Juan Guahán /Resumen Latinoamericano /11 de abril de 2020
La pandemia no deja respiro, el gobierno argentino sigue corriendo la línea del aislamiento social y la cuarentena continúa. Mientras tanto el parate de la economía empieza a mostrar sus dientes. El problema no es la vida vs. la economía, sino la vida vs. este modelo de avaricia capitalista.
En medio de esta peste, que se ha pegado al alma colectiva buscando los cuerpos que la sigan alimentando, una humanidad acongojada marcha hacia un destino que pareciera no tener destino. Los gobiernos van y vienen, más perdidos que “turco en la neblina”; médicos, infectólogos, epidemiólogos y virólogos repiten frases y pronósticos “tranquilizantes” que nos terminan aterrorizando.
Las cifras de víctimas crecen y crecen, siendo cada vez más impactantes. El gobierno argentino, sin muchos planes, se fortalece, se da y transmite confianza mostrando datos y logística que insinúan –diciendo lo contrario- un futuro temible.
Mientras tanto, respecto del fin de esta peste, va desplazando la línea del horizonte con sucesivas modificaciones fundadas en lo que llaman un “continuo aprendizaje”, que lo exime de mayores responsabilidades. Ahora la cuarentena ha sido extendida hasta el 26 de abril, aunque es evidente que algunas restricciones continuarán por más tiempo.
Unos pocos datos nos ilustran sobre la evolución actual de esta pandemia. En Argentina las camas aptas para terapia intensiva que cuentan con los famosos “respiradores” son –por ahora- tres veces más que las que son utilizadas; el dato cierto sobre la cantidad de fallecidos son –con todo el dolor que cada una de ellas significa- una cifra menor que la existente en gran parte de los países.
Todos los especialistas coinciden en que el número de “contagiados” es muy superior a las cifras que diariamente se están proporcionando, ello es así por los insuficientes testeos que se están realizando, lo que indica que hay miles de personas que son portadores del virus y que pueden contagiar sin tener síntomas del mal.
Los testeos son la primera defensa contra el virus y una importante herramienta para evitar que los hospitales se llenen de casos que finalmente no se confirman.
La causa de esta situación está dada por el sordo enfrentamiento entre los países ricos (Europa y EEUU) y el resto de países con menos recursos, dado que la industria que produce los kits de testeo y los reactivos químicos para procesarlos están desbordados por la demanda internacional encabezada por los países más poderosos. A ello se suma una demora del Ministerio de Salud local para adquirir esos insumos químicos.
Todo eso acontece en medio de previsiones que el pico de esta pandemia se ha desplazado hacia la segunda quincena de mayo y que las medidas que restringen la circulación de personas tienen varios meses por delante.
La conflictiva relación entre economía y Covid 19
Todos sabemos de la necesidad sanitaria de mantener al máximo la cuarentena y el aislamiento social. Pero nadie ignora de la necesidad de sostener el funcionamiento de algunos aspectos de la economía que hacen a la continuidad de la vida. En medio de esta contradicción la mayor parte de las miradas se dirigen ‑con toda justicia- al Estado.
El gobierno de turno, que administra al Estado, nos dice que en esta tensión entre vida y economía se queda con la vida. ¡Está bien! De todos modos hay otra consideración que no se debe olvidar. La mayor contradicción no es entre vida vs economía, sino entre la vida y una economía guiada por la avaricia capitalista.
Aquí es cuando debe discutirse sobre lo qué tiene que hacer el Estado. No puede quedarse de brazos cruzados frente a esa codicia y avidez por una ganancia indebida. Es inaceptable que se deje chantajear por empresarios inescrupulosos. Debe dar el ejemplo garantizando la continuidad de las actividades claves y los ingresos de los trabajadores. ¿Cómo?
En el caso de actividades estratégicas o grandes empresas debe asumir, a cambio y junto con los trabajadores de esos centros de trabajo, tareas de dirección para evitar el caos social en esta emergencia. Techint y Vicentín, son ejemplos donde medidas de este tipo hubieran servido de ejemplo.
Claro está que para eso, para ser creíble, el gobierno debe ajustar su propio funcionamiento, gestión y ejemplaridad.
Tres errores recientes indican cuestiones que se deben corregir. Uno, el rompimiento de la cuarentena por parte de centenares de miles de jubilados, el viernes 3 de abril por errores estatales y conveniencias bancarias, es lamentable.
Dos, la obscena exhibición de la asociación para el delito entre empresarios y funcionarios estatales conocida el pasado lunes con motivo de la compra de alimentos y las variadas muestras de represión sobre sectores populares (indios wichis, trabajadores frigorífico Penta, entre otros) son muestras de una gestión que debe modificar rumbos.
Tres, además de una mejor gestión de los funcionarios es preciso ajustar las clavijas a los bancos, eternos ganadores de todos estos tiempos. Del mismo modo que no se puede continuar con la represión sobre el pueblo humilde aplicando una “cuarentena de clase” donde el pato lo pagan los más pobres, tampoco se pueden seguir sosteniendo métodos de compras que son una convocatoria a estos “arreglos”, como ya pasara con la obra pública en recientes gobiernos.
Es vergonzoso que se siga con la costumbre de comprar a “bolseros mayoristas” y no en forma directa a productores, muchos de los cuales son los mismos protagonistas de las olvidadas economías regionales o productores de modestas cooperativas locales.
Los antecedentes citados actúan en contra de las propias acciones del gobierno y generan desconfianza sobre la imparcialidad de sus medidas.
Por si fuera poco, ahora… la bajante del río Paraná
En el Río Paraná se observa una bajante que no cesa, ni se veía desde hace 30 años. Los efectos son peligrosos para las personas y malos para la economía.
Afecta a las personas, agravando la actual pandemia, en varios aspectos: la insalubridad del agua por los deshechos que se vuelcan a ese río y por las tomas de agua, usadas para extraer ese líquido que –una vez potabilizado o no- es usado para el consumo humano. Muchas de tales tomas hoy pueden ser observadas a simple vista emergiendo del agua.
Desde el punto de vista económico, las autoridades del puerto de Rosario informan que esta situación hace más difícil el transporte marítimo. Eso es así por las dificultades que demoran los viajes de las barcazas que vienen del Paraguay.
Por su parte, los buques que hacen transportes de ultramar deben adaptarse (reduciendo su calado de 34 a 31 pies de profundidad) disminuyendo en unas 7 mil toneladas el volumen de cada carga. Todo ello complica aún más las exportaciones de granos, harina y aceite de soja, claves para la economía. La falta de lluvias también afecta a la última etapa de los cultivos maiceros.
Pero… ¿cuál es la causa de esta nueva desgracia? Da la impresión que confluyen dos temas que se complementan: Una importante sequía que afecta una amplia zona del sur de Brasil recorrida por los ríos Iguazú, Paraná, Uruguay y sus afluentes.
La otra causa sería el cierre de las compuertas de seis represas construidas, en territorio brasileño, sobre el Río Iguazú. De ese modo Brasil se asegura el suficiente nivel del agua para hacer funcionar dichas represas sin dar cuenta del daño que se pueda producir aguas abajo, ya sobre territorio argentino.
Esta situación ha motivado que las legisladoras misioneras Cecilia Britto y Julia Perié, integrantes del Parlasur, hayan hecho el correspondiente reclamo sobre esta situación. En el mismo sentido la diputada entrerriana Blanca Osuna ha preocupado al canciller Felipe Solá para que gestione ante Brasil la solución a esta irregularidad.
Otro de los sitios significativamente afectados son las Cataratas de Iguazú. Según el Director del Parque Nacional Iguazú, el caudal habitual de las aguas a esa altura oscila entre los 1.300 y 1.500 metros cúbicos por segundo y ahora ronda los 280 metros aproximadamente, afectando a los conocidos saltos de esas cataratas.
Estimaciones climáticas refieren que recién a mediados de este mes volverán algunas lluvias y que respecto a la zona portuaria de embarque en Rosario la suba de la altura del río demandará otros 20 días.
De este modo reaparece en el escenario contemporáneo una discusión sobre el agua de los ríos de la región que motivara fuertes conflictos por la década de los 70.
En ese momento Brasil y Paraguay, rompiendo el Tratado de la Cuenca del Plata, decidieron construir la represa Itaipú, entendida –según algunos estudiosos de Brasil- como la “bomba atómica brasileña” ante el infundado temor que la Argentina, con el triunfo del peronismo pudiera acceder a un arma nuclear.
Brasil, por aquel entonces más atrasado tecnológicamente, tenía en Itaipú el “arma” para inundar la Mesopotamia y parte de Buenos Aires. Por eso Juan Domingo Perón instruyó al presidente Héctor Cámpora para construir tres represas que sirvieran de amortiguador a esa posibilidad.
En ese marco se construyó la represa Salto Grande, en acuerdo con el gobierno uruguayo y se aprobó el Proyecto de Yaciretá, binacional con Paraguay, luego largamente postergado. Por fin, fue dejada de lado la construcción de la tercera represa, la de Paraná Medio.
En aquel entonces primaron las razones geopolíticas, la preocupación de EEUU por los triunfos de Salvador Allende en Chile y aquel peronismo en la Argentina que cuestionaban la hegemonía estadounidense en la región. En función de ello se produjo esa actitud brasileña. Recordemos que ese país era reconocido por Henry Kissinger ‑Secretario de Estado- como “satélite privilegiado” de la estrategia de Washington.
Esa perspectiva sirvió como una justificación estratégica de aquellas riesgosas acciones. Hoy son otros los problemas y es de esperar que esta situación no pase de ser una inadecuada búsqueda de eficacia de algún funcionario de menor nivel del vecino país.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.