Por Marina Zeising, Resumen latinoamericano 9 de marzo de 2020
Como cineasta mujer y docente me interpelo y me pregunto qué puedo aportar y colaborar con un cambio en la sociedad donde escucho personas que repiten discursos mediáticos sin decodificarlos o verificar la información canalizando todas sus frustraciones y odios en lugar de plantear propuestas y hacer algo para mejorar este mundo. Me pregunto cómo representamos a la mujer y no binaries en la pantalla.
Qué historias contamos y cómo. Cómo impactar nuestros discursos en hechos audiovisuales concretos. Cómo desarmar esos discursos establecidos que nos invadieron hasta en las canciones con las que crecimos.
Como desarmar el concepto de competencia entre las mujeres que nos empuja el patriarcado como anoche vi en la Fiesta de la Vendimia donde presentaban jovencitas que proclamaban como «empoderadas» cuando en realidad estaban siendo forzadas no solo a competir entre ellas sino que el valor de la competencia estaba puesto en su belleza física para que respondan a un modelo que el mercado impone. De sus deseos, trabajos, estudios, aportes a la sociedad y cualidades humanas, que seguramente las tienen, poco y nada pudimos saber.
Cómo desarmar la idea que impuso el Macrismo que un derecho es un «curro», sin medir los alcances de esos derechos, los mismos que cuando se consiguen esos derechos hacen uso de lo que criticaron. Como les que dicen que el feminismo no les representa pero gracias a el opinan, trabajan, estudian, votan, se divorcian si quieren y se visten como quieren entre otros derechos adquiridos. Aun vemos hoy como confunden creencias religiosas con salud pública.
Como desarmar los mandatos que la familia es lo primero cuando la mayor parte de las violencias estadísticamente suceden en el seno familiar…
El feminismo molesta porque cuestiona nuestras propias vidas y los modelos imperantes. Propone modelos de vida alternativos más sanos, libres y menos daniños donde las elecciones individuales de vida sean respetadas y no se asocie con sufrimiento, en realidad porque espeja que lo que heredamos fue insano y lo ponemos en evidencia. Por eso somos desacreditadas y agredidas.
Los aferrados a viejas estructuras se aferran aun más, poniéndose a la defensiva, en lugar de repensarse porque ese ejercicio es incomodo, interpela y empuja al cambio.
Entonces ¿cómo reflejar todo esto como cineasta y como docente en nuestras producciones y aulas? Por empezar que más mujeres podamos guionar y dirigir sin que el sistema nos expulse. Que podamos contar nuestras historias y no las que creen y quieren que seamos. Que pensemos todo esto con los estudiantes, las nuevas generaciones que me gustaría que no canten canciones regetoneras que atrasan décadas. Que este movimiento internacional feminista no queden en slogans.
Finalmente «feliz día» será el que no tengamos que decir todo esto, que no esperen de nosotras solo palabras bonitas y discursos naif edulcorados, que nos respeten, no nos pidan que nos callemos, que no nos agredan cuando cuestionamos la realidad, que nos traten con amor, que no nos violen y maten porque creen que somos objetos con dueños.
Y que las mujeres no repitamos mecanismos y dinámicas de poder verticalistas del patriarcado. Básicamente, si no hay amor en los vínculos, que no haya nada. Mientras tanto colaboremos cada uno de su lugar para un mundo mas abierto, libre e inclusivo que respete los deseos individuales y esten respaldados con derechos como el #abortolegalseguroygratuito. #seraley