El mun­do tras la pandemia

Por Luis Brit­to Gar­cía, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 abril 2020

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Cin­co meses han pasa­do des­de la detec­ción del Coro­na­vi­rus, se lo ha decla­ra­do pan­de­mia, pero no pode­mos pre­ver sus efec­tos defi­ni­ti­vos. Sabe­mos que su tasa de muta­ción es baja, por lo cual es poco pro­ba­ble que mute hacia una varie­dad ino­fen­si­va. Sin embar­go, esa esta­bi­li­dad impli­ca que se podría desa­rro­llar con­tra él una vacu­na de efi­ca­cia per­du­ra­ble. Su des­tino y el nues­tro depen­den de las polí­ti­cas sani­ta­rias, vale decir, de la res­pues­ta huma­na. O de las res­pues­tas huma­nas, por­que a pesar de que la pan­de­mia es una sola, se han plan­tea­do mane­ras anta­gó­ni­cas de enfrentarla.

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Dos con­cep­cio­nes sobre la socie­dad y la eco­no­mía se dispu­tan el mun­do. La pri­me­ra sos­tie­ne que la eco­no­mía exis­te para ser­vir a la socie­dad y que por tan­to en algu­na medi­da debe estar bajo con­trol social. La segun­da afir­ma que la socie­dad exis­te para ser­vir a la eco­no­mía y que por tan­to la debe dejar hacer, dejar pasar. Las posi­cio­nes ante la eco­no­mía se tra­du­cen en estra­te­gias ante la pan­de­mia. Las nacio­nes que inten­tan con­tro­lar la eco­no­mía –Chi­na, Cuba, Vene­zue­la- con­tro­lan el con­ta­gio. Las nacio­nes que dejan hacer y pasar a la eco­no­mía tam­bién dejan hacer y pasar al coronavirus.

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En los paí­ses don­de la socie­dad ejer­ce algún gra­do de con­trol sobre la eco­no­mía se garan­ti­zó asis­ten­cia médi­ca a todos; se adop­tó la cua­ren­te­na para impe­dir el con­ta­gio per­so­nal, se pre­fi­rió la pér­di­da de divi­den­dos a la de vidas. En los paí­ses que dicen dejar hacer y dejar pasar, se pre­fi­rió la pér­di­da de vidas a la de divi­den­dos: no se adop­tó cua­ren­te­na; se reser­vó la asis­ten­cia médi­ca sólo para quie­nes pudie­ran pagar­la. En Esta­dos Uni­dos, por ejem­plo, no hay polí­ti­ca nacio­nal de cua­ren­te­na; sólo se pue­de soli­ci­tar licen­cias de enfer­me­dad por dos sema­nas en empre­sas de más de qui­nien­tos emplea­dos; más del 40% de la pobla­ción care­ce de segu­ro médi­co, el cual por cier­to inclu­ye cláu­su­las que lo exo­ne­ran de cubrir casos de pan­de­mia, y tam­po­co exis­te pago extra ni segu­ro para tra­ba­jo de alto ries­go, como el de enfer­me­ros, cami­lle­ros o con­duc­to­res de ambu­lan­cias. Qui­zá por ello sea el país que enca­be­za las esta­dís­ti­cas mun­dia­les de la pan­de­mia para el 15 de abril, con 636.350 casos con­fir­ma­dos, 28.326 falle­ci­dos, a una caden­cia de 9 por día y una pro­por­ción de 195 por 100.000 habi­tan­tes. Espa­ña, país neo­li­be­ral si los hay, ocu­pa un hon­ro­so ter­cer lugar mun­dial en la pan­de­mia, con 182.616 casos, 19.130 víc­ti­mas, 41 muer­tes dia­rias y 391 por 100.000 habi­tan­tes. Mien­tras que Chi­na, don­de se loca­li­za­ron los pri­me­ros casos, a pesar de su enor­me pobla­ción pre­sen­ta sólo 83.356 casos con­fir­ma­dos, con 3.346 falle­ci­dos, en pro­por­ción de 6 por 100.000 habi­tan­tes. Cuba, país blo­quea­do y agre­di­do, pre­sen­ta sólo 814 enfer­mos, con 24 falle­ci­dos, 7 por cada 100.000 habi­tan­tes. Toma­mos estas cifras de El País, dia­rio espa­ñol que se ocu­pa obse­si­va­men­te de cuan­to ocu­rre en Vene­zue­la, y que curio­sa­men­te omi­te infor­mar sobre la salud en nues­tro blo­quea­do, calum­nia­do y agre­di­do país, don­de ape­nas se han pre­sen­ta­do 204 casos, con 111 recu­pe­ra­dos y 9 falle­ci­dos. A tal glo­ba­li­za­ción, tal pan­de­mia infor­ma­ti­va. El País tam­po­co infor­ma­rá que Chi­na, Cuba y Vene­zue­la coope­ran con otros paí­ses envián­do­les medi­ci­nas, per­so­nal y equi­pos médi­cos, mien­tras que Esta­dos Uni­dos blo­quea a Vene­zue­la para que no pue­da reci­bir ali­men­tos ni medi­ci­nas, con agre­si­vo des­plie­gue de guar­da­cos­tas, des­truc­to­res, bar­ca­zas de des­em­bar­co, avio­nes de reco­no­ci­mien­to Awacs, de apo­yo y bata­lla F‑8, Joint Stars, aero­na­ves de vigi­lan­cia, heli­cóp­te­ros, guar­da­cos­tas, Mari­nes, efec­ti­vos de la Fuer­za Aérea y fuer­zas de Ope­ra­cio­nes Espe­cia­les en núme­ros y equi­pa­mien­tos no determinados. 

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Los núme­ros cita­dos invi­tan a la rec­ti­fi­ca­ción, los pode­res domi­nan­tes con­vo­can a la obs­ti­na­ción. Como de cos­tum­bre, sólo pien­san cómo sacar­le pro­ve­cho al desas­tre. Henry Kis­sin­ger afir­mó en el Wall Street Jour­nal que “Los líde­res están lidian­do con la cri­sis des­de una pers­pec­ti­va prin­ci­pal­men­te nacio­nal, pero los efec­tos corro­si­vos que el virus tie­ne en las socie­da­des no cono­cen fron­te­ras. Si bien el ata­que a la salud huma­na será —espe­re­mos— tem­po­ral, la agi­ta­ción polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca que ha des­en­ca­de­na­do podría durar gene­ra­cio­nes”. Con­clu­ye el pla­ni­fi­ca­dor de los geno­ci­dios de Chi­le y de Indo­ne­sia que es indis­pen­sa­ble “sal­va­guar­dar los prin­ci­pios del orden mun­dial libe­ral”, y para ello enfren­tar la cri­sis como un pro­ble­ma inter­na­cio­nal o más bien glo­ba­li­za­dor, con medi­das que asi­mis­mo podrían “durar gene­ra­cio­nes”. Más de lo mis­mo por los siglos de los siglos.

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Pues la pan­de­mia ha ser­vi­do como cor­ti­na de humo mediá­ti­ca para dis­traer la aten­ción sobre la para­le­la pato­lo­gía del sis­te­ma eco­nó­mi­co. No sabe­mos el por­cen­ta­je de la pobla­ción del pla­ne­ta que pere­ce­rá por cau­sa del mor­bo. Hemos indi­ca­do que, en los pri­me­ros dos meses de este año, cau­só 2.360 muer­tes, mien­tras en el mis­mo lap­so falle­cían 69.602 per­so­nas por res­fria­do común; 140.584 por mala­ria. 153.696 por sui­ci­dio, 193.479 por acci­den­tes de trá­fi­co, 358.471 por abu­so del alcohol. Estas heca­tom­bes per­fec­ta­men­te evi­ta­bles no pare­cen haber teni­do efec­tos en el mun­do tal como lo cono­ce­mos. Pero la difi­cul­tad de con­tro­lar un pató­geno nue­vo podría per­mi­tir su pro­pa­ga­ción expo­nen­cial. Ya en 1980 el Depar­ta­men­to de Esta­do en el Infor­me Glo­bal 2000 para el Pre­si­den­te, pre­pa­ra­do con­jun­ta­men­te con el Con­se­jo de la Casa Blan­ca y la Comi­sión Tri­la­te­ral, afir­ma­ba que a la vuel­ta del siglo habría un exce­den­te de 2.400 millo­nes de per­so­nas. .Para el neo­li­be­ra­lis­mo es inso­lu­ble pro­ble­ma la enor­me masa de exclui­dos a los cua­les no pue­de ofre­cer tra­ba­jo ni inte­gra­ción a la pro­duc­ción ni al con­su­mo, suma­do al de una deu­da públi­ca impa­ga­ble, una mone­da sin res­pal­do y una eco­no­mía de casino cuyo prin­ci­pal pro­duc­to son divi­den­dos espe­cu­la­ti­vos . Nada más cómo­do que cul­par al coro­na­vi­rus y a la cua­ren­te­na de la cri­sis que sacu­de al mun­do. Pero las cri­sis eco­nó­mi­cas, siguien­do la pro­fe­cía de Marx, se han hecho cada vez más con­ti­nuas, gra­ves y devas­ta­do­ras sin nece­si­dad de un solo estor­nu­do. Bas­ta­ría una sig­ni­fi­ca­ti­va ausen­cia de tra­ba­ja­do­res en las maqui­las y de com­pra­do­res en los mer­ca­dos para que el sis­te­ma se desplome.

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Aun­que nin­gu­na epi­de­mia eli­mi­na­rá por sí sola el capi­ta­lis­mo, sal­vo que sea tan des­truc­ti­va que ani­qui­le el sis­te­ma eco­nó­mi­co en su casi tota­li­dad. Pero recor­de­mos que gue­rras cuyo cos­to mate­rial y demo­grá­fi­co debi­li­ta­ron a los impe­rios abrie­ron paso a las gran­des revo­lu­cio­nes del siglo pasa­do. La pri­me­ra Gue­rra Mun­dial des­ba­ra­tó a tal pun­to las estruc­tu­ras del zaris­mo, que el peque­ño par­ti­do bol­che­vi­que pudo decla­rar la pri­me­ra gran revo­lu­ción socia­lis­ta en el país más exten­so del pla­ne­ta. La Segun­da Gue­rra Mun­dial, con su cos­to humano de 60 millo­nes de vidas, no sólo barrió al Impe­rio del Sol Nacien­te, faci­li­tan­do el triun­fo del Par­ti­do Comu­nis­ta Chino: tam­bién dio paso a una olea­da de des­co­lo­ni­za­ción que sacu­dió a los impe­rios bri­tá­ni­co, fran­cés, ita­liano, holan­dés y bel­ga. Una catás­tro­fe a la vez eco­nó­mi­ca y demo­grá­fi­ca podría ter­mi­nar de debi­li­tar a los impe­rios actua­les y crear opor­tu­ni­da­des revo­lu­cio­na­rias. Pero esto no cul­mi­na­rá por sí solo. Duran­te el siglo pasa­do, el capi­ta­lis­mo apren­dió a uti­li­zar las cri­sis para for­jar los más per­fec­tos ins­tru­men­tos con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios: los fas­cis­mos. Una cri­sis de post­gue­rra fue pedes­tal de Beni­to Mus­so­li­ni y esca­li­na­ta de Adol­fo Hitler; suce­si­vas depre­sio­nes fue­ron cam­pos de cul­ti­vo de los votos que ele­va­ron a Mar­ga­ret Tat­cher, a Nixon, a Bush padre e hijo, a Donald Trump. Ni la dia­léc­ti­ca ni los virus se lle­va­rán al capi­ta­lis­mo. A sus víc­ti­mas nos toca pen­sar las estra­te­gias, crear las orga­ni­za­cio­nes, dina­mi­zar los movi­mien­tos que lo ani­qui­len. O hace­mos pre­va­le­cer la socie­dad sobre la eco­no­mía, o no ten­dre­mos eco­no­mía ni sociedad. 

Itu­rria /​Fuen­te

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