Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano,31 marzo 2020
Para la derecha no hay cuarentena que valga. Ellos no paran jamás en sus planes destructivos, salvo que decidan frenarlos quienes vienen soportando sus estrategias de hambre, miseria y muerte. Ahora, en Argentina se está otra vez ante una operación con pronunciada matriz derechosa empresarial.
Lo hacen de manera anónima pero es fácil adivinar qué nombres hay detrás de un manifiesto abiertamente desestabilizador que está circulando por las redes y que ha provocado escozor en filas oficiales. Se trata de empresarios millonarios que convocan a una «rebelión fiscal» con la excusa del agravamiento de la crisis económica que provoca el coronavirus y las medidas de prevención ordenadas a través de la cuarentena.
Precisamente el sector empresarial que se dio la gran vida durante el gobierno entreguista de Macri y sus secuaces, arremete ahora con un lenguaje casi de «izquierda» invocando al general San Martín, y se planta con disgusto frente a la sociedad y el gobierno, provocando despidos por doquier, generando aumentos de precios en artículos imprescindibles, llamando a “cacerolas» y boicoteando cualquier iniciativa popular.
Altaneros, exigen que Alberto Fernández les preste atención, los mime y premie, como hacían Macri y la gobernadora Vidal. Quieren, que se los trate como un sector privilegiado, de élite. Son, a su manera, los supremacistas locales que se rebelan.
Invocando al Libertador plantean, con descaro, que “No hay revolución sin revolucionarios” y amenazan: “En esta crisis terrible y sin precedentes, un esperanzador brote de rebelión se está caldeando. Una suerte de indicios hace pensar que de esta catástrofe va a surgir el fósforo que finalmente prenda la mecha de una bomba que debería haber explotado hace mucho tiempo”.
Luego, sigue el texto que no tiene firmas visibles aunque varios de los conspiradores han aplaudido por las redes el manifiesto: “Hoy los nombres no tienen importancia. Podría ser cualquiera de los millones de argentinos que emprendemos, arriesgamos, invertimos, contratamos gente, trabajamos sin jornada, sin permitirnos licencias; dependiendo mes a mes de nuestro esfuerzo e ingenio, sin ninguna certeza de ganancia cierta.
Podría ser otro más de los que está cansado de ver a su socio mayoritario y bobo, el Fisco, llevarse la mayor tajada sin hacer nada. Sin hacer nada excepto obstruir, impedir y complicar”. Es realmente obsceno que esta fauna patalee por pagar impuestos cuando ellos han sido y son los que más han medrado con otro tipo de impuesto mucho más sangrante para los trabajadores y trabajadoras, que es la plusvalía que cotidianamente extraen, como parásitos, del esfuerzo y el sacrificio de los verdaderos sostenedores de una nación.
No es posible que nos mantengamos impávidos ante el accionar de esta escoria incombustible que se atreve a pararse de manos, porque quieren seguir ganando más, incluso en medio de la tragedia que provoca la guerra bacteriológica.que otros como ellos comenzaran. A gente de esta calaña solo les preocupa salvarse ellos, aprovechan el momento para volver a ganar espacios (de los pocos en que han sido desplazados), se preparan para «el día después» y de paso cargan con munición gruesa contra medidas tan lógicas como necesarias tomadas por el gobierno, como es el intentar volver atrás con los despidos impuestos por los Roca y Caputo, entre otros.
Mientras esta clase pudiente se pinta la cara, millones de pobres de los barrios del conurbano y de todo el país no solo no pueden hacer cuarentena porque dejarían de salir a buscar el sustento diario para poder alimentar a sus familias, sino que también tienen que pelear contra el desabastecimiento provocado y los especuladores que remarcan los precios aprovechándose de la situación.
Así estamos parados en medio del pandemónium de la pandemia, a pocos meses de asumir el cargo el gobierno socialdemócrata de AF, quien después de quedar bien con todos, comienza a verle las orejas al lobo, y en esta nueva versión de la lucha de clases descarnada va a tener que decidir pronto en qué lugar pararse.
Necesita accionar no solo de palabra, porque este enemigo que nunca se fue, es como Trump: con tal de no perder privilegios son capaces de las iniquidades más tremendas. Se hace necesario entonces que todas y todos tomemos nota: quienes acaban de irse hace tres meses quieren volver pronto y están dispuestos incluso a utilizar un lenguaje confuso en sus “proclamas”.
A semejante enemigo, al que conocemos muy bien porque ya lo hemos sufrido, no se lo convence con frases tibias sino que hay que pararlos con todo y en todos los terrenos. Contra ellos debe estar dirigida la batería de medidas amonestadoras y no contra los más humildes, a los que policías y gendarmes verduguean, abusan, pegan y detienen por simple portación de rostro o por ir a ganarse el pan.
Tengamos claro también, que de esta complicada coyuntura se sale sin que se destine un peso para pagar una deuda que contrajeron entre otros estos que hoy llaman a la rebelión.