Resumen Latinoamericano* /5 de marzo de 2020
Se fue María Soledad Pazo y nos vamos quedando más solos en esta Honduras, aquella máxima del Evangelio “aquí solo dios con nosotros” cada día va tomando más fuerza. Desmantelaron la Maccih y la Ufecih y los corruptos celebraron, ahora echaron María Soledad y tienen “toda la carne el asador” para echar la Oficina del Alto Comisionado y seguir en su festín criminal.
A pesar de que la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos como la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad son iniciativas que llegaron al país producto de la presión social de calle e incidencia de diversos sectores nacionales e internacionales, los criminales no quieren que los toquen ni con el pétalo de una rosa.
Es verdad que estamos solos, pero tanto María Soledad como Jiménez Mayor tras sus pasos dejaron informes con evidencias de las redes de corrupción, de la participación directa del Estado en el asesinato de manifestantes, criminalización de la protesta social, la violación a los territorios de pueblos originarios, hostigamiento a comunicadores sociales y persecución a defensores de derechos humanos y bienes naturales.
A María Soledad se la llevaron por hacer bien su trabajo y se la llevaron en el momento que más la necesitábamos. Tal vez era la única voz de la comunidad internacional en saltarse los protocolos de la diplomacia y visitar las comunidades en conflicto, recoger evidencias y plasmarlas en documentos para que el mundo tuviera datos confiables de lo que está pasando en Honduras.
Mientras Bachelet con un ojo alentó al gobierno para adaptar la legislación sobre el uso de la fuerza de acuerdo a las normas internacionales y desmilitarizar la seguridad pública, guiñó el otro ojo a los informes que salieron de diversas cuevas de la capital hondureña en contra de los pasos de María Soledad.
Todos estamos llamados a dar un paso para vigilar la continuidad de la Oficina del Alto, un paso que rompa con nuestros encierros y abra camino en recuperación de los espacios públicos y la institucionalidad hoy conducida por criminales.
Radio Progreso*