Estefanía Santoro /Resumen Latinoamericano /2 de abril de 2020
Frente a la propagación del Coronavirus, las tareas de control y vigilancia social otorgadas a las fuerzas de seguridad habilitaron los abusos de poder y la represión como herramienta de disciplinamiento. Pero el “Quedate en casa” no contempla la realidad de los sectores sociales más vulnerados.
Desde mi balcón nunca había visto tan desierta la avenida Eva Perón en Monte Chingolo (Lanús). Es viernes 27 de marzo, son las 22:30, cada cinco o diez minutos pasan patrulleros, también circulan motos de delivery, jóvenes que todas las noches salen hacer el mango del día, muy pocos de ellos con guantes y barbijo. Además, veo pasar una camioneta Hilux blanca sin patente con dos oficiales de la policía adentro. Con esa última imagen y en la soledad de la cuarentena me pregunto ¿Quién nos cuida de la policía? Me estremece saber que les otorgaron la tarea de cuidarnos a quienes nos reprimen, obligan a los pibes a robar, los asesinan, transan con proxenetas, desaparecen personas, arman causas, hostigan a las trabajadoras sexuales, violentan a travestis y trans y toda una infinidad situaciones por el estilo.
Lo que nunca imaginé es la exacerbada vocación de vigilancia ciudadana que canta el himno, aplaude, justifica y legitima la violencia institucional, felices con esta forma de control social y disciplinamiento a partir de la cual la policía activa dos tipos de protocolo totalmente diferentes entre sí, según barrio, condición social y color de piel del ciudadanx a castigar.
La policía ejerciendo control durante el aislamiento social preventivo y obligatorio, frente a un rubio en camioneta transitando las calles con una tabla de surf: lo escoltan amablemente hasta tu casa y es multado. La policía ejerciendo control durante el aislamiento social preventivo y obligatorio, frente a un morocho en la vereda de su casa en un barrio del conurbano: lo golpean, le tiran balas de goma, se meten en su casa, le pegan a su mamá, a su hermano y a su abuelo, lo llevan detenido y le arman una causa por robo. Esto es real y pasó en La Plata.
El pasado jueves, la agencia de noticias ANRed publicó en su portal: “El 23 de marzo, a horas de conmemorarse el día del golpe cívico-eclesiástico-militar, un grupo de policías de la comisaría 8va de La Plata persiguió y agredió a golpes y balazos de goma a un joven que estaba en su vereda. Una vez detenido le iniciaron una causa por robo, resistencia a la autoridad y violación del aislamiento. La familia, acompañada por organizaciones de derechos humanos, realizó la denuncia en Asuntos Internos de la Policía bonaerense.«
Gabriela Conder, integrante de la Gremial de Abogadas y Abogados explica: “Las medidas que decretaron no son higienistas para evitar la expansión del virus, sino que son totalmente represivas para un sector de la población que es pobre. No se pueden decretar estas medidas teniendo en cuenta que las personas que están en los barrios trabajan día a día. Pasan los patrulleros, los meten adentro, les toman los datos o los llevan detenidos, sobre todo a pibes. ¿Qué tiene que ver que te lleven detenido con una medida sanitaria? Deberían darle un barbijo, repartir lavandina, darle información, no se puede criminalizar con una medida higienista. Y además hay que tener en cuenta que el 0,01% son los que caen detenidos, es decir que el 99,9% está cumpliendo el aislamiento preventivo, no hay desobediencia como para que las medidas sean tan represivas. En los barrios falta comida, no hay agua, algunas personas ni se pueden higienizar, nos agarra una pandemia con pibes pobres y esto no se soluciona con la policía en la calle, sino, con una buena atención en salud.”
A partir del viernes 20, día en que se decretó el aislamiento, comenzaron a circular en las redes sociales testimonios en primera persona y videos que manifestaban hostigamientos, abuso de poder, represión, golpes y detenciones arbitrarias de parte de las fuerzas de seguridad.
Desde el Frente de Organizaciones en Lucha denunciaron la escalada represiva en un comunicado: «Muchxs de nosotrxs no podemos quedarnos en nuestra casa todo el día porque no tenemos para comer y tenemos que acudir a un comedor o necesitamos seguir haciendo changas para poder sobrevivir», los videos publicados en sus redes sociales muestran la violencia que se vivió en los barrios más postergados de Jujuy, Chaco, Santiago del Estero, Santa Fe y el conurbano bonaerense.
A estos casos se suman otros dos que Revista Cítrica pudo relatar: El pasado viernes 20, la policía de Mar del Plata golpeó a un chico en situación de calle y se llevó detenido a otros dos chicos que estaban con él, los tuvieron en un patrullero hasta las 7 am. La policía dijo que los pibes estaban en situación de calle, cuando en realidad los nenes les habían dado todos sus datos, teléfonos y dirección de sus casas. En Orán, provincia de Salta, José Maximiliano Villa, trabajador electricista precarizado relató que el 23 de marzo fue detenido de manera arbitraria junto a un grupo de 14 vecinos. Una vez en la comisaría los oficiales los obligaron a realizar lagartijas y flexiones de brazo y a quienes no sabían hacerlas les pagaban con un garrote en la espalda. Fueron liberados a las 2 de la madrugada.
«En Santa Rosa, La Pampa, nos avisan que un auto blanco, sin identificación, con hombres de civil que dicen ser de la PFA recorre los barrios increpando gente de forma violenta, y realizaron al menos dos detenciones de chicas jóvenes», denunció la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). La abogada y referente de la organización María del Carmen Verdú contó: “Como ocurre siempre, las fuerzas armadas no intervienen de la misma manera en una zona popular o barrio precario, en una villa que en una zona privilegiada y no tratan de la misma manera al pibito de gorra con visera que a la señora con zapatito de taco aguja y trajecito sastre, más allá de que esté a 500 kilómetros de su domicilio. En esta situación de excepción esto se multiplica exponencialmente porque profundiza esa realidad material que subyace. Por eso nos encontramos con que a los que hacen gimnasia o juegan al tenis en el country va el policía y le dice: ‘Por favor, sería usted tan amable de ingresar a su domicilio’, y en cambio al pibito que está con la bolsa de pan, como el chico que denunciamos de La Pampa, lo cosen a balazos de goma y le revientan la cara y la bolsa de pan que traían en la mano.”
En el sitio oficial de Correpi se actualizan a diario denuncias sobre graves situaciones represivas y de arbitrariedad cometidas por las fuerzas de seguridad, las cuales fueron relevadas desde la implementación del decreto 297⁄2020. “En la central nuclear de Río Tercero, Córdoba, todos trabajan porque es tarea esencial. A la salida de cada turno está la fila de policías y defensa civil que les toman la temperatura a los trabajadores ‑con un termómetro de los viejos, de mercurio que no son exactos– a uno de ellos le dio 36.8 que está en el límite, es febrícula. Como no conseguían el termómetro electrónico para poder establecer si era fiebre o no, lo tuvieron cuatro horas detenido y después de haber cumplido un turno de 8 horas de trabajo, por supuesto que empezó a protestar. Le dieron una paliza, lo metieron en cana y encima difundieron en todos los medios provinciales que él había atacado a la policía. Hay cien laburantes de la planta diciendo no es verdad, hasta el sindicato Luz y Fuerza salió a desmentirlo”, detalla Verdú.
Leo Demonty es hermano de Ezequiel Demonty, un joven asesinado por la Policía Federal en Ciudad de Buenos Aires en 2002, en diálogo con Agencia Paco Urondo comentó: “Hace dos días que vengo viendo abusos de parte de algunos gendarmes acá, en el barrio de Bajo Flores. Anoche un grupo de tres gendarmes le estaba pegando patadas a algunos pibes que estaban ahí. Uno de los pibes se cae al piso, uno de los gendarmes se pone contra la pared y le empieza a revolear patadas por el cuerpo. Yo escucho los gritos, salgo, veo qué pasa, les grito y automáticamente salieron los vecinos a decirles que dejen de pagarle.”
Un día antes en el partido de San Martín la policía bonaerense hizo «bailar» a jóvenes demorados: “mientras mi compañera le toma los datos van a bailar un ratito”, dijo un policía. También los obligó a cantar el himno. En Quilmes trascendió el caso de un policía con barbijo dentro de una comisaría gritándole a dos jóvenes aterrorizándolxs: “¿A usted y a usted saben lo que les hace falta? ¡Que los traigan y los re caguen a patadas en el orto, para que entiendan!”. Y en La Matanza, tres policías en un patrullero recorrieron un barrio parando a vecinxs que estaban haciendo compras. A uno de ellxs le dijo: “hay un toque de queda desde las cinco de la tarde”. Algo totalmente falso porque lo que hay, en realidad, es una medida de aislamiento obligatorio. Mientras realizaban el recorrido lxs policías hablaban entre ellxs: “A estos hay que pasar con la cachiporra y darle cañazo”. Todo quedó registrado por las propias fuerzas y los videos se viralizaron, tal como recuperó el informe de La Izquierda Diario.
Cuando pensábamos que estas medidas no podían ir tan lejos, en Palpalá (Jujuy) detuvieron a tantas personas que se quedaron sin lugar en la comisaría y no tuvieron mejor idea que confinar a lxs detenidxs a una jaula.
“Hay que romper el sentido común y mostrar las cosas como son, nuestra experiencia de todos los días es esta, vas a cualquier barrio y la gente te dice ‘que barbaridad hay mucha inseguridad’, pero ¿quiénes son los que chorean, transan, administran los prostíbulos? Esa misma persona termina admitiéndote que es la cana. A las mismas fuerzas de seguridad que matan un pibe por día por gatillo fácil o en lugares de detención, les están diciendo que nos tienen que cuidar, ya sabíamos que esto iba a pasar por eso apenas salió el DNU publicamos recomendaciones para cuidarnos del accionar violento de las fuerzas”, advierte Verdú y agrega: “Lo que venimos señalando es que esto no se puede resolver a través de una política represiva brutal sobre el pueblo trabajador. Si vos querés que todo el mundo se quede en la casa, tenés que garantizar que tengan para comer. Hay un montón de detenciones en las barriadas, sobre todo por pibes que están en la vereda, en el pasillo, el problema es que esos pibes viven en casas que tienen una pieza dividida con una frazada con ocho personas adentro, es lógico que salgan al pasillo. Qué le podemos decir al tipo que si no sale a cartonear no come. Si quiero que se quede en la casa le tengo que garantizar que pueda comer.”
En 2013 Emilia Vasallo perdió a su hijo, Pablo Paly Alcorta. El oficial Diego Ariel Tobada le disparó en el pecho y luego de una agonía de seis meses falleció. Hoy frente a la militarización de los barrios asegura: “Estamos en momentos muy difíciles, y siempre las personas más castigadas son las vulneradas, lxs olvidadas, total a quién le importa un pibx torturadx, golpeadx, o asesinadx. Hoy las fuerzas represivas no solo controlan nuestras vidas si no el país entero. Y con ese poder hacen y harán lo que quieran, ya vimos muchos casos y no serán los últimos, seguiremos denunciando, visibilizando, y luchando. Gobierne quien gobierne, la represión existe como medio de dominación y opresión”.
El Grupo de asistencia a vecinos en situación de calle publicó en la red social Facebook un video que muestra una brutal golpiza que recibió ‑de parte de la policía de la Ciudad- un joven de aproximadamente 25 años. “Así trata la Policía a un chico que visitamos siempre en el barrio de Monte Castro. Es un muchacho que hace meses vemos en la calle revolviendo la basura para conseguir algo de comida, es super amable y sabemos que está atravesando una situación psíquica complicada. No es modo de convencerlo, a los golpes, si querían que no deambule. Fíjense la ´prevención´, el policía le pega, no tiene ni guantes ni barbijos y el otro oficial que está a su lado tiene un barbijo colgado en el cuello mientras fuma”, relataron desde la red.
Si residís en Provincia de Buenos Aires y, en el marco del aislamiento social preventivo y obligatorio, fuiste testigo o sufriste abusos de la policía o de alguna otra fuerza de seguridad, podés contactar a la Comisión Provincial por la Memoria a través de sus redes sociales o por mail a la dirección projusede@comicionporlamemoria.org. A nivel nacional otro de los canales que recibe denuncias es la Dirección Nacional de Políticas contra la Violencia Institucional a través del 0800−122−5878.
Revista Cítrica*