Cuba, René González Barrios, Resumen Latinoamericano, 18 de abril del 2020
El 19 de abril de 1961, en las arenas
de Playa Girón, un ejército de pueblo o un pueblo en armas, como
prefiramos llamarle, derrotaba de manera aplastante la invasión
minuciosamente preparada por el Gobierno de Estados Unidos. La victoria
de Playa Girón ha pasado a la historia como la «primera gran derrota»
del imperialismo yanqui en América.
La Operación Pluto, preparada por la Agencia Central de Inteligencia
(CIA), fue la revancha organizada por el imperio contra las fuerzas
pujantes de la Revolución Cubana. Para materializarla, empleó a
representantes de los intereses espurios de la sociedad putrefacta que
había sido superada, a efectivos de la CIA y a sus propias Fuerzas
Armadas.
La reacción del Gobierno de Eisenhower ante la derrota que el 1ro. de
enero de 1959 significó para un ejército construido a su gusto, imagen y
semejanza, no se hizo esperar. La respuesta sería inevitablemente
militar, aunque para ello emplearían primero todo su arsenal subversivo,
preferentemente, a los representantes del viejo ejército batistiano y
del viejo sistema.
Al traumático golpe que significó el triunfo revolucionario, se unió
otro contundente en lo político y económico. Las medidas cada vez más
radicales de la Revolución, para hacer realidad el Programa del Moncada,
afectaban directamente los intereses de los monopolios y empresas
extranjeras, especialmente las estadounidenses. El ejemplo de Cuba era
nefasto para el dominio hemisférico del imperio.
La reacción fue inmediata. Sabotajes, atentados, bombardeos, fomento y
sustentación de bandas contrarrevolucionarias, acciones piratas,
campañas mediáticas en las que se satanizaba a la Revolución y a sus
líderes, guerra diplomática, bloqueo económico y rompimiento de
relaciones, fueron solo una parte del rostro de la agresión en ciernes.
En enero de 1960, fue creada la Fuerza de Tarea (FT) WH‑4, de la CIA,
que elaboró el Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de
Castro, aprobado por el presidente Eisenhower el 17 de marzo.
El Programa, que preparaba las condiciones para subvertir el orden
interno en la Isla con el empleo de mercenarios y
contrarrevolucionarios, marchaba acompañado por la intensificación de la
preparación combativa de unidades élites de las Fuerzas Armadas de
Estados Unidos, en especial la infantería de marina, las que
incrementaron sustancialmente sus ejercicios y maniobras en áreas de la
costa este, el Golfo de México y el Mar Caribe.
En el verano de 1960, la cia solicitó al Grupo Especial del Consejo
de Seguridad Nacional, que aprobara los vuelos de aviones de exploración
U‑2 sobre Cuba. La operación se denominó Kick Off y fue
realizada por u‑2 del destacamento g de la cia, volando desde la base de
la Fuerza Aérea de Laughlin, Texas. La CIA solicitó al Grupo Especial
que autorizara otros vuelos, que tuvieron lugar entre el 26 y 27 de
octubre.
En enero de 1961, tras el brusco rompimiento de relaciones
diplomáticas con Cuba, el imperio amenazó a la Isla, emprendiendo las
maniobras Convex‑1/61 en el Caribe, con la participación de un
portaaviones, un submarino atómico, tres submarinos convencionales, diez
destructores y otras unidades de apoyo, así como mil infantes de
marina.
Desde febrero, el destructor dd-844 Perry, convertido en buque de
intercepción de señales y basificado temporalmente en la estación
aeronaval de Key West, Florida, monitoreaba las transmisiones cubanas,
desplazándose a todo lo largo de nuestras aguas territoriales.
Los días 19 y 21 de marzo, aviones de exploración estratégica U‑2
Dragon Lady, de la base de la Fuerza Aérea de Edwards, California,
realizaron sobrevuelos para obtener datos sobre el orden combativo de la
aviación y las tropas terrestres cubanas, y datos geográficos que
permitieran seleccionar el lugar adecuado para el desembarco mercenario.
Posteriormente, un destacamento de U‑2 se trasladó desde la base de
la Fuerza Aérea de Edwards en California, hacia la de Laughlin, en
Texas, y a partir del 6 de abril, en el marco de la Operación Flip Top, realizaron 15 misiones de vuelo sobre Cuba.
A partir del 27 de marzo, la emisora contrarrevolucionaria Radio
Swan, en el contexto de la guerra sicológica asociada a la Operación
Pluto, solo transmitió informaciones vinculadas a las organizaciones
enemigas en Cuba. Antes, durante y después de la invasión, tergiversó
olímpicamente los hechos. En ello emuló con las agencias ap, upi y afp,
tan imaginativas y fantasiosas, que con una falta total de ética
profesional y escrúpulos, hacían desembarcar fuerzas en el puerto de
Bayamo, anunciaban cruentos combates en las calles de La Habana y
Cienfuegos, el avance impetuoso de tanques rusos contra la capital, el
sobrevuelo de Migs soviéticos que nunca habían llegado a suelo cubano, y
masivos alzamientos en la Sierra Maestra, entre otras falacias.
Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, los maestros del jingoísmo, fueron
niños comparados con estos.
El 3 de abril, el Departamento de Estado publicó su primer Libro
Blanco sobre Cuba, donde afirmaba: «La situación presente en Cuba hace
confrontar al Hemisferio Occidental y al sistema interamericano un reto
grave y urgente».
A inicios de ese mes, la Junta de Jefes de Estado Mayor ordenó al Comando de Defensa Aérea de América del Norte
(Norad), ejecutar la Operación SouthernTip,
que establecía una estación de vigilancia por radar en el mar, con tres
buques der y agr, para monitorear el espacio aéreo entre Cuba y la
parte meridional de la Florida. Los buques, que rotaban, eran ubicados a
unas 100 millas al este de Key West, unas 80 al sur de Miami y a 90 de
la costa norte de Cuba.
Las fuerzas de la invasión se prepararon durante más de un año
Desde el 13 de abril, el buque de mando gci Northampton con la
jefatura de la segunda Flota, dirige desde las cercanías de la Isla
Bimini, en la Florida, las operaciones de traslado a Cuba de la brigada
mercenaria 2506, embarcada en Nicaragua. Armada y pertrechada hasta los
dientes, esta incluía la posesión de unos 35 aviones, de ellos 16
bombarderos b‑26, estuvo escoltada por una poderosa agrupación naval
norteamericana que brindó cobertura al desembarco, en espera de la orden
–que nunca llegó – , de entrar en acción en apoyo del autotitulado
Gobierno espurio del traidor José Miró Cardona, anclado en una
instalación militar de la Florida.
El destacamento naval norteamericano de cobertura era muy superior en
poder de fuego a la brigada mercenaria. Nombrado Fuerza de Tarea Alfa,
lo componían el portahelicópteros de asalto anfibio lph‑4 Boxer, con un
batallón de la 2da. División de Infantería de Marina a bordo; el
portaaviones cvs‑9, Essex, con 40 aviones de combate: los destructores
dd 507 Conway; dd 756 Murray; dd 701 Eaton, y el portaaviones cva
Independence, con 70 aviones. Lo acompañaban dos submarinos. Eran las
mismas fuerzas y medios que durante más de un año venían preparándose
intensamente para una guerra inminente.
El 16 de abril, unidades navales de Estados Unidos realizan durante
la noche acciones demostrativas al norte de La Habana y Pinar del Río,
Oriente e Isla de Pinos, con acercamientos de entre diez y seis millas
de la costa, con el fin de confundir y demorar al mando cubano la
identificación del lugar del desembarco. El 17 de abril, unidades
navales de la marina de guerra norteamericana realizaron una maniobra de
distracción radioelectrónica desde el norte del puerto de Mariel, en La
Habana, hasta Bahía Honda, Pinar del Río, pretendiendo desviar la
atención de la dirección del golpe principal.
La cia reclutó sus mercenarios en Estados Unidos y los preparó en
campamentos en Guatemala, Puerto Rico y Miami, y en instalaciones
militares norteamericanas como Fort Bragg y Norfolk en Virginia, Fort
Myers y Opalocka en la Florida, Vieques en Puerto Rico, y Fort Guly en
Panamá. En la base aérea de Homestead, en la Florida, el ejército de
Estados Unidos, entrenó una fuerza contrarrevolucionaria de choque, que
pretendía
desembarcar directamente en la provincia oriental, con el
apoyo de la Base Naval de Guantánamo, donde aguardaba una fuerza
inhabitual de alrededor de 40 buques de combate y aseguramiento,
concentrados allí a inicios del mes de abril de 1961. Para justificar
tal presencia, el Pentágono anunció la realización de una maniobra
militar en el área del Caribe. Era en realidad, la cobertura bélica a la
invasión de Playa Girón.
Los organizadores norteamericanos de la invasión, enviaron a tierra
equipos de exploración, para asegurar el desembarco mercenario. Cuatro
pilotos norteamericanos pertenecientes a la Guardia Nacional de Alabama,
murieron abatidos por el fuego de nuestros aviones y, derrotada la
invasión, en una mezcla de arrogancia e impotencia, aeronaves de combate
del portaaviones Essex, sobrevolaron los campos ya libres de
mercenarios de Playa Girón.
Aunque el desenlace principal de los hechos ocurrió en la Ciénaga de
Zapata, Girón no fue solo allí. El país completo vivió la amenaza del
desembarco y la agresión. El 15 de abril, en la provincia oriental, muy
cerca de Baracoa, la agrupación mercenaria del traidor Nino Díaz se
disuadió de desembarcar, al percatarse de la presencia de fuerzas
revolucionarias. Aquel intento estaba vinculado a una probable
autoagresión en la Base Naval de Guantánamo, como pretexto para una
intervención armada directa.
De haberse consolidado la cabeza de playa, y ocurrir la intervención
directa de las fuerzas armadas de Estados Unidos, la historia hubiera
sido diferente. Con toda seguridad, estuviéramos hoy combatiendo contra
el imperio, si no lo hubiéramos derrotado antes. Como dijera nuestro
Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por el aniversario XXV de
la victoria de Playa Girón:
«…La importancia de Girón no está en la magnitud de la batalla, de
los combatientes, de los hechos heroicos que allí tuvieron lugar; la
gran trascendencia histórica de Girón no es lo que ocurrió, sino lo que
no ocurrió gracias a Girón».
Tomado de Granma