Cécile Ducourtieux /Resumen Latinoamericano /18 de abril de 2020
Las palabras de agradecimiento del Primer Ministro Boris Johnson a los equipos de atención médica del Hospital St Thomas de Londres, “que le salvaron la vida”, causaron un gran revuelo el domingo 12 de abril, especialmente cuando se refirió a “Jenny de Nueva Zelanda y a Luis de Portugal”, los dos enfermeros que lo atendieron “continuamente durante cuarenta y ocho horas (…) en los momentos más cruciales”.
Las declaraciones del Primer ministro pusieron en evidencia algo que los británicos conocen bien: el Servicio Nacional de Salud (NHS), el servicio de salud pública y universal que todos aprecian y valoran, depende en gran medida del personal extranjero. Jenny y Luis no son para nada una excepción: según un estudio publicado en julio de 2019 por la Cámara de los Comunes, el 13,1% del personal del Servicio Nacional de Salud de Inglaterra no tiene nacionalidad británica (es decir, 153.000 personas de un total de 1,2 millones). Las cifras sobre los médicos son aún más impresionantes: el 37% obtuvo su diploma fuera del Reino Unido. Y según los últimos datos publicados por el NHS (en marzo de 2019), el 40% de los médicos del servicio (británicos o no) son de origen étnico “no blanco” (principalmente asiáticos).
Esta dependencia del personal extranjero o “BAME” [negros, asiáticos u otras minorías étnicas, sigla en inglés] es un hecho que data de cierto tiempo ya: el desarrollo del Servicio Nacional de Salud en la década de los 60 coincidió con una importante inmigración proveniente de la Commonwealth y de las ex colonias británicas. El NHS, que es de lejos el mayor empleador del país, practicó siempre una intensa política de contratación en el extranjero, en particular en la India y en Pakistán, para suplir la escasez crónica de médicos. Lo mismo sucede con la contratación de enfermeras (faltaban 40.000 en 2018). El NHS sigue recibiendo y contratando a profesionales de todo el mundo, motivados por los salarios más altos o por la reputación de excelencia del servicio.
“Happy end”, final feliz para Jenny y Luis
La historia del portugués Luis Pitarma y de la neozelandesa Jenny McGee, los enfermeros reconocidos por Johnson, tuvo un final feliz. Otros, sobre todo dentro de las “minorías” del NHS, han tenido un periplo y un final mucho más oscuro desde que comenzó la epidemia. Los diez médicos muertos a causa del coronavirus, hasta el 12 de abril, eran todos de origen “BAME”: Anton Sebastianpillai, de 70 años, que vino de Sri Lanka y trabaja como geriatra en el sudoeste de Londres; Adil El Tayar, de 63 años, cirujano sudanés; Jitendra Rathod, de 62 años, médico en Cardiff (Gales); Abdul Mabud Chowdhury, de 53 años, urólogo en la zona este de Londres…
De las 25 víctimas enfermeras, camilleros, auxiliares o farmacéuticos, según la lista elaborada por el Daily Mirror el martes 14 de abril, 14 eran de origen BAME. Esta preponderancia se observa también entre los pacientes ‑cualesquiera que sean sus profesiones- admitidos en cuidados intensivos: según las últimas estadísticas del Centro Nacional de Auditoría e Investigación sobre Cuidados Intensivos, un tercio de los pacientes que necesitaron respiración artificial en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte el ‑al 10 de abril- eran de origen BAME. Estos datos deben compararse con el 14% que representa la población BAME en el Reino Unido (según el censo de 2011).
¿Por qué tantas víctimas en este sector de población? “La genética puede influir: las poblaciones BAME presentan más riesgos de tener hipertensión, problemas cardíacos o diabetes”, dice Bharat Pankhania, epidemiólogo y profesor de la Facultad de Medicina de Exeter. “Si estos datos son corroborados, si quedara claro que las poblaciones de BAME son más vulnerables, entonces tenemos que abordar este problema de manera urgente”, añade el Dr. Pankhania, quien sugiere que estos profesionales no deberían seguir siendo expuestos en primera línea de los servicios Covid-19 de los hospitales británicos.
Las declaraciones de Azeem Majeed, jefe del departamento de medicina general del Imperial College de Londres, agregan un matiz a las del Dr. Pankhania: “No creo que sea posible mantener a todos estos médicos fuera de la primera línea, la población de origen BAME representa una gran proporción de médicos y enfermeras. En cambio, tenemos que asegurarnos de que se les entreguen equipos de protección de alta calidad. Y hay que considerar la posibilidad de reducir la exposición de los profesionales mayores de 60 años, dado que el riesgo de desarrollar casos graves aumenta considerablemente a partir de esa edad.”
“El gobierno tiene que intervenir”
La profesora de medicina en la Universidad de Manchester, Aneez Esmail ha trabajado mucho sobre los médicos del Servicio Nacional de Salud de origen asiático. “Como en los Estados Unidos, hay un volumen desproporcionado de víctimas del virus entre las minorías. El aspecto socioeconómico puede ser una explicación: muchas de estas personas viven en zonas densas, y a menudo varias generaciones conviven bajo un mismo techo”, explica. Por lo general, trabajan en empleos que los obligan a seguir saliendo, a seguir exponiéndose al virus y exponiendo a sus familias al volver a casa.
“En cuanto a los médicos pertenecientes a estas minorías, muchos de ellos trabajan en hospitales de las Midlands [centro de Inglaterra] o del norte de Inglaterra, menos equipados que los de Londres. Y yo diría que, en general, se ofrecen como voluntarios más que los otros [en la lucha contra el Covid-19]: por razones económicas, pero también porque muchos de los que han llegado aquí después de haber terminado sus estudios tienen un sentimiento de gratitud hacia el Reino Unido, y sienten que tienen que devolver un poco de lo que han recibido”, agregó Esmail.
El 10 de abril, Chaand Nagpaul, presidente de la Asociación Médica Británica, el sindicato de médicos más grande del Reino Unido, pidió que el gobierno de Boris Johnson lleve a cabo una investigación. “Todos hemos oído que el virus no discrimina a nadie, pero no hay dudas que la población y los médicos BAME son más propensos a desarrollar formas graves de esta enfermedad. El gobierno tiene que controlar el problema e intervenir, tomar medidas.” Interrogado al respecto en ocasión de la conferencia de prensa diaria de Downing Street del 12 de abril, el Ministro de Salud Matt Hancock simplemente “les rindió homenaje”.
El gobierno británico podría actuar, por ejemplo, flexibilizando las leyes restrictivas de migración que se van a aplicar como resultado del Brexit. Pero Ian Donald, profesor del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Liverpool, tiene muchas dudas al respecto. Al agradecer a “Jenny y Luis”, “Boris Johnson quiso sobre todo enviar un mensaje de apoyo a la NHS en su conjunto. Me parece que no se dirigía al personal BAME o a los extranjeros en general. Durante las dos Guerras Mundiales, muchos soldados indios murieron en defensa del Reino Unido y sin embargo, el país no los reconoció después de la guerra”.
Corresponsal de Prensa*