Internacional. ¿Economía de guerra contra el coronavirus?

Inter­na­cio­nal. ¿Eco­no­mía de gue­rra con­tra el coronavirus?

Michael Roberts /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​5 de abril de 2020

Si todas las pan­de­mias en los paí­ses fue­ran igua­les, el siguien­te grá­fi­co mos­tra­ría cómo aca­ba­ría esta pan­de­mia. La rela­ción des­de el ini­cio al pico de infec­cio­nes por Covid-19 para todos los paí­ses sería de 40 – 50 días. Muchos paí­ses aún no están cer­ca del pico y no hay garan­tías de que el pico sea en el mis­mo pun­to si los méto­dos de miti­ga­ción y supre­sión (prue­bas, auto­a­is­la­mien­to, cua­ren­te­na y cie­rres) no fun­cio­nan de mane­ra simi­lar. Pero en últi­ma ins­tan­cia, habrá un pico en todas par­tes y la pan­de­mia dis­mi­nui­rá, aun­que solo sea para vol­ver el pró­xi­mo año, tal vez.

Lo que está cla­ro es que los cie­rres de acti­vi­dad empre­sa­rial en tan­tas eco­no­mías impor­tan­tes gene­ran y gene­ra­rán una caí­da enor­me en la pro­duc­ción, la inver­sión, el empleo y los ingre­sos en la mayo­ría de las eco­no­mías. La OCDE resu­me mejor el esce­na­rio. El efec­to de impac­to de los cie­rres de nego­cios podría resul­tar en reduc­cio­nes de 15% o más en el nivel de pro­duc­ción en las eco­no­mías avan­za­das y las prin­ci­pa­les eco­no­mías de los mer­ca­dos emer­gen­tes. En las eco­no­mía media­nas, la pro­duc­ción dis­mi­nui­ría en un 25% … «Por cada mes de con­fi­na­mien­to, habrá una pér­di­da de 2 pun­tos por­cen­tua­les en el cre­ci­mien­to anual del PIB».

Miran­do en mi libro, The Long Depres­sion, des­cu­brí que la pér­di­da del PIB des­de el comien­zo de la Gran Rece­sión en 2008 duran­te 18 meses has­ta media­dos de 2009 fue supe­rior al 6% del PIB en las prin­ci­pa­les eco­no­mías. El PIB real mun­dial cayó apro­xi­ma­da­men­te un 3,5% duran­te ese perío­do, mien­tras que las lla­ma­das eco­no­mías de mer­ca­dos emer­gen­tes no se con­tra­je­ron (por­que Chi­na con­ti­nuó expandiéndose).

En esta pan­de­mia, si las prin­ci­pa­les eco­no­mías cie­rran sus empre­sas duran­te dos meses y tal vez más (el blo­queo de Wuhan en Chi­na no se sua­vi­za­rá has­ta la pró­xi­ma sema­na; más de dos meses), es pro­ba­ble que el PIB mun­dial se con­trai­ga en 2020 más que en La Gran Recesión.

Por supues­to, la espe­ran­za es que los cie­rres sean de cor­ta dura­ción. Como dijo el secre­ta­rio gene­ral de la OCDE, Gurria, «no sabe­mos cuán­to tiem­po lle­va­rá solu­cio­nar el des­em­pleo y el cie­rre de millo­nes de peque­ñas empre­sas: pero es una ilu­sión hablar de una recu­pe­ra­ción rápi­da». Es evi­den­te que la idea del pre­si­den­te Trump de que Esta­dos Uni­dos pue­de vol­ver a la nor­ma­li­dad pro­duc­ti­va el domin­go de Pas­cua no es realista.

Sin embar­go, con la espe­ran­za de que los cie­rres sean de cor­ta dura­ción y debi­do a que no tie­nen otra opción si se quie­re aca­bar con la pan­de­mia, los gobier­nos pro-capi­ta­lis­tas han arro­ja­do el sal­va­vi­das a sus eco­no­mías para evi­tar lo peor. La pri­me­ra prio­ri­dad ha sido sal­var a las empre­sas capi­ta­lis­tas, espe­cial­men­te las gran­des empre­sas. Para ello, los ban­cos cen­tra­les han redu­ci­do sus tasas de inte­rés polí­ti­cas a cero o menos aún; y han anun­cia­do una miría­da de líneas de cré­di­to y pro­gra­mas de com­pra de bonos que empe­que­ñe­cen los res­ca­tes y las medi­das de fle­xi­bi­li­za­ción cuan­ti­ta­ti­va de los últi­mos diez años. Los gobier­nos han anun­cia­do garan­tías de prés­ta­mos y sub­ven­cio­nes para empre­sas por mon­tos nun­ca antes vistos.

A nivel mun­dial, calcu­lo que los gobier­nos han anun­cia­do paque­tes de ‘estí­mu­lo’ fis­cal de alre­de­dor del 4% del PIB y otro en garan­tías de cré­di­to y prés­ta­mo para el sec­tor capi­ta­lis­ta 5% del PIB. En la Gran Rece­sión, los res­ca­tes fis­ca­les tota­li­za­ron solo el 2% del PIB mundial.

Si toma­mos el paque­te de 2 billo­nes de dóla­res acor­da­do por el Con­gre­so de los EEUU, mucho mayor que con el colap­so finan­cie­ro glo­bal en 2008 – 9, dos ter­cios se des­ti­na­rán direc­ta­men­te a efec­ti­vo y prés­ta­mos que pue­den no ser devuel­tos para las gran­des empre­sas (com­pa­ñías de via­jes, etc. ) y para empre­sas más peque­ñas, pero solo un ter­cio para ayu­dar a sobre­vi­vir a los millo­nes de tra­ba­ja­do­res y autó­no­mos con pagos en efec­ti­vo y apla­za­mien­to de impuestos.

Lo mis­mo ocu­rre en el Rei­no Uni­do y Euro­pa con los paque­tes con­tra la pan­de­mia: pri­me­ro, sal­var las empre­sas capi­ta­lis­tas; y segun­do, res­ca­tar a la gen­te tra­ba­ja­do­ra. Las pres­ta­cio­nes para los tra­ba­ja­do­res des­pe­di­dos y los autó­no­mos se espe­ra que solo estén vigen­tes duran­te dos meses y, a menu­do, las per­so­nas tar­da­rán en reci­bir dine­ro en efec­ti­vo sema­nas, cuan­do no meses. Por lo tan­to, estas medi­das están lejos de pro­por­cio­nar sufi­cien­te apo­yo a los millo­nes de per­so­nas que ya han sido con­fi­na­das o des­pe­di­das por sus compañías.

Real­men­te es inge­nuo, si no igno­ran­cia, que eco­no­mis­tas gana­do­res del Pre­mio Nobel como Joseph Sti­glitz, Chris Pis­sa­ri­des o Adam Posen elo­gien pro­gra­mas como el del gobierno del Rei­no Uni­do, sim­ple­men­te por­que son «más gene­ro­sos» que los de los Esta­dos Uni­dos. «El Rei­no Uni­do mere­ce ser ala­ba­do por real­men­te rever­tir su aus­te­ri­dad y ser muy ambi­cio­so y cohe­ren­te», dijo Posen, que fue un direc­ti­vo del Ban­co de Ingla­te­rra cuan­do la cri­sis finan­cie­ra”. La car­ta a los Reyes Magos en tér­mi­nos de dise­ño, tama­ño, con­te­ni­do y coor­di­na­ción, es exce­len­te». El archi key­ne­siano bri­tá­ni­co Will Hut­ton resu­mió el esta­do de áni­mo: “se ha cru­za­do un Rubi­cón. El key­ne­sia­nis­mo ha sido res­tau­ra­do en el lugar que le corres­pon­de en la vida públi­ca bri­tá­ni­ca». Inclu­so los anta­ño defen­so­res de la aus­te­ri­dad se han uni­do al coro de ala­ban­zas, como el ex can­ci­ller del Rei­no Uni­do, Geor­ge Osborne.

La opi­nión públi­ca bri­tá­ni­ca y esta­dou­ni­den­se tam­bién pare­ce estar con­ven­ci­da de que los paque­tes son gene­ro­sos, ya que las últi­mas encues­tas sugie­ren un repun­te en apo­yo al men­daz pre­si­den­te Trump y al pri­mer minis­tro John­son que pare­ce sali­do de ‘Sal­va­dos’. Pare­ce que en todas par­tes los gober­nan­tes han gana­do apo­yo duran­te la cri­sis. Sin embar­go, eso pue­de no durar si los cie­rres con­ti­núan y la cri­sis comien­za a mor­der profundamente.

La reali­dad es que el dine­ro que se trans­fie­re a la gen­te tra­ba­ja­do­ra en com­pa­ra­ción con el que se des­ti­na a las gran­des empre­sas es míni­mo. Por ejem­plo, el paque­te del Rei­no Uni­do ofre­ce un pago del 80% de los sala­rios para emplea­dos y autó­no­mos. Pero en reali­dad no es mayor que la pro­por­ción usual de bene­fi­cios por des­em­pleo que con­ce­den muchos gobier­nos en Euro­pa. El Rei­no Uni­do tenía una tasa de pres­ta­ción por des­em­pleo muy baja, que aho­ra se ele­va al pro­me­dio euro­peo pero solo unos pocos meses. E inclu­so enton­ces millo­nes de tra­ba­ja­do­res no cua­li­fi­ca­rán para tener acce­so a la misma.

Ade­más, nin­gu­na de estas medi­das evi­ta­rá la cri­sis y son muy insu­fi­cien­tes para res­tau­rar el cre­ci­mien­to y el empleo en la mayo­ría de las eco­no­mías capi­ta­lis­tas duran­te el pró­xi­mo año. Hay muchas posi­bi­li­da­des de que esta rece­sión pan­dé­mi­ca no ten­ga una recu­pe­ra­ción en for­ma de V, como espe­ran la mayo­ría de los pro­nós­ti­cos. La recu­pe­ra­ción en for­ma de U (es decir, una depre­sión que dure un año o más) es más pro­ba­ble. Y exis­te el ries­go de una recu­pe­ra­ción muy len­ta, más como una L, como pare­ce que ocu­rre en China.

De hecho, la teo­ría eco­nó­mi­ca con­ven­cio­nal no está segu­ra de qué hay que hacer. Lord Ski­delsky, bió­gra­fo de Key­nes, nos pre­sen­ta la visión key­ne­sia­na. Ski­delsky seña­ló que los cie­rres de empre­sa eran lo opues­to al típi­co pro­ble­ma key­ne­siano de la «deman­da defi­cien­te». De hecho, es un pro­ble­ma de ofer­ta defi­cien­te ya que la mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res pro­duc­ti­vos han deja­do de tra­ba­jar. Pero Ski­delsky no lo ve así. Cree que no es un «shock de ofer­ta» sino un pro­ble­ma de «exce­so de deman­da». Pero el «exce­so de deman­da» es el refle­jo del «esca­so sumi­nis­tro». La pre­gun­ta es por dón­de comen­za­mos: ¿segu­ro que comien­za con la pér­di­da de pro­duc­ción y la crea­ción de valor, no con el ‘exce­so de demanda’?

Ski­delsky nos dice que “una rece­sión nor­mal­men­te se des­en­ca­de­na por una quie­bra ban­ca­ria o un colap­so de la con­fian­za empre­sa­rial. La pro­duc­ción se cor­ta, los tra­ba­ja­do­res son des­pe­di­dos, el poder adqui­si­ti­vo cae y la caí­da se extien­de a tra­vés de una reduc­ción en el gas­to mul­ti­pli­ca­da. La ofer­ta y la deman­da caen jun­tas has­ta que la eco­no­mía se esta­bi­li­ce en un nivel más bajo. En estas cir­cuns­tan­cias, dijo Key­nes, el gas­to públi­co debe­ría aumen­tar para com­pen­sar la caí­da del gas­to privado «.

Mis lec­to­res saben que con­si­de­ro que, si bien una rece­sión pue­de ser «des­en­ca­de­na­da» por una quie­bra ban­ca­ria o «un colap­so de la con­fian­za empre­sa­rial», estos des­en­ca­de­nan­tes no son la cau­sa sub­ya­cen­te de las cri­sis recu­rren­tes en el capi­ta­lis­mo. ¿Por qué las quie­bras ban­ca­rias a veces no cau­san una rece­sión y por qué las empre­sas repen­ti­na­men­te sufren un colap­so de con­fian­za? La teo­ría key­ne­sia­na no pue­de explicarlo.

Ski­delsky con­ti­núa dicien­do que si la cri­sis es de «exce­so de deman­da», ¡enton­ces debe­mos redu­cir la deman­da para satis­fa­cer la ofer­ta! Pen­sa­ría que es mejor salir de esta rece­sión aumen­tan­do la pro­duc­ción para satis­fa­cer la deman­da, pero no. Ski­delsky seña­la que “no es que las empre­sas quie­ran pro­du­cir menos. Se ve obli­ga­das a pro­du­cir menos por­que una par­te de su fuer­za labo­ral no pue­de tra­ba­jar. El efec­to eco­nó­mi­co es simi­lar al reclu­ta­mien­to en tiem­pos de gue­rra, cuan­do una frac­ción de la fuer­za labo­ral se extrae de la pro­duc­ción civil. La pro­duc­ción de bie­nes civi­les cae, pero la deman­da agre­ga­da sigue sien­do la mis­ma: sim­ple­men­te se redis­tri­bu­ye de los tra­ba­ja­do­res que pro­du­cen bie­nes civi­les a los tra­ba­ja­do­res reclu­ta­dos en el ejér­ci­to o relo­ca­li­za­dos para pro­du­cir muni­cio­nes. Lo que suce­da hoy esta­rá deter­mi­na­do por lo que suce­da con el poder adqui­si­ti­vo de aque­llos que están obli­ga­dos a estar inactivos ”.

¿De ver­dad? En una eco­no­mía de gue­rra, todos siguen tra­ba­jan­do; de hecho, duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial, en efec­to, hubo pleno empleo a medi­da que la máqui­na de gue­rra fue ali­men­ta­da. Actual­men­te nos diri­gi­mos hacia el mayor aumen­to del des­em­pleo en algu­nos tri­mes­tres de la his­to­ria eco­nó­mi­ca. Esta no es una eco­no­mía de guerra.

Ski­delsky nos recuer­da que la solu­ción de Key­nes del «exce­so de deman­da» en la eco­no­mía de gue­rra fue pro­po­ner un aumen­to de los impues­tos. “En su folle­to Cómo pagar la gue­rra (1940), el con­su­mo civil, dijo, tuvo que redu­cir­se para libe­rar recur­sos para el con­su­mo mili­tar. Sin un aumen­to del aho­rro volun­ta­rio, solo había dos for­mas de redu­cir el con­su­mo civil: infla­ción o impues­tos más altos ”. “La solu­ción que él y el Teso­ro encon­tra­ron con­jun­ta­men­te fue aumen­tar la tasa están­dar del impues­to sobre la ren­ta al 50 por cien­to, con una tasa mar­gi­nal máxi­ma del 97,5 por cien­to, y redu­cir el umbral para pagar impues­tos. Esto últi­mo apor­ta­ría 3,25 millo­nes de con­tri­bu­yen­tes adi­cio­na­les a la red del impues­to sobre la ren­ta. Todos paga­rían los mayo­res impues­tos que exi­gía el esfuer­zo de gue­rra, pero los pagos de impues­tos de los tres millo­nes serían reem­bol­sa­bles des­pués de la gue­rra en for­ma de cré­di­tos fis­ca­les. Tam­bién habría racio­na­mien­to de bie­nes esenciales».

¡Guauu! Enton­ces, la res­pues­ta de Ski­delsky a la rece­sión actual es aumen­tar los impues­tos, ¡inclu­so para aque­llos que están en la par­te infe­rior de la esca­la de ingre­sos para evi­tar que gas­ten dema­sia­do y cau­sen infla­ción! Ter­mi­na dicien­do que la pan­de­mia «debe­ría pro­fun­di­zar nues­tra com­pren­sión de lo que es ser key­ne­siano». En efecto.

La situa­ción actual no es la de una eco­no­mía de gue­rra, como dice James Mead­way. Jus­to al final de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial hubo la lla­ma­da pan­de­mia de gri­pe espa­ño­la. Esa pan­de­mia se cobró 675.000 vidas en los EEUU. Y al menos 50 millo­nes en todo el mun­do. La gri­pe no des­tru­yó la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se. En 1918, el año en que las muer­tes por gri­pe alcan­za­ron su pun­to máxi­mo en los EEUU, las quie­bras de empre­sas fue­ron infe­rio­res a la mitad de su nivel ante­rior a la gue­rra, y fue­ron aún meno­res en 1919 (ver grá­fi­co). Impul­sa­do por el esfuer­zo de pro­duc­ción en tiem­pos de gue­rra, el PIB real de los EEUU aumen­tó un 9% en 1918, y alre­de­dor del 1% al año siguien­te, inclu­so cuan­do la gri­pe se exten­dió por todos lados.

Por supues­to, enton­ces no hubo cie­rres y sim­ple­men­te se aban­do­nó a la gen­te a su suer­te, a morir o vivir. Pero el pun­to es que, una vez que ter­mi­nen los cie­rres por la pan­de­mia actual, lo que se nece­si­ta para revi­vir la pro­duc­ción, la inver­sión y el empleo es algo así como una eco­no­mía de gue­rra: no res­ca­tar a las gran­des empre­sas con sub­ven­cio­nes y prés­ta­mos para que pue­dan vol­ver a sus nego­cios como de cos­tum­bre. Esta rece­sión solo pue­de rever­tir­se con medi­das simi­la­res a las de la gue­rra, a saber, la inver­sión masi­va del gobierno, la pro­pie­dad públi­ca de los sec­to­res estra­té­gi­cos y la direc­ción esta­tal de los sec­to­res pro­duc­ti­vos de la economía.

Recuer­de, inclu­so antes de que el virus gol­pea­ra a la eco­no­mía glo­bal, muchas eco­no­mías capi­ta­lis­tas se esta­ban des­ace­le­ran­do rápi­da­men­te o esta­ban ya en rece­sión. En los Esta­dos Uni­dos, una de las eco­no­mías con mejo­res cifras, el cre­ci­mien­to del PIB real en el cuar­to tri­mes­tre había caí­do a menos del 2% anual con pro­nós­ti­cos de una mayor des­ace­le­ra­ción este año. La inver­sión empre­sa­rial se estan­có y las ganan­cias cor­po­ra­ti­vas no finan­cie­ras decre­cien­do ten­den­cial­men­te duran­te cin­co años. El sec­tor capi­ta­lis­ta ni esta­ba ni está en con­di­cio­nes de lide­rar una recu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca que pue­da con­du­cir al pleno empleo y al aumen­to de los ingre­sos reales. Reque­ri­rá que el sec­tor públi­co lidere.

Andrew Bos­sie y JW Mason aca­ban de publi­car un intui­ti­vo docu­men­to sobre la expe­rien­cia de ese papel diri­gen­te del sec­tor públi­co en la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se en tiem­pos de gue­rra. Demues­tran que, al comien­zo, la admi­nis­tra­ción Roo­se­velt ofre­ció todo tipo de garan­tías de prés­ta­mos, incen­ti­vos fis­ca­les, etc. al sec­tor capi­ta­lis­ta. Pero pron­to se hizo evi­den­te que el sec­tor capi­ta­lis­ta no podía satis­fa­cer el esfuer­zo de gue­rra, ya que los capi­ta­lis­tas no inver­ti­rían ni aumen­ta­rían la capa­ci­dad pro­duc­ti­va sin garan­tías de ganan­cias. La inver­sión públi­ca direc­ta se hizo car­go y se impu­so la direc­ción guber­na­men­tal en la ges­tión de las empresas.

Bos­sie y Mason des­cu­brie­ron que el gas­to fede­ral aumen­to del 8 al 10 por cien­to del PIB duran­te la déca­da de 1930 a un pro­me­dio de alre­de­dor del 40 por cien­to del PIB de 1942 a 1945. Y lo más sig­ni­fi­ca­ti­vo, el gas­to por con­tra­to en bie­nes y ser­vi­cios repre­sen­tó el 23 por cien­to de media duran­te la gue­rra. Actual­men­te, en la mayo­ría de las eco­no­mías capi­ta­lis­tas, la inver­sión del sec­tor públi­co es de apro­xi­ma­da­men­te el 3% del PIB, mien­tras que la inver­sión del sec­tor capi­ta­lis­ta es de más del 15%. En la gue­rra, esa pro­por­ción se invirtió.

Había mos­tra­do datos simi­la­res en un artícu­lo mío en 2012. Cito: “Lo que suce­dió fue un aumen­to masi­vo en la inver­sión y el gas­to del gobierno. En 1940, la inver­sión del sec­tor pri­va­do toda­vía esta­ba por deba­jo del nivel de 1929 y en reali­dad cayó aún más duran­te la gue­rra. Por lo tan­to, el sec­tor esta­tal se hizo car­go de casi todas las inver­sio­nes, ya que los recur­sos (valor) se des­via­ron a la pro­duc­ción de armas y otras medi­das de segu­ri­dad nacio­nal en una eco­no­mía de gue­rra». El pro­pio Key­nes dijo que la eco­no­mía de gue­rra demos­tró que «es, al pare­cer, polí­ti­ca­men­te impo­si­ble para una demo­cra­cia capi­ta­lis­ta orga­ni­zar el gas­to en la esca­la nece­sa­ria para hacer los gran­des expe­ri­men­tos que pro­ba­rían lo que defien­do, excep­to en con­di­cio­nes de guerra».

La eco­no­mía de gue­rra no esti­mu­ló al sec­tor pri­va­do, sino que reem­pla­zó al ‘mer­ca­do libre’ y la inver­sión capi­ta­lis­ta con fines de lucro. Para orga­ni­zar la eco­no­mía de gue­rra y ase­gu­rar que pro­du­je­ra los bie­nes nece­sa­rios para la gue­rra, el gobierno de Roo­se­velt creó una serie de agen­cias de movi­li­za­ción que no solo a menu­do com­pra­ban bie­nes, sino que diri­gían de cer­ca la fabri­ca­ción de esos bie­nes e influían mucho en el fun­cio­na­mien­to de empre­sas pri­va­das y sec­to­res indus­tria­les enteros.

Bos­sie y Mason con­clu­yen que: “cuan­to más —y más rápi­do— se nece­si­ta cam­biar la eco­no­mía, más pla­ni­fi­ca­ción se nece­si­ta. Más que en cual­quier otro perío­do en la his­to­ria de los Esta­dos Uni­dos, la eco­no­mía en tiem­pos de gue­rra fue una eco­no­mía pla­ni­fi­ca­da. El cam­bio masi­vo y rápi­do de la pro­duc­ción civil a la mili­tar requi­rió una direc­ción mucho más cons­cien­te que el pro­ce­so nor­mal de cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co. La res­pues­ta nacio­nal al coro­na­vi­rus y la tran­si­ción para la des­car­bo­ni­za­ción tam­bién reque­ri­rán gra­dos de pla­ni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca supe­rio­res a los nor­ma­les por par­te del gobierno».

Lo que mos­tró la his­to­ria de la Gran Depre­sión y la gue­rra fue que, una vez que el capi­ta­lis­mo se encuen­tra en la pro­fun­di­dad de una lar­ga depre­sión, debe haber una des­truc­ción pro­fun­da y devas­ta­do­ra de todo lo que el capi­ta­lis­mo había acu­mu­la­do en déca­das ante­rio­res antes de que una nue­va era de expan­sión sea posi­ble. No exis­ten medi­das polí­ti­cas que pue­dan evi­tar­lo y pre­ser­var el sec­tor capi­ta­lis­ta. Si eso no suce­de esta vez, enton­ces la lar­ga depre­sión que ha sufri­do la eco­no­mía capi­ta­lis­ta mun­dial des­de la Gran Rece­sión podría pro­lon­gar­se otra década.

Las prin­ci­pa­les eco­no­mías (para no hablar de las lla­ma­das eco­no­mías emer­gen­tes) ten­drán difi­cul­ta­des para salir de esta gran rece­sión a menos que la ley del mer­ca­do y el valor sea reem­pla­za­da por la pro­pie­dad públi­ca, la inver­sión y la pla­ni­fi­ca­ción, uti­li­zan­do todas las habi­li­da­des y recur­sos de los tra­ba­ja­do­res. Esta pan­de­mia lo esta demostrando.

Michael Roberts es un reco­no­ci­do eco­no­mis­ta mar­xis­ta bri­tá­ni­co, que ha tra­ba­ja­do 30 años en la City lon­di­nen­se como ana­lis­ta eco­nó­mi­co y publi­ca el blog The Next Recession.

Fuen­te: https://thenextrecession.wordpress.com/2020/03/30/a‑war-economy/

Tra­duc­ción: G. Buster 

SP*

Itu­rria /​Fuen­te

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