zar. La metá­fo­ra para mí es la dan­za, no parar de dan­zar sig­ni­fi­ca no, mi cuer­po no va a meter­se en una caja de nue­vo, yo ya enten­dí que yo pue­do sen­tir pla­cer, que yo pue­do ser libre, dan­zar, ir y venir.

Pien­so que el aumen­to de la vio­len­cia es estra­té­gi­co, cuan­to más mie­do una sien­te más para­da se que­da. Es una locu­ra, nece­si­ta­mos sen­tir­nos aco­gi­dos, estar siem­pre jun­tos para enten­der que no esta­mos más solos, por­que ellos nos quie­ren deprimidos.

«Yo pien­so que el aumen­to de la vio­len­cia es estra­té­gi­co, cuan­to más mie­do una sien­te más para­da se que­da» /​Foto: Fabia­na Reinholz

BdFRS: Y ese pro­ce­so de tomar estas temá­ti­cas, de la vio­len­cia con­tra las muje­res, tu pro­pia expe­rien­cia que men­cio­nas­te, ¿cómo se da ese tra­ba­jo de lle­var­las a los esce­na­rios e inten­tar abrir las men­tes, se pue­de explicar?

Tania: No sé si expli­ca, pero la sen­sa­ción que yo ten­go es cla­ra. Por ejem­plo, cuan­do yo hago Des­mon­ta­je, cuan­do yo cuen­to mis secre­tos, no sé cuán­tas muje­res asis­tie­ron, pero se cuan­tas pre­sen­ta­cio­nes, des­de 2013, tal vez haya hecho más de 200 y sola­men­te en seis las muje­res no me con­ta­ron sus secre­tos de vio­la­ción. Ellas se sin­tie­ron auto­ri­za­das y cómo­das para con­tar­me sus secre­tos. Exis­te algo que suce­de ahí que es una cosa medio inex­pli­ca­ble, de hacer enten­der la fuer­za que eso tie­ne sobre mi exis­ten­cia, no estoy más sola, no esta­mos. Cuan­do con­se­gui­mos mirar­nos, mirar a la otra y decir, hay muchas cosas que tu vives y que yo vivo todos los días, reco­no­cién­do­se una en la otra, en vez de estar matán­do­nos, com­pi­tien­do, agre­dién­do­nos. Tene­mos que saber que exis­te un lugar que es nues­tro, que es diferente.

Cuan­do hago Des­mon­ta­je siem­pre digo, no sé si ya lo con­té aquí, pero ser mujer no es igual a ser hom­bre, por­que es impor­tan­te que se entien­da, no es lo mis­mo. Esta­mos dicien­do cosas cohe­ren­tes, lógi­cas, obvias a veces, y usual­men­te somos des­au­to­ri­za­das, vie­ne un hom­bre y se para a tu lado y dice la mis­ma cosa que tu dijis­te, y aquel tipo que no que­ría oír­te, sale dicien­do cla­ro, es eso ahí, voy a hacer­lo. Eso suce­de con noso­tras todo el tiem­po, tene­mos que oír bro­mas sobre nues­tro cuer­po, como si las per­so­nas estu­vie­ran auto­ri­za­das a decir lo que tie­nen ganas, a hacer lo que quie­ran con nues­tras nal­gas, pecho, como si eso fue­ra una cosa agra­da­ble para noso­tros, como si aumen­ta­se nues­tra auto­es­ti­ma, cuan­do en ver­dad nos qui­ta la sen­sa­ción de liber­tad. ¿Por que esa cosa per­mi­si­va con rela­ción al cuer­po de la mujer todo el tiem­po? Eso está en nues­tra exis­ten­cia, todo el tiem­po ten­go que decir: Mira yo no soy una víc­ti­ma espe­cial, no soy la mayor víc­ti­ma de la parro­quia, no, sólo soy una más, por­que mien­tras esta­mos aquí con­ver­san­do, hay una mujer sien­do vio­len­ta­da, no es bro­ma, no es de boca para afue­ra, no son hom­bres los que están sien­do, no estoy dicien­do que hom­bres no sean, suce­de, pero eso pasa todo el tiem­po con las muje­res, y nos matan, eso algo común en nues­tro país.

Enton­ces cuan­do nos encon­tra­mos, cuan­do nos damos cuen­ta, cuan­do nos poli­ti­za­mos en rela­ción con eso, exis­te si una fuer­za aquí de la que tu eres imbui­da. Yo ando dife­ren­te en la calle des­de que comen­cé a enten­der eso, des­de que comen­cé a hacer Des­mon­ta­je soy otra per­so­na, cada vez que cuen­to ese secre­to no soy la misma.

Y el pro­ce­so de Des­mon­ta­je fue un pro­ce­so de des­man­te­la­mien­to de mi, de muchas cosas que yo traía. Aun­que diga­mos, no, yo no soy cul­pa­ble, no, tar­da­mos mucho tiem­po en enten­der eso. Y no es men­ti­ra, no es fala­cia que sen­ti­mos una cul­pa enor­me. Y que la cul­pa tam­bién es estra­té­gi­ca y es un ins­tru­men­to de domi­na­ción, y que gene­ra mie­do, por lo tan­to, pará­li­sis. Deja­mos de estar bien con noso­tras, nos sen­ti­mos res­pon­sa­bles por todo, las víc­ti­mas son las res­pon­sa­bles y pasan car­gan­do esa cul­pa. Y esa cul­pa es una bola de hie­rro ata­da al pie, nos tor­na pri­sio­ne­ras, la cul­pa, el miedo.

Y no es fácil dejar de sen­tir eso, no es fácil aso­ciar­se con otras muje­res, no es fácil com­pren­der que nues­tro lugar es otro. Es un pro­ce­so de cons­truc­ción bien dolo­ro­so y com­ple­jo, difí­cil de expli­car en pala­bras, pero tú comien­zas a cono­cer muchas otras voces, comien­za a leer a otras muje­res, comien­zas a enten­der que es impor­tan­te que tú hables. Des­mon­ta­je tie­ne que ver con ese enten­di­mien­to, tie­ne una his­to­ria que es mía, que yo mis­ma nece­si­to con­tar, por­que al con­tar­la yo esti­mu­lo a otras com­pa­ñe­ras a con­tar su his­to­ria, cada una nece­si­ta con­tar a su his­to­ria, por­que ese recon­tar por otras, por otras voces aca­ba sien­do un modi­fi­car, un colo­car el foco don­de no es, quien sabe don­de aprie­ta el callo es quien tie­ne el callo.

Es un pro­ce­so difí­cil, pero trae tan­tas cosas fun­da­men­ta­les que des­pués de la can­te­ra que fue, yo voy a hacer­lo, cons­truir eso, sin hora­rio para ensa­yar, hacer­lo de madru­ga­da por­que hay muchas otras cosas que son prio­ri­dad, y cuan­do estoy hacien­do eso con­si­go per­ci­bir que está dia­lo­gan­do, es un pro­ce­so de des­ve­la­mien­to y aná­li­sis de la reali­dad que tu mis­ma vives, es un pro­ce­so libe­ra­dor, es otro lugar don­de vas a ponerte.

Es un pro­ce­so tera­péu­ti­co, pero no sólo en ese sen­ti­do de cura, es de cura con cer­te­za, del cuer­po, de lo feme­nino, pero es de poli­ti­za­ción, no voy a sol­tar más ese lugar que ten­go para ocu­par el mun­do. Ten­go que decir, yo pien­so, yo pro­duz­co pen­sa­mien­to todo el tiem­po, enton­ces pue­do hablar.

E inclu­so la his­to­ria del tea­tro, que es una his­to­ria con­ta­da por los hom­bres, por los direc­to­res, por los dra­ma­tur­gos, y las actri­ces que for­man par­te de la his­to­ria del tea­tro, sabe­mos que fue­ron muje­res mara­vi­llo­sas, que fue­ron actri­ces increí­bles, pero no sabe­mos lo que pen­sa­ban, y ellas pen­sa­ban, y yo pien­so. Y enten­dí que nece­si­ta­ba hablar, y nece­si­ta­ba hablar en pri­me­ra per­so­na, con­tar mis his­to­rias. Y hablan­do en pri­me­ra per­so­na yo tam­bién habla­ba del Ói Nóis, habla­ba sobre mi colec­ti­vo, de don­de yo vine y tam­bién de las otras mujeres.

Des­mon­ta­je es lo que yo qui­se decir sobre mis pro­ce­sos con esos frag­men­tos de per­so­na­jes, que son de las pie­zas que tie­nen auto­res y auto­ras, con con­cep­ción y actua­ción mías. Per­ci­bo que es des­ha­cer el papel que nos impu­sie­ron, pro­ta­go­ni­zar mi vida en la socie­dad, pode­mos ser pro­ta­gó­ni­cas. Eso tie­ne un peso muy posi­ti­vo en nues­tras exis­ten­cias, por­que quie­ren que enten­da­mos y haga­mos, no nece­si­ta ser som­bra de nadie.

BdFRS: Y de cier­ta for­ma lo que estás dicien­do es medio como, tu des­mon­tas­te tu des­tino que era el des­tino de la niña que nació en la peri­fe­ria y que cons­tru­yó otra vida…

Tania: Esa idea de la decons­truc­ción es bien impor­tan­te para noso­tros muje­res, por­que nace­mos con un papel esta­ble­ci­do para cum­plir en el mun­do, en la socie­dad, ya tene­mos un papel que es ser madre, res­pon­sa­ble por la armo­nía del hogar, del lugar don­de viven las per­so­nas de su fami­lia y pun­to. Y si usted con­si­gue hacer algu­na cosa ade­más de eso, que bueno, pero si no lo con­si­gue, usted ya cum­plió su papel, nadie espe­ra más que eso. A lo lar­go de años y años se oyó y vio eso, nues­tras madres, cuá­les fue­ron las rea­li­za­cio­nes pro­fe­sio­na­les de ellas, ellas pue­den no que­rer tener­las, yo con­cuer­do, cada una tie­ne que que­rer, y ser lo que quie­ra. Pero no ser lo que quie­res por­que no te es per­mi­ti­do creo que es una gran cagada, que nos empie­zan a defi­nir el rum­bo de las cosas. Somos muchas, somos la mitad del mun­do, cómo es que noso­tras no vamos a deci­dir las cosas, tene­mos que deci­dir las cosas.

Me fui for­jan­do femi­nis­ta, pero fui enten­dien­do que hay un femi­nis­mo que no me intere­sa, y hay un femi­nis­mo que me repre­sen­ta. No creo que vivo en una bur­bu­ja, y que voy a vivir sin hom­bres. En mi bur­bu­ja sólo ten­go muje­res y va a ser todo ópti­mo, noso­tras no somos machis­tas, noso­tras pode­mos ser bien machis­tas y sabe­mos bien de eso. Está en cómo nos crían y cómo fun­cio­nan las cosas todo el tiem­po. Pode­mos resig­nar­nos a ese lugar y repro­du­cir sim­ple­men­te el machis­mo que reci­bi­mos. Pero yo no creo en eso, yo quie­ro que trans­for­me­mos, que cam­bie­mos esa reali­dad, esos valo­res, esa cul­tu­ra. Quie­ro que cam­bie­mos, no quie­ro eli­mi­nar al com­pa­ñe­ro, yo quie­ro traer­lo al lugar correcto.

Yo hago tra­ba­jo en un colec­ti­vo mix­to, hay hom­bres, muje­res, muje­res trans. La socie­dad que ejer­ci­ta­mos inter­na­men­te, liber­ta­ria, hori­zon­tal, auto­ges­tio­na­ria, hay todas las per­so­nas, y la idea de que la socie­dad suce­de así. No quie­ro sen­tir­me en una bur­bu­ja que­rien­do eli­mi­nar a los hom­bres, yo quie­ro trans­for­mar a esos hom­bres. Pien­so que, con todo lo que suce­dió con­mi­go, ese pro­ce­so de des­mon­tar para cons­truir de nue­vo, soy la mujer de tea­tro que que­ría ser, yo sufrí vio­len­cia, tuve una rela­ción abu­si­va con una mujer, por increí­ble que parez­ca, y nada de esas cosas me impi­die­ron ser la mujer que yo que­ría ser.

Por­que tuve suer­te, por­que tuve fuer­za, por­que con­se­guí no acos­tum­brar­me a la cul­pa, no acos­tum­brar­me a la pará­li­sis, al mie­do. Qué pena, tal vez sea un lugar de pri­vi­le­gio mío, por eso es que yo ten­go obli­ga­ción de hacer este tra­ba­jo, por­que hay tan­tas muje­res que no con­si­guen hacer eso, dar esa vuel­ta y gus­tar de si mis­mas y de lo que hacen. Yo pue­do decir que me gus­ta mucho, me gus­ta mucho en lo que me con­ver­tí, no es que yo creo que sea lo sufi­cien­te­men­te bue­na, como seres huma­nos tene­mos que estar siem­pre como apren­di­ces, en mi pro­fe­sión, en mi ser ami­ga, mi ser aman­te, mi ser pro­fe­so­ra, mi ser. Ten­go que que­rer evo­lu­cio­nar todos los días. No es que yo sea ópti­ma, soy una locu­ra, soy explo­si­va, dema­sia­do ener­gé­ti­ca, dema­sia­do apa­sio­na­da. Pero cuan­do yo digo que soy la mujer que que­ría ser es en el sen­ti­do de yo hago cosas que me con­cier­nen, no hago cosas que no me intere­san, todo que hago me intere­sa mucho. Que pena que la mayo­ría de las per­so­nas no pue­dan hacer cosas que les intere­san para vivir, eso me hace sen­tir todo el tiem­po en un lugar de pri­vi­le­gio y que­rer cons­truir cosas mejo­res para todas las personas.

BdFRS: Hay un tra­ba­jo tam­bién con músi­ca jun­to con Mario Fal­cão en que inter­pre­ta a Vio­le­ta Parra. Que­ría­mos que nos con­ta­ras un poco de eso tam­bién y de otras muje­res que son refe­ren­cias en tu vida.

Tania: En ver­dad hay la iden­ti­fi­ca­ción, por­que somos lati­no­ame­ri­ca­nos, ese enten­di­mien­to de que nece­si­ta­mos estar más y más cer­ca de esa sabi­du­ría, de esa ances­tra­li­dad que está en Amé­ri­ca Lati­na, y que Bra­sil por­tu­gués a veces se sien­te dis­tan­te de los paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na. Siem­pre desee y amé a los can­tan­tes lati­no­ame­ri­ca­nos, y Vio­le­ta Parra, así como Víc­tor Jara, Mer­ce­des Sosa, Atahual­pa, en fin, hicie­ron par­te de mi imaginario.

Y hubo un momen­to en que que­ría tener un bebé, y yo sabía que hacía pie­zas que exi­gían una inten­si­dad físi­ca y espi­ri­tual inclu­so, hacer esos gran­des per­so­na­jes trá­gi­cos, tres horas y media en una pie­za, que cuan­do aca­ba pare­ce que te mue­res y ahí resu­ci­tas muy viva, por­que el tea­tro te hace tocar la muer­te y vol­ver con fuer­za para cons­truir el mun­do. Yo que­ría hacer una cosa más tran­qui­la. Pero ima­gi­na, ¿no?, Vio­le­ta Parra, esa mujer tan mara­vi­llo­sa, con una his­to­ria trá­gi­ca de caram­ba. Sólo que yo creía que cer­ca de las cosas locas que yo hacía en el tea­tro, Casan­dra, Medea, Sofía, Pau­li­na, todas muje­res gue­rre­ras que fue­ron vili­pen­dia­das, vio­len­ta­das, que tuvie­ron que luchar horro­res, yo pen­sa­ba que era una mane­ra de des­can­sar, tener el bebé.

Des­pués des­cu­brí que no era fácil para mí tener un bebé, que mi cuer­po no me lo per­mi­tía así con esa faci­li­dad. Me que­dé con esa cosa de Vio­le­ta Parra; Luciano Ala­bar­se me pres­tó 11 dis­cos de Vio­le­ta y los gra­bé todos, y fomen­té esa idea de hacer el tra­ba­jo sobre ella. Y enton­ces yo con­quis­té a ese com­pa­ñe­ro, por­que esta­ba en ese pun­to, nece­si­to un músi­co y ahí apa­re­ció Mario y hablé del pro­yec­to con él, y él dijo vamos a hacerlo.

La Vio­le­ta es de esos per­so­na­jes que for­man par­te de mi ima­gi­na­rio. Y siem­pre me gus­tó mucho can­tar y en el tea­tro fui desa­rro­llan­do más eso por­que can­to en varios espec­tácu­los, toco ins­tru­men­tos. Pude expe­ri­men­tar con Vio­le­ta eso de can­tar. Mario hizo arre­glos lin­dos, algu­nos bien bra­si­le­ños, es intere­san­te jugar tam­bién un poco con ese mate­rial. Comen­cé a poblar nues­tro tra­ba­jo con algu­nos poe­mas. Por aho­ra son can­cio­nes y poe­mas. Ten­go con­cien­cia de que es un tra­ba­jo de músi­ca de una actriz. Sien­to que tie­ne una tea­tra­li­dad que aca­ba sien­do una pre­sen­cia escé­ni­ca que trae eso en el tra­ba­jo. Pero toda­vía no sé si ese es el for­ma­to. Me gus­ta­ría mucho expe­ri­men­tar más con tea­tro de Vio­le­ta, con­tar más cosas sobre su vida. Ten­go pro­yec­to de una muñe­ca geme­la que que­ría mucho hacer, una con­ver­sa­ción entre Vio­le­ta niña, antes de vol­ver a San­tia­go, y la Vio­le­ta que fue a San­tia­go, la Vio­le­ta mujer, que está en la pelea, con con­cien­cia. Que­ría que ellas con­ver­sa­ran. Ese es un plan.

Bus­qué algu­nos poe­mas, de Nica­nor Parra, Pablo Neru­da y a Gio­con­da Belli, una poe­ti­sa nica­ra­güen­se. Comen­cé a leer muchas poe­ti­sas pen­san­do que yo podía enton­ces, si yo no iba a hacer tea­tro, traer muje­res. A fin de cuen­tas tomé dos poe­mas que hablan sobre Vio­le­ta, uno de ese gran poe­ta que es Pablo Neru­da que es el pri­me­ro que apa­re­ce, hablan­do sobre ella e invi­tan­do a can­tar, y el últi­mo poe­ma es de Nica­nor que escri­bió para ella, y tie­ne el Los por­ta­do­res de sue­ños, de Gio­con­da Belli que hace una acción en el medio, que para mí es un poe­ma que dice tan­to, aque­lla cosa de Paco Uron­do “es que la poe­sía les due­le a esos cana­llas”. Hablar de sue­ños, de amor, de hacer el amor, de lan­zar semi­llas, creo que eso hoy es tan fun­da­men­tal hablar­lo por­que el pro­yec­to es tan vio­len­to y bru­tal, que cuan­do lo ata­ca­mos con poe­sía, con arte, con cuer­pos libe­ra­dos, gol­pea en un lugar que ellos no tie­ne noción. Nues­tra revo­lu­ción nece­si­ta ser por ahí. Fue muy bacán traer a Gio­con­da, y ese poe­ma espe­cí­fi­ca­men­te. Hay un poe­ma en el que ella habla que tie­ne orgu­llo de ser mujer y de haber deja­do atrás a su abue­la, a su madre, todo lo que ellas espe­ra­ban de ella, no por­que deja­ba a esas muje­res que ella ama, sino que dejó atrás ese papel que ellas desem­pe­ña­ron y que ella enton­ces aho­ra con­si­gue sol­tar­lo, mi papel es el que yo quie­ra, voy a hacer la revo­lu­ción, voy a escri­bir, ser una mujer libre, amar tan­to a los hom­bres cuan­to quie­ra. Y creo que Vio­le­ta vie­ne de ese deseo de can­tar y ahí aca­ba que per­so­nal­men­te es un momen­to de liber­tad mío, da la sen­sa­ción de que pue­des todo.

BdFRS: En ese 8 de mar­zo, ¿a qué muje­res que­rías referirte?

Tania: (lágri­mas bro­tan) Hay tan­tas muje­res que mere­cen ser refe­ren­cia­das. Creo que la pri­me­ra mujer que cono­cí, mi madre, Tere­zinha, mi her­ma­na Nelia. Y creo, que hay tan­tas muje­res que mue­ren todos los días, tan­tas y tan­tas que yo no que­ría hablar, Judith Butler, una femi­nis­ta… que­ría hablar de muje­res, que a veces en su infi­ni­ta belle­za y fuer­za nos inspiran.

(Res­pi­ra pro­fun­do) Pero mi madre tuvo 11 hijos, una mujer muy fuer­te. Creo que muchas de las cosas que hago y digo hoy tie­nen que ver con la difi­cul­tad que ella tuvo y has­ta don­de ella con­si­guió ir, y esa sen­sa­ción de que yo podía dar algu­nos pasos más de los que ella dio, pero sólo podía por­que ella bata­lló mucho para dar aque­llos has­ta don­de ella fue. Por­que no somos nada, no sur­gi­mos de nada. Esta­mos aquí hoy pudien­do hablar por­que hubo muchas muje­res que se raja­ron para poder votar, para que no ten­ga­mos una car­ga exce­si­va de tra­ba­jo, que lucha­ron por la abo­li­ción de la escla­vi­tud, hay muchas muje­res que están en noso­tras hoy. Noso­tras somos mucho más vie­jas de lo que este cuer­po apa­ren­ta y ellas están con noso­tras. Cuan­do hablo invo­can­do a los muer­tos tie­ne que ver con eso, no soy esto que está aquí, hay una mul­ti­tud que garan­ti­za mi exis­ten­cia aho­ra. Hay toda la bata­lla del día a día, pero cuan­tas muje­res hicie­ron cosas para que pudié­ra­mos estar aquí hoy.

Por eso tam­bién hay ese com­pro­mi­so de hacer cosas para que las muje­res que ven­gan des­pués de noso­tras tam­bién pue­dan dar pasos ade­lan­te como los esta­mos dan­do por las com­pa­ñe­ras que vinie­ron antes.

«Noso­tros somos mucho más vie­jas de lo que ese cuer­po apa­ren­ta y ellas están con noso­tras» /​Foto: Fabia­na Reinholz

En ese momen­to está esa joven, Magó, yo ayu­dé a orga­ni­zar el acto en Por­to Ale­gre con­tra el femi­ni­ci­dio ense­gui­da de su ase­si­na­to bru­tal. Se que ella no es úni­ca, cada dos horas una Magó es ase­si­na­da, una mujer negra más fácil­men­te aún. Hoy yo que­ría home­na­jear­la, por­que tal vez su muer­te haya con­se­gui­do una cosa. Cuan­do hago los espec­tácu­los que me toman muy pro­fun­da­men­te y expe­ri­men­to, a veces un sufri­mien­to tan pro­fun­do, toco la muer­te, por­que des­pués de que la toco vuel­vo mucho más viva, con fuer­za. Cuan­do aca­ba un espec­tácu­lo de esos da la sen­sa­ción de que podía cons­truir un mun­do todo de nue­vo y no toma­ría ni sie­te días. Magó fue un poco eso, ella ha movi­li­za­do a muchas muje­res en todo el país para hablar, no sólo de ella, sino para hablar de la vio­len­cia nues­tra de cada día, y para hacer­nos pen­sar, que cada dos horas mue­re una com­pa­ñe­ra, una her­ma­na, una igual, podía ser yo, podías ser tu. Vi muchas per­so­nas que no se para­ban a pen­sar en eso, aho­ra lo están pen­san­do por que suce­dió esa tra­ge­dia horri­ble y por­que algu­nas per­so­nas dije­ron no, vamos decir ni una menos, paren de matar­nos. Enton­ces es para ella, este 8 de Mar­zo será el pri­me­ro que ella, en 25 años, no estará.

Fon­te: BdF Rio Gran­de do Sul

Edi­ción: Rodri­go Cha­gas e Katia Marko

Bra­sil de Fato*

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