Francia. “El confinamiento es un concepto burgués”: el aislamiento social afecta a la gente más pobre

Fran­cia. “El con­fi­na­mien­to es un con­cep­to bur­gués”: el ais­la­mien­to social afec­ta a la gen­te más pobre

Nor­ber­to Pare­des /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​13 de abril de 2020

Saint Denis, un subur­bio de cla­se tra­ba­ja­do­ra de París, se ha con­ver­ti­do en una de las regio­nes fran­ce­sas con las más altas tasas de mor­ta­li­dad por coro­na­vi­rus. Como inves­ti­ga­dor y pro­fe­sor de la Uni­ver­si­dad de París VIII, Ham­za Esmi­li se ha dedi­ca­do a estu­diar temas como la des­igual­dad, la radi­ca­li­za­ción y la mar­gi­na­li­dad urba­na, cues­tio­nes muy recu­rren­tes en los famo­sos subur­bios pari­si­nos. Él vive en el que pro­ba­ble­men­te es el más emble­má­ti­co de todos: Saint Denis. Este ban­lieue situa­do al nores­te de la capi­tal fran­ce­sa, apa­re­ció en las pri­me­ras pla­nas de los dia­rios en todo el mun­do duran­te los vio­len­tos dis­tur­bios que azo­ta­ron Fran­cia en 2005. En ese enton­ces, la pobla­ción local de uno de los depar­ta­men­tos más mul­ti­cul­tu­ra­les de Euro­pa, salió a las calles a mani­fes­tar su frus­tra­ción ante el alto des­em­pleo y el hos­ti­ga­mien­to y la bru­ta­li­dad poli­cial a la que se enfren­ta­ban día tras día. Las pro­tes­tas se exten­die­ron rápi­da­men­te por todo el país.

Lo que sigue es un resu­men del diá­lo­go con este soció­lo­go fran­cés, quien expli­ca cómo las medi­das de con­fi­na­mien­to afec­tan dife­ren­te­men­te a las dis­tin­tas cla­ses socia­les, no solo en Fran­cia, sino en todo el mundo.

-¿Qué pien­sa del con­cep­to de confinamiento?

Creo que el con­fi­na­mien­to es nece­sa­rio para fre­nar la pan­de­mia actual, evi­den­te­men­te. Aho­ra, como soció­lo­go, veo que la idea del con­fi­na­mien­to tie­ne un cier­to núme­ro de pre­su­po­si­cio­nes y no corres­pon­de a la reali­dad. Espe­cial­men­te, no corres­pon­de a la reali­dad de la gen­te en los barrios pobres.

El con­fi­na­mien­to es un con­cep­to bur­gués. La idea es que todos ten­ga­mos una casa indi­vi­dual, un poco bur­gue­sa, en la que poda­mos refu­giar­nos cuan­do haya una pan­de­mia o un desas­tre natural.

Pero lo que veo en los barrios pobres no es para nada eso. Exis­te una reali­dad rodea­da de con­di­cio­nes insa­lu­bres, pero no solo eso. En este tipo de barrios, hay casas en las que viven cua­tro o cin­co per­so­nas por habi­ta­ción, por ejemplo.

Tam­bién hay vivien­das que no son habi­ta­bles, en las que no pue­des que­dar­te todo el día, por­que prác­ti­ca­men­te el espa­cio no se pres­ta para ello.

En los barrios de bajos recur­sos, como Saint Denis, toda­vía hay mucha gen­te que sigue tra­ba­jan­do. Los obre­ros siguen tra­ba­jan­do, por­que algu­nas fábri­cas siguen abier­tas. Los caje­ros con­ti­núan yen­do a sus tra­ba­jos, por­que los super­mer­ca­dos siguen abier­tos. Lo mis­mo pasa con los guar­dias de seguridad.

-Resi­des en Saint Denis, ¿cómo se vive el con­fi­na­mien­to en uno de los barrios más pobres de Francia?

Tene­mos tra­ba­ja­do­res a los que se les paga por su jor­na­da labo­ral, a menu­do en el mer­ca­do negro, es decir sin decla­rar­lo, y de repen­te, de un día para otro, per­die­ron su fuen­te de ingre­sos. La expe­rien­cia del con­fi­na­mien­to es extre­ma­da­men­te difí­cil, por­que para algu­nos pue­de sig­ni­fi­car vol­ver a la calle.

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En Saint Denis hay muchas per­so­nas sin hogar, refu­gia­dos, que viven en tien­das de cam­pa­ña. Y no se ha ela­bo­ra­do nin­gún plan para aten­der a esta gen­te. Muy al con­tra­rio, esta maña­na, por ejem­plo, cuan­do la pan­de­mia se encuen­tra en pleno apo­geo, la poli­cía des­man­te­ló un cam­po de refu­gia­dos en Saint Denis. Les con­fis­ca­ron sus tien­das de cam­pa­ña a estas per­so­nas que no tie­nen a don­de ir.

-¿Qué pien­sas de la for­ma en la que la opi­nión públi­ca tien­de a juz­gar a estas per­so­nas que no pue­den per­mi­tir­se res­pe­tar las medi­das de con­fi­na­mien­to por algu­na razón u otra?

En el deba­te públi­co fran­cés, escu­cha­mos actual­men­te muchas opi­nio­nes racis­tas y cla­sis­tas sobre la impo­si­bi­li­dad que tie­nen los inmi­gran­tes o los hijos de inmi­gran­tes de cum­plir con las nor­mas de con­fi­na­mien­to. Esto es insul­tan­te por­que nie­ga e igno­ra la reali­dad y los pro­ble­mas de los barrios pobres.

Las enfer­me­ras de los hos­pi­ta­les, por ejem­plo, a menu­do viven en barrios como Saint Denis. Son ellas quie­nes se ponen en peli­gro para curar a la pobla­ción, lo mis­mo pasa con las caje­ras y con los repar­ti­do­res de Ama­zon o la gen­te que tra­ba­ja trans­por­tan­do productos.

¿Ves? Exis­te una reali­dad que no es toma­da en cuen­ta ni por el Esta­do ni por el dere­cho públi­co. Y esto se tra­du­ce en auto­ri­ta­ris­mo. Es decir que la úni­ca res­pues­ta del Esta­do y el dere­cho públi­co ha sido más pre­sen­cia poli­cial, opre­sión y, a veces, has­ta violencia.

-¿Enton­ces dirías que el con­fi­na­mien­to es un lujo?

Hamza Esmili
Ham­za Esmili

Efec­ti­va­men­te. No nie­go la nece­si­dad de con­fi­nar a la gen­te, pero lo que es cier­to es que no todos somos igua­les fren­te a esta medi­da. Entre aque­llos que deben con­ti­nuar tra­ba­jan­do, o los que no se con­fi­nan o no pue­den con­fi­nar­se por­que su hábi­tat no corres­pon­de a las nor­mas que el con­fi­na­mien­to exige.

Enton­ces sí, el con­fi­na­mien­to es un lujo. Eso se pone en evi­den­cia cuan­do vemos que, por ejem­plo, que el 17% de los pari­si­nos (Gran París) han aban­do­na­do la ciu­dad para refu­giar­se en sus resi­den­cias tem­po­ra­les en el cam­po. Eso es algo que los pobres no se pue­den permitir.

-¿Cómo toma la pobla­ción local los anun­cios del gobierno que les exi­gen que no sal­gan, que se que­den en sus casas y hagan tele­tra­ba­jo, si pueden?

Eso no sig­ni­fi­ca nada para ellos. Es como si habla­ras en una len­gua que nadie com­pren­de. No se tra­du­ce en el día a día de mucha gen­te. ¿Cómo le dices a una caje­ra que haga tele­tra­ba­jo? ¿Cómo se lo dices a un vigilante?

-¿No tie­nen mie­do de contagiarse?

Cla­ro que sí. Pero, ¿qué pue­des hacer cuan­do tra­ba­jas en un hos­pi­tal o cuan­do te encuen­tras en una situa­ción en la que tie­nes que ali­men­tar a tu familia?

Ade­más que fre­cuen­te­men­te esta gen­te tra­ba­ja bajo con­di­cio­nes que no las pro­te­gen. Hoy, por ejem­plo, una caje­ra murió en un super­mer­ca­do en Saint Denis. Antes de ayer, fue un car­ni­ce­ro el que murió. La gen­te mue­re por­que las cir­cuns­tan­cias les obli­gan a con­ti­nuar tra­ba­jan­do. Esto gene­ra mie­do y rabia a la vez, por­que muchos se sien­ten aban­do­na­dos. Es como si la vida de los pobres no tuvie­ra nin­gún valor.

-¿Crees que es posi­ble per­ma­ne­cer con­fi­na­do cuan­do se vive en un barrio mar­gi­nal en Amé­ri­ca Lati­na, el Sudes­te Asiá­ti­co o África?

En algu­nos casos, como en Marrue­cos, una reali­dad que conoz­co bien, el con­fi­na­mien­to es extre­ma­da­men­te difí­cil por­que la mayo­ría de la pobla­ción vive de la eco­no­mía informal.

En la actua­li­dad, hemos vis­to mani­fes­ta­cio­nes en Líbano, en Túnez y en un gran núme­ro de paí­ses del sur, don­de la gen­te dice: “Sí, el coro­na­vi­rus mata, pero mata menos que el ham­bre; el ham­bre mata a cien­cia cierta”.

-¿Con­si­de­ras nece­sa­rio impo­ner mul­tas a aque­llos que vio­len las medi­das de con­fi­na­mien­to como lo están hacien­do algu­nos países?

Creo que es una medi­da extre­ma. Hay gobier­nos que han sido incon­sis­ten­tes en el tra­ta­mien­to de la cri­sis. En Fran­cia, el Esta­do man­tu­vo las elec­cio­nes muni­ci­pa­les en el mis­mo momen­to en que la epi­de­mia se esta­ba for­ta­le­cien­do en el país.

Hoy, sabe­mos que hay alcal­des que murie­ron y per­so­nas que cola­bo­ra­ron en cole­gios elec­to­ra­les que fue­ron afec­ta­das. Con­ta­mos con gobier­nos que no saben cómo mane­jar la cri­sis y que cam­bian de opi­nión cons­tan­te­men­te. Estas accio­nes han cobra­do vidas huma­nas. San­cio­nar a indi­vi­duos ya sea median­te pre­sión poli­cial, mul­tas o con pri­sión me pare­ce gra­ve y extremo.

BBC Mun­do*

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