ARGENTINA. «LAS VILLAS, EL OTRO GRUPO DE RIESGO»

ARGENTINA. «LAS VILLAS, EL OTRO GRUPO DE RIESGO»

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Por Nacho Levy /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​1 de abril de 2020

INFORME ESPECIAL:
«LAS VILLAS, EL OTRO GRUPO DE RIESGO»

Duran­te toda esta lar­ga noche de cua­ren­te­na, noche de sol, noche
a cual­quier hora, noche cayen­do sobre los barrios, no halla­mos hora­rios para
sen­tar­nos a escri­bir, ni para sen­tar­nos a dis­cu­tir, ni para sentarnos.
Vomi­tan­do coro­la­rios impo­si­bles para con­mo­ver a fun­cio­na­rios inconmovibles,
tosien­do cam­pa­ñas de dona­cio­nes en las redes y cami­nan­do por las pare­des, entre
los yugos de ver­du­gos que nos ponen de cucli­llas y la cur­va del dengue
dis­pa­ra­da cada día más arri­ba, nues­tras villas tam­bién están entran­do a terapia
inten­si­va, sin res­pi­ra­do­res para los come­do­res que siguen sal­van­do abue­las e hijos,
sin guan­tes ni bar­bi­jos para sus labu­ran­tes. Sin agua, sin pla­tos, sin bidet y
sin datos para Inter­net, ni siquie­ra para el ANSES, tam­po­co hubo tiem­po de
con­tes­tar­le a la tele­vi­sión, don­de los mie­dos con­ti­núan al ace­cho y la
indig­na­ción flu­ye con total natu­ra­li­dad, como si todos tuvie­ran un techo y
dere­cho a la dig­ni­dad. A los noti­cie­ros, como a los medios com­pa­ñe­ros que
acer­ca­ron su soli­da­ri­dad, hoy les agra­de­ce­mos con todas las gar­gan­tas de
nues­tra comu­ni­dad y les trae­mos algu­nos esbo­zos de res­pues­tas a esas preguntas
pos­pues­tas que no bus­can vol­ver­se un repro­che, pero sí bus­can la cura para la
hipo­cre­sía que con­ta­gia la sobre­in­for­ma­ción, por­que hoy la noche es más oscura.
Y se vie­ne el día en tu corazón.

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– ¿CÓMO SE VIENE LLEVANDO LA CUARENTENA EN LAS CASAS DONDE LA
CUARENTENA NO TIENE TAN LINDAS CASAS?

* Como se pue­de, como se pue­de por­que inevi­ta­ble­men­te se
com­pli­ca, tal como lo indi­ca la expe­rien­cia en la super­vi­ven­cia de quie­nes han
debi­do enfren­tar a la mala­ria, en lar­gas déca­das de resis­ten­cia comunitaria.
Ahí está nues­tro capi­tal. Por­que sí, el coro­na­vi­rus dis­tin­gue cla­se social y no
es lo mis­mo que­dar­se en la casa cuan­do la casa tie­ne todos los servicios
vita­les, que cuan­do la caza se vuel­ve un cóc­tel de tram­pas mor­ta­les. Y no
ten­gan dudas: esta­mos hacien­do todo lo huma­na­men­te posi­ble para mini­mi­zar los
ries­gos en cada comu­ni­dad, pero hoy más que nun­ca nece­si­ta­mos la empa­tía del
res­to de la socie­dad, para esos hom­bres y muje­res con la sufi­cien­te ternura
como para seguir lavan­do ver­du­ra, mien­tras tan­tos mora­lis­tas se resis­ten a
cor­tar el alam­bre. Ni coci­ne­ros, ni coci­ne­ras, son los tera­pis­tas del hambre.

* El coro­na­vi­rus lle­gó para sumar­se a las demás epi­de­mias que
venían azo­tan­do a las villas con impu­ni­dad: el ries­go eléc­tri­co, la
pre­ca­rie­dad, esos cables ase­si­nos que no por mala suer­te fue­ron cau­sal de
muer­te, los incen­dios, la des­ocu­pa­ción en la bata­lla, la des­nu­tri­ción que trae
défi­cit de talla, la nar­co­po­li­cía, los pobri­ci­dios, la tra­ta del terror, los
femi­ci­dios con silen­cia­dor… Una infi­ni­dad de epi­de­mias que no supieron
infec­tar a toda toda toda la socie­dad: hay que fre­nar la pan­de­mia de la
desigualdad.

* Según el últi­mo rele­va­mien­to que reali­zó nues­tro propio
Obser­va­to­rio Ville­ro, hoy están vivien­do entre 4 y 10 per­so­nas en cada hogar,
aco­mo­da­das así, «como se pue­de»; la casa de mi veci­na es la casa de
19.

* Sólo este año se regis­tra­ron 1833 casos de den­gue en la Ciudad
de la pos­ver­dad. Sólo en las comu­nas del sur, 1091. Sólo en la últi­ma semana,
suma­mos 450. Sólo en la Villa 21, hubo 214. Pero fíjen­se qué curio­so, qué
impre­de­ci­ble, qué inima­gi­na­ble: jus­ti­to ahí, en la Villa 21, el 70% no tiene
agua pota­ble. Y enton­ces para lavar­se las manos, debe jun­tar­la den­tro de
cacha­rros que se hacen lugar en el haci­na­mien­to, escon­di­di­tos en cualquier
rin­cón: el den­gue lle­ga y entra, con tar­je­ta de invitación.

* El 40% de la pobla­ción del barrio Los Ála­mos, en La Matanza,
pade­ce enfer­me­da­des car­día­cas o com­pli­ca­cio­nes res­pi­ra­to­rias debi­do a las inundaciones,
afec­cio­nes que difi­cul­tan toda­vía más el encie­rro en la impo­si­ble soledad,
sole­dad en el tumul­to, sole­dad en la hume­dad. Todas esas con­di­cio­nes imponen
las limi­ta­cio­nes del «Que­da­teEn­Ca­sa» si se pasa por alto la
nece­si­dad: cuan­do el cuer­po recha­za un reme­dio, qui­zá esté pade­cien­do alguna
otra enfer­me­dad. Sea­mos sin­ce­ros, hoy los curas ville­ros y tam­bién el propio
gobierno están bus­can­do rece­tas que se pue­dan ir ajus­tan­do, sub­ra­yan­do que por
supues­to no sig­ni­fi­ca esto nin­gún tipo de habi­li­ta­ción para que sal­gan a
bolu­dear los que se abu­rren en su sillón. Y sí, ahí está la razón del terror
que nos enfer­ma, el temor a la even­tual cir­cu­la­ción interna.

* En innu­me­ra­bles casos y casas del hábi­tat infor­mal, no existe
ni siquie­ra la infra­es­truc­tu­ra sani­ta­ria esen­cial, como bien se pue­de ver en
Entre Ríos, al sur de Para­ná, don­de muchas fami­lias pasan sema­nas sin una sola
gota de agua, por­que no pue­den inven­tar­la, ni salir a com­prar­la. ¿Cómo te
rela­jás? Por más que se indig­nen, se sal­gan de sus caba­les o se can­sen de
pon­ti­fi­car en sus edi­to­ria­les, hay muchí­si­ma gen­te que no se lava las manos
cada dos horas, no por­que no quie­re, ¡por­que no puede!

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– ¿CÓMO SIGUEN FUNCIONANDO LOS COMEDORES DE LOS BARRIOS CUANDO
LOS FUNCIONARIOS QUE SIGUEN MORFANDO DEJAN DE FUNCIONAR?

* Siguen fun­cio­nan­do por amor al amor, gra­cias al motor
comu­ni­ta­rio que fabri­có la villa en 70 años de resis­ten­cia, esa conciencia
colec­ti­va que le per­mi­tió sobre­vi­vir a la deri­va, a las topa­do­ras de la
dic­ta­du­ra, al neo­li­be­ra­lis­mo de los 90, al ayuno del 2001 o al cinis­mo del
cho­co­ba­ris­mo, por­que la villa enten­dió cla­ri­to que acá nadie se sal­va sóli­to. Y
en esa tra­yec­to­ria de nues­tra cul­tu­ra comu­ni­ta­ria que recién aho­ra el mundo
pare­cie­ra comen­zar a valo­rar, ¡ahí está el pul­mo­tor que nos hace respirar!

* Fun­cio­nan mal o fun­cio­nan bien, tam­bién gra­cias al entramado
de orga­ni­za­cio­nes socia­les, nos cai­gan bár­ba­ro o no tan bár­ba­ro, por­que son
esos vagos­cho­ri­pla­ne­ros­ceos­de­la­po­bre­za­que­vi­ven­de­les­ta­do quie­nes dejan a sus
fami­lias de lado para pre­sio­nar las res­pues­tas a las pre­gun­tas que se aho­gan en
la grie­ta de la impu­ni­dad, cuan­do la mez­quin­dad pue­de más que cualquier
pan­de­mia, cuan­do nie­gan los recur­sos para los ali­men­tos o cuan­do tene­mos que
pro­fun­di­zar deter­mi­na­dos pro­nun­cia­mien­tos, ponien­do en ries­go su esté­ti­ca de
tipos bue­nos, por­que su ima­gen les preo­cu­pa más que los estó­ma­gos ajenos.

* Fun­cio­nan por­que la dig­ni­dad no tie­ne fre­nos, por­que si no
fun­cio­na­ran, la cur­va del Coro­na­vi­rus hoy esta­ría infec­tan­do al ARSAT. Y
enton­ces ahí están, entre­gan­do vian­das para que no se pro­duz­can aglomeraciones,
hacien­do el deli­very que no pagan las jubi­la­cio­nes y abra­zan­do con empa­tía a
los inmu­ni­za­dos del pan de cada día: alba­ñi­les, reci­cla­do­ras, ayu­dan­tes, vendedoras
ambu­lan­tes, tra­ba­ja­do­ras y tra­ba­ja­do­res de la eco­no­mía infor­mal que, cuando
dejan de labu­rar, ¡dejan de morfar!

* Fun­cio­nan con la ener­gía que pro­vee la rebel­día, barrien­do la
mugre de la alta socie­dad, por­que bro­ta la nece­si­dad de dar­le una respuesta
urgen­te a esos bido­nes de deter­gen­te que no están don­de deben estar, porque
nadie los pue­de pagar. No es fácil ni bara­to con­se­guir los pro­duc­tos de
lim­pie­za que per­mi­ten man­te­ner impe­ca­bles los meren­de­ros de tan­tos, ni sus
coci­nas lis­tas, ni sus pisos bri­llo­sos, ni sus pul­cras pile­tas, como lo exigen
tan­tos pane­lis­tas des­de sus mara­vi­llo­sos planetas…

* Fun­cio­nan por­que la vida impor­ta y por­que, cuan­do se tra­ta de
comi­da, la expli­ca­ción es cor­ta: a espal­das de todos los reco­no­ci­mien­tos, los
come­do­res de Rosa­rio tri­pli­ca­ron la deman­da de ali­men­tos. Y en el barrio
pla­ten­se Los Hor­nos, hoy se va en almuer­zo lo que antes tam­bién cubría la cena:
se dupli­có la deman­da con la cuarentena.

* Fun­cio­nan como sea pero fun­cio­nan igual. Y menos mal que
fun­cio­nan, inclu­so en la Capi­tal Fede­ral, don­de gobier­na la pre­po­ten­cia de una
cas­ta aria, con sus «tres vías» para la
«»»asis­ten­cia»»» ali­men­ta­ria: 1) Median­te las
escue­las, que siguie­ron repar­tien­do los mis­mos san­gu­chi­tos pela­dos, pero encima
con­cen­tra­dos en pocas bocas, indu­cien­do a esas lar­gas colas que después
denos­tan des­de la TV, apro­ve­chan­do que la pau­ta se pone y no se ve. Recién
aho­ra, por la pre­sión de los gre­mios y sus docen­tes fun­da­men­ta­les, anun­cian que
darán cajas sema­na­les y por supues­to no les cree­mos. Vere­mos. 2) Median­te los
Cen­tros de Pri­me­ra Infan­cia, don­de cada uno reci­be lo que reci­be, como si la
deman­da fue­ra la mis­ma que ayer, de acuer­do al poder o la afi­ni­dad con el
Gobierno de la Ciu­dad. 3) Los come­do­res comu­ni­ta­rios, don­de las racio­nes atrasan
más que los sala­rios, por­que todo este para­te de chan­gas mul­ti­pli­có la
con­cu­rren­cia e inclu­so el núme­ro de miem­bros por fami­lia que necesitan
asis­ten­cia. Y lo peor de toda esta doble vara es que nun­ca, nun­ca, nun­ca ponen
la cara, por­que así como los direc­ti­vos de las escue­las apa­re­cen como
res­pon­sa­bles de las vian­das impre­sen­ta­bles, las veci­nas y los veci­nos deben
poner el cuer­po que otros pre­fie­ren escon­der, para decir­le a otro ser humano:
«Hoy no vas a comer».

* Y la ver­dad, ami­gos perio­dis­tas, así como el pico del virus no
lle­gó según los pro­pios sani­ta­ris­tas, el pico de la deman­da alimentaria
tam­po­co, por­que poco a poco se van ter­mi­nan­do los res­ti­tos de suel­di­tos que
toda­vía les per­mi­ten a muchos valer­se de su pro­pio ali­men­to: don­de se termina
la comi­da, se ter­mi­na el aislamiento.

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– ¿CÓMO GARANTIZAN LA SALUD, DONDE NO LLEGAN LOS INSUMOS, NI LAS
AMBULANCIAS, NI UN ATAÚD?

* Ante todo, hay una reali­dad que no se dice, ni se piensa,
por­que bue­na par­te de la pren­sa se aver­güen­za: en las villas se hace muy
difí­cil esca­lar has­ta la ter­ce­ra edad, por­que hay un labe­rin­to de dificultad
para sobre­vi­vir a la niñez, la juven­tud y la adul­tez, ram­pas y tram­pas que no
siem­pre se pue­den sor­tear. Hay que tener mucha, pero mucha suer­te para ganar. Y
si no, lean los núme­ros de la reali­dad: hay 20 años de dife­ren­cia entre la
lon­ge­vi­dad del barrio Zava­le­ta y la gla­mo­ro­sa Recoleta.

* Hoy las dis­tin­tas asam­bleas vie­nen des­ple­gan­do sus propias
pos­tas de salud, a lo ladran y a lo san­cho del terri­to­rio nacio­nal, en
espe­cial, para el acom­pa­ña­mien­to de nues­tras vie­ji­tas y vie­ji­tos, como cajas
mul­ti­pli­ca­do­ras de gri­tos para con­te­ner, cui­dar, aten­der e informar.

* En la Villa 1−11−14, por ejem­plo, el cen­tro médi­co que atiende
las zonas 19, 20 y 40 exhi­be una pre­dis­po­si­ción feno­me­nal, pero vive desbordado
por la fal­ta de per­so­nal y la esca­sez de insu­mos para los enfer­mos de pobreza:
fal­tan guan­tes, bar­bi­jos y pro­duc­tos de lim­pie­za, tam­bién ahí, en la salita,
sí.

* El pasi­llo 2 del barrio San Peters­bur­go, en La Matan­za, tiene
vacía la pan­za y una sola sala médi­ca que fue remo­de­la­da un año atrás: hoy
cuen­ta nada más que con una médi­ca gene­ra­lis­ta. Y para con­se­guir un turno hay
que ano­tar­se en una lis­ta, hacien­do fila des­de la madru­ga­da, pero sin que te
vea la pren­sa, ¡por­que está muy enojada!

* Con el fin de repli­car ese des­ma­dre por allá, el hospital
públi­co en la baja­da de Para­ná sólo entre­ga tur­nos tele­fó­ni­cos, para revisar
abue­los o emba­ra­za­das: eso sí, «todas las líneas están colapsadas».

* Ape­nas casos ais­la­dos, que se repli­can en todos lados porque
así tra­ba­jan los heroi­cos médi­cos de la Patria Baja, admi­nis­tran­do goti­tas de
medi­ci­na en cada barria­da de Amé­ri­ca Lati­na. Y en muchí­si­mos pasi­llos libres de
ambu­lan­cias, tam­bién en la Ciu­dad. Por cues­tio­nes de acce­si­bi­li­dad. Y por la
fal­ta de voluntad.

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– ¿CÓMO SE AMESETA LA CURVA DE LOS FEMIICIDIOS, CUANDO EL
CORONAVIRUS GANA EL MONOPOLIO DE LOS HOMICIDIOS?

* Todas las Casas de las Muje­res y las Disi­den­cias que componen
el Fren­te de Géne­ros, están des­do­blan­do sus bra­zos coti­dia­na­men­te en cada
órbi­ta local, mien­tras acom­pa­ñan 327 casos a nivel nacional.

* Todos nues­tros barrios tie­nen aho­ra com­pa­ñe­ras asig­na­das a
moni­to­rear las denun­cias y las ame­na­zas que sólo cir­cu­lan en ámbi­tos de
con­fian­za, por­que la úni­ca espe­ran­za es la comu­ni­dad al ser­vi­cio de la
soro­ri­dad, con guar­dias en casos par­ti­cu­la­res y con muchí­si­mas vecinas
tra­ba­jan­do des­de sus hoga­res, para sal­va­guar­dar la vida de otras compañeras,
vidas ville­ras que oja­lá val­gan tan­to como la de cual­quier tipo, aho­ra que
«todos juga­mos en el mis­mo equipo».

* Todas esas veci­nas que ya venían luchan­do por su propia
inte­gri­dad, están sien­do acom­pa­ña­das en la coti­dia­nei­dad por otras muje­res que
sos­tie­nen talle­res, coope­ra­ti­vas o asam­bleas, por­que ade­más de gri­tos, tenemos
ideas que tam­po­co se pue­den silen­ciar; cuan­do todo pare­ce jodi­do, ¡es cuando
hay que gritar!

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– ¿CÓMO SE CUIDA LA GENTE DE LA VILLA DE LOS QUE VAN A CUIDAR A
LA GENTE DE LA VILLA?

* Sobre calles casi vacías, aho­ra lle­nas de poli­cías, los
apre­mios están al des­or­den del día, por­que aun cuan­do pri­ma­ra nues­tra propia
volun­tad de refun­dar a las Fuer­zas de Segu­ri­dad, «arran­can­do sus malas
yer­bas», hoy son vive­ros de malas yer­bas, que no se pue­den arran­car, ni
ende­re­zar en lo que dura una cua­ren­te­na. Y hete aquí el pro­ble­ma: en el Bajo
Flo­res, dos pibes ver­du­guea­dos, videos de abu­sos por todos lados, una cace­ría por
acá, unos escar­mien­tos por bus­car comi­da allá, una vio­la­ción de domi­ci­lio en
Tucu­mán y van… ¿Cuán­tas van? Los vio­len­tos que no que­dan regis­tra­dos, ni son
vira­li­za­dos por el con­jun­to de la socie­dad, nun­ca ter­mi­nan pasa­dos a
dis­po­ni­bi­li­dad y enton­ces nos que­da nues­tra pro­pia capa­ci­dad de organizarnos,
para cui­dar­nos de los que vie­nen a «sal­var­nos».

* Cada dis­po­si­ti­vo de con­trol popu­lar al accio­nar policial
fun­cio­na en base a un mapa de segui­mien­to barrial, en el cual se identifican
los pues­tos de las fuer­zas inmer­sas en cada terri­to­rio y los pun­tos rojos de
inse­gu­ri­dad que gene­ra la Segu­ri­dad, como así tam­bién las ins­ti­tu­cio­nes de
apo­yo per­ma­ne­cen abier­tas y una lis­ta de veci­nos aler­tas en cada sec­tor del
barrio, que man­tie­nen entre sí las comu­ni­ca­cio­nes per­ma­nen­tes para monitorear
el tra­ba­jo de los agentes.

* Des­de ahí, se asis­te a veci­nas y veci­nos detenidos
arbi­tra­ria­men­te por el artícu­lo 205, para que la ver­sión veci­nal lle­gue con
ahín­co has­ta el Poder Judicial.

* Al detec­tar situa­cio­nes de vio­len­cia poli­cial, un responsable
desig­na­do se pone a dis­po­si­ción de la víc­ti­ma inme­dia­ta­men­te, por si requiere
algún tipo de aten­ción urgen­te y dis­pa­ra nues­tro pro­to­co­lo de acompañamiento,
en ese mis­mo momento.

* Ahí nomás, inte­gran­tes del equi­po en ais­la­mien­to toman los casos
para impul­sar los pasos que sea nece­sa­rio dar: ofi­cia­li­zar la denuncia,
com­ple­tar el regis­tro, reco­pi­lar imá­ge­nes, conec­tar tes­ti­gos y con­tac­tar a las
enti­da­des médi­cas que cus­to­dian el bien­es­tar de cada víc­ti­ma en cues­tión, así
como tam­bién la arti­cu­la­ción con todas esas ins­ti­tu­cio­nes que com­po­nen la
cade­na de cui­da­dos: defen­so­rías, secre­ta­rías, juzgados.

* En el barrio Bos­co II de San­tia­go del Este­ro, detu­vie­ron a un
com­pa­ñe­ro cuan­do asis­tía a una seño­ra mayor que vive jus­to al lado de su casa,
pero si no pasa en la tele, no pasa. Y enton­ces ter­mi­nó cagado a palos, justo
por «los pocos poli­cías malos» en la comi­sa­ría 5°, has­ta que fue
libe­ra­do, gol­pea­do, ahor­ca­do y amenazado.

* El 23 de mar­zo, la Poli­cía de Tucu­mán ingre­só a la casa de
José Luis Ríos, para dete­ner a Juan José Ríos, otra per­so­na que vive en otra
casa y, en medio del alla­na­mien­to, entre insul­tos, pata­das y caños, le
apun­ta­ron a su hija, que tie­ne 6 años.

* El 24 de mar­zo, sí, el 24 de mar­zo, Raquel Rodrí­guez fue
dete­ni­da por la Poli­cía de la Ciu­dad en su barrio, la Villa 31, por un delito
ate­rra­dor: salió a bus­car comi­da a un comedor.

* El 25 de mar­zo, Nahuel Orre­go fue dete­ni­do y apa­lea­do en la
Villa 21, por la Pre­fec­tu­ra Naval, por haber ido al kios­co en una actitud
criminal.

* El 26 de mar­zo, Mir­ta Echa­va­rría y su hija, una compañera
trans, fue­ron rete­ni­das en el mis­mo barrio, por la mis­ma Pre­fec­tu­ra, en otro
inde­bi­do pro­ce­so: «Calla­te, mari­cón, te vamos a meter preso».

* El 27 de mar­zo, en el mis­mo barrio, fren­te a la misma
Pre­fec­tu­ra, Jesús Reales vio inte­rrum­pi­do su reco­rri­do hacia el bono del
sala­rio social com­ple­men­ta­rio: le labra­ron un acta, por no ser millonario.

* El 28 de mar­zo, la Poli­cía de San­ta Fe detu­vo a Alejandro
Gómez, pero ade­más con­si­de­ró pru­den­te des­nu­dar­lo y gol­pear­lo en las costillas,
para mas­tur­bar­se con su pro­pio poder. Y para que las mar­cas no se pudie­ran ver.

* Y sí, es toda una nove­dad que los pasen a dis­po­ni­bi­li­dad con
seme­jan­te cele­ri­dad, pero no bas­ta que algu­nos apren­dan la lec­ción. Necesitamos
garan­ti­zar la pre­ven­ción fren­te a todos estos atro­pe­llos: si no los controlamos
noso­tros, nos con­tro­lan ellos.

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– ¿CÓMO SE HAN AMPLIADO, ADAPTADO O TENIDO QUE REINVENTAR
NUESTRAS REDES DE ORGANIZACIÓN POPULAR?

* Cada una de las asam­bleas pode­ro­sas en Argen­ti­na, en
arti­cu­la­ción con otras de Amé­ri­ca Lati­na, tie­nen coor­di­na­do­res de todas las
áreas que atra­vie­san nues­tra agen­da barrial, por enci­ma de cual­quier diversidad
cul­tu­ral: refe­ren­tes de tie­rra, de salud, de edu­ca­ción, de géne­ros, de
depor­tes, de eco­no­mía, de comu­ni­ca­ción, de con­trol a la repre­sión, de cul­tu­ra y
de varias ramas más, pero el coro­na­vi­rus nos obli­gó a esta­ble­cer ade­más 4
nue­vas refe­ren­cias para con­te­ner las emer­gen­cias: ali­men­ta­rias, sani­ta­rias, de
vio­len­cia ins­ti­tu­cio­nal y de vio­len­cia intra­fa­mi­liar; para que se puedan
cen­tra­li­zar las noti­fi­ca­cio­nes y para que no deba­mos con­vo­car a grandes
reuniones.

* Des­de que comen­zó el ais­la­mien­to, todo ese acom­pa­ña­mien­to se
come nues­tro tiem­po y tam­bién nues­tro finan­cia­mien­to comu­ni­ta­rio, que va desde
las recau­da­cio­nes de cada barrio y cada coope­ra­ti­va, has­ta la últi­ma estrategia
efec­ti­va de auto­ges­tión, tra­gán­do­se inclu­so el peque­ño col­chón de reser­vas que
las asam­bleas sue­len guar­dar para que los peques pue­dan cono­cer el mar, cuando
lle­gan las vaca­cio­nes, inclu­yen­do las más deses­pe­ra­das cam­pa­ñas de
donaciones…

* Segu­ra­men­te, no ter­mi­na­ría nun­ca este infor­me nece­sa­rio, si
deta­llá­ra­mos cada ges­to soli­da­rio o cada ini­cia­ti­va con impron­ta cooperativa,
pero val­gan tres como sín­te­sis ilus­tra­ti­va: 1) En Rodri­go Bueno, la
foto­co­pia­do­ra Pau­lo Frei­re deci­dió seguir tra­ba­jan­do a puer­tas cerra­das, no
para ven­tas ter­ce­ri­za­das, sino para garan­ti­zar las tareas de edu­ca­ción popular
y para que todos los niños que deban estar en su hogar cuen­ten con dibu­jos para
colo­rear. 2) La coope­ra­ti­va tex­til Jua­na Azur­duy empe­zó a pro­du­cir barbijos
para gene­rar algún ingre­so y tam­bién para inver­tir todo eso en los productos
que nos hacen fal­ta para lim­piar mejor cada come­dor. 3) La cope Sub-Lima­da de
San­ta Fe, en el medio de toda esta oscu­rí­si­ma noche, no sólo está encendiendo
una nue­va luna, ¡está labu­ran­do gra­tis para la Casa Cuna!

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– ¿Y ENTONCES CÓMO CARAJO SALIMOS ADELANTE?

* No sabe­mos, pero vamos a
inver­tir mucho cora­zón y cabe­za, ¡para ven­cer! Y para dis­tri­buir la riqueza,
por­que no exis­te otra for­ma de com­ba­tir la pobre­za y por­que nadie se puede
ais­lar en ayuno: hay que repar­tir la gui­ta, ¡empe­zan­do por la de uno! Quie­nes puedan
donar fres­cos, ¡pue­den donar fres­cos! Quie­nes pue­dan com­prar los packs que
vamos a lan­zar para cola­bo­rar, ¡pue­den com­prar esos packs! Y quie­nes puedan
donar millo­nes de pesos, ¡deben donar millo­nes de pesos! Todas y todos juntos
debe­mos acom­pa­ñar y trac­cio­nar al Esta­do, para que nadie nun­ca más deje de
mirar a su lado. Por­que si algo real­men­te vino a con­ta­giar­nos para
trans­for­mar­nos como per­so­nas, como colec­ti­vos, como huma­ni­dad, esta realidad
tie­ne que cam­biar hoy mis­mo, ¡la gue­rra no es con­tra un virus, es con­tra el
egoís­mo! Y sí, jus­ti­fi­car abu­sos, humi­lla­cio­nes o vio­la­cio­nes a derechos
esen­cia­les, sólo pen­san­do en tus garan­tías indi­vi­dua­les, ¡es otra ver­sión del
«sál­ve­se quien pue­da»! Otra mise­ria ves­ti­da de seda como ésta que
dejó al mun­do tan en off side, sin gol y sin abra­zo, cuan­do la mier­da tiró este
pelo­ta­zo. Quie­nes defien­den toda­vía su pro­pio poder o su pro­pia jerar­quía, aún
no han podi­do enten­der que, si no valo­ra­mos a todos, nun­ca ten­drá valor nadie.
¡Pero nadie! Ya no se pue­de pedir mano dura en cual­quie­ra de sus for­mas, para
todos menos para quie­nes la eje­cu­tan vio­lan­do todas las nor­mas. Y real­men­te sí,
será muy difí­cil hacer­les enten­der a los pibes de cual­quier esqui­na el valor
que tie­ne tu vida, tan indis­cu­ti­ble­men­te sagra­da, mien­tras les haga­mos creer
que la suya no vale nada. Vamos, ¡tene­mos mucho tra­ba­jo! Y esta vez tam­bién, es
por abajo.

Fuen­te: Nacho Levy 

Itu­rria /​Fuen­te

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