Argen­ti­na. Des­mon­te sin cua­ren­te­na: se per­die­ron 6500 hec­tá­reas de bosques

Por Gas­tón Rodrí­guez /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​26 abril 2020

Un
rele­va­mien­to sate­li­tal hecho por Green­pea­ce reve­ló la extensión
defo­res­ta­da en cua­tro pro­vin­cias del nor­te entre el 15 de mar­zo y el 15
de abril.

La
emer­gen­cia sani­ta­ria pro­vo­ca­da por la pan­de­mia mun­dial de Covid-19 no
detu­vo el daño ambien­tal: sólo en el últi­mo mes se des­mon­ta­ron en el
nor­te del país más de 6500 hec­tá­reas. El dato se tra­du­ce en que la
Argen­ti­na per­dió 211 hec­tá­reas de bos­que por día aun en un con­tex­to de
ais­la­mien­to obli­ga­to­rio. “Si la defo­res­ta­ción en cua­ren­te­na es un delito
penal por no estar con­si­de­ra­da como una acti­vi­dad esen­cial, ¿qué
pode­mos espe­rar des­pués, cuan­do los res­pon­sa­bles sólo ten­gan que pagar
una mul­ta?”, advier­ten los ambientalistas.

Según el moni­to­reo que reali­zó la orga­ni­za­ción Green­pea­ce median­te la
com­pa­ra­ción de imá­ge­nes sate­li­ta­les, entre el 15 de mar­zo y el 15 de
abril se des­mon­ta­ron 3222 hec­tá­reas en San­tia­go del Este­ro, 1194 en
Sal­ta, 1132 en For­mo­sa y 1017 en Cha­co. Sólo estas cua­tro provincias
con­cen­tran el 80% de la defo­res­ta­ción del país.

“En los últi­mos 30 años per­di­mos cer­ca de 8 millo­nes de
hec­tá­reas y somos uno de los diez paí­ses que más des­tru­yen sus bosques.
Es irres­pon­sa­ble y has­ta sui­ci­da que, fren­te a la cri­sis sanitaria,
cli­má­ti­ca y de bio­di­ver­si­dad que esta­mos sufrien­do, se siga
defo­res­tan­do”, se que­ja Her­nán Giar­di­ni, coor­di­na­dor de la cam­pa­ña de
Bos­ques de Greenpeace.

Al igual que ocu­rre con las fumi­ga­cio­nes con agro­tó­xi­cos, con muchos
pro­duc­to­res apro­ve­chán­do­se de los recur­sos ocu­pa­dos en con­te­ner la
pro­pa­ga­ción del Covid-19 para apli­car sin nin­gún tipo de con­trol, los
due­ños de las topa­do­ras arra­san miles de hec­tá­reas de bos­que nati­vo, con
un agra­van­te: están come­tien­do un delito.

“Las acti­vi­da­des agro­pe­cua­rias esta­ban excep­tua­das de cum­plir la
cua­ren­te­na des­de el prin­ci­pio –expli­ca Giar­di­ni – , y des­de hace una
sema­na están per­mi­ti­das las acti­vi­da­des fores­ta­les, como pue­den ser los
made­re­ros, el car­bón, una tala con­tro­la­da. Lo que hacen las topa­do­ras es
otra cosa: con­ver­tir un bos­que en un cua­dra­do pela­do para pas­tu­ra de
vacas o cose­cha de soja. El des­mon­te no es una acti­vi­dad esen­cial y
rea­li­zar­lo en este con­tex­to es un deli­to penal”.

La publi­ca­ción del infor­me de Green­pea­ce pro­vo­có reacciones
dis­pa­res de los gobier­nos pro­vin­cia­les. San­tia­go del Este­ro y Formosa
aún no se expre­sa­ron públi­ca­men­te. Cha­co, en cam­bio, reco­no­ció a través
del sub­se­cre­ta­rio de Desa­rro­llo Fores­tal, Luciano Oli­va­res, áreas
des­mon­ta­das duran­te la vigen­cia del ais­la­mien­to obli­ga­to­rio, por lo que
apli­có san­cio­nes y pro­me­tió más inspecciones.

El caso más polé­mi­co, sin dudas, es el de Sal­ta. Su minis­tro de
Pro­duc­ción y Desa­rro­llo Sus­ten­ta­ble, Mar­tín de los Ríos, se desentendió
del tema al con­si­de­rar que el Eje­cu­ti­vo pro­vin­cial no tie­ne el “poder de
poli­cía” nece­sa­rio para evi­tar los des­mon­tes en cua­ren­te­na. El
fun­cio­na­rio, que toda­vía se ufa­na de haber sido el pri­mer pre­si­den­te de
la Fede­ra­ción de Enti­da­des Rura­les de Sal­ta, está acos­tum­bra­do a
defen­der los intere­ses de los gran­des terra­te­nien­tes por­que tam­bién son
los suyos. No sor­pren­de que uno de los que usu­fruc­tua­ron esa carta
blan­ca haya sido el pre­si­den­te de la Socie­dad Rural sal­te­ña, Ignacio
Gar­cía del Río, due­ño de una fin­ca ubi­ca­da en el depar­ta­men­to San
Mar­tín, don­de más de cien hec­tá­reas fue­ron defo­res­ta­das des­pués del 20
de marzo.

Para Giar­di­ni, “si el Esta­do no man­da a la poli­cía a con­tro­lar los
cam­pos, no lo va a hacer nadie. Un juez no se va a levan­tar para ir a
ver si en una fin­ca están des­mon­tan­do. Enci­ma, los gru­pos indí­ge­nas y
los acti­vis­tas no pode­mos salir para fre­nar las topa­do­ras. La
defo­res­ta­ción en cua­ren­te­na es res­pon­sa­bi­li­dad de los empre­sa­rios y
tam­bién de los gobiernos”.

Per­der­lo todo

La bru­tal defo­res­ta­ción del nor­te del país se expli­ca por el avance
de la fron­te­ra agro­pe­cua­ria. Gran par­te de esa pro­duc­ción (soja
trans­gé­ni­ca y gana­de­ría inten­si­va) es expor­ta­da hacia Euro­pa y China,
con una ren­ta­bi­li­dad que vuel­ve a los due­ños de los cam­pos indiferentes
al daño ecológico.

“Esta­mos reem­pla­zan­do un bos­que por hec­tá­reas de pas­tu­ra de gana­do y
soja que ter­mi­nan sien­do forra­je para chan­chos. Lo plan­tean como un
mode­lo de pro­gre­so, pero las pro­vin­cias que más des­fo­res­tan son también
las más pobres”, insis­te Giar­di­ni y recuer­da un estu­dio del INTA que
había pro­ba­do que una hec­tá­rea de bos­que cha­que­ño pue­de absor­ber hasta
300 milí­me­tros de llu­via, mien­tras que una de pas­tu­ra sólo cien, y una
de soja, ape­nas 30 milímetros.

“Más des­mon­te –con­clu­ye– sig­ni­fi­ca más inun­da­cio­nes, más cambio
cli­má­ti­co, más des­apa­ri­ción de espe­cies en peli­gro de extin­ción, más
enfer­me­da­des y más des­alo­jos para las comu­ni­da­des indí­ge­nas, que son las
que más lo sufren. Para ellas, per­der el bos­que es per­der su casa, su
alma­cén y su farmacia”.

La bajan­te his­tó­ri­ca del río Para­ná trae con­se­cuen­cias eco­nó­mi­cas y sani­ta­rias en el Litoral

La ima­gen cau­só estu­por: las Cata­ra­tas del Igua­zú sin turis­tas por la
pan­de­mia y sin el gigan­tes­co cau­dal de agua que las ha con­ver­ti­do en
una de las nue­vas Sie­te Mara­vi­llas del Mun­do. Pero la bajan­te histórica
del río Para­ná, pro­vo­ca­da por las sequías cuen­ca arri­ba, tam­bién trajo
con­se­cuen­cias más gra­ves en tér­mi­nos eco­nó­mi­cos, com­pli­can­do la
ope­ra­to­ria de los puer­tos, y sani­ta­rias, con el ries­go de inte­rrum­pir la
pro­vi­sión de agua pota­ble en varias ciu­da­des del país, en el contexto
de ais­la­mien­to obli­ga­to­rio por el coro­na­vi­rus y de recomendaciones
higié­ni­cas por el dengue.

La empre­sa esta­tal del ser­vi­cio de agua
que abas­te­ce a Cha­co, por ejem­plo, reco­no­ció que se redu­jo en un 25% por
la pér­di­da de los ren­di­mien­tos de las bom­bas de las tomas y adelantó
que varias regio­nes se verán perjudicadas.

En San­ta Fe la
situa­ción no es mejor. El des­cen­so del nivel del Para­ná se viene
pro­du­cien­do sin des­can­so des­de fines de febre­ro, cuan­do el río apenas
alcan­zó los tres metros en el puer­to local. Des­de enton­ces bajó más de
dos metros, pro­vo­can­do que las embar­ca­cio­nes que­da­ran apo­ya­das sobre la
are­na y dejan­do al des­cu­bier­to la man­ta pro­tec­to­ra del túnel subfluvial
que une las ciu­da­des de San­ta Fe y Para­ná, lo que com­pli­có el
fun­cio­na­mien­to de la plan­ta potabilizadora.

Itu­rria /​Fuen­te

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