Covid 19. No estamos en el mismo barco

Covid 19. No esta­mos en el mis­mo barco

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 abril 2020

Anó­ni­mo, obte­ni­do de un muro de FB de Brasil

Escu­ché que esta­mos en el mis­mo bar­co. PERO NO ES ASÍ
Esta­mos en la mis­ma tem­pes­tad, pero no en el mis­mo bar­co.
Mi bar­co pue­de nau­fra­gar y el tuyo no. Y vice­ver­sa.
Para algu­nos, la cua­ren­te­na está ópti­ma: momen­to de refle­xión, de reco­ne­xión. Home­work, sua­ve, en chan­cle­tas, con un whisky o un té.
Para otros, esto es una cri­sis deses­pe­ran­te.
Para algu­nos, una paz, tiem­po de des­can­so, vaca­cio­nes.
Para otros, una tor­tu­ra: ¿Cómo voy a pagar mis cuen­tas?
Algu­nos están ocu­pa­dos en ele­gir una mar­ca de cho­co­la­te para pas­cuas.
Otros están preo­cu­pa­dos por el pan para el final de sema­na, si los fideos alcan­zan para unos días más.
Algu­nos están en el “home offi­ce” de su casa del country.
Otros están revol­vien­do basu­ra para sobre­vi­vir.
Algu­nos quie­ren vol­ver a tra­ba­jar por­que se le está ter­mi­nan­do la pla­ta.
Otros quie­ren matar a aque­llos que rom­pen la cua­ren­te­na.
Algu­nos nece­si­tan rom­per la cua­ren­te­na para hacer cola en los ban­cos.
Otros cri­ti­can al gobierno por las colas en los ban­cos.
Algu­nos publi­can fotos de jubi­la­dos. Pero algu­nos de esos que publi­can fotos, segu­ra­men­te podrían acom­pa­ñar a algún fami­liar anciano.
Unos tie­nen fe en Dios y espe­ran mila­gros duran­te este 2020.
Otros dicen que lo peor está por venir.
Enton­ces, ami­gos, no esta­mos en el mis­mo bar­co.
Esta­mos pasan­do un momen­to en el cual nues­tras per­cep­cio­nes y nece­si­da­des son COMPLETAMENTE dis­tin­tas.
Y, cada cual, sal­drá, a su mane­ra, de esa tem­pes­tad.
Algu­nos, con el bron­cea­do de la pile­ta. Otros con cica­tri­ces en el alma.
Por tales moti­vos evi­den­tes (y por otros invi­si­bles), es muy impor­tan­te ver más allá de lo que se ve a pri­me­ra vis­ta.
No solo mirar, pero más que mirar, ver. Ver más allá de par­ti­do polí­ti­co, más allá de reli­gión, más allá del pro­pio ombli­go.
No menos­pre­cie el dolor del otro si vos no lo sen­tis. No juz­gue la bue­na vida del otro, no con­de­ne la mala vida del otro. Sim­ple­men­te nadie es juez. No juz­gue­mos tan­to a aquel que le fal­ta, como así a aquel que le sobra.
Esta­mos en bar­cos dis­tin­tos. Cada cual que nave­gue su ruta. 

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *