Guadi Calvo* /Resumen Latinoamericano/03 de abril de 2020
La virulenta
campaña antí islámica del Primer Ministro indio Narendra Modi que se verifica
en la violenta represión contra los grupo independentistas de Cachemira, de
mayoría musulmana, y la aplicación de
la ley la Ley de Enmienda de Ciudadanía (CAA), con la que se procura dejar sin
la nacionalidad a quizás a millones de musulmanes
indios, lo que ha provocado importantes protestas a lo largo de todo el país,
durante el pasado mes de febrero, las que se han saldado con docenas de
muertos, miles de detenidos, además de cuantiosas pérdidas materiales en
barrios y comunidades islámicas,
(Ver. India; los Dioses bastardos). Ha lo que se debe sumar que la constante
propaganda del régimen neo nazi de
Modi, está provocado también miles de episodios de violencia individual y
“espontanea” hacía musulmanes, en
comunidades que poco tiempo atrás, convivían en armonía. Se repiten cada vez
con más frecuencia que ciudadanos comunes de origen hindú, ataquen a musulmanes
provocando graves heridas y en algunos casos incluso la muerte.
El odio
irracional instalado por Modi, que ha radicalizado las pasiones de uno y otro
lado, que puede escalar hasta una verdadera guerra civil, teniendo en cuenta que
los musulmanes representan la primera
minoría religiosa de la India con poco más de 200 millones de almas, lo que de
hecho significa un verdadero puente de plata lo que el Primer Ministro está
extendiendo al fundamentalismo islámico,
siempre propenso a agudizar la polarización entre los diferentes grupos
religiosos, ha profundizado los vectores de odio, que es como ha conseguido que
miles de jóvenes alrededor del mundo se incorporen a sus organizaciones.
Y usufructuando la
polarización religiosa de India, la Willat
Daesh Khorasan, la franquicia del Daesh
global, que operan Afganistán, Pakistán, Cachemira e India ha iniciado acciones
contra Nueva Delhi.
El pasado miércoles
25 de marzo, un comando del Daesh Khorasan
atacó el centro religioso Sij, Gurudwara
Har Rai Sahib, de Kabul, (Afganistán), según testigos entre seis y ocho muyahidines, entrando de dos en dos
abrieron fuego al momento del culto. Matando a veinticinco fieles, tras lo que
tomaron el edificio en el que había unas ochenta personas, resistiendo varias
horas los intentos de retoma por parte de los hombres de la policía y el
ejército afgano. Las autoridades han podido identificar a Mohammed Mohsin, también
conocido como Abu Khalid al-Hindi, procedente del estado indio de Kerala, que
abandonó India en 2018 y llegó a Afganistán cruzando por Emiratos Árabes Unidos,
para ingresar a Irán.
En el comunicado
de la organización terrorista que se adjudica el ataque señala que fue “una
venganza por los musulmanes en cachemires”, quienes sufren desde el año pasado
la constante represión de parte del ejército indio. Según algunas fuentes
locales, el objetivo original del ataque no habría sido el complejo Gurudwara de
Kabul, sino el consulado indio de Jalalabad, capital de la provincia de
Nangarhar o la embajada de Nueva Delhi en Kabul. Atacar intereses indios no es
casual, sino que encierra toda una especulación política por parte de los
ideólogos del atentado, ya que India ha realizando importantes esfuerzos
económicos y políticos en Afganistán en procura de consolidar un alianza
estratégica frente al siempre amenazante Pakistán.
Este es el segundo ataque que realiza el Daesh Khorasan contra la comunidad Sij, en Afganistán, el anterior se
produjo el Este fue el segundo ataque de ISKP
contra la comunidad minoritaria sij de Afganistán después del atentado suicida en
julio de 2018 contra una caravana hindúes
y Sijs en Jalalabad, capital de la provincia
de Nangarhar, donde murieron 19 personas, que viajaban para un encuentro con el
presidente afgano Ashraf Ghani, de gira en Nangarhar, cuando un atacante
suicida detonó la carga explosiva que llevaba adosados a su cuerpo.
El ataque contra
el complejo Gurudwara, se produce como una reacción del Daesh, tras los duros reveses que viene recibiendo en las últimas
semanas por parte de las fuerzas de seguridad norteamericanas, afgana y el
propio talibán, quien no admite
ninguna otra organización de sus características en su país. La fuerza fundada
en 2014, por el califa Abu Bakr al-Baghdadi
concentra la mayoría de sus efectivos, unos dos mil combatientes, en la
provincia de Kunar en el este afgano.
Más allá de los
reveses, la organización sigue resistiendo y espera, habiendo realizado una
importante cantidad de ataques durante las últimas semanas, particularmente
intensos, después de los acuerdo de paz a los que llegaron el Talibán y los Estados Unidos en Doha, en
febrero último, (Ver: Afganistán:
¿Acuerdo o salvoconducto para Trump?). La estrategia del Daesh, se funda su capacidad para
convocar a milicianos más intransigentes del Talibán y sus aliados de al-Qaeda,
que se nieguen a aceptar el acuerdo con Washington, una posibilidad mucho más
que probable.
Con destino India
El Daesh, inmediatamente después de los
ataques de Pascua en Sri Lanka en mayo de 2019 (Ver: (Ver: Sri Lanka: Muerte en pascuas).y la perdida de los últimos
territorios en Irak y Siria, todavía vivó el califa Ibrahím (Abu Bakr al-Baghdadi) declaró a la India, como provincia
de su califato o Wilāyat al-Hind.
Tras los disturbios
del pasado mes de febrero en Delhi, que dejaron cerca de cincuenta muertos, el
29 de marzo, el Daesh, en el segundo
número de su revista, Sawt al-Hind (Voz
de Hind) en cuya portada aparece el título “Entonces, ¿a dónde vas? Un llamado
a los musulmanes de la India” donde se pide a los musulmanes indios, en nombre del Islam, a unirse al Daesh,
en donde se cataloga de apóstatas a los talibanes
y exige a sus milicianos a desertar de la organización del mullah Haibatulá Ajundzada e incorporarse al Daesh Khorasan.
Los expertos
consideran que no es casual, la utilización por parte del Daesh, de un shahid (suicida)
de origen indio en el ataque al complejo Gurudwara de Kabul, en primer lugar
porque incluye la presencia india en una acción terrorista ejecutada en uno de
los puntos más seguros de la capital afgana, cuando además la ciudad está
bloqueada por las restricciones del COV-19coronavirus, alentando así a los musulmanes indios, a incorporarse de
cualquier modo a la causa takfirista;
Demostrar que Daesh, sigue presente
en Afganistán y no ha sido derrotado. Tampoco es casual la utilización de un
atacante un ciudadano indio para para la operación contra un templo Sij, lo que en momentos de gran
revulsión interna de India por cuestiones religiosas incorporar a los sijistas (seguidores) a las disputas,
añadiría un nuevo dolor de cabeza a Modi. Ya que los creyentes Sijs, una religión fundada en el siglo
XVI, por un santón llamado Nanak Dev Ji, tomando elementos del hinduismo y el islam, como la
reencarnación, el vegetarianismo o la prohibición del alcohol, son
particularmente fervorosos, y que a pesar de representar solo 2.2 por ciento de
los 1300 millones de habitantes que tiene India, alcanzado apenas a los veinte
millones, que la convierte en la cuarta más numerosa del país, han participado
de innumerables revueltas. La mayoría de esta comunidad se encuentra en el
Punjab estado fronterizo con Pakistán, una nación netamente musulmana y jurada enemiga de Nueva
Delhi.
Si bien hasta
ahora, la comunidad musulmana de
India, se ha mantenido alejada de los postulados del Daesh, y son pocos los militantes indios en las filas de las
organizaciones wahabitas, incluso en
Cachemira, las acciones de Modi, podrían provocar la radicalización de muchos musulmanes, particularmente los jóvenes.
En febrero, las khatibas (brigadas) del Daesh en Jammu y Cachemira emitieron un
comunicado que amenazaban con acciones militares con los Servicios de
Inteligencia, que trabajan en esos estados y particularmente contra grupos
ultra nacionalistas hindúes como el Rashtriya
Swayamsevak Sangh o RSS (Asociación
Patriótica Nacional) una de las organizaciones que dan apoyatura ideológica y
política al presidente Modi, que operaran ilegalmente como bandas
paramilitares.
Al tiempo que el
presidente Narendra Modi, continúe con diatriba anti islámica, la radicalización de los musulmanes indios a mediano plazo dado la importante cantidad de madrassas y mezquitas de la orden wahabí,
propaladores de la ideología más extrema del islam, que existen en India, provocaran que una gran irrupción del Daesh sea inevitable.
*Guadi
Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado
en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.