Por Carlos Aznárez y Maria Torrellas, desde Chile, Resumen Latinoamericano 7 de marzo de 2020
Ni los carabineros con su represión habitual, tan violenta como inútil, ni Piñera, el dictador-títere de las políticas USA para el continente, ni siquiera los medios hegemónicos con sus mentiras u ocultamientos de lo que realmente ocurre, pudieron evitar que volviera a desbordar multitudinariamente esa marea humana que viene saliendo a la calle día tras día para manifestar su repudio a un gobierno que está más débil que nunca, La Plaza de la Dignidad, ese espacio territorial que se ha convertido en símbolo del desafío popular hacia quienes quieren que el pueblo sea sumiso y obediente, volvió a mostrar un lleno completo, con sus banderas, bandas de música, consignas creativas y hasta fuegos de artificio lanzados desde la base del monumento que hace centro en la plaza.
Desde muy temprano quedó demostrado que iba a ser un día difícil, ya que el gobierno dispuso el cierre de varias estaciones del Metro, por temor a que como se vio en los últimos días, los estudiantes secundarios lograran evadir el pago del pasaje. Eso provocó más bronca en la gente que intentaba ir a sus trabajos y en su indignación, lógicamente maldecía a Piñera y los inútiles que le acompañan.
No obstante hubo manifestaciones estudiantiles y algunos encontronazos con los pacos. Por su parte, organizaciones feministas montaron una pequeña carpa frente a la Universidad de Chile, para realizar un «estampatón», consistente en estampar frases antipatriarcales en poleras, camisetas o carteles, siendo una de las más requerida; «No necesito un príncipe azul».
Luego, a partir de las 16 horas comenzaron las primeras corridas y encerronas de los carabineros contra los primeros jóvenes que se instalaban en los alrededores de la plaza. Con el guanaco y varios vehículos blindados (que lucen en sus carrocería todo tipo de pintadas, o reciben el impacto de huevos o el de extintores de incendio contra el vehículo. Como suele ocurrir, los manifestantes se repliegan en estas ocasiones pero se mantienen en los alrededores esperando el momento en que los pacos abandonan el lugar, y alli, como una marabunta, la plaza comienza otra vez a llenarse de alegría, ganas de abrazarse y corear todxs juntxs, que Piñera sigue siendo un «culiao» y un ladrón. O que «el que no salta es paco», produciendo con esta consigna la máxima unidad del campo popular en torno al repudio a esa fuerza militar pinochetista, como son los carabineros.
El viernes representa el símbolo de que la revuelta no solo no para sino que crece. Para muestra vale lo ocurrido la pasada tarde cuando miles y miles se acercaron a la plaza más temprano de lo habitual ya que deseaban escuchar al grupo Illapu y a Nano Stern, desde los balcones de la radio de la plaza. Cuando de pronto se sintió una voz anunciando que la radio comenzaba a transmitir, el público estalló en muestras de aprobación y acompañamiento.
Minutos después los pacos cargaron violentamente contra la multitud que escuchaba el concierto, sin que mediara nada que lo justificara, pero a diferencia de otros momentos, la gente no se movió y siguieron atentos a la música, mientras que volvieron a crecer el griterío de repudio a los pacos, y la advertencia que dice: «las balas que vos tiraste, van a volver».
Una hora después la Plaza estallaba otra vez como en las mejoras ocasiones, reaparecieron las bandas de música, las performances, las vendedoras ambulantes, y sobre todo, las gana de «respirar en paz», como señalaba un pasacalle. Como figura destacada, esa enorme bandera palestina flameando junto a la del Colo Colo, la mapuche y la chilena, en lo alto del monumento.
Entre los comentarios circulantes, se afirmaba que un «guanaco» lanza-agua ardía en las inmediaciones, mientras que se producía otra muerte a manos de los pacos: un joven de 20 años fue embestido por un vehiculo policial, que huyó, dejándolo desangrar. Además tres jóvenes sufrieron lesiones oculares en Plaza de la Dignidad. Desde Puerto Montt, llegaban noticias que hablan de una multitud marchando bajo un diluvio. Antofagasta reunió a miles de vecinos, y lo mismo ocurrió con Valparaiso. En Concepción, los pacos dispararon a quemarropa, desde una moto contra un joven.
A 48 horas del 8M, el pueblo chileno volvió a demostrar que no está dispuesto a soltar la calle, porque allí y no en otro sitio se juega su destino como país, La Revuelta continúa y faltan 20 días para que acabe un mes de marzo que se vino con todo.