PLURALISMO E IDENTIDADES – ITAIA

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En la entra­da de este mes habla­re­mos sobre las prin­ci­pa­les corrien­tes del movi­mien­to de izquier­das. El tema en cues­tión será la pro­pues­ta polí­ti­ca que se ha desa­rro­lla­do des­de la déca­da de los 60 – 70 has­ta hoy. Plan­tea­re­mos nues­tra visión fren­te a estas ten­den­cias polí­ti­cas pro­po­nien­do, más con­cre­ta­men­te, nues­tra crí­ti­ca a las polí­ti­cas iden­ti­ta­rias, al plu­ra­lis­mo y a la demo­cra­cia radi­cal.

Den­tro del movi­mien­to de izquier­das exis­ten diver­sas posi­cio­nes al defi­nir las cla­ses socia­les e iden­ti­fi­car la natu­ra­le­za de su com­po­si­ción. Hoy en día, sin embar­go, hay dos corrien­tes polí­ti­cas que pre­do­mi­nan de entre dichas con­cep­cio­nes: el obre­ris­mo, que se afe­rra a las for­mas obre­ras tra­di­cio­na­les y la nue­va izquier­da, que res­pon­de a las múl­ti­ples for­mas de subor­di­na­ción des­de la iden­ti­dad y el plu­ra­lis­mo. Aun­que ambas visio­nes o pro­pues­tas polí­ti­cas difie­ren en apa­rien­cia, par­ten de la mis­ma defi­ni­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Equi­pa­ran la sub­je­ti­vi­dad polí­ti­ca de la cla­se tra­ba­ja­do­ra con los mode­los de iden­ti­dad, orga­ni­za­ción y movi­li­za­ción que repro­du­cen el ima­gi­na­rio tra­di­cio­nal del obre­ro indus­trial. Esta defi­ni­ción dis­tor­sio­na la com­ple­ja com­po­si­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, y jun­to con ello plan­tea una com­pren­sión limi­ta­da de la eco­no­mía. Redu­cen la eco­no­mía a datos cuan­ti­ta­ti­vos y la entien­den por medio de aná­li­sis empre­sa­ria­les, en lugar de expo­ner su dimen­sión social, es decir, el carác­ter del poder bur­gués. Sin embar­go, tener una con­cep­ción eco­no­mi­cis­ta de la eco­no­mía cau­sa con­se­cuen­cias tan­to teó­ri­cas como polí­ti­cas per­ju­di­cia­les; entre ellas igno­rar las carac­te­rís­ti­cas actua­les del proletariado.

Como se ha men­cio­na­do pre­via­men­te, iden­ti­fi­ca­mos a dos corrien­tes polí­ti­cas como prin­ci­pa­les de entre las que tra­tan la pro­ble­má­ti­ca de la cla­se tra­ba­ja­do­ra. La pri­me­ra, el obre­ris­mo, ten­dría como obje­ti­vo rei­vin­di­car el pro­ta­go­nis­mo polí­ti­co de los estra­tos que se han soli­do iden­ti­fi­car como “cla­se obre­ra tra­di­cio­nal”. Sin embar­go, el modo de hacer polí­ti­ca de los obre­ris­tas no se dife­ren­cia del de otros par­ti­dos de izquier­da: actúan den­tro de los apa­ra­tos del esta­do, se encar­gan de la pro­tec­ción y de hacer apo­lo­gía de dicha con­cep­ción de la cla­se obre­ra en los dis­cur­sos y diri­gen su prác­ti­ca polí­ti­ca tan­to a la ges­tión admi­nis­tra­ti­va como a ejer­cer en los sin­di­ca­tos tradicionales.

Hemos deno­mi­na­do a la segun­da corrien­te polí­ti­ca como la nue­va izquier­da. Defien­den la exis­ten­cia de diver­sas sub­je­ti­vi­da­des, es decir, par­ten de la teo­ría de las múl­ti­ples opre­sio­nes y su pro­pues­ta polí­ti­ca tie­ne como obje­ti­vo inte­grar todos esos diver­sos pun­tos de vis­ta. En una entre­vis­ta rea­li­za­da por la revis­ta Erria a Jule Goi­koetxea y a Iña­ki Soto, Goi­koetxea (2019:29) afir­ma que se va a empe­zar a enten­der poco a poco que todos estos males están estruc­tu­ra­dos en dife­ren­tes sis­te­mas de subor­di­na­ción. Esta corrien­te polí­ti­ca hace hin­ca­pié en la diver­si­dad de rela­cio­nes y prác­ti­cas socia­les, sien­do la opre­sión eco­nó­mi­ca, la fal­ta de igual­dad eco­nó­mi­ca, sólo una par­te de esa diversidad.

Al negar la raíz común de todas las for­mas de opre­sión, nie­gan la nece­si­dad de una estra­te­gia con­jun­ta para hacer fren­te a todas ellas (Wood 2000). Es decir, si se limi­ta el ámbi­to de influen­cia de la eco­no­mía bur­gue­sa al tra­ba­jo asa­la­ria­do, y si equi­pa­ra­mos la opre­sión de cla­se con todas las demás for­mas de subor­di­na­ción, nega­mos des­de el prin­ci­pio la estra­te­gia para la cons­truc­ción de la socie­dad sin cla­ses. Así, en lugar de la uni­ver­sa­li­dad socia­lis­ta y de la polí­ti­ca inte­gral de la lucha con­tra la explo­ta­ción de cla­se, el pro­gra­ma polí­ti­co de la nue­va izquier­da pro­po­ne luchas par­ti­cu­la­res sin cone­xión entre sí (Wood 2000). Por tan­to, si en vez de carac­te­ri­zar el sis­te­ma capi­ta­lis­ta como una estruc­tu­ra de poder y una lógi­ca de fun­cio­na­mien­to con­cre­ta, lo carac­te­ri­za­mos como una estruc­tu­ra diver­sa e inde­fi­ni­da, se da a enten­der que todas las opre­sio­nes tie­nen una base o raíz dife­ren­te, y eso con­lle­va un suje­to opri­mi­do dife­ren­te, una estra­te­gia de lucha dife­ren­te, un suje­to domi­nan­te dife­ren­te, etc. res­pec­to a cada opresión.

La nue­va izquier­da apues­ta por la diver­si­dad en un sen­ti­do frag­men­ta­rio-enten­di­da como inca­pa­ci­dad estruc­tu­ral para la unidad‑, a lo que Goi­koetxea (2019:37) lla­ma uni­dad en la diver­si­dad. Para enten­der esto son nece­sa­rios tres con­cep­tos: iden­ti­dad, dife­ren­cia y plu­ra­li­dad. Por un lado, según las polí­ti­cas iden­ti­ta­rias, el indi­vi­duo desa­rro­lla­rá su pun­to de vis­ta polí­ti­co según sus viven­cias per­so­na­les. En vez de dejar los per­so­na­lis­mos a un lado, deba­tir con­for­me a razo­nes de peso y res­pon­der a un inte­rés his­tó­ri­co y colec­ti­vo-luchar por quien tie­ne las peo­res con­di­cio­nes de vida‑, la prác­ti­ca polí­ti­ca del indi­vi­duo res­pon­de­rá a una elec­ción indi­vi­dual y espon­tá­nea. Por otro lado, la cues­tión del plu­ra­lis­mo se carac­te­ri­za por: la cre­cien­te frag­men­ta­ción, la diver­si­fi­ca­ción de rela­cio­nes socia­les y expe­rien­cias, la diver­si­dad de esti­los de vida, el aumen­to de iden­ti­da­des per­so­na­les. Por lo tan­to, a tra­vés del plu­ra­lis­mo, la nue­va izquier­da nie­ga la uni­dad sis­te­má­ti­ca del capi­ta­lis­mo; según Wood (2000), han nega­do la fun­ción social del capi­ta­lis­mo y la han con­ver­ti­do en una plu­ra­li­dad sin estruc­tu­ra y frag­men­ta­da en dife­ren­tes identidades.

Los movi­mien­tos polí­ti­cos que ope­ran median­te polí­ti­cas iden­ti­ta­rias inser­tan la pro­pues­ta estra­té­gi­ca den­tro de la demo­cra­cia bur­gue­sa, enten­dien­do la pro­pia demo­cra­cia de este modo: la estruc­tu­ra polí­ti­ca que deja a un lado la pers­pec­ti­va de cla­se, es decir, nie­ga el anta­go­nis­mo de cla­se como pre­mi­sa, y por tan­to ana­li­za todas las opre­sio­nes de la mis­ma mane­ra. El enfo­que demo­crá­ti­co que pro­po­ne la nue­va izquier­da se adhie­re a la demo­cra­cia par­la­men­ta­ria-bur­gue­sa, dado que pre­ten­de apli­car una estra­te­gia que englo­be a los movi­mien­tos socia­les den­tro del mar­co de las demo­cra­cias libe­ra­les. Pero defen­der la igual­dad y la con­vi­ven­cia para todas las iden­ti­da­des per­so­na­les a tra­vés de la demo­cra­cia se hace impo­si­ble si ana­li­za­mos el anta­go­nis­mo de cla­se. Por­que el carác­ter de cla­se no está deter­mi­na­do por una u otra iden­ti­dad, sino por la fun­ción sis­te­má­ti­ca que cada una cum­ple. Poner a las dos prin­ci­pa­les cla­ses del orden bur­gués al mis­mo nivel será, por tan­to, impo­si­ble, ya que cum­plen una fun­ción estruc­tu­ral que es des­de el ini­cio con­tra­rio e incompatible.

Fren­te a ese pro­gra­ma polí­ti­co pode­mos dis­tin­guir dos tipos de vías de acción. La pri­me­ra, la que se rea­li­za fue­ra de las ins­ti­tu­cio­nes (aun­que sea for­mal­men­te), sería la prác­ti­ca que lle­van a cabo los movi­mien­tos socia­les en la calle, los barrios, las escue­las, las fábri­cas u otros espa­cios. En este caso, plan­tean rei­vin­di­ca­cio­nes orien­ta­das a la igual­dad for­mal (man­te­nien­do la estruc­tu­ra actual, que dife­ren­tes sub­je­ti­vi­da­des ten­gan las mis­mas con­di­cio­nes de vida) y rea­li­zan pro­pues­tas comu­ni­ca­ti­vas y acti­vis­tas para socia­li­zar­las– radi­ca­les en apa­rien­cia, acti­vis­tas y basa­das en movi­li­za­cio­nes mul­ti­tu­di­na­rias -. Sin embar­go, todas estas accio­nes no res­pon­den a un pro­ce­so de lucha real, sino que tie­nen como obje­ti­vo que las ins­ti­tu­cio­nes lle­ven a cabo esas rei­vin­di­ca­cio­nes y se encar­gan de pro­du­cir una opi­nión pro­gre­sis­ta de izquier­das para garantizarlo.

Todos estos movi­mien­tos socia­les demues­tran la nece­si­dad de par­ti­dos polí­ti­cos que vayan a dar res­pues­tas ins­ti­tu­cio­na­les a sus rei­vin­di­ca­cio­nes. En cam­bio, para los par­ti­dos ins­ti­tu­cio­na­les que se lucran de la ini­cia­ti­va de los movi­mien­tos socia­les, los movi­mien­tos popu­la­res men­cio­na­dos pre­via­men­te se con­vier­ten en impor­tan­tes medios para poder con­se­guir más votos. De esta for­ma, con­si­guen una mayor adhe­sión social a su pro­gra­ma polí­ti­co, capi­ta­li­zan­do ese apo­yo social en las elecciones.

Como hemos men­cio­na­do ante­rior­men­te, estas corrien­tes polí­ti­cas recha­zan una pre­mi­sa bási­ca: que el capi­ta­lis­mo con­sis­te en la explo­ta­ción de cla­se. Por tan­to, dejan de lado que el poder bur­gués deter­mi­na la tota­li­dad de nues­tra vida, sin nin­gún tipo de piedad.

Noso­tros, en cam­bio, insis­ti­mos en que, en la medi­da en que la cla­se tra­ba­ja­do­ra es la cla­se explo­ta­da, el bene­fi­cio o libe­ra­ción real para ella sólo ven­drá con el fin de dicha explo­ta­ción. Así pues, nos corres­pon­de a noso­tros abor­dar este deber his­tó­ri­co: mate­ria­li­zar, a tra­vés de la inde­pen­den­cia polí­ti­ca del pro­le­ta­ria­do, un pro­gra­ma polí­ti­co acor­de con el eje de clase.

Para ello, pri­me­ro debe­mos cono­cer y ana­li­zar las nue­vas expre­sio­nes del pro­le­ta­ria­do. Por­que no pode­mos com­pa­rar la carac­te­ri­za­ción del pro­le­ta­ria­do con­tem­po­rá­neo con la de hace medio siglo (por ejem­plo, la épo­ca del pre­do­mi­nio de la aris­to­cra­cia obre­ra, de los tra­ba­ja­do­res que tra­ba­ja­ban en la indus­tria). Aho­ra que las con­di­cio­nes eco­nó­mi­cas y socia­les están cam­bian­do, tam­bién lo hacen la com­po­si­ción, las carac­te­rís­ti­cas y las for­mas de enten­der la vida de la cla­se trabajadora.

Sin embar­go, tene­mos que ana­li­zar el pro­le­ta­ria­do des­de una pers­pec­ti­va crí­ti­ca. Los comu­nis­tas no pode­mos igno­rar la reali­dad ni hacer apo­lo­gía de lo nove­do­so y de cosas espon­tá­neas. Por poner un ejem­plo y aten­dien­do a nues­tra prác­ti­ca habi­tual, debe­mos deter­mi­nar cómo sufre la mujer tra­ba­ja­do­ra la opre­sión de géne­ro; defi­nir de qué son con­se­cuen­cia y qué fun­ción con­cre­ta, den­tro de la estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca, cum­plen las pro­ble­má­ti­cas con­cre­tas que sufre en el pues­to de tra­ba­jo, en lo que se refie­re a las tareas domés­ti­cas, las con­di­cio­nes de ser madres, etc.

¿Que cuá­les serán el rum­bo y el carác­ter de la lucha? Debe­mos cen­trar­nos en los intere­ses del pro­le­ta­ria­do, ya que debe­mos res­pon­der a todas las pro­ble­má­ti­cas con­cre­tas que sufre en su pro­pia piel. Esto lo con­se­gui­re­mos a tra­vés de la estra­te­gia socia­lis­ta, es decir, median­te la estra­te­gia que tie­ne el pro­le­ta­ria­do para la toma del poder. Tene­mos que luchar para que todo el mun­do ten­ga las mis­mas con­di­cio­nes de vida, para que las capa­ci­da­des que hoy con­tro­lan el poder bur­gués poda­mos con­ver­tir­las maña­na en una capa­ci­dad universal.

Biblio­gra­fía:
Sako­nean. (2019). Erria, 14- 37.
Wood, E. M. (2000). Demo­cra­cia con­tra capi­ta­lis­mo. Méxi­co: Siglo veintiuno. 

Jato­rria /​Ori­gen

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