Colombia. Cuarentena en Tunja: Calvario para la clase popular

Colom­bia. Cua­ren­te­na en Tun­ja: Cal­va­rio para la cla­se popular

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Coro­li­na Ara­que y Hen­ner Mar­tí­nez /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​24 de mar­zo de 2020

La inca­pa­ci­dad y poco inte­rés del Esta­do y sus ins­ti­tu­cio­nes para actuar fren­te a las nece­si­da­des de las mayo­rías, agu­di­zan la situa­ción sani­ta­ria, de salud, eco­nó­mi­ca y social que actual­men­te atra­vie­sa el país. Refle­jo de la cri­sis que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta gene­ra y pro­fun­di­za en todos los sec­to­res socia­les empo­bre­ci­dos del mundo.

El mane­jo negli­gen­te del gobierno a la emer­gen­cia des­ata­da por el COVID-19, deja en evi­den­cia las dife­ren­tes con­tra­dic­cio­nes; don­de pre­va­le­ce la pro­tec­ción de ban­cos, gran­des empre­sas y mul­ti­na­cio­na­les sobre la vida, la inte­gri­dad y la salud de las mayorías.

Aun­que en el país, fue decre­ta­da cua­ren­te­na por 19 días; y que en luga­res como Bogo­tá, Casa­na­re y Boya­cá se han imple­men­ta­do medi­das de ais­la­mien­to y cua­ren­te­nas volun­ta­rias, el COVID-19 avan­za en el país. A la fecha se repor­tan 277 casos con­fir­ma­dos de con­ta­gia­dos y 3 muertes.

La cua­ren­te­na es un pri­vi­le­gio de clase

No pue­de ser efec­ti­va la cua­ren­te­na en un país en don­de el des­em­pleo, el tra­ba­jo infor­mal y la ter­ce­ri­za­ción labo­ral son el pan de cada día. En Colom­bia cien­tos de niños mue­ren por malnu­tri­ción, el “rebus­que” es la úni­ca for­ma de tener el míni­mo vital de muchos jóve­nes, la mayo­ría de muje­res no tie­nen remu­ne­ra­ción eco­nó­mi­ca por su tra­ba­jo en la eco­no­mía del cui­da­do, los cam­pe­si­nos están endeu­da­dos por­que no exis­ten garan­tías sobre la pro­duc­ción de ali­men­tos y don­de muchos de los ancia­nos son aban­do­na­dos a su suerte.

La cla­se popu­lar tie­ne que seguir con sus labo­res coti­dia­nas en los dife­ren­tes terri­to­rios en bús­que­da del sus­ten­to diario

En el caso de Tun­ja, las cifras del DANE demues­tran que es uno de los muni­ci­pios con mayor índi­ce de des­em­pleo con un 12,7% pro­me­dio. Esta cifra pue­de lle­gar, en meses como mar­zo de 2019, al 14%, superan­do inclu­so la tasa de des­em­pleo nacio­nal que se encuen­tra en 10,5%. En la capi­tal boya­cen­se la infor­ma­li­dad labo­ral lle­ga al 42,4%. De los tra­ba­ja­do­res for­ma­les, gran par­te de ellos tie­nen Con­tra­to de Pres­ta­ción de ser­vi­cios, don­de el emplea­do debe asu­mir el pago de segu­ri­dad social y prestaciones.

Este pano­ra­ma no es alen­ta­dor, muchas per­so­nas y fami­lias depen­den del rebus­que, expo­nen sus vidas en bus­ca de sus­ten­to y enfren­tan a dia­rio a las vacu­nas (extor­sio­nes) o el pago del gota a gota. A estas pro­ble­má­ti­cas se le suma la per­se­cu­ción y abu­so poli­cial, lega­li­za­do por medio del códi­go de poli­cía. Estos tra­ba­ja­do­res no tie­nen las garan­tías para asu­mir una cua­ren­te­na que­dar­se en casa y pro­te­ger a su fami­lia, por­que las cuen­tas de los ser­vi­cios públi­cos, el pago del arrien­do y la comi­da para vivir no dan espera.

¿Qué ha suce­di­do con el Hos­pi­tal San Rafael de Tunja?

Varios son los hechos que han evi­den­cia­do la gra­ve cri­sis que atra­vie­sa el sec­tor salud en el muni­ci­pio. En el año 2017, par­te del techo de urgen­cias colap­só, dejan­do heri­das a 12 per­so­nas, dos de ellas some­ti­das a ciru­gías por la gra­ve­dad de sus heri­das. En mar­zo del pre­sen­te año, comu­ni­da­des denun­cia­ron filas de 18 horas para acce­der a una cita médi­ca gene­ral o con espe­cia­lis­tas; inclu­so los casos que requie­ren ser tra­ta­dos prio­ri­ta­ria­men­te no con­se­guían obtenerlas.

La aten­ción en hos­pi­ta­li­za­ción está en aler­ta ama­ri­lla, pues tan solo hay 216 camas y para cubrir las nece­si­da­des se tie­nen que adap­tar a dia­rio cami­llas«

La infra­es­truc­tu­ra ins­ta­la­da, cami­llas, uten­si­lios y medi­ca­men­tos, es insu­fi­cien­te, lo que gene­ran zozo­bra sobre las rutas y capa­ci­da­des para afron­tar el COVID-19.

Los tra­ba­ja­do­res de la salud tam­po­co están exen­tos de la explo­ta­ción labo­ral: lle­van a cabo lar­gas jor­na­das, no reci­ben un pago jus­to y están expues­tos al con­ta­gio. Estos deben dis­tan­ciar­se de su círcu­lo fami­liar para enfren­tar­se al reto de brin­dar la mejor aten­ción en las peo­res condiciones.

Tun­ja la ciu­dad universitaria…

La Uni­ver­si­dad Peda­gó­gi­ca y Tec­no­ló­gi­ca de Colom­bia –UPTC- imple­men­ta una serie de medi­das impro­vi­sa­das por la coyun­tu­ra del COVID-19. Las medi­das impli­can la vir­tua­li­za­ción de las cla­ses, obvian­do las con­di­cio­nes reales de los estu­dian­tes que en su mayo­ría son de estra­tos 1, 2, y 3, algu­nos viven en zonas rura­les, no tie­nen acce­so a inter­net y no todos poseen los medios ade­cua­dos como los compu­tado­res, Tablet y/​o Smartpho­ne para el desa­rro­llo académico.

Ade­más, la con­tra­ta­ción docen­te, no se rea­li­za en fechas que per­mi­tan el cum­pli­mien­to del calen­da­rio aca­dé­mi­co. No se han dado garan­tías para los cer­ca de 700 pro­fe­so­res, quie­nes en una even­tual sus­pen­sión del semes­tre que­da­rían sin con­tra­to, lo que gene­ra­ría no tener suel­do ni acce­so a salud para ellos y sus familias.

El toque de que­da y la repre­sión de la fuer­za pública

Las fuer­zas mili­ta­res y poli­cia­les apli­can su papel de repre­sión y “con­trol” ape­lan­do a dife­ren­tes mul­tas eco­nó­mi­cas y puni­ti­vas. For­ta­le­cien­do el mono­po­lio de la fuer­za por medio de polí­ti­cas y doc­tri­nas de con­trol social, con las cua­les infun­den mie­do e incertidumbre.

La pre­sen­cia de acto­res arma­dos esta­ta­les y para-esta­ta­les ‑que defien­den los intere­ses de las empre­sas y los due­ños del capi­tal- han deja­do miles de eje­cu­cio­nes extra­ju­di­cia­les (mal lla­ma­dos fal­sos posi­ti­vos), vio­la­cio­nes, abu­sos y ase­si­na­to sis­te­má­ti­co de excom­ba­tien­tes, y de líde­res/​as socia­les, que en esta cri­sis del COVID-19 no han cesado.

Haci­na­mien­to del 39,5% en Cen­tros Peni­ten­cia­rios en Boya­cá, nada ale­ja­do de la reali­dad nacional

El sis­te­ma car­ce­la­rio esta­lla por las con­di­cio­nes indig­nas de haci­na­mien­to (a nivel nacio­nal supera el 54%), la fal­ta salu­bri­dad y mala ali­men­ta­ción. Estas situa­cio­nes no son coyun­tu­ra­les y han sido denun­cia­das des­de hace más de 20 años. Con la pan­de­mia del Covid-19 se empeo­ra la situa­ción sani­ta­ria y de salud, debi­do a las nulas garan­tías para la pre­ven­ción del con­ta­gio y, aún menos, de posi­bles tratamientos.

La vio­la­ción de dere­chos huma­nos a per­so­nas pri­va­das de la liber­tad, lle­gó a una masa­cre que fue come­ti­da el día 21 de mar­zo en dis­tin­tas cár­ce­les del país, dejan­do, según cifras ofi­cia­les, 23 per­so­nas ase­si­na­das, y más de un cen­te­nar de heridos.

Ante la exi­gen­cia de los fami­lia­res de los reclu­sos por infor­ma­ción y aten­ción a los pre­sos, el gobierno pre­fi­rió repri­mir, con el Escua­drón Móvil Anti­dis­tur­bios –ESMAD a los mani­fes­tan­tes en inme­dia­cio­nes de la cár­cel La Modelo.

En estos cen­tros peni­ten­cia­rios tam­bién se encuen­tra un alto por­cen­ta­je de per­so­nas pri­va­das de la liber­tad que no han sido con­de­na­das, entre ellos muchos líde­res socia­les y per­so­nas rete­ni­das injustamente.

Que la cua­ren­te­na no nos detenga…

La orga­ni­za­ción y lucha por vida dig­na deben ser cons­tan­tes. Es indis­pen­sa­ble exi­gir al gobierno la pues­ta en prác­ti­ca de rutas cla­ras que lle­ven a con­te­ner la cri­sis huma­ni­ta­ria y social, ade­más dé garan­tías de vida para las mayo­rías empo­bre­ci­das del país.

La comu­ni­ca­ción popu­lar y las herra­mien­tas digi­ta­les son en este momen­to nues­tro ins­tru­men­to, la soli­da­ri­dad con nues­tros her­ma­nos de cla­se debe estar lle­na de accio­nes. Debe­mos enfren­tar a los medios de comu­ni­ca­ción masi­vos, ya que bus­can legi­ti­mar y for­ta­le­cer el gobierno de Duque, ade­más de ocul­tar las pro­ble­má­ti­cas y la cri­sis que enfren­ta­mos día a día.

Debe cesar el ase­si­na­to de líde­res y lide­re­sas socia­les, brin­dar garan­tías de sub­sis­ten­cia y vida dig­na a la cla­se popu­lar afec­ta­da por la cri­sis sani­ta­ria, ade­más de des­mon­tar las polí­ti­cas y leyes lesi­vas que han for­mu­la­do: ley de finan­cia­mien­to, refor­ma labo­ral y refor­ma pen­sio­nal que gene­ran cri­sis social.

Las per­so­nas pri­va­das de la liber­tad deben tener garan­tías en los cen­tros peni­ten­cia­rios. Las fuer­zas mili­ta­res en cabe­za de la poli­cía nacio­nal y el ejér­ci­to nacio­nal no deben per­se­guir, impo­ner mul­tas eco­nó­mi­cas, ni come­ter vio­la­cio­nes de DDHH. Urge con­ge­lar las deu­das ban­ca­rias, el cobro de ser­vi­cios públi­cos y demás que pon­gan en ries­go las con­di­cio­nes de esta­día y supervivencia.

No olvi­de­mos que esta­mos en Paro Nacio­nal y es tarea de la cla­se popu­lar pro­fun­di­zar la lucha por la eman­ci­pa­ción. Con­ti­nue­mos en diná­mi­ca de lucha, de resis­ten­cia y movi­li­za­ción. La reali­dad nos demues­tra que tene­mos razón. ¡Pri­me­ro lo pri­me­ro, salud y educación!

Tro­chan­do Sin Fronteras*

Itu­rria /​Fuen­te

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