Pensamiento crítico. CORONAVIRUS. Zizek: Un golpe letal al capitalismo para reinventar la sociedad/ Byung-Chul Han. La emergencia viral y el Estado policial digital: por qué la revolución será humana/ Giorgio Agamben: La invención de una epidemia- Contagio

Pen­sa­mien­to crí­ti­co. CORONAVIRUS. Zizek: Un gol­pe letal al capi­ta­lis­mo para rein­ven­tar la sociedad/​Byung-Chul Han. La emer­gen­cia viral y el Esta­do poli­cial digi­tal: por qué la revo­lu­ción será humana/​Gior­gio Agam­ben: La inven­ción de una epi­de­mia- Contagio

Tabla de contenidos

Resu­men Latinoamericano*/ 22 de mar­zo 2020 . — — — — — — — -

Zizek: un gol­pe letal al capi­ta­lis­mo para rein­ven­tar la sociedad

El popu­lar filó­so­fo Sla­voj Zizek, uno de los más ardien­tes crí­ti­cos del sis­te­ma capi­ta­lis­ta y de las «ideo­lo­gías» sobre las que se apun­ta­la, ha escri­to una colum­na sobre el Coro­na­vi­rus para el sitio Rus­sia Today, bue­na par­te de la cual ha sido tra­du­ci­da en este artícu­lo en Medium. Zizek apun­ta a que el coro­na­vi­rus ha des­ta­pa­do la reali­dad insos­te­ni­ble de otro virus que infec­ta a la socie­dad: el capi­ta­lis­mo. Mien­tras que muchas per­so­nas mue­ren, la gran preo­cu­pa­ción de los esta­dis­tas y empre­sa­rios es el gol­pe a la eco­no­mía, la rece­sión, la fal­ta de cre­ci­mien­to del pro­duc­to interno bru­to y cosas por el esti­lo. Este colap­so eco­nó­mi­co se debe a que la eco­no­mía está basa­da fun­da­men­tal­men­te en el con­su­mo y en la per­se­cu­ción de valo­res pro­pug­na­dos por la visión capi­ta­lis­ta como la rique­za mate­rial. Pero esto no ten­dría que ser así, no ten­dría que haber una tira­nía del mer­ca­do. Zizek sugie­re que el coro­na­vi­rus pre­sen­ta tam­bién la opor­tu­ni­dad de tomar con­cien­cia de los otros virus que se espar­cen por la socie­dad des­de hace mucho tiem­po y rein­ven­tar la misma. 


La actual expan­sión de la epi­de­mia de coro­na­vi­rus ha deto­na­do las epi­de­mias de virus ideo­ló­gi­cos que esta­ban laten­tes en nues­tras socie­da­des: noti­cias fal­sas, teo­rías cons­pi­ra­ti­vas para­noi­cas y explo­sio­nes de racismo.

La bien fun­da­men­ta­da nece­si­dad médi­ca de esta­ble­cer cua­ren­te­nas hicie­ron eco en las pre­sio­nes ideo­ló­gi­cas para esta­ble­cer lími­tes cla­ros y man­te­ner en cua­ren­te­na a los enemi­gos que repre­sen­tan una ame­na­za a nues­tra iden­ti­dad. Pero tal vez otro –y más bene­fi­cio­so– virus ideo­ló­gi­co se expan­di­rá y tal vez nos infec­te: el virus de pen­sar en una socie­dad alter­na­ti­va, una socie­dad más allá de la nación-esta­do, una socie­dad que se actua­li­ce como soli­da­ri­dad glo­bal y cooperación.

Zizek con­si­de­ra que se pue­de com­pa­rar lo que está suce­dien­do con un famo­so gol­pe ase­sino de la pelí­cu­la Kill Bill, cono­ci­do como «Téc­ni­ca del cora­zón explo­si­vo», con el que la per­so­na que lo reci­be aún pue­de seguir sus acti­vi­da­des por un tiem­po, beber una copa de vino, tener una con­ver­sa­ción, etc., aun­que pron­to inevi­ta­ble­men­te su cora­zón explo­ta­rá y mori­rá: «Mi modes­ta opi­nión sobre la reali­dad es mucho más radi­cal: la epi­de­mia de coro­na­vi­rus es una for­ma espe­cial de ‘Téc­ni­ca del cora­zón explo­si­vo’ en el sis­te­ma glo­bal capi­ta­lis­ta, un sín­to­ma de que no pode­mos seguir en el camino que hemos segui­do has­ta aho­ra, se nece­si­ta ese cambio”.

Zizek nota varias para­do­jas. Mien­tras que el coro­na­vi­rus nos obli­ga a ais­lar­nos, tam­bién «nos obli­ga a re-inven­tar el comu­nis­mo basán­do­nos en la con­fian­za en las per­so­nas y la cien­cia”. El filó­so­fo cree que es nece­sa­rio un nue­vo enten­di­mien­to del comu­nis­mo y habría que pre­ci­sar, sobre todo, de la comu­ni­dad. Otra para­do­ja, aun­que qui­zá tam­bién una espe­cie de hipér­bo­le trá­gi­ca –aun­que posi­ble­men­te reden­to­ra– es que en la era en la que el ser humano más ais­la­do se encuen­tra, aho­ra debe­rá ais­lar­se aún más; en el tiem­po en el que más nece­si­ta con­tac­to humano real y no mera­men­te vir­tual, aho­ra pare­ce que el con­tac­to físi­co será tabú. Pero qui­zá de este ais­la­mien­to sur­gi­rán nue­vos valo­res y se reafir­ma­rá la impor­tan­cia de la comu­ni­dad, la con­vi­ven­cia y la inti­mi­dad. Lo que es indu­da­ble es que es tiem­po de refle­xión, tiem­po en el que hay menos rui­do y por lo tan­to la posi­bi­li­dad de mayor claridad.

Sla­voj Zizek es un filó­so­fo, soció­lo­go, psi­co­ana­lis­ta y crí­ti­co cul­tu­ral eslo­veno. Es direc­tor inter­na­cio­nal del Ins­ti­tu­to Birk­beck de Huma­ni­da­des de la Uni­ver­si­dad de Londres.

En 1989, Žižek publi­có su pri­mer tex­to en inglés, The Subli­me Object of Ideo­logy (El subli­me obje­to de la ideo­lo­gía), en el que se apar­tó de la teo­ría mar­xis­ta tra­di­cio­nal para desa­rro­llar una con­cep­ción mate­ria­lis­ta de la ideo­lo­gía que se basó en gran medi­da en el psi­co­aná­li­sis laca­niano y el idea­lis­mo hegeliano.

En 2012, Foreign Policy inclu­yó a Žižek en su lis­ta de los 100 mejo­res pen­sa­do­res glo­ba­les, lla­mán­do­lo una «cele­bri­dad filo­só­fi­ca». El tra­ba­jo de Žižek fue narra­do en un docu­men­tal del año 2005 titu­la­do Zizek! Una revis­ta aca­dé­mi­ca, el Inter­na­tio­nal Jour­nal of Žižek Stu­dies, se fun­dó para com­pren­der su trabajo.

_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​

Byung-Chul Ha. La emer­gen­cia viral y el Esta­do poli­cial digi­tal: por qué la revo­lu­ción será humana

El filó­so­fo sur­co­reano ‑autor de La socie­dad del can­san­cio Psi­co­po­lí­ti­ca, entre otras obras- pien­sa en este artícu­lo publi­ca­do en el dia­rio El País, de Espa­ña, las impli­can­cias de la pan­de­mia a nivel glo­bal. Cómo los paí­ses asiá­ti­cos están ges­tio­nan­do la cri­sis de una for­ma más efi­cien­te que Occi­den­te. El rol de las fron­te­ras en tiem­pos de big data. El páni­co finan­cie­ro. El peli­gro del régi­men digi­tal. Del ais­la­mien­to y la indi­vi­dua­li­za­ción a cómo repen­sar un sen­ti­mien­to colectivo.

El coro­na­vi­rus está ponien­do a prue­ba nues­tro sis­te­ma. Al pare­cer Asia tie­ne mejor con­tro­la­da la pan­de­mia que Euro­pa. En Hong Kong, Tai­wán y Sin­ga­pur hay muy pocos infec­ta­dos. En Tai­wán se regis­tran 108 casos y en Hong Kong 193. En Ale­ma­nia, por el con­tra­rio, tras un perío­do de tiem­po mucho más bre­ve hay ya 15.320 casos con­fir­ma­dos, y en Espa­ña 19.980 (datos del 20 de mar­zo). Tam­bién Corea del Sur ha supe­ra­do ya la peor fase, lo mis­mo que Japón. Inclu­so Chi­na, el país de ori­gen de la pan­de­mia, la tie­ne ya bas­tan­te con­tro­la­da. Pero ni en Tai­wán ni en Corea se ha decre­ta­do la prohi­bi­ción de salir de casa ni se han cerra­do las tien­das y los res­tau­ran­tes. Entre tan­to ha comen­za­do un éxo­do de asiá­ti­cos que salen de Euro­pa. Chi­nos y corea­nos quie­ren regre­sar a sus paí­ses, por­que ahí se sien­ten más segu­ros. Los pre­cios de los vue­los se han mul­ti­pli­ca­do. Ya ape­nas se pue­den con­se­guir bille­tes de vue­lo para Chi­na o Corea.

Euro­pa está fra­ca­san­do. Las cifras de infec­ta­dos aumen­tan expo­nen­cial­men­te. Pare­ce que Euro­pa no pue­de con­tro­lar la pan­de­mia. En Ita­lia mue­ren a dia­rio cien­tos de per­so­nas. Qui­tan los res­pi­ra­do­res a los pacien­tes ancia­nos para ayu­dar a los jóve­nes. Pero tam­bién cabe obser­var sobre­ac­tua­cio­nes inú­ti­les. Los cie­rres de fron­te­ras son evi­den­te­men­te una expre­sión deses­pe­ra­da de sobe­ra­nía. Nos sen­ti­mos de vuel­ta en la épo­ca de la sobe­ra­nía. El sobe­rano es quien deci­de sobre el esta­do de excep­ción. Es sobe­rano quien cie­rra fron­te­ras. Pero eso es una hue­ra exhi­bi­ción de sobe­ra­nía que no sir­ve de nada. Ser­vi­ría de mucha más ayu­da coope­rar inten­sa­men­te den­tro de la Euro­zo­na que cerrar fron­te­ras a lo loco. Entre tan­to tam­bién Euro­pa ha decre­ta­do la prohi­bi­ción de entra­da a extran­je­ros: un acto total­men­te absur­do en vis­ta del hecho de que Euro­pa es pre­ci­sa­men­te adon­de nadie quie­re venir. Como mucho, sería más sen­sa­to decre­tar la prohi­bi­ción de sali­das de euro­peos, para pro­te­ger al mun­do de Euro­pa. Des­pués de todo, Euro­pa es en estos momen­tos el epi­cen­tro de la pandemia.

Las ven­ta­jas de Asia

En com­pa­ra­ción con Euro­pa, ¿qué ven­ta­jas ofre­ce el sis­te­ma de Asia que resul­ten efi­cien­tes para com­ba­tir la pan­de­mia? Esta­dos asiá­ti­cos como Japón, Corea, Chi­na, Hong Kong, Tai­wán o Sin­ga­pur tie­nen una men­ta­li­dad auto­ri­ta­ria, que les vie­ne de su tra­di­ción cul­tu­ral (con­fu­cia­nis­mo). Las per­so­nas son menos renuen­tes y más obe­dien­tes que en Euro­pa. Tam­bién con­fían más en el Esta­do. Y no solo en Chi­na, sino tam­bién en Corea o en Japón la vida coti­dia­na está orga­ni­za­da mucho más estric­ta­men­te que en Euro­pa. Sobre todo, para enfren­tar­se al virus los asiá­ti­cos apues­tan fuer­te­men­te por la vigi­lan­cia digi­tal. Sos­pe­chan que en el big data podría ence­rrar­se un poten­cial enor­me para defen­der­se de la pan­de­mia. Se podría decir que en Asia las epi­de­mias no las com­ba­ten solo los viró­lo­gos y epi­de­mió­lo­gos, sino sobre todo tam­bién los infor­má­ti­cos y los espe­cia­lis­tas en macro­da­tos. Un cam­bio de para­dig­ma del que Euro­pa toda­vía no se ha ente­ra­do. Los apo­lo­ge­tas de la vigi­lan­cia digi­tal pro­cla­ma­rían que el big data sal­va vidas humanas.

La con­cien­cia crí­ti­ca ante la vigi­lan­cia digi­tal es en Asia prác­ti­ca­men­te inexis­ten­te. Ape­nas se habla ya de pro­tec­ción de datos, inclu­so en Esta­dos libe­ra­les como Japón y Corea. Nadie se eno­ja por el fre­ne­sí de las auto­ri­da­des para reco­pi­lar datos. Entre tan­to Chi­na ha intro­du­ci­do un sis­te­ma de cré­di­to social inima­gi­na­ble para los euro­peos, que per­mi­te una valo­ra­ción o una eva­lua­ción exhaus­ti­va de los ciu­da­da­nos. Cada ciu­da­dano debe ser eva­lua­do con­se­cuen­te­men­te en su con­duc­ta social. En Chi­na no hay nin­gún momen­to de la vida coti­dia­na que no esté some­ti­do a obser­va­ción. Se con­tro­la cada clic, cada com­pra, cada con­tac­to, cada acti­vi­dad en las redes socia­les. A quien cru­za con el semá­fo­ro en rojo, a quien tie­ne tra­to con crí­ti­cos del régi­men o a quien pone comen­ta­rios crí­ti­cos en las redes socia­les le qui­tan pun­tos. Enton­ces la vida pue­de lle­gar a ser muy peli­gro­sa. Por el con­tra­rio, a quien com­pra por Inter­net ali­men­tos sanos o lee perió­di­cos afi­nes al régi­men le dan pun­tos. Quien tie­ne sufi­cien­tes pun­tos obtie­ne un visa­do de via­je o cré­di­tos bara­tos. Por el con­tra­rio, quien cae por deba­jo de un deter­mi­na­do núme­ro de pun­tos podría per­der su tra­ba­jo. En Chi­na es posi­ble esta vigi­lan­cia social por­que se pro­du­ce un irres­tric­to inter­cam­bio de datos entre los pro­vee­do­res de Inter­net y de tele­fo­nía móvil y las auto­ri­da­des. Prác­ti­ca­men­te no exis­te la pro­tec­ción de datos. En el voca­bu­la­rio de los chi­nos no apa­re­ce el tér­mino “esfe­ra privada”.

En Chi­na hay 200 millo­nes de cáma­ras de vigi­lan­cia, muchas de ellas pro­vis­tas de una téc­ni­ca muy efi­cien­te de reco­no­ci­mien­to facial. Cap­tan inclu­so los luna­res en el ros­tro. No es posi­ble esca­par de la cáma­ra de vigi­lan­cia. Estas cáma­ras dota­das de inte­li­gen­cia arti­fi­cial pue­den obser­var y eva­luar a todo ciu­da­dano en los espa­cios públi­cos, en las tien­das, en las calles, en las esta­cio­nes y en los aeropuertos.

Toda la infra­es­truc­tu­ra para la vigi­lan­cia digi­tal ha resul­ta­do ser aho­ra suma­men­te efi­caz para con­te­ner la epi­de­mia. Cuan­do alguien sale de la esta­ción de Pekín es cap­ta­do auto­má­ti­ca­men­te por una cáma­ra que mide su tem­pe­ra­tu­ra cor­po­ral. Si la tem­pe­ra­tu­ra es preo­cu­pan­te todas las per­so­nas que iban sen­ta­das en el mis­mo vagón reci­ben una noti­fi­ca­ción en sus telé­fo­nos móvi­les. No en vano el sis­te­ma sabe quién iba sen­ta­do dón­de en el tren. Las redes socia­les cuen­tan que inclu­so se están usan­do dro­nes para con­tro­lar las cua­ren­te­nas. Si uno rom­pe clan­des­ti­na­men­te la cua­ren­te­na un dron se diri­ge volan­do a él y le orde­na regre­sar a su vivien­da. Qui­zá inclu­so le impri­ma una mul­ta y se la deje caer volan­do, quién sabe. Una situa­ción que para los euro­peos sería dis­tó­pi­ca, pero a la que, por lo vis­to, no se ofre­ce resis­ten­cia en China.

Ni en Chi­na ni en otros Esta­dos asiá­ti­cos como Corea del Sur, Hong Kong, Sin­ga­pur, Tai­wán o Japón exis­te una con­cien­cia crí­ti­ca ante la vigi­lan­cia digi­tal o el big data. La digi­ta­li­za­ción direc­ta­men­te los embria­ga. Eso obe­de­ce tam­bién a un moti­vo cul­tu­ral. En Asia impe­ra el colec­ti­vis­mo. No hay un indi­vi­dua­lis­mo acen­tua­do. No es lo mis­mo el indi­vi­dua­lis­mo que el egoís­mo, que por supues­to tam­bién está muy pro­pa­ga­do en Asia.

Al pare­cer el big data resul­ta más efi­caz para com­ba­tir el virus que los absur­dos cie­rres de fron­te­ras que en estos momen­tos se están efec­tuan­do en Euro­pa. Sin embar­go, a cau­sa de la pro­tec­ción de datos no es posi­ble en Euro­pa un com­ba­te digi­tal del virus com­pa­ra­ble al asiá­ti­co. Los pro­vee­do­res chi­nos de tele­fo­nía móvil y de Inter­net com­par­ten los datos sen­si­bles de sus clien­tes con los ser­vi­cios de segu­ri­dad y con los minis­te­rios de salud. El Esta­do sabe por tan­to dón­de estoy, con quién me encuen­tro, qué hago, qué bus­co, en qué pien­so, qué como, qué com­pro, adón­de me diri­jo. Es posi­ble que en el futu­ro el Esta­do con­tro­le tam­bién la tem­pe­ra­tu­ra cor­po­ral, el peso, el nivel de azú­car en la san­gre, etc. Una bio­po­lí­ti­ca digi­tal que acom­pa­ña a la psi­co­po­lí­ti­ca digi­tal que con­tro­la acti­va­men­te a las personas.

En Wuhan se han for­ma­do miles de equi­pos de inves­ti­ga­ción digi­ta­les que bus­can posi­bles infec­ta­dos basán­do­se solo en datos téc­ni­cos. Basán­do­se úni­ca­men­te en aná­li­sis de macro­da­tos ave­ri­guan quié­nes son poten­cia­les infec­ta­dos, quié­nes tie­nen que seguir sien­do obser­va­dos y even­tual­men­te ser ais­la­dos en cua­ren­te­na. Tam­bién por cuan­to res­pec­ta a la pan­de­mia el futu­ro está en la digi­ta­li­za­ción. A la vis­ta de la epi­de­mia qui­zá debe­ría­mos rede­fi­nir inclu­so la sobe­ra­nía. Es sobe­rano quien dis­po­ne de datos. Cuan­do Euro­pa pro­cla­ma el esta­do de alar­ma o cie­rra fron­te­ras sigue afe­rra­da a vie­jos mode­los de soberanía.

No solo en Chi­na, sino tam­bién en otros paí­ses asiá­ti­cos la vigi­lan­cia digi­tal se emplea a fon­do para con­te­ner la epi­de­mia. En Tai­wán el Esta­do envía simul­tá­nea­men­te a todos los ciu­da­da­nos un SMS para loca­li­zar a las per­so­nas que han teni­do con­tac­to con infec­ta­dos o para infor­mar acer­ca de los luga­res y edi­fi­cios don­de ha habi­do per­so­nas con­ta­gia­das. Ya en una fase muy tem­pra­na, Tai­wán empleó una cone­xión de diver­sos datos para loca­li­zar a posi­bles infec­ta­dos en fun­ción de los via­jes que hubie­ran hecho. Quien se apro­xi­ma en Corea a un edi­fi­cio en el que ha esta­do un infec­ta­do reci­be a tra­vés de la Coro­na-app”una señal de alar­ma. Todos los luga­res don­de ha habi­do infec­ta­dos están regis­tra­dos en la apli­ca­ción. No se tie­ne muy en cuen­ta la pro­tec­ción de datos ni la esfe­ra pri­va­da. En todos los edi­fi­cios de Corea hay ins­ta­la­das cáma­ras de vigi­lan­cia en cada piso, en cada ofi­ci­na o en cada tien­da. Es prác­ti­ca­men­te impo­si­ble mover­se en espa­cios públi­cos sin ser fil­ma­do por una cáma­ra de vídeo. Con los datos del telé­fono móvil y del mate­rial fil­ma­do por vídeo se pue­de crear el per­fil de movi­mien­to com­ple­to de un infec­ta­do. Se publi­can los movi­mien­tos de todos los infec­ta­dos. Pue­de suce­der que se des­ta­pen amo­ríos secre­tos. En las ofi­ci­nas del minis­te­rio de salud coreano hay unas per­so­nas lla­ma­das “trac­ker” que día y noche no hacen otra cosa que mirar el mate­rial fil­ma­do por vídeo para com­ple­tar el per­fil del movi­mien­to de los infec­ta­dos y loca­li­zar a las per­so­nas que han teni­do con­tac­to con ellos.

Una dife­ren­cia lla­ma­ti­va entre Asia y Euro­pa son sobre todo las mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras. En Corea no hay prác­ti­ca­men­te nadie que vaya por ahí sin mas­ca­ri­llas res­pi­ra­to­rias espe­cia­les capa­ces de fil­trar el aire de virus. No son las habi­tua­les mas­ca­ri­llas qui­rúr­gi­cas, sino unas mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras espe­cia­les con fil­tros, que tam­bién lle­van los médi­cos que tra­tan a los infec­ta­dos. Duran­te las últi­mas sema­nas, el tema prio­ri­ta­rio en Corea era el sumi­nis­tro de mas­ca­ri­llas para la pobla­ción. Delan­te de las far­ma­cias se for­ma­ban colas enor­mes. Los polí­ti­cos eran valo­ra­dos en fun­ción de la rapi­dez con la que las sumi­nis­tra­ban a toda la pobla­ción. Se cons­tru­ye­ron a toda pri­sa nue­vas máqui­nas para su fabri­ca­ción. De momen­to pare­ce que el sumi­nis­tro fun­cio­na bien. Hay inclu­so una apli­ca­ción que infor­ma de en qué far­ma­cia cer­ca­na se pue­den con­se­guir aún mas­ca­ri­llas. Creo que las mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras, de las que se ha sumi­nis­tra­do en Asia a toda la pobla­ción, han con­tri­bui­do de for­ma deci­si­va a con­te­ner la epidemia.

Los corea­nos lle­van mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras anti­vi­rus inclu­so en los pues­tos de tra­ba­jo. Has­ta los polí­ti­cos hacen sus apa­ri­cio­nes públi­cas solo con mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras. Tam­bién el pre­si­den­te coreano la lle­va para dar ejem­plo, inclu­so en las con­fe­ren­cias de pren­sa. En Corea lo ponen ver­de a uno si no lle­va mas­ca­ri­lla. Por el con­tra­rio, en Euro­pa se dice a menu­do que no sir­ven de mucho, lo cual es un dis­pa­ra­te. ¿Por qué lle­van enton­ces los médi­cos las mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras? Pero hay que cam­biar­se de mas­ca­ri­lla con sufi­cien­te fre­cuen­cia, por­que cuan­do se hume­de­cen pier­den su fun­ción fil­tran­te. No obs­tan­te, los corea­nos ya han desa­rro­lla­do una “mas­ca­ri­lla para el coro­na­vi­rus” hecha de nano-fil­tros que inclu­so se pue­de lavar. Se dice que pue­de pro­te­ger a las per­so­nas del virus duran­te un mes. En reali­dad es muy bue­na solu­ción mien­tras no haya vacu­nas ni medi­ca­men­tos. En Euro­pa, por el con­tra­rio, inclu­so los médi­cos tie­nen que via­jar a Rusia para con­se­guir­las. Macron ha man­da­do con­fis­car mas­ca­ri­llas para dis­tri­buir­las entre el per­so­nal sani­ta­rio. Pero lo que reci­bie­ron lue­go fue­ron mas­ca­ri­llas nor­ma­les sin fil­tro con la indi­ca­ción de que bas­ta­rían para pro­te­ger del coro­na­vi­rus, lo cual es una men­ti­ra. Euro­pa está fra­ca­san­do. ¿De qué sir­ve cerrar tien­das y res­tau­ran­tes si las per­so­nas se siguen aglo­me­ran­do en el metro o en el auto­bús duran­te las horas pun­ta? ¿Cómo guar­dar ahí la dis­tan­cia nece­sa­ria? Has­ta en los super­mer­ca­dos resul­ta casi impo­si­ble. En una situa­ción así, las mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras sal­va­rían real­men­te vidas huma­nas. Está sur­gien­do una socie­dad de dos cla­ses. Quien tie­ne coche pro­pio se expo­ne a menos ries­go. Inclu­so las mas­ca­ri­llas nor­ma­les ser­vi­rían de mucho si las lle­va­ran los infec­ta­dos, por­que enton­ces no lan­za­rían los virus afuera.

En los paí­ses euro­peos casi nadie lle­va mas­ca­ri­lla. Hay algu­nos que las lle­van, pero son asiá­ti­cos. Mis pai­sa­nos resi­den­tes en Euro­pa se que­jan de que los miran con extra­ñe­za cuan­do las lle­van. Tras esto hay una dife­ren­cia cul­tu­ral. En Euro­pa impe­ra un indi­vi­dua­lis­mo que trae apa­re­ja­da la cos­tum­bre de lle­var la cara des­cu­bier­ta. Los úni­cos que van enmas­ca­ra­dos son los cri­mi­na­les. Pero aho­ra, vien­do imá­ge­nes de Corea, me he acos­tum­bra­do tan­to a ver per­so­nas enmas­ca­ra­das que la faz des­cu­bier­ta de mis con­ciu­da­da­nos euro­peos me resul­ta casi obs­ce­na. Tam­bién a mí me gus­ta­ría lle­var mas­ca­ri­lla pro­tec­to­ra, pero aquí ya no se encuentran.

En el pasa­do, la fabri­ca­ción de mas­ca­ri­llas, igual que la de tan­tos otros pro­duc­tos, se exter­na­li­zó a Chi­na. Por eso aho­ra en Euro­pa no se con­si­guen mas­ca­ri­llas. Los Esta­dos asiá­ti­cos están tra­tan­do de pro­veer a toda la pobla­ción de mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras. En Chi­na, cuan­do tam­bién ahí empe­za­ron a ser esca­sas, inclu­so reequi­pa­ron fábri­cas para pro­du­cir mas­ca­ri­llas. En Euro­pa ni siquie­ra el per­so­nal sani­ta­rio las con­si­gue. Mien­tras las per­so­nas se sigan aglo­me­ran­do en los auto­bu­ses o en los metros para ir al tra­ba­jo sin mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras, la prohi­bi­ción de salir de casa lógi­ca­men­te no ser­vi­rá de mucho. ¿Cómo se pue­de guar­dar la dis­tan­cia nece­sa­ria en los auto­bu­ses o en el metro en las horas pun­ta? Y una ense­ñan­za que debe­ría­mos sacar de la pan­de­mia debe­ría ser la con­ve­nien­cia de vol­ver a traer a Euro­pa la pro­duc­ción de deter­mi­na­dos pro­duc­tos, como mas­ca­ri­llas pro­tec­to­ras o pro­duc­tos medi­ci­na­les y farmacéuticos.

A pesar de todo el ries­go, que no se debe mini­mi­zar, el páni­co que ha des­ata­do la pan­de­mia de coro­na­vi­rus es des­pro­por­cio­na­do. Ni siquie­ra la “gri­pe espa­ño­la”, que fue mucho más letal, tuvo efec­tos tan devas­ta­do­res sobre la eco­no­mía. ¿A qué se debe en reali­dad esto? ¿Por qué el mun­do reac­cio­na con un páni­co tan des­me­su­ra­do a un virus? Emma­nuel Macron habla inclu­so de gue­rra y del enemi­go invi­si­ble que tene­mos que derro­tar. ¿Nos halla­mos ante un regre­so del enemi­go? La “gri­pe espa­ño­la” se des­en­ca­de­nó en ple­na Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. En aquel momen­to todo el mun­do esta­ba rodea­do de enemi­gos. Nadie habría aso­cia­do la epi­de­mia con una gue­rra o con un enemi­go. Pero hoy vivi­mos en una socie­dad total­men­te distinta.

En reali­dad hemos esta­do vivien­do duran­te mucho tiem­po sin enemi­gos. La gue­rra fría ter­mi­nó hace mucho. Últi­ma­men­te inclu­so el terro­ris­mo islá­mi­co pare­cía haber­se des­pla­za­do a zonas leja­nas. Hace exac­ta­men­te diez años sos­tu­ve en mi ensa­yo La socie­dad del can­san­ciola tesis de que vivi­mos en una épo­ca en la que ha per­di­do su vigen­cia el para­dig­ma inmu­no­ló­gi­co, que se basa en la nega­ti­vi­dad del enemi­go. Como en los tiem­pos de la gue­rra fría, la socie­dad orga­ni­za­da inmu­no­ló­gi­ca­men­te se carac­te­ri­za por vivir rodea­da de fron­te­ras y de vallas, que impi­den la cir­cu­la­ción ace­le­ra­da de mer­can­cías y de capi­tal. La glo­ba­li­za­ción supri­me todos estos umbra­les inmu­ni­ta­rios para dar vía libre al capi­tal. Inclu­so la pro­mis­cui­dad y la per­mi­si­vi­dad gene­ra­li­za­das, que hoy se pro­pa­gan por todos los ámbi­tos vita­les, eli­mi­nan la nega­ti­vi­dad del des­co­no­ci­do o del enemi­go. Los peli­gros no ace­chan hoy des­de la nega­ti­vi­dad del enemi­go, sino des­de el exce­so de posi­ti­vi­dad, que se expre­sa como exce­so de ren­di­mien­to, exce­so de pro­duc­ción y exce­so de comu­ni­ca­ción. La nega­ti­vi­dad del enemi­go no tie­ne cabi­da en nues­tra socie­dad ili­mi­ta­da­men­te per­mi­si­va. La repre­sión a car­go de otros deja paso a la depre­sión, la explo­ta­ción por otros deja paso a la auto­ex­plo­ta­ción volun­ta­ria y a la auto­op­ti­mi­za­ción. En la socie­dad del ren­di­mien­to uno gue­rrea sobre todo con­tra sí mismo.

Umbra­les inmu­no­ló­gi­cos y cie­rre de fronteras.

Pues bien, en medio de esta socie­dad tan debi­li­ta­da inmu­no­ló­gi­ca­men­te a cau­sa del capi­ta­lis­mo glo­bal irrum­pe de pron­to el virus. Lle­nos de páni­co, vol­ve­mos a eri­gir umbra­les inmu­no­ló­gi­cos y a cerrar fron­te­ras. El enemi­go ha vuel­to. Ya no gue­rrea­mos con­tra noso­tros mis­mos, sino con­tra el enemi­go invi­si­ble que vie­ne de fue­ra. El páni­co des­me­di­do en vis­ta del virus es una reac­ción inmu­ni­ta­ria social, e inclu­so glo­bal, al nue­vo enemi­go. La reac­ción inmu­ni­ta­ria es tan vio­len­ta por­que hemos vivi­do duran­te mucho tiem­po en una socie­dad sin enemi­gos, en una socie­dad de la posi­ti­vi­dad, y aho­ra el virus se per­ci­be como un terror permanente.

Pero hay otro moti­vo para el tre­men­do páni­co. De nue­vo tie­ne que ver con la digi­ta­li­za­ción. La digi­ta­li­za­ción eli­mi­na la reali­dad. La reali­dad se expe­ri­men­ta gra­cias a la resis­ten­cia que ofre­ce, y que tam­bién pue­de resul­tar dolo­ro­sa. La digi­ta­li­za­ción, toda la cul­tu­ra del “me gus­ta”, supri­me la nega­ti­vi­dad de la resis­ten­cia. Y en la épo­ca pos­fác­ti­ca de las fake newsy los deep­fa­kessur­ge una apa­tía hacia la reali­dad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de orde­na­dor, el que cau­sa una con­mo­ción. La

reali­dad, la resis­ten­cia, vuel­ve a hacer­se notar en for­ma de un virus enemi­go. La vio­len­ta y exa­ge­ra­da reac­ción de páni­co al virus se expli­ca en fun­ción de esta con­mo­ción por la realidad.

La reac­ción páni­ca de los mer­ca­dos finan­cie­ros a la epi­de­mia es ade­más la expre­sión de aquel páni­co que ya es inhe­ren­te a ellos. Las con­vul­sio­nes extre­mas en la eco­no­mía mun­dial hacen que esta sea muy vul­ne­ra­ble. A pesar de la cur­va cons­tan­te­men­te cre­cien­te del índi­ce bur­sá­til, la arries­ga­da polí­ti­ca mone­ta­ria de los ban­cos emi­so­res ha gene­ra­do en los últi­mos años un páni­co repri­mi­do que esta­ba aguar­dan­do al esta­lli­do. Pro­ba­ble­men­te el virus no sea más que la peque­ña gota que ha col­ma­do el vaso. Lo que se refle­ja en el páni­co del mer­ca­do finan­cie­ro no es tan­to el mie­do al virus cuan­to el mie­do a sí mis­mo. El crash se podría haber pro­du­ci­do tam­bién sin el virus. Qui­zá el virus solo sea el pre­lu­dio de un crash mucho mayor.

Žižek afir­ma que el virus ha ases­ta­do al capi­ta­lis­mo un gol­pe mor­tal, y evo­ca un oscu­ro comu­nis­mo. Cree inclu­so que el virus podría hacer caer el régi­men chino. Žižek se equi­vo­ca. Nada de eso suce­de­rá. Chi­na podrá ven­der aho­ra su Esta­do poli­cial digi­tal como un mode­lo de éxi­to con­tra la pan­de­mia. Chi­na exhi­bi­rá la supe­rio­ri­dad de su sis­te­ma aún con más orgu­llo. Y tras la pan­de­mia, el capi­ta­lis­mo con­ti­nua­rá aún con más pujan­za. Y los turis­tas segui­rán piso­tean­do el pla­ne­ta. El virus no pue­de reem­pla­zar a la razón. Es posi­ble que inclu­so nos lle­gue ade­más a Occi­den­te el Esta­do poli­cial digi­tal al esti­lo chino. Como ya ha dicho Nao­mi Klein, la con­mo­ción es un momen­to pro­pi­cio que per­mi­te esta­ble­cer un nue­vo sis­te­ma de gobierno. Tam­bién la ins­tau­ra­ción del neo­li­be­ra­lis­mo vino pre­ce­di­da a menu­do de cri­sis que cau­sa­ron con­mo­cio­nes. Es lo que suce­dió en Corea o en Gre­cia. Oja­lá que tras la con­mo­ción que ha cau­sa­do este virus no lle­gue a Euro­pa un régi­men poli­cial digi­tal como el chino. Si lle­ga­ra a suce­der eso, como teme Gior­gio Agam­ben, el esta­do de excep­ción pasa­ría a ser la situa­ción nor­mal. Enton­ces el virus habría logra­do lo que ni siquie­ra el terro­ris­mo islá­mi­co con­si­guió del todo.

El virus no ven­ce­rá al capi­ta­lis­mo. La revo­lu­ción viral no lle­ga­rá a pro­du­cir­se. Nin­gún virus es capaz de hacer la revo­lu­ción. El virus nos aís­la e indi­vi­dua­li­za. No gene­ra nin­gún sen­ti­mien­to colec­ti­vo fuer­te. De algún modo, cada uno se preo­cu­pa solo de su pro­pia super­vi­ven­cia. La soli­da­ri­dad con­sis­ten­te en guar­dar dis­tan­cias mutuas no es una soli­da­ri­dad que per­mi­ta soñar con una socie­dad dis­tin­ta, más pací­fi­ca, más jus­ta. No pode­mos dejar la revo­lu­ción en manos del virus. Con­fie­mos en que tras el virus ven­ga una revo­lu­ción huma­na. Somos NOSOTROS, PERSONAS dota­das de RAZÓN, quie­nes tene­mos que repen­sar y res­trin­gir radi­cal­men­te el capi­ta­lis­mo des­truc­ti­vo, y tam­bién nues­tra ili­mi­ta­da y des­truc­ti­va movi­li­dad, para sal­var­nos a noso­tros, para sal­var el cli­ma y nues­tro bello planeta.

Byung-Chul Han es un filó­so­fo y ensa­yis­ta sur­co­reano que impar­te cla­ses en la Uni­ver­si­dad de las Artes de Ber­lín. Autor, entre otras obras, de ‘La socie­dad del can­san­cio’, publi­có hace un año ‘Loa a la tie­rra’, en la edi­to­rial Herder.

GIORGIO AGAMBEN: LA INVENCIÓN DE UNA EPIDEMIA

Fren­te a las medi­das de emer­gen­cia fre­né­ti­cas, irra­cio­na­les y com­ple­ta­men­te injus­ti­fi­ca­das para una supues­ta epi­de­mia debi­da al coro­na­vi­rus, es nece­sa­rio par­tir de las decla­ra­cio­nes de la CNR*, según las cua­les no sólo “no hay nin­gu­na epi­de­mia de SARS-CoV2 en Ita­lia”, sino que de todos modos “la infec­ción, según los datos epi­de­mio­ló­gi­cos dis­po­ni­bles hoy en día sobre dece­nas de miles de casos, pro­vo­ca sín­to­mas leves/​moderados (una espe­cie de gri­pe) en el 80 – 90% de los casos”. En el 10 – 15% de los casos, pue­de desa­rro­llar­se una neu­mo­nía, cuyo cur­so es, sin embar­go, benigno en la mayo­ría de los casos. Se esti­ma que sólo el 4% de los pacien­tes requie­ren hos­pi­ta­li­za­ción en cui­da­dos intensivos”.

Si esta es la situa­ción real, ¿por qué los medios de comu­ni­ca­ción y las auto­ri­da­des se esfuer­zan por difun­dir un cli­ma de páni­co, pro­vo­can­do un ver­da­de­ro esta­do de excep­ción, con gra­ves limi­ta­cio­nes de los movi­mien­tos y una sus­pen­sión del fun­cio­na­mien­to nor­mal de las con­di­cio­nes de vida y de tra­ba­jo en regio­nes enteras?

Dos fac­to­res pue­den ayu­dar a expli­car este com­por­ta­mien­to des­pro­por­cio­na­do. En pri­mer lugar, hay una ten­den­cia cre­cien­te a uti­li­zar el esta­do de excep­ción como para­dig­ma nor­mal de gobierno. El decre­to-ley apro­ba­do inme­dia­ta­men­te por el gobierno “por razo­nes de salud y segu­ri­dad públi­ca” da lugar a una ver­da­de­ra mili­ta­ri­za­ción “de los muni­ci­pios y zonas en que se des­co­no­ce la fuen­te de trans­mi­sión de al menos una per­so­na o en que hay un caso no atri­bui­ble a una per­so­na de una zona ya infec­ta­da por el virus”. Una fór­mu­la tan vaga e inde­ter­mi­na­da per­mi­ti­rá exten­der rápi­da­men­te el esta­do de excep­ción en todas las regio­nes, ya que es casi impo­si­ble que otros casos no se pro­duz­can en otras par­tes. Con­si­de­re­mos las gra­ves res­tric­cio­nes a la liber­tad pre­vis­tas en el decre­to: a) prohi­bi­ción de expul­sión del muni­ci­pio o zona en cues­tión por par­te de todos los indi­vi­duos pre­sen­tes en cual­quier caso en el muni­ci­pio o zona; b) prohi­bi­ción de acce­so al muni­ci­pio o zona en cues­tión; c) sus­pen­sión de even­tos o ini­cia­ti­vas de cual­quier tipo, actos y toda for­ma de reu­nión en un lugar públi­co o pri­va­do, inclui­dos los de carác­ter cul­tu­ral, recrea­ti­vo, depor­ti­vo y reli­gio­so, aun­que se cele­bren en luga­res cerra­dos y abier­tos al públi­co; d) sus­pen­sión de los ser­vi­cios de edu­ca­ción para niños y escue­las de todos los nive­les y gra­dos, así como de la asis­ten­cia a acti­vi­da­des esco­la­res y de edu­ca­ción supe­rior, excep­to las acti­vi­da­des de edu­ca­ción a dis­tan­cia; e) sus­pen­sión de los ser­vi­cios de aper­tu­ra al públi­co de museos y otras ins­ti­tu­cio­nes y luga­res cul­tu­ra­les a que se refie­re el artícu­lo 101 del Códi­go del Patri­mo­nio Cul­tu­ral y del Pai­sa­je, según lo dis­pues­to en el Decre­to Legis­la­ti­vo 22 de enero de 2004, n. 42, así como la efi­ca­cia de las dis­po­si­cio­nes regla­men­ta­rias sobre el acce­so libre e irres­tric­to a esas ins­ti­tu­cio­nes y luga­res; f) sus­pen­sión de todos los via­jes edu­ca­ti­vos, tan­to en Ita­lia como en el extran­je­ro; g) sus­pen­sión de los pro­ce­di­mien­tos de quie­bra y de las acti­vi­da­des de las ofi­ci­nas públi­cas, sin per­jui­cio de la pres­ta­ción de los ser­vi­cios esen­cia­les y de los ser­vi­cios públi­cos; h) apli­ca­ción de la medi­da de cua­ren­te­na con vigi­lan­cia acti­va entre las per­so­nas que hayan esta­do en estre­cho con­tac­to con casos con­fir­ma­dos de enfer­me­da­des infec­cio­sas generalizadas.

La des­pro­por­ción fren­te a lo que según la CNR es una gri­pe nor­mal, no muy dife­ren­te de las que se repi­ten cada año, es sor­pren­den­te. Pare­ce­ría que, habien­do ago­ta­do el terro­ris­mo como cau­sa de las medi­das excep­cio­na­les, la inven­ción de una epi­de­mia pue­de ofre­cer el pre­tex­to ideal para exten­der­las más allá de todos los límites.

El otro fac­tor, no menos inquie­tan­te, es el esta­do de mie­do que evi­den­te­men­te se ha exten­di­do en los últi­mos años en las con­cien­cias de los indi­vi­duos y que se tra­du­ce en una nece­si­dad real de esta­dos de páni­co colec­ti­vo, a los que la epi­de­mia vuel­ve a ofre­cer el pre­tex­to ideal. Así, en un círcu­lo vicio­so per­ver­so, la limi­ta­ción de la liber­tad impues­ta por los gobier­nos es acep­ta­da en nom­bre de un deseo de segu­ri­dad que ha sido indu­ci­do por los mis­mos gobier­nos que aho­ra inter­vie­nen para satisfacerla.

26 de febre­ro de 2020

* CNR es la sigla de El Con­si­glio Nazio­na­le delle Ricer­che [Con­se­jo Nacio­nal de Investigación].

GIORGIO AGAMBEN: CONTAGIO

¡El con­ta­gia­do! ¡Dale! ¡Dale! ¡Dale al con­ta­gia­do!, Ales­san­dro Man­zo­ni, El Novio

Una de las con­se­cuen­cias más inhu­ma­nas del páni­co que se bus­ca por todos los medios difun­dir en Ita­lia duran­te la lla­ma­da epi­de­mia del coro­na­vi­rus es la idea mis­ma del con­ta­gio, que está en la base de las medi­das excep­cio­na­les de emer­gen­cia adop­ta­das por el gobierno. La idea, aje­na a la medi­ci­na hipo­crá­ti­ca, tuvo su pri­mer pre­cur­sor incons­cien­te duran­te las pla­gas que aso­la­ron algu­nas ciu­da­des ita­lia­nas entre 1500 y 1600. Es la figu­ra del con­ta­gia­do, inmor­ta­li­za­da por Man­zo­ni tan­to en su nove­la como en el ensa­yo sobre la His­to­ria de la colum­na infa­me. Un “gri­to” mila­nés por la pes­te de 1576 los des­cri­be así, invi­tan­do a los ciu­da­da­nos a denunciarlos:

“Habien­do lle­ga­do a la noti­cia del gober­na­dor de que algu­nas per­so­nas con débil afán de cari­dad y para sem­brar el terror y el espan­to entre el pue­blo y los habi­tan­tes de esta ciu­dad de Milán, y para exci­tar­los a algún tumul­to, van engra­san­do con cebos, que dicen pes­ti­ci­das y con­ta­gio­sos, las puer­tas y cerro­jos de las casas y las can­ta­tas de los barrios de esa ciu­dad y otros luga­res del Esta­do, con el pre­tex­to de lle­var la pes­te a lo pri­va­do y a lo públi­co, … de lo cual hay muchos incon­ve­nien­tes, y no poca alte­ra­ción entre las per­so­nas, más aún para los que se per­sua­den fácil­men­te de creer tales cosas, se entien­de por su par­te a cada per­so­na de la cali­dad que se quie­ra, esta­do, gra­do y con­di­ción, que en el pla­zo de cua­ren­ta días deja­rá cla­ro la per­so­na o per­so­nas que han favo­re­ci­do, ayu­da­do o sabi­do de tal inso­len­cia, si les dan qui­nien­tos escud…”.

Dadas las dife­ren­cias nece­sa­rias, las recien­tes dis­po­si­cio­nes (adop­ta­das por el gobierno con decre­tos que qui­sié­ra­mos espe­rar ‑pero es una ilu­sión- que no fue­ran con­fir­ma­dos por el par­la­men­to en leyes den­tro de los pla­zos pres­cri­tos) trans­for­man a cada indi­vi­duo en un poten­cial con­ta­gia­do, de la mis­ma mane­ra que los que se ocu­pan del terro­ris­mo con­si­de­ran a cada ciu­da­dano como un terro­ris­ta de hecho y de dere­cho. La ana­lo­gía es tan cla­ra que el poten­cial con­ta­gia­do que no cum­ple con las pres­crip­cio­nes es cas­ti­ga­do con la pri­sión. Par­ti­cu­lar­men­te invi­si­ble es la figu­ra del por­ta­dor sano o pre­coz, que infec­ta a una mul­ti­pli­ci­dad de indi­vi­duos sin éstos pue­dan defen­der­se de él, como se podría defen­der uno de los contagiados.

Aún más tris­te que las limi­ta­cio­nes de las liber­ta­des implí­ci­tas en las pres­crip­cio­nes es, en mi opi­nión, la dege­ne­ra­ción de las rela­cio­nes entre los hom­bres que pue­den pro­du­cir­se. El otro hom­bre, quien­quie­ra que sea, inclu­so un ser que­ri­do, no debe ser acer­ca­do o toca­do, y de hecho hay que poner una dis­tan­cia entre noso­tros y él que algu­nos dicen que es de un metro, pero según las últi­mas suge­ren­cias de los lla­ma­dos exper­tos debe­ría ser de 4,5 metros (¡esos cin­cuen­ta cen­tí­me­tros son intere­san­tes!). Nues­tro vecino ha sido abo­li­do. Es posi­ble, dada la incon­sis­ten­cia éti­ca de nues­tros gober­nan­tes, que estas dis­po­si­cio­nes se dic­ten en quie­nes las han toma­do por el mis­mo temor que pre­ten­den pro­vo­car, pero es difí­cil no pen­sar que la situa­ción que crean es exac­ta­men­te la que los que nos gobier­nan han tra­ta­do de alcan­zar repe­ti­da­men­te: que las uni­ver­si­da­des y las escue­las se cie­rren de una vez por todas y que las lec­cio­nes sólo se den en línea, que deje­mos de reu­nir­nos y hablar por razo­nes polí­ti­cas o cul­tu­ra­les y sólo inter­cam­bie­mos men­sa­jes digi­ta­les, que en la medi­da de lo posi­ble las máqui­nas sus­ti­tu­yan todo con­tac­to – todo con­ta­gio – entre los seres humanos.

11 de mar­zo de 2020

Gior­gio Agamben

Pen­sa­dor y ensa­yis­ta ita­liano, Gior­gio Agam­ben se licen­ció y doc­to­ró en Dere­cho en la Uni­ver­si­dad La Sapien­za de Roma, y duran­te dos años acu­dió a los semi­na­rios impar­ti­dos por Mar­tin Hei­deg­ger. Ha sido pro­fe­sor de Filo­so­fía en la Uni­ver­si­dad de Vero­na y de Esté­ti­ca en la de Mace­ra­ta. Ense­ña en el Colle­ge Inter­na­cio­nal de Phi­lo­sophie de París, y en la Facul­tad de Dise­ño y Arte del Ins­ti­tu­to Uni­ver­si­ta­rio de Vene­cia, ade­más de ser pro­fe­sor invi­ta­do en nume­ro­sas uni­ver­si­da­des ame­ri­ca­nas y europeas.

*Fuen­te: RT /​Rev. La Peste/​La VacaMU/​Ima­gen: Hos­pi­tal de cam­pa­ña duran­te la lla­ma­da ‘Gri­pe española’.

Itu­rria /​Fuen­te

Twitter
Facebook
Telegram

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *