Argentina. La culpa y la locura

Argen­ti­na. La cul­pa y la locura

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Por Lea Ross, para Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de Abril de 2020

No pare­ce casual que si uno orde­na las pro­duc­cio­nes fíl­mi­cas y tele­vi­si­vas que pro­ta­go­ni­zó Gui­ller­mo Fran­ce­lla, se obser­va una pau­la­ti­na corro­sión de los cimien­tos que sos­tie­nen a la fami­lia como ins­ti­tu­ción. En uno de los capí­tu­los de Casa­dos con hijos, la fami­lia Argen­to se pone tris­te al ente­rar­se que Pepe no se había roba­do un millo­na­rio fon­do de un ban­co. Lue­go de que el patriar­ca se va a tra­ba­jar a la zapa­te­ría, su espo­sa Moni, inter­pre­ta­da por Flo­ren­cia Peña, tra­ta de con­so­lar a sus “chi­qui­tos”, al recor­dar­les que aun­que no sean millo­na­rixs, lo impor­tan­tes era estar unidxs, por­que lo pri­me­ro… es la fami­lia, con músi­ca de fon­do de Igna­cio Copa­ni “Los domin­go en fami­lia”, mien­tras llo­ra­ban de tristeza.

Lxs Argen­to son la con­tra­ca­ra de lxs Ben­ve­nu­to, aque­lla tira-fami­lia que cele­bra­ba los almuer­zos domin­gue­ros, con copa en mano. Las dos tiras con­clu­ye­ron sus emi­sio­nes en 1995 y 2005. En el medio, la peor cri­sis finan­cie­ra del país (jus­to cuan­do la TV pasa­ba Poné a Fran­ce­lla, con el sketch de “La nena”, don­de un padre en fami­lia se pone en vilo si ceder ante la ten­ta­ción, con la inevi­ta­ble con­se­cuen­cia direc­ta de per­der a su espo­sa e hija; cuyo des­en­la­ce jamás se lle­gó a filmarse).

El nume­ro­so clan noven­te­ra a la ita­lia­na, con fideos y taran­te­las, en una exten­sa mesa rec­tan­gu­lar, “en las bue­nas y en las malas”, man­te­nía esa con­ten­ción lue­go de la hiper­in­fla­ción alfon­si­nis­ta y una con­ver­ti­bi­li­dad a un rum­bo incier­to. Para la segun­da mitad de los noven­ta, lue­go del “efec­to tequi­la”, Fran­ce­lla pade­ce­ría el nido vacío al des­pe­dir­se de su hija en Un argen­tino en Nue­va York (1998), don­de la gene­ra­ción más joven debe sal­var­se en el afue­ra ante la deba­cle de su tie­rra natal.

Y a pos­te­rior del 2001, la fami­lia dejó sus cos­tum­bres tanas y pasó a la hela­de­ra vacía y reple­ta de pega­ti­nas para deli­verys, y una mesa redon­da chue­ca. No solo la pro­cla­ma del regre­so de Casa­dos con hijos –rema­ke de la sit­com esta­dou­ni­den­se Married witch chil­dren- en detri­men­to de Los Ben­ve­nu­to pasa por un recuer­do gene­ra­cio­nal laten­te, sino de su tras­na­cio­na­li­dad: hoy nos acer­ca­mos más a Holly­wood que a Ita­lia. Por eso la con­tra­dic­ción que los per­so­na­jes de Moni y María Ele­na toda­vía por­ten el ape­lli­do de sus mari­dos. El pesi­mis­mo psi­có­ti­co yan­quee otor­ga una sali­da crea­ti­va más cómo­da que el mora­lis­mo de una “fami­glia”; de ahí que Fran­ce­lla encar­na a Arquí­me­des Puc­cio en El clan (2015), para reci­bir los gol­pes de su hijo en una cel­da e inclu­so con­tem­plan­do su inten­to de suicidio.

En ese mis­mo año, una déca­da des­pués de la tira cómi­ca de lxs Argen­to, la actriz Éri­ca Rivas vol­vió a enca­de­nar­se a aquel per­so­na­je que la que­dó refe­ren­cia­da, a lle­var­la a la pan­ta­lla gran­de de la mano de Rela­tos sal­va­jes, de Damián Szi­frón. En las seis his­to­rias, la volun­tad de ir a cazar a un indi­vi­duo-otro qui­zás sea una cús­pi­de de hacia dón­de ha lle­ga­do el cos­ta­do auto­des­truc­ti­vo del mode­lo de habi­tan­te de estas tie­rras, en un mun­do glo­bal don­de tam­bién la diri­gen­cia de la peor cas­ta tam­bién ascien­de a un voto. De los seis rela­tos sal­va­jes, es el últi­mo, el de la fies­ta del matri­mo­nio, aque­lla don­de Rivas vuel­ve a tener su psi­co­pa­tía, y que lue­go de tan­to des­fal­co, se cie­rra con la con­su­ma­ción hor­mo­nal de su recien­te mari­do, bajo na con­ci­lia­ción en éxta­sis. El cojer es el (re)conocer a otro.

Pero si hay una pelí­cu­la en don­de Éri­ca Rivas mues­tra su esplen­dor es en la obra de Anahí Ber­ne­ri Por tu cul­pa (2010), al inter­pre­tar a Julie­ta, una madre que cui­da a sus dos revol­to­sos hijos y uno se las­ti­ma. Deses­pe­ra­da, Julie­ta los lle­va a una clí­ni­ca. El per­so­nal médi­co comien­za a sos­pe­char que los meno­res sufrie­ron un ata­que. La sos­pe­cha es res­pi­ra­da por Julie­ta y tra­ta de pedir ayu­da a su espo­so, su madre o a quién sea para que no la dejen sola.

Lue­go de una hora, lle­ga al hos­pi­tal su espo­so Gui­ller­mo (no Fran­ce­lla, pero casi), para res­ca­tar­la. Pero cuan­do salen del esta­ble­ci­mien­to sani­ta­rio, la voz mas­cu­li­na escu­pe una fuer­te car­ga con­tra Julie­ta. Echar la cul­pa es una mues­tra de autoridad.

Por tu cul­pa podría ser una pre­cur­so­ra del “Ni Una Menos”, que esta­lla­ría un lus­tro des­pués de su estreno. ¿No es aca­so el Ni Una Menos la ampli­fi­ca­ción de la len­te enfo­ca­da sobre la vio­len­cia que ocu­rre aden­tro de los hoga­res, rom­pien­do la regla que esti­pu­la­ba que solo los meno­res de edad podían ser víc­ti­mas? Tan­to la pala­bra de los magis­tra­dos como los for­ma­do­res de opi­nión, la mira­da puni­ti­vis­ta sobre la vio­len­cia se redu­cía bajo la fór­mu­la de divi­sión gene­ra­cio­nal y no de géne­ro, don­de todo adul­to man­te­nía su sol de vic­ti­ma­rio y que si exis­tie­se un con­flic­to entre adul­tes, entre los padres y las madres, era cata­lo­ga­do como “pro­ble­ma domés­ti­co” y por ende una cues­tión aje­na a la justicia.

Por eso, mien­tras el noti­cie­ro en aque­llos tiem­pos ponía zóca­los ince­san­tes de “Con los chi­cos, no” para mani­fes­tar el recha­zo a la vio­len­cia infan­til, Pepe Argen­to se la pasa­ba ahor­can­do a su espo­sa, al son de las risas del público.

Mien­tras que Julie­ta podría ser tan res­pon­sa­ble como los espec­ta­do­res poda­mos sen­ten­ciar (como reír con lxs Argen­to). Pero es en la cul­pa don­de sir­ve de esca­lón para posi­cio­nar las jerar­quías e impo­ner la supe­rio­ri­dad, bajo el espe­jis­mo de una rela­ción simé­tri­ca en la cama, cuyo silen­cio es ensor­de­ce­dor solo para una de las partes.

*Fuen­te: La Luna con Gatillo

Itu­rria /​Fuen­te

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