Ecua­dor. Gua­ya­quil: Tes­ti­mo­nios de la tra­ge­dia humanitaria

May­ra Cai­za /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​21 de abril de 2020

La cri­sis del sis­te­ma de salud en Gua­ya­quil pro­vo­có un colap­so de las mor­gues de la ciu­dad. Los falle­ci­dos son tras­la­da­dos en con­te­ne­do­res a los cemen­te­rios y cien­tos de fami­lias lle­van sema­nas bus­can­do los cuer­pos de sus seres que­ri­dos. Com­par­ti­mos tes­ti­mo­nios de her­ma­nos, nie­tas y ami­gos que en medio del luto están luchan­do con la negli­gen­cia de las instituciones.

Fer­nan­do Larro­sa está en su casa en Gua­ya­quil y escri­be: “Hoy a mi tía le han dicho que el cuer­po de mi her­ma­na está en un con­te­ne­dor, pero no saben dón­de. Supues­ta­men­te has­ta ayer la tenían ubi­ca­da”. Eso fue el miér­co­les pasa­do, el déci­mo día des­de que Larro­sa, de 51 años, bus­ca a su her­ma­na. Jua­na Kathe­ri­ne Larro­sa León era abo­ga­da y defen­so­ra Públi­ca de Gua­ya­quil. Cuan­do empe­za­ron sus sín­to­mas, lle­va­ba alre­de­dor de un mes tra­ba­jan­do des­de casa. “No podía res­pi­rar, tenía fie­bre, tenía el virus”, dice Fer­nan­do. “Bus­cá­ba­mos una clí­ni­ca, pero todas esta­ban colap­sa­das. Mi her­ma­na anda­ba con el dine­ro en la mano, deses­pe­ra­da por ingre­sar­se, pero no pudo”.

Al final Jua­na encon­tró lugar en Hos­pi­tal de Los Cei­bos, del Ins­ti­tu­to Ecua­to­riano de Segu­ri­dad Social (IESS). Allí le colo­ca­ron oxí­geno y fue esta­bi­li­za­da, inclu­so un día antes de su muer­te esta­ba mejor, rela­ta su her­mano Fer­nan­do vía tele­fó­ni­ca des­de su cuar­to, don­de per­ma­ne­ce ais­la­do. En la ficha de Jua­na se colo­ca­ron los datos de él como núme­ro de con­tac­to, pero nun­ca le lla­ma­ron. Fer­nan­do se ente­ró de su muer­te por su tía, que es enfer­me­ra y acu­dió a la casa de salud. Ella lle­gó cin­co horas des­pués de que el cuer­po de Jua­na fue tras­la­da­do a la mor­gue. Eso fue el lunes 6 de abril, dos días des­pués de que ingre­só al hospital.

No hubo cer­co epidemiológico

Des­de ese día, la fami­lia ha inten­ta­do recu­pe­rar el cuer­po de Jua­na y sus per­te­nen­cias: cédu­la de iden­ti­dad, dine­ro, tar­je­tas de cré­di­to y su telé­fono, pero no han teni­do res­pues­ta has­ta ayer, doce días des­pués de su falle­ci­mien­to. Fer­nan­do comen­ta que logró con­ver­sar con el direc­tor de la mor­gue del hos­pi­tal, quien le con­fir­mó que Jua­na esta­ba ahí y que el 17 de abril, será sepul­ta­da en el Cam­po­san­to Par­que de la Paz “La Auro­ra” en el nor­te de la ciu­dad costera.

Según el acta de defun­ción, la cau­sa de la muer­te de Jua­na fue­ron las com­pli­ca­cio­nes cau­sa­das por el Covid-19, que ape­nas le fue detec­ta­do en el hos­pi­tal, pese a que Fer­nan­do lla­mó insis­ten­te­men­te al 171 y al 911 para que su her­ma­na reci­bie­ra el examen, pero no reci­bió res­pues­ta. Recién cua­tro días des­pués de la muer­te de Jua­na lle­ga­ron los médi­cos a su casa. Toma­ron mues­tras de su padre, de 75 años, quien ya pre­sen­ta­ba sín­to­mas de Covid-19. En cam­bio la madre no reci­bió el examen, por­que no regis­tra­ba pro­ble­mas de salud. Tam­po­co se reali­zó el cer­co epi­de­mio­ló­gi­co con las per­so­nas que tuvie­ron víncu­lo con Jua­na, ase­gu­ra Fer­nan­do, quien ha pre­sen­ta­do cua­dros de fie­bre. Una tomo­gra­fía hecha con un médi­co pri­va­do reve­ló días des­pués que tan­to Fer­nan­do como su espo­sa sufren de pul­mo­nía viral. Aho­ra cada uno está en su cuar­to guar­dan­do cua­ren­te­na y siguien­do el tra­ta­mien­to. “Esta­mos ama­rra­dos de pies y manos”, dice Fer­nan­do, y en su voz se sien­te la impo­ten­cia. “Ni yo ni mis padres pode­mos salir”. Su úni­co con­tac­to con el exte­rior es su tía enfer­me­ra, que tra­ba­ja tur­nos de 24 horas y en sus días libres tra­ba­ja por recu­pe­rar el cuer­po de Jua­na. Los Larro­sa, son una de cien­tos de fami­lias que enfren­tan el mis­mo pro­ble­ma en Guayaquil.

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La cri­sis del sis­te­ma de salud en la ciu­dad cos­te­ra empeo­ró la sema­na del 23 de mar­zo, dice Billy Nava­rre­te, secre­ta­rio gene­ral del Comi­té Per­ma­nen­te de Dere­chos Huma­nos (CDH) de Gua­ya­quil. Fue en esta sema­na que el Hos­pi­tal Gene­ral Guas­mo Sur colap­só y los cadá­ve­res de las per­so­nas se empe­za­ron a amon­to­nar en los corre­do­res del cen­tro de salud, debi­do a que la mor­gue ya esta­ba col­ma­da. Este hos­pi­tal reci­be el mayor núme­ro de pacien­tes con sos­pe­chas de Covid-19 en la ciu­dad, pues­to que se tuvo que espe­cia­li­zar en enfer­me­da­des res­pi­ra­to­rias tras el cie­rre del Hos­pi­tal Neu­mo­ló­gi­co Alfre­do Valen­zue­la, hace cua­tro años.

Jua­na Larro­sa León vivía jun­to a sus padres en la ciu­dad de Gua­ya­quil. Era abo­ga­da y defen­so­ra Públi­ca. Foto: archi­vo familiar.

Con los cadá­ve­res amon­to­na­dos, el gobierno Cen­tral anun­ció fosas comu­nes y la cre­ma­ción de los cuer­pos. Una idea que gene­ró indig­na­ción y preo­cu­pa­ción en la pobla­ción. Por lo tan­to, el pre­si­den­te Lenín Moreno orde­nó entie­rros indi­vi­dua­li­za­dos y dis­pu­so con­te­ne­do­res como mor­gues tem­po­ra­les, pero el caos ya se había gene­ra­do. Deses­pe­ra­do por la situa­ción, los fami­lia­res hur­ga­ron entre los cuer­pos que esta­ban en la mor­gue y abrie­ron el cie­rre de las fun­das, que tie­nen una eti­que­ta con los datos del cuer­po en la par­te exte­rior. “Al hacer eso van rom­pien­do la iden­ti­fi­ca­ción“, expli­ca Billy Nava­rre­te, “enton­ces, lue­go todo se vuel­ve un caos por­que rom­pes la úni­ca opción para que se pue­da bus­car orde­na­da­men­te”. Con este cri­te­rio el pre­si­den­te de BanE­cua­dor y encar­ga­do de la Fuer­za de Tarea Con­jun­to, Jor­ge Wated, que coor­di­na el gru­po que reco­ge los cadá­ve­res de las casas y hos­pi­ta­les echa la cul­pa a los civi­les que han roto la iden­ti­fi­ca­ción. En cam­bio, Nava­rre­te dice que la res­pon­sa­bi­li­dad no es de los fami­lia­res que entra­ron, sino que es res­pon­sa­bi­li­dad de los fun­cio­na­rios que han per­mi­ti­do que esta situa­ción lle­gué has­ta ahí. Exis­ten cen­te­nas de fami­lias que están bus­can­do los cuer­pos de sus seres que­ri­dos muer­tos duran­te la pan­de­mia. “No son vein­te ni trein­ta, son cien­tos que no están identificados”.

Pero Jor­ge Wated ase­gu­ra que todos están iden­ti­fi­ca­dos y tra­tan­do de orde­nar el caos. El gobierno dis­pu­so la ante­rior sema­na que los fami­lia­res que pue­dan reti­rar los cuer­pos iden­ti­fi­ca­dos de los falle­ci­dos lo hagan den­tro de las 24 horas de las mor­gues, caso con­tra­rio el gobierno asu­me la tarea del entie­rro sin cos­to y en un cam­po santo.

Mien­tras tan­to, el Hos­pi­tal Gene­ral Guas­mo Sur, igual que los otros de la red de hos­pi­ta­les del sis­te­ma de salud públi­ca, recu­rre a los tres con­te­ne­do­res para tras­la­dar los cuer­pos de los falle­ci­dos a los cemen­te­rios. Según Billy Nava­rre­te “cada con­te­ne­dor alma­ce­na apro­xi­ma­da­men­te 100 cadá­ve­res en fun­das negras”. La for­ma de ope­rar allí den­tro inquie­ta al secre­ta­rio del CDH, por ello el lunes pasa­do estu­vo jun­to a un gru­po de perio­dis­tas inter­na­cio­na­les en los exte­rio­res del Cam­po Eterno de Pas­cua­les, en el nor­te de Gua­ya­quil, a una hora del Hos­pi­tal del Guas­mo. Ahí vio uno de los con­te­ne­do­res y al lado una exca­va­do­ra. “Han pro­me­ti­do que los entie­rros se han indi­vi­dua­li­za­dos”, dice Nava­rre­te, “pero en el peor de los casos van a tener que ente­rrar todos en un lugar, que se lo lla­ma­ría fosa común, no ten­dría otra deno­mi­na­ción, y colo­car al azar el nom­bre de las per­so­nas. No van a tener chan­ce para rea­li­zar prue­bas de ADN a las cen­te­nas de per­so­nas que no tie­nen iden­ti­fi­ca­ción, por­que ade­más es caro”.

Esta situa­ción, es la últi­ma tuer­ca de todo un pro­ce­so de negli­gen­cia — enfa­ti­za el secre­ta­rio gene­ral del CDH — pues se entie­rra el cuer­po, se entie­rra el recla­mo ante una ins­ti­tu­cio­na­li­dad que debe fun­cio­nar, pero no ha fun­cio­na­do. “Las per­so­nas han teni­do que resol­ver su situa­ción por cuen­ta propia”.

El regis­tro y entierro

El Regis­tro Civil, median­te su pági­na web, infor­ma que para la ins­crip­ción de una defun­ción se debe cum­plir con dos requi­si­tos: lle­nar el for­mu­la­rio Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca y Cen­sos (INEC) de defun­cio­nes y por­tar la cédu­la del soli­ci­tan­te de la ins­crip­ción. Este pro­ce­so es gra­tui­to y se lo rea­li­za des­de las 08:00 has­ta las 17:00, solo en las ciu­da­des de Gua­ya­quil, Qui­to y Durán.

Tras este pro­ce­so, el fami­liar debe ingre­sar a la pági­na coro​na​vi​ru​se​cua​dor​.com para cono­cer el lugar don­de han sido sepul­ta­do su ser que­ri­do. En Gua­ya­quil, si la per­so­na falle­ció en el sis­te­ma hos­pi­ta­la­rio del IESS, será ente­rra­da en el Cam­po­san­to Par­que de la Paz “La Auro­ra”; mien­tras que si el falle­ci­do pro­vie­ne de vivien­das, hos­pi­ta­les pri­va­dos y del sis­te­ma de salud públi­ca, su cuer­po será ente­rra­do en el Cam­po Eterno de Pascuales

La CDH ese mis­mo lunes reco­gió tes­ti­mo­nios que afir­man la lle­ga­da de un con­te­ne­dor con cadá­ve­res a la parro­quia rural de Pas­cua­les el miér­co­les de la ante­rior sema­na, dejan­do una señal de san­gre en la vía. Billy Nava­rre­te, jun­to a varios perio­dis­tas qui­sie­ron regis­trar ese hecho, pero fue­ron impe­di­dos por el per­so­nal de la Arma­da que se acer­có a uno de los perio­dis­tas y, sin auto­ri­za­ción, sus­tra­jo la memo­ria de su dis­po­si­ti­vo de regis­tro aéreo (dron) y se la lle­vó sin dar expli­ca­ción ni dejar cons­tan­cia. La tar­je­ta de memo­ria fue devuel­ta en horas de la tar­de, en la recep­ción del hotel don­de se hos­pe­dan dichos perio­dis­tas, así lo denun­ció la aler­ta emi­ti­da por la orga­ni­za­ción. Tam­bién, los mora­do­res del sec­tor denun­cia­ron que tie­nen pro­ble­mas al rea­li­zar lla­ma­das tele­fó­ni­cas o conec­tar­se a la red de inter­net des­de que difun­die­ron los videos de la línea de san­gre que deja­ban los trái­le­res, que según los veci­nos ingre­san tres veces al día.

Des­pués de que los mor­gues de los hos­pi­ta­les en Gua­ya­quil han colap­sa­do fue­ron habi­li­ta­do tres con­te­ne­do­res. Ellos fun­cio­nan como mor­gues tem­po­ra­les. Foto: cor­te­sía CDH

Tras la denun­cia de los veci­nos ante una posi­ble con­ta­mi­na­ción, Jor­ge Wated, se pro­nun­ció median­te su cuen­ta de Twit­ter: “En rela­ción al jus­to recla­mo de los mora­do­res de Pas­cua­les, hemos coor­di­na­do con la alcal­día para la res­pec­ti­va sani­ti­za­ción en los siguien­tes minu­tos”. Ade­más, expli­có ante­ayer que están con cero falle­ci­dos pen­dien­tes y sigue los sepul­tos en los cemen­te­rios asignados.

Sin embar­go, no todas las per­so­nas saben dón­de están los cuer­pos de sus seres que­ri­dos. Por eso, y a pesar del calor y los ries­gos de un posi­ble con­ta­gio, con­ti­núan acu­dien­do al Hos­pi­tal Guas­mo Sur. “Pero aho­ra a los fami­lia­res que recla­man los cuer­pos no les dejan estar ni a las afue­ras de los hos­pi­ta­les”, comen­ta Billy Nava­rre­te, del CDH. “Les dicen que tie­nen que regre­sar a casa a espe­rar la lla­ma­da del hos­pi­tal, para decir cuán­do y a qué hora pue­den ir a reti­rar el cuer­po. Pero esa lla­ma­da nun­ca llega”.

Sin res­pues­ta que­dó tam­bién la fami­lia de Joselyn Zava­la Reyes. Su abue­lo, el sas­tre reti­ra­do José Ciro Zava­la Sán­chez de 70 años, ingre­só el 29 de mar­zo al Hos­pi­tal de Los Cei­bos con pro­ble­mas respiratorios.Tan solo un par de horas des­pués falle­ció por una insu­fi­cien­cia res­pi­ra­to­ria agu­da. La nie­ta pre­gun­tó a Jor­ge Wated sobre el para­de­ro del cuer­po de su abue­lo, pero no tuvo res­pues­ta. Has­ta aho­ra la fami­lia lle­va 19 días buscándolo.

Joselyn dice que fue­ron a pre­gun­tar al hos­pi­tal y le dije­ron, que lo habían lle­va­do en un con­te­ne­dor al Par­que de la Paz de la Auro­ra. La nie­ta ingre­so los datos al por­tal coro​na​vi​ru​se​cua​dor​.com que regis­tra el lugar don­de fue­ron ente­rra­das las per­so­nas tras­la­da­das en los con­te­ne­do­res, pero no encon­tró a Don José. “Es muy dolo­ro­so no saber dón­de repo­sa nues­tro fami­liar”, cuen­ta Joselyn, “son muchas fami­lias que están pasan­do por lo mismo”.

Ante esta reali­dad, el CDH y la Fun­da­ción Acción Igua­li­ta­ria des­de el domin­go pasa­do habi­li­ta­ron una pla­ta­for­ma de regis­tro de casos de per­so­nas falle­ci­das, don­de fami­lia­res pue­den denun­ciar el extra­vío del cuer­po y el dere­cho a una sepul­tu­ra indi­vi­dua­li­za­da. La infor­ma­ción soli­ci­ta­da se trans­mi­ti­rá a las auto­ri­da­des com­pe­ten­tes para exi­gir ver­dad y jus­ti­cia por pre­sun­tos actos de negli­gen­cia come­ti­dos por repre­sen­tan­tes del Esta­do del Ecua­dor, pre­ci­sa el for­mu­la­rio.

El 16 de abril, el Gobierno ecua­to­riano con­fir­mó que exis­te un incre­men­tó de 4.700 muer­tos más en la pro­vin­cia cos­te­ra de Gua­yas, don­de antes de la pan­de­mia regis­tra­ba apro­xi­ma­da­men­te 2.000 muer­tes al mes. “Con el Minis­te­rio de Gobierno y con el Regis­tro Civil tene­mos apro­xi­ma­da­men­te 6.703 falle­ci­dos repor­ta­dos en estos 15 días de abril en la pro­vin­cia del Gua­yas”, dijo el jefe de la Fuer­za de Tarea Con­jun­ta (FTC), Jor­ge Wated, en una rue­da de pren­sa virtual.

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El cuer­po de Alfon­so Cede­ño, obre­ro de lim­pie­za de las calles y diri­gen­te de la Fede­ra­ción de Tra­ba­ja­do­res Demo­crá­ti­cos del Gua­yas estu­vo todo el tiem­po en la mor­gue, pero nin­gún fun­cio­na­rio lo veri­fi­có. Por lo tan­to el diri­gen­te social y barrial ape­nas pudo ser sepul­ta­do des­pués de 17 días de su muer­te, en el Cemen­te­rio Jar­di­nes de Espe­ran­za. Su ami­go Alon­so López cono­ció a don Alfon­so Cede­ño en un encuen­tro sin­di­cal, 25 años atrás. Des­de ese día tra­ba­ja­ron jun­tos en mar­chas, plan­to­nes y foros. “Cuan­do íba­mos a un even­to siem­pre regre­sá­ba­mos jun­tos, recuer­da Alon­so, quien ade­más es diri­gen­te de la Unión Nacio­nal de Edu­ca­do­res del Gua­yas. “Se com­ple­ta­ba para el pasa­je o para ir a comer. Era un ser humano com­pro­me­ti­do con la humanidad”.

Pero el enemi­go invi­si­ble, como Alon­so lla­ma al virus, lo alcan­zó. Por no haber reci­bi­do res­pues­ta ni del 171 ni del 911, los pro­ble­mas res­pi­ra­to­rios de don Alfon­so empeo­ra­ron sin tra­ta­mien­to alguno, por lo que opta­ron por bus­car la ayu­da de sus ami­gos y cono­ci­dos. En pleno toque de que­da logra­ron lle­var­lo al Hos­pi­tal Pedro Mal­do­na­do Car­bo. Pasó la noche sen­ta­do en una silla de rue­das, espe­ran­do un tan­que de oxí­geno y una cami­lla. Al día siguien­te lo aten­die­ron. Seten­ta y dos horas des­pués Alfon­so Cede­ño falleció.

A Alfon­so Cede­ño (cen­tro) le gus­ta­ba leer tex­to sobre la revo­lu­ción y el socia­lis­mo en la región. Foto: archi­vo familiar.

Fami­lia­res y ami­gos com­pra­ron un ataúd y un espa­cio en el Cemen­te­rio Jar­di­nes de Espe­ran­za. Todo esta­ba lis­to para el entie­rro, pero el cuer­po no apa­re­cía. En este momen­to “comen­zó el cal­va­rio de que el cuer­po no apa­re­ce“, dice Alfon­so López. Día tras día iban a un hos­pi­tal y a otro. Inclu­so, los fami­lia­res ingre­sa­ron a revi­sar uno de los con­te­ne­do­res con los muer­tos, pero no lo encon­tra­ron. Para Alon­so lo más indig­nan­te ocu­rrió, cuan­do la fami­lia reci­bió una foto del Cemen­te­rio Jar­dín de la Espe­ran­za indi­can­do que el sepe­lio de Alfon­so Cede­ño fue el 3 de abril y que su cuer­po yacía ahí, pero cuan­do el sobrino del falle­ci­do fue a veri­fi­car­lo se encon­tró con una tum­ba vacía. Eso gene­ró dolor e indig­na­ción a la fami­lia y ami­gos que el sába­do, median­te una cam­pa­ña en las redes socia­les, bajo la con­sig­na “#Sepe­lio­Digno, 14 días des­apa­re­ci­do, exi­gi­mos que apa­rez­ca su cuer­po”, logra­ron que el mis­mo Jor­ge Wated se pro­nun­cie públi­ca­men­te: “El cuer­po del señor Alfon­so Cede­ño está en la mor­gue del Hos­pi­tal Teo­do­ro Mal­do­na­do”, escri­bió en Twit­ter. “En esta sema­na le dare­mos cris­tia­na sepul­tu­ra. El día que lo haga­mos apa­re­ce­rán sus datos en la página”.

Con esta infor­ma­ción, la fami­lia acu­dió al hos­pi­tal, ingre­só a la mor­gue y encon­tró el cuer­po de su fami­liar. “Esta­ba iden­ti­fi­ca­do y eti­que­ta­do, nun­ca estu­vo bota­do“, dice Alon­so. “La fami­lia entró, lo vio y lo iden­ti­fi­có por sus ras­gos”. Alon­so, se pre­gun­ta si esta­ba ahí todo el tiem­po y por qué no les entre­ga­ron. “Todos los días nos levan­ta­mos exi­gien­do, lla­man­do, pre­gun­tan­do. Era duro ver a la fami­lia deses­pe­ra­da, ver los tur­nos que se hacían por­que des­pués del toque de que­da, solo un fami­liar podía que­dar­se hacien­do el segui­mien­to, en medio de la llu­via y el calor”.

El cuer­po de Alfon­so Cede­ño de 57 años de edad fue sepul­ta­do la tar­de del lunes, 13 de abril, en el Cemen­te­rio Jar­di­nes de Esperanza.

Tex­to: May­ra Cai­za Cola­bo­ra­ción: Romano Paga­ni­ni y Emi­lio Bermeo

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