Por Martxelo Alvarez, Resumen Latinoamericano*, 25 marzo 2020.
“10 fallecidos a la hora. Los médicos darán prioridad a los que tengan mejor esperanza de vida”. “Osakidetza contabiliza ya 150 positivos entre su personal y una enfermera muerta”. Estos son dos de los titulares de las muchas noticias que nuestros medios de comunicación escrita han ido reproduciendo en los días de este fin de semana, segundo de esta irremediable cuarentena. A la par en las diferentes cadenas televisivas y junto a imágenes de las calles vacías y las colas en los supermercados los responsables políticos estatales y autonómicos nos anuncian que “lo peor esta por llegar” pero en el caso de estos últimos también nos recuerdan que “estamos preparados”, lo mismo que nos anunciaban la pasada semana cuando en algunos de los centros hospitalarios el personal sanitario que hacia frente al coronavirus tuvo en determinadas ocasiones que tratar a esos enfermos amparado en una bata que para nada cumplía con su necesario cometido protector a la que “reforzaban” con una bolsa de basura –si, una bolsa de basura- y sobre todo con la esperanza en tener buena suerte, lo que hizo que cuando este fin de semana se daba a conocer por parte de las autoridades competentes que “Osakidetza protege a los sanitarios con 400.000 mascarillas y 3.000 batas más” nos sintiéramos aún dentro de la preocupación evidentemente reconfortados.
Pero al igual que tras el domingo llega el lunes tras la rueda de
prensa llega la realidad y hoy lunes mientras un titular de portada nos
dice “Contagios entre los sanitarios. 3.475 han dado positivo, lo que
supone el 12% de los infectados” nos enteramos de que al igual que la
pasada semana en algunos de los centros hospitalarios el personal
sanitario que hace frente al coronavirus sigue teniendo en determinadas
ocasiones que tratar a esos enfermos del mismo modo: amparado en una
bata que para nada cumple con su necesario cometido protector a la que
“refuerzan” con la ya consabida bolsa de basura y con la esperanza en
esa buena suerte que ojalá no se acabe. También nos enteramos de que
ante las lógicas quejas ante dicha situación de ese personal sanitario
se les responde que “se cumple con el protocolo” obviando que dicho
protocolo de seguridad ha sido modificado no para adaptarlo a la defensa
de la salud y la vida del personal sanitario sino para adaptarlo a la
deficiencia de medios que mantienen. Imaginaos que a un minero en una
explotación con posibilidad de “grisú” le dijeran que como no hay
lamparas adecuadas para tal eventualidad que vaya con un mechero, que ya
se han cambiado las normas para que encaje en el protocolo de seguridad
de la mina…
En estos días de encierro forzoso diferentes propuestas nos han
venido sacando a los balcones, entre ellas a diario y a las ocho de la
tarde para aplaudir ese ingente trabajo que hoy realiza el personal
sanitario y cuidador, sin que ello sea olvidar para nada a todos los
demás trabajadores que en uno u otro puesto o lugar lidian a diario con
esta crisis y sus multiples consecuencias. Está muy bien ese
reconocimiento pero sobre todo está muy bien que siendo conscientes de
cómo se está cuando menos relativizando el derecho a la salud y a la
vida de esas personas hagamos algo más y ese reconocimiento sea tambien
denuncia y exigencia: denuncia de las actuales condiciones y exigencia
de la inmediata puesta en marcha de unos protocolos de seguridad que
realmente defiendan su salud y su vida y por tanto tambien de los
equipos materiales que cumplan con dicho protocolo.
Yo salgo a diario a aplaudirles y cuando lo hago les pongo cara
porque no son gentes anónimas, sino esas personas a las que conozco, a
las que quiero. Para mi son Ainhoa, Aida, Koldo, Josu, Julia, Jon,
Fernando, Jaione, Marian… y para cada uno de los que leeis esto serán
otras y otros, pero también serán. Y les queremos con salud, con vida y
con nosotros.
Por ello desde hoy saldré también a mi balcón a las ocho de la tarde
pero lo haré con un gran lazo negro y de plástico para denunciar
mientras duren esas condiciones de riesgo en las que de momento les
están obligando a trabajar y que de forma irresponsable están poniendo
en peligro su salud y su vida. Denuncia e interpelación para quienes
después de tres semanas de hablar de ello siguen permitíendolo. Un lazo
negro y de plástico, como el plástico de una bolsa de basura de las que
les están obligando a utilizar.