El cineasta finlandés, director, entre otros films, de ‘El otro lado de la esperanza’, opina sin pelos en la lengua sobre el mundo que le toca vivir. Esta entrevista de abril de 2017 rescata muchos conceptos que tienen total vigencia. Y sus películas, son más que recomendadas para estos dias de confinamiento involuntario.
Está claro que el finlandés Aki Kaurismäki es un director de ideas fijas. Los ingredientes que lleva tres décadas usando para hacer su cine ‑humor impasible, deliciosos anacronismos visuales, desarmante sencillez narrativa y personajes que hacen cosas muy absurdas muy en serio- son los mismos que contiene su nueva película, por la que obtuvo el premio al mejor director en la Berlinale. Segunda de una trilogía, ‘El otro lado de la esperanza’ convierte las tribulaciones de un refugiado en Helsinki en un canto a la solidaridad y la decencia.
-¿Qué le impulsó a querer dedicar una trilogía al drama de los refugiados en Europa?
-Yo nunca he creído ser muy listo pero ahora, por culpa de los
líderes políticos, me siento un idiota. Nací en Europa y fui educado
como europeo, pero hoy me avergüenzo de ello. La democracia occidental
ya no sigue las reglas básicas de la auténtica democracia. Hemos
olvidado que los refugiados son gente que ama y necesita ser amada, que
tiene una historia y unos sentimientos, y que sufre. Y sufre sobre todo a
causa de nuestra indiferencia, y al trato inhumano que les damos.
-Se le suele considerar un director misántropo, pero en realidad su cine está lleno de humanismo ¿Cómo se definiría usted?
-Parezco un tipo frío, pero soy un sentimental. Cuido mucho de los
demás, aunque de mí mismo no cuide nada. Sin solidaridad nuestra vida
está hueca. Yo llegué a pensar que mis películas podrían cambiar el
mundo, o al menos cambiar Europa. Ahora me conformo con que cambien a
tres o cuatro personas. En todo caso, quiero creer que la humanidad
puede enderezar su rumbo a pesar de que hasta los perros tienen más
bondad que nosotros.
-¿Cómo?
No veo otra solución para salir de este pozo de miseria que matar a
esa minoría que posee toda la riqueza del mundo. Hay que exterminarlos, a
los ricos y a los políticos que les lamen el culo. Ellos nos han
llevado a esta situación en la que los valores humanitarios no valen
nada. Si no lo hacemos, nos matarán ellos a nosotros.
«Quiero creer que la humanidad puede enderezar su rumbo, pese a que hasta los perros tienen más bondad que nosotros»
-Suena usted apocalíptico.
-Nunca había sido tan pesimista como lo soy ahora. Supongo que tarde o
temprano acabaré suicidándome. Después de todo, suicidarse es algo muy
finlandés. Nuestro problema es que no tenemos suficientes horas de luz
solar. Nos falta vitamina D, y eso nos deprime.
-Una vez dijo que, mientras hace una película, la mitad del tiempo está sobrio y la otra mitad, borracho.¿Lo mantiene?
-Es que cuando bebo no soy capaz de escribir, así que durante el
proceso de guion estoy sobrio, y durante el montaje también. Pero puedo
dirigir y beber a la vez, así que cuando dirijo, bebo. Pero cada vez
menos.
«Prefiero pasar los días recogiendo setas que hacer cine. Al fin y al cabo, mis películas son una mierda»
-La de los refugiados es la tercera trilogía de su carrera. ¿Por qué esa costumbre de agrupar su cine en tríos?
-Porque soy un vago, y necesito hacer planes futuros para mantener la
energía. Dicho esto, a lo mejor esta trilogía tendrá solo dos
películas. Eso no lo ha hecho nadie nunca antes, ¿no? Sé que esto ya lo
he dicho en el pasado, pero ahora va en serio: es posible que no haga
más películas. He pasado demasiado tiempo haciendo cine, y estoy
cansado. Prefiero pasar los días recogiendo setas. Al fin y al cabo, mis
películas son una mierda.
-Nadie más parece compartir esa opinión.
-Como siempre digo, aunque la frase no es mía, en el mundo de los ciegos el tuerto es el rey.
-¿No hay ninguna de sus películas que le guste?
-Algunas no me parecen odiosas, pero no he hecho ninguna que me
pareciera satisfactoria. De lo contrario, me habría retirado justo
después de hacerla. Y ahora ya llego tarde, porque estoy hecho una
birria física y mentalmente. Aun así, si dentro de cinco años sigo vivo,
es posible que haga otra película. Incluso puede que sea la comedia más
optimista de toda mi carrera.