Victor Herrero A., Maximiliano Alarcón G. y Camilo Solís /Resumen Latinoamericano /11 de abril de 2020
Esta vez no se trata de enarbolar el famoso lema de ‘es la economía, estúpido’, sino que de cómo los halcones del gobierno y de las grandes empresas tratan de mantener el PIB a flote a costa de la situación sanitaria.
El 3 de marzo se confirmó el primer caso de Coronavirus en nuestro país, un médico de Talca que había regresado luego de un viaje por el Sudeste asiático.
Catorce días después, cuando en Chile habían 201 casos confirmados de Covid-19 y ningún muerto, la aerolínea Latam, que en 2018 obtuvo ganancias por 182 millones de dólares, pidió un rescate financiero al Estado.
“Esta es la crisis más grande que ha habido en la industria aérea a nivel mundial, todas las líneas aéreas del mundo van a necesitar apoyo de sus gobiernos para salir adelante”, afirmó a Chilevisión Roberto Alvo, CEO de la empresa que durante años tuvo entre sus mayores accionistas al actual mandatario Sebastián Piñera.
La rapidez con la que uno de los grandes títulos del IPSA de la Bolsa de Santiago salió a pedir un rescate estatal refleja el nudo gordiano que enfrenta la economía chilena –pero también la global– en la actual crisis sanitaria que azota a gran parte del mundo: ¿qué es más importante,: resguardar el crecimiento y la estabilidad económica, o apostar por endeudarse para garantizar la salud y supervivencia de la población?
Se trata probablemente de una disyuntiva que las economías occidentales, y la chilena, no vivían desde el crash bursátil de 1929 y la consiguiente ‘Gran Depresión’ de los años 30 del siglo pasado. Hace dos días, la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, aseguró que el mundo enfrenta “la peor caída económica desde la Gran Depresión”.
Mientras en muchos países del mundo se ha comenzado a reflexionar sobre qué cara tendrá el capitalismo post Covid-19, en Chile los grandes empresarios y gran parte del gobierno están apostando a que todo siga igual. Eso, al menos, se desprende, de una serie de declaraciones de las últimas semanas.
Los halcones del PIB
El miércoles el diario El Mercurio informó que el gobierno se abría a la posibilidad de apoyar e incluso a rescatar a grandes empresas chilenas que se han visto cada vez más afectadas por el desplome en el consumo (que equivale a cerca de 60% del Producto Interno Bruto).
“Consultado este jueves sobre la posibilidad de ayuda a estas firmas grandes, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, dijo que ‘son casos que hay que ver uno a uno”», publicó ese diario.
Pero lo cierto es que, desde el comienzo de esta pandemia, tanto los voceros de las grandes empresas como el gobierno se han preocupado por mantener a la economía andando. Esto a pesar de que todas las grandes organizaciones mundiales prevén una fuerte recesión –si bien relativamente corta– para la economía mundial.
En el caso de Chile, el Banco Central proyectó el 1 de abril una contracción de entre 1,5% y 2,5% para 2020, con un repunte esperado de entre 3,8% y 4,8% para el próximo año. Sin embargo, las proyecciones son sólo eso, y la evolución del coronavirus bien podría cambiar estas cifras, para bien o para mal.
Con los nuevos anuncios de rescate fiscal del gobierno –cuyos recursos provienen en gran parte de apretar aún más el cinturón de las partidas públicas en educación y otros ámbitos sociales – , el esfuerzo alcanza un 6,7% del PIB, según fuentes informadas del gobierno.
Si bien es un aumento considerable frente al 4,7% del PIB que significaba el paquete fiscal anunciado hace algunas semanas, aún está muy por detrás de muchos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que están invirtiendo 20% o más de su PIB en contener la crisis, como es el caso de Alemania, Francia, España o Italia.
¿No será el momento de políticas keynesianas, aquellas que favorecen una gran expansión del gasto público en épocas de crisis? Algunos personeros en el gobierno dicen que sí, y piensan que se pueden hacer esfuerzos fiscales aún mayores.
“Hay quienes dicen que hay que mirar más la economía que la salud pública. La economía se va a resentir con cuarentena o sin cuarentena. Porque si tú no haces nada, la gente se va a enfermar y no va a poder ir a trabajar y peor aún, la gente va a morir. Cualquiera de las alternativas va a resentir a la economía”, dice Fabián Duarte de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.
Sin embargo, la piedra de tope han sido, una vez más, varios grandes empresarios.
Empresarios nerviosos
«En los próximos meses lo que va a ocurrir, que es una discusión muy grande que está recién partiendo, es: ok asumamos que la pandemia la logramos controlar y ganamos tiempo para que llegue la vacuna, pero no podemos seguir parando la economía y, por lo tanto tenemos que tomar riesgos, y esos riesgos significan que va a morir gente”», afirmó hace tres días José Manuel Silva de la corredora de bolsa Larraín Vial en una entrevista a La Tercera.
Pero el lobby a favor de mantener la economía funcionado ha estado en marcha desde el comienzo del estallido viral. El viernes 27 de marzo, en entrevista con la radio ADN, Juan Sutil, presidente de la CPC, afirmó que “si paralizamos el país, pasamos a ser el país más pobre de Latinoamérica nuevamente”.
El economista y director de la Bolsa de Santiago, Jorge Quiroz, advirtió el 23 de marzo al diario online El Líbero, sobre las consecuencias que la pandemia podría tener sobre la economía nacional e internacional. “La economía no resiste, ni siquiera sé si resiste un mes de cuarentena total (…) tengo la sensación de que algunas de estas medidas se están tomando en otros países porque resulta muy caro que la gente vea el sistema de salud colapsado”.
A la luz de estos deseos, que han sido los mismos de Donald Trump en Estados Unidos, o los de Boris Johnson en Inglaterra –‘mantener la economía a flote’ – , cabe preguntarse si La Moneda no está copiando un manual que, hasta ahora, ha demostrado ser fatal en esta crisis. Estados Unidos se ha convertido en el país con mayores contagios y muertes en el mundo, mientras que el Primer Ministro británico está en cuidados intensivos por el virus.
Mantener la economía a flote ha sido una preocupación de muchos países, no sólo de Chile. Pero la pregunta es cómo lograrlo.
El lunes que viene, por ejemplo, se levantará la cuarentena en las comunas de Lo Barnechea, Vitacura y Providencia, mientras que en Ñuñoa y Santiago Centro se mantendrá de manera parcial, y en Puente Alto se pondrá bajo cuarentena a la mitad de la población.
Muchos se preguntan cuánto de estas medidas corresponden a medidas sanitarias o a intereses de grandes empresas de seguir con sus negocios. Un ejemplo que arroja dudas es el de la comuna de Ñuñoa. Mientras en la parte norte de esa comuna se mantuvo la cuarentena –sección que mayoritariamente es habitacional – , en la parte sur se levantó, zona donde predominan industrias. Es más, según el diario digital Pauta, perteneciente a la Cámara Chilena de la Construcción, este relajamiento de normas favorece a varios proyectos inmobiliarios, entre ellos un mall de Álvaro Saieh, el multimillonario dueño de Copesa.
“Es importante considerar que cuando desde el mundo empresarial y del gobierno llaman a cuidar la economía, están hablando de la tasa de ganancia de los principales grupos económicos, eso es lo que se está resguardando”, afirma Marco Kremerman, investigador de la Fundación Sol.
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