Por Jesús Cabral*/ Resumen Latinoamericano/1 de Abril de 2020 . — — — — — —
A pesar de las diversas denuncias por maltrato, el hombre que tuvo ya una perimetral, lo continúa hostigando. Está escondido por las amenazas que sufre y pide que la justicia tome alguna medida.
Giuri Patricio Valentino es una persona trans no binarie con capacidad de gestar. Hace tiempo denuncia que sufre violaciones sexuales, torturas físicas y psicológicas por parte de su ex pareja, con quien tiene un niño de 2 años y 6 meses que ‑según su testimonio- también fue abusado por el violento.
Durante el dialogo que mantuvo con Tiempo Argentino reveló la terrible pesadilla que vive. Giuri exhibe diez presentaciones judiciales, que realizó en la Fiscalía N ° 4 de Lomas de Zamora, en otros juzgados y hasta en comisarías de Capital Federal. Ahora mientras cumple con el aislamiento obligatorio por la pandemia recibe amenazas del victimario, “enferma, te mato y después te prendo fuego”.
El caso se hace público a un día del “ruidazo” que se realizó este lunes a las 18 desde balcones y ventanas de todo el país. Las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binares repudiaron la violencia machista y denunciaron un incremento desmesurado en las cifras de femicidios en lo que va de la cuarentena.
“Cuatro años atrás conocí a un varón heterosexual. Desde el principio aceptó mí identidad de trans no binarie. Me junté con él, me embaracé y tuve a mi hije (sic). Desde ese momento la relación fue una locura, nos separamos muchas veces, me encontraba solo con un bebé y no tenia a donde ir”, cuenta a Tiempo, Giuri, de 24 años. Y continúa relatando en su dolor:”Desorientado y con miedo empecé a ver que estaba con un psicópata. Siempre me obligaba a tener relaciones sexuales con él por la fuerza. Pedí ayuda en la Oficina de Género de Lanús y le pusieron una perimetral. También me dieron un botón antipánico y me llevaron a la casa del violento. Lo hicieron con el fundamento de que era viernes y no encontraban lugar para que estemos con mí hije (sic)”.
“Me fui de su casa y cuando volví empezó a golpearme y amenazarme durante meses. Estaba cansado de la situación y no sabía qué hacer. El violento se encargaba de que sienta que él me violaba por mi culpa. Yo estaba cansado de trabajar todo el día y tenía que atenderlo porque era mi marido. Durante mucho tiempo intenté salir de esa situación pero no encontraba la forma. Cada vez que me violaba perdía un pedazo de mí alma. Yo tenía miedo que él le haga daño a mi hije (sic)”, agrega Giuri.
“Cuando logré escapar una persona me dio lugar en su casa. Recuerdo que pasé días enteros entre llantos pidiéndole perdón a mi hije (sic) por lo que había pasado. Esta persona que me había hospedado me echó, fue un viernes a las 12 de la noche”, recuerda muy angustiado. Relata que mientras tanto el violento insistía por mensajes para que vuelva a la casa y que se había puesto obsesivo por las redes sociales. “Desamparados pasamos una noche en el hospital, muertos de frío, nadie nos ayudó. No sabía qué hacer y llamé al perverso. Le pedí que por favor nos fuera a buscar, él me pidió perdón. A los 15 días de estar ahí volvió a ser el mismo de siempre: a darme violaciones correctivas y trompadas. Su fundamento era ‘no tenés pito, no sos un hombre, estás enferma, si no estás conmigo no estás con nadie’, así me decía”.
Giuri soportó todo esto durante semanas mientras iba buscando ayuda y un lugar para estar con su hijo”: La noche del 4 de junio de 2019 el violento viola a mi bebé. A mí me ató a la cama para que viera una y otra vez y de ese modo entendiera que yo soy ‘una enferma y que me tengo que curar’. Se masturbó con la mano de mi hije (sic) y le tiró semen en la cara. Mientras me decía que si intentaba separarme de él iba a ser peor. Cuando logré desatarme agarré a mí bebé y escapé a la casa de un vecino, que llamó a la policía y el perverso escapó”.
La terrible situación que atravesaba condicionó a que Giuri se quede en la vivienda del agresor. Porque no entendía de lo que había pasado, estaba en estado de shock. “Tenía muchísimo miedo e intentaba llamar a un conocido que venga a salvarnos de ese infierno. Cuando logro comunicarme con alguien, siento barretear la puerta, era el violento y su padre que es ex policía, estaban armados. Venían a matarme y prenderme fuego con mí hije (sic) adentro de la casa. Entre gritos y pedidos de auxilio logré que se vayan”.
“Fui a denunciar y después me refugié en la casa de amigos con mi hije (sic). Él me seguía amenazando y persiguiendo. Me mudé a Capital Federal y el día del cumpleaños de mi hije (sic) él me pide acercarse al jardín de primera infancia diciendo que estaba ‘arrepentido’ (sic). Fui a denunciar y le aplicaron la perimetral”.
En una de las denuncias que esgrime dice que el lunes 11 de noviembre de 2019 el violento rompe con la medida impuesta por la justicia: «Me agarró mientras caminaba por el centro y me subió a su auto por la fuerza. Estuve secuestrado, me violó y me pegó durante cinco horas. Se comunicó por teléfono con una de mis amigas y le dijo que me iba a matar. Viendo que no había respuesta del otro lado, frenó el auto y empezó a abusar sexualmente de mí nuevamente. Me decía que lo hacía porque soy ‘una enferma’ y que ya me había advertido sobre eso”, luego del feroz episodio que sufrió una de sus amigas alertó a la policía sobre lo que estaba pasando.
Giuri pudo escapar del vehículo y corrió hasta una boca de subte. Allí había mucha gente, un patrullero y recibió atención del personal del SAME: “Después del ataque fui a denunciar las tortura y violaciones. Estuve 48 horas sin poder dormir. Cuando me desperté recibo un llamado del agresor, vuelvo a la justicia y me dieron nuevamente un botón antipánico. Días posteriores a esto, no tenía ningún recurso y tuve que salir a trabajar. Cuando llego a la calle el violento intentó atropellarme con su auto. Salí corriendo para salvar mi vida y tropecé con el cordón del asfalto, me fisuré el tobillo y me tengo que operar. Ahora estamos en cuarentena y amenaza con matarme y prenderme fuego. Necesito que la Justicia me dé una solución”, finaliza con mucha angustia.