Por Gonzalo Armúa, Notas /Resumen Latinoamericano, 22 abril 2020
En 1959 un obrero metalúrgico argentino, militante sindical,
trotskista, emprendió un viaje hacia el norte de África. Su misión:
fabricar ametralladoras para la independencia de Argelia.
El 5 de abril, en una nota perdida de una actividad en una embajada
en el norte de África, se leía sin mucho más detalle que “al finalizar
el evento, ‘Mahmoud el argentino’ de 97 años, expresó sabias palabras
en señal de homenaje al gran patriota y líder venezolano”.
Un argentino, cuyo nombre es Mahmoud, rindiendo homenaje a Hugo
Chávez en Argelia. Una historia de internacionalismo poco conocida.
¿Quien es y que hace ahí?
Para tener una idea del contexto hay que volver a la guerra de
liberación (también conocida como revolución argelina) que estalló en
1954 para poner fin a la dominación colonial francesa que se había
establecido desde 1830 y que, como todo proceso colonial, se sustentaba
en la desigualdad económica, étnica, cultural y, por sobre todas las
cosas, en la violencia. El terror fue el sello distintivo de las
brigadas de paracaidistas franceses y los grupos paramilitares,
encargados de reprimir, asesinar y torturar a este pueblo que se
levantaba contra la metrópoli.
El Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia fue, en
contrapartida, un ejemplo de la lucha antiimperialista en África y todo
el mundo. Se había terminado de conformar en 1954 con la unidad de todas
las fuerzas nacionalistas, revolucionarias y anticoloniales.
Francia respondió a sus acciones con el envió de los paracaidistas
del general Jacques Massu, quien torturó y ejecutó de manera sistemática
a miles de personas. Estos métodos luego fueron replicados por los
grupos de tareas de las dictaduras en el cono sur, entre ellas la de
Argentina.
En la década de 1950, Roberto Muñiz era un laburante, militante
sindical en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y del Partido Obrero
Revolucionario (POR). Junto a dos compañeros más, decidió sumarse a la
causa argelina en 1959.
Tres obreros matriceros argentinos viajaron a Marruecos a montar una
fábrica de armas para el FLN. Los revolucionarios necesitaban
imperiosamente de técnicos, gente con oficio. Hasta ese entonces sólo
habían logrado producir granadas y la provisión de armas largas era
insuficiente. Muñiz contó en una entrevista unos años después que
llegaron a fabricar diez mil ametralladoras provistas cada una con diez
cargadores, es decir, hicieron cien mil cargadores para la lucha por la
independencia de Argelia.
Mención aparte merece el POR como expresión del trotskismo que veía
pertinente la estrategia de liberación nacional como parte de la
revolución permanente. Así interpretaron y apoyaron al peronismo y lo
propio hicieron con la revolución argelina. Roberto es de esa estirpe y
tal vez por eso su experiencia fue poco reivindicada en nuestro país,
más allá de algunas menciones en blogs militantes, alguna nota de color o
un párrafo en un libro de Pedro Saborido.
La fábrica de armas se instaló en una finca en Marruecos, por razones
de seguridad, y allí convivieron y trabajaron los matriceros
internacionalistas: holandeses, alemanes, griegos y el argentino.
También, por seguridad, bautizaron a Roberto como “Mahmoud”.
Él era de Remedios de Escalada aunque se había mudado a Córdoba con
su mujer Alfonsa, quien también era delegada sindical en la fábrica
Alpargatas. En Argentina, luego del golpe de Estado contra Juan Domingo
Perón en 1955, no estaba nada fácil para una pareja de dirigentes
sindicales, pero Argelia no podía esperar.
Ya en la fábrica de armas montaran todo una línea de producción de
granadas, morteros y ametralladoras, copiando las del enemigo. Varios
compañeros de Mahmoud murieron en pruebas fallidas de armas, él tuvo
mejor suerte.
Finalmente Argelia consiguió la independencia en 1962 y Roberto, que
originalmente había viajado por seis meses, ya llevaba tres años del
otro lado del mundo en un país que lo abrazó como un héroe y parte de su
pueblo. Alfonsa, su compañera de lucha y de la vida, también llegó a
Argelia ese mismo año para quedarse.
Roberto siguió su vida como obrero en la Sonelgaz (empresa de gas del
Estado argelino) donde se jubiló tras 20 años actividades y una
actuación reconocida en la Unión General de Trabajadores de Argelia
(UGTA), la central obrera.
En 2008, en una gira por el país, Cristina Fernández escuchó hablar
de “Mahmoud, el argentino” y así fue como ese obrero internacionalista
acabó encontrándose con la presidenta.
En una entrevista del periodista Ricardo López Dusil del año 1997 publicada, paradójicamente, el diario La Nación,
Mahmoud Muñiz confesó con humilde orgullo una situación que le había
sucedido cuando fue al médico: “Un hombre joven, cuando llegó el momento
de pagar, me dijo: ‘¿Cómo voy a cobrarle, si por hombres como usted yo
he podido ser médico y tener mi consultorio?’ ¿Se lo imagina? Soy un
hombre feliz, que tiene una inmensa alegría por haber vivido lo que ha
vivido”.
El internacionalismo en las luchas de liberación nacional de los años
´50 y ´60 tiene cientos de historias de laburantes como Roberto, como
Alfonsa y como tantos y tantas que comprendieron que la lucha es una
sola. No es extraño que en 2020, en una embajada de un país asediado por
el imperio, que sigue demostrando que las ideas de patriotismo, unión
continental e internacionalismo son parte del mismo rumbo, Mahmoud, a
sus 97 años, siga dando un paso al frente como en aquel lejano 1959.