Chile 8M. Dos millones de feministas contra el patriarcado, el capitalismo y el dictador Piñera (fotoreportaje y videos)

Chi­le 8M. Dos millo­nes de femi­nis­tas con­tra el patriar­ca­do, el capi­ta­lis­mo y el dic­ta­dor Piñe­ra (foto­re­por­ta­je y videos)

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Por María Torre­llas, des­de Chi­le, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 8 de mar­zo de 2020

Cober­tu­ra espe­cial de Resu­men Latinoamericano

Muy tem­prano nos dimos cuen­ta que este día iba a ser his­tó­ri­co para las muje­res y disi­den­cias, pero tam­bién para todo el pue­blo de Chi­le y la nación mapu­che que des­de el pasa­do 18 de octu­bre exi­ge que se vaya Piñe­ra. Des­de las dis­tin­tas Asam­bleas Terri­to­ria­les, las pobla­cio­nes y el esfuer­zo de muchas auto­con­vo­ca­das, se ges­tó este colo­sal hor­mi­gue­ro que se des­pla­zó por dis­tin­tas calles de San­tia­go, se tre­pó a las micros y al Metro, se des­pa­rra­mó por las gran­des ala­me­das. Todas y todes íba­mos hacia la Pla­za de la Dig­ni­dad y cuan­do subimos al Metro el «ambien­te» ya se anun­cia­ba lo que des­pués se hizo reali­dad. En cada esta­ción, gru­pos com­pac­tos de via­je­ras ata­via­das con el ver­de pañue­lo pro abor­to y el mora­do femi­nis­ta, le ponían color y calor a este gran día. Al salir, en la esta­ción Uni­ver­si­dad Cató­li­ca nos encon­tra­mos con la sor­pre­sa que el lugar de cita se había alar­ga­do para alber­gar tan­ta con­cu­rren­cia, por gran par­te de la Ala­me­da. Allí se ins­ta­ló la pan­car­ta de la cabe­ce­ra, con una defi­ni­ción trans­pa­ren­te: «Tra­ba­ja­do­ras somos todes. 8 de mar­zo somos más. La revuel­ta femi­nis­ta debe seguir has­ta que val­ga la pena vivir».

Éra­mos tan­tas las que nos abra­zá­ba­mos, salu­dá­ba­mos y son­reía­mos a pesar de no cono­cer­nos, pero sabien­do que está­ba­mos ahí para demos­trar que esta­mos deci­di­das a parar­le los pies al machis­mo, al patriar­ca­do, a los femi­ci­dios. No igno­ran­do que lo que está­ba­mos gene­ran­do allí, se repe­tía en cada ciu­dad de Chi­le y en cada país y pue­blos del con­ti­nen­te y el mun­do, lo que aumen­ta­ba el valor de tan enor­me movilización.

Éra­mos muje­res de todas las eda­des, disi­den­cias, es cier­to, y atra­ve­sa­das por la reali­dad del inter­cla­sis­mo, pero con la cer­te­za de que la gran mayo­ría eran las jóve­nes, ado­les­cen­tes y niñas (muchas de estas últi­mas de la mano de sus madres o her­ma­nas). El «todas jun­tas sino pa qué», mar­ca­ba lo que se pue­de sen­tir en una mar­cha que con el correr de las horas lle­gó a los dos millo­nes de mani­fes­tan­tas, dan­do una lec­ción a aque­llos y aque­llas que des­de el poder apos­ta­ban a cifras muy meno­res, y que lle­vó a que una insul­sa gene­ra­la de cara­bi­ne­ras, die­ra el dato a la pren­sa que sólo se habían movi­li­za­do 150 mil muje­res. Insul­sa y cie­ga la «paca» uni­for­ma­da, que segu­ro tam­po­co sin­tió la atro­na­do­ra con­sig­na de «Putas, mara­cas pero nun­ca paca» o la otra de «la paca no es soro­ra, sino que es represora».

Lo cier­to es que la marea mora­da y ver­de se echó a andar al medio­día des­de la entra­da prin­ci­pal del Cen­tro cul­tu­ral Gabrie­la Mis­tral, y la calle tem­bló por el bulli­cio con que fes­te­ja­ron el arran­que de una de las más gran­des mani­fes­ta­cio­nes de las últi­mas déca­das, las cien­tos de miles de com­pa­ñe­ras que se habían colo­ca­do detrás de la pan­car­ta y arman­do un pasi­llo al paso de la misma.

Se dice pron­to 2 millo­nes, pero más impre­sio­nan­te es estar alli con ellas, codo a codo, sin­tien­do que la auto­es­ti­ma se trans­for­ma en pura soro­ri­dad, cuan­do paso a paso y muy len­ta­men­te la colum­na bus­ca avan­zar. Dar­nos cuen­ta que no han podi­do con noso­tras ni con siglos de exclu­sión, humi­lla­cio­nes, malos tra­tos, tor­tu­ras de todo tipo y ase­si­na­tos. Todas nues­tras rei­vin­di­ca­cio­nes en cada car­tel, en cada lien­zo, en los gri­tos y can­ti­tos. Y que ade­más, subimos la apues­ta cuan­do en las con­sig­nas o en las car­tu­li­nas escri­tas a mano, esas chi­qui­llas, enca­pu­cha­das muchas de ellas, apun­tan al capi­ta­lis­mo, al impe­ria­lis­mo, a los y las poli­ti­que­ras bur­gue­sas de la dere­cha y cier­ta «izquier­da» aco­mo­da­ti­cia como la que acom­pa­ñó a los gobier­nos de la Con­cer­ta­ción, gen­te sin escrú­pu­los que han con­ver­ti­do al dis­cur­so habi­tual en una esta­fa cons­tan­te y un puña­do de men­ti­ras. Estar al lado de estas com­pa­ñe­ras chi­le­nas este 8M es un bál­sa­mo que como femi­nis­tas nos ayu­da a curar cual­quier alti­ba­jo o sen­sa­ción de que no podría­mos ven­cer a tan­tos enemi­gos que se nos ponen delan­te en la lucha coti­dia­na. Es por ello que mar­cha­mos trans­for­man­do la rabia en ale­gría, sin­tién­do­nos fuer­tes, inclu­so fren­te a la repe­ti­dí­si­ma pro­vo­ca­ción de ese cuer­po arma­do de la muer­te al que tan­to ala­ba­ron Pino­chet y la gran mayo­ría de los fal­sos «demó­cra­tas» que le sucedieron.

Todo el reco­rri­do fue una fies­ta rei­vin­di­ca­ti­va, y a pesar de que la mul­ti­tud hizo des­bor­dar el orden de la mar­cha, y la cabe­ce­ra se dilu­yó casi ense­gui­da por el empu­je de otras tan­tas ban­de­ras chi­le­nas, mapu­ches y espe­cí­fi­cas de tal o cual pobla­ción o cen­tro de tra­ba­jo, se pudo cum­plir con el iti­ne­ra­rio esta­ble­ci­do y se lle­gó fren­te al Pala­cio de la Mone­da don­de se reali­zó la per­for­man­ce de Las Tesis. Cuan­do miles de voces seña­la­ron que «el vio­la­dor eres tú», apun­tan­do al Pala­cio pre­si­den­cial y a los cara­bi­ne­ros que pro­te­gían ese sitio que los padres polí­ti­cos y mili­ta­res de los actua­les ocu­pan­tes, bom­bar­dea­ron en el 73 y en el que Sal­va­dor Allen­de resis­tió has­ta el final, la ova­ción y el aplau­so coro­nó tan­to esfuer­zo de quie­nes pusie­ron el cuer­po para que todo sal­ga más que bien.

Poco des­pués, y cuan­do seguían lle­gan­do has­ta el lugar miles y miles de muje­res, los cara­bi­ne­ros comen­za­ron la repre­sión indis­cri­mi­na­da, sin que media­ra nin­gu­na excu­sa, solo por­que tie­nen el per­mi­so de sus amos, por­que odian a quie­nes no se arro­di­llan ante su pre­po­ten­cia, por­que son un cuer­po que tar­de o tem­prano debe­rá des­apa­re­cer. Muchas com­pa­ñe­ras inten­ta­ron ale­jar­se, pero los uni­for­ma­dos habían hecho una ence­rro­na, cerran­do calles y gene­ran­do «embu­dos» con sus vehícu­los. Hubo refrie­ga, y entre todas nos pro­te­gi­mos y tra­ta­mos de que las más ancia­nas o con niños y niñas no sean alcan­za­das por los gases o el cho­rro poten­te del «gua­na­co». A lo que hay que sumar el cora­je de las indis­pen­sa­bles cabras de la pri­me­ra línea. Solo así y con una alta dosis de res­pon­sa­bi­li­dad popu­lar se pudie­ron evi­tar males mayo­res que es lo que desea­ban los ata­can­tes. No pudie­ron evi­tar con su pre­po­ten­cia habi­tual lo que el mun­do ente­ro ya sabe, a pesar de la cen­su­ra, la dic­ta­du­ra chi­le­na solo sabe repri­mir, y este domin­go 8M, las muje­res y disi­den­cias, estas dos millo­nes de gar­gan­tas vol­vie­ron a dejar en cla­ro que «Piñe­ra es ase­sino igual que Pino­chet». Las 123 jóve­nes muje­res tra­ba­ja­do­ras de la fábri­ca de cami­sas en Nue­va York que murie­ron abra­sa­das por el fue­go por cul­pa de sus patro­nes en 1911, hubie­ran esta­do orgu­llo­sas de sus com­pa­ñe­ras chi­le­nas que este 8M las evo­ca­ron en las calles como se debe. Vol­ve­rán a hacer­lo, sumán­do­se este lunes a la Huel­ga inter­na­cio­nal femi­nis­ta, y en los días suce­si­vos a incre­men­tar la Revuelta.

Fotos y videos: María Torre­llas y Car­los Aznárez

Repre­siòn con gases lacri­mo­ge­nos en alre­de­do­res de la Monedad
Sor­pren­di­da la mani­fes­ta­ciòn con la fuer­te repre­siòn muchas muje­res fue­ron daña­das con los gases

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