Pensamiento crítico. El arbitraje entre la actividad económica y los

Pen­sa­mien­to crí­ti­co. El arbi­tra­je entre la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y los ries­gos para la salud

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Michel Hus­son /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​29 de abril de 2020

Sobre la vacui­dad de la cien­cia eco­nó­mi­ca oficial 

Siem­pre sen­tí una aver­sión pro­fun­da hacia los eco­no­mis­tas des­de que escu­ché a uno de ellos decir que temía que la ham­bru­na en Irlan­da no mata­ra más de un millón de per­so­nas, lo que ape­nas sería sufi­cien­te para ser real­men­te útil1

Todos los gobier­nos están lle­van­do a cabo una inves­ti­ga­ción a tien­tas sobre el arbi­tra­je ópti­mo entre acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y ries­gos para la salud. Uno de los efec­tos cola­te­ra­les de esta situa­ción es que per­mi­te ver cruel­men­te la vacui­dad de la cien­cia eco­nó­mi­ca ofi­cial. El tema del arbi­tra­je nos per­mi­te mos­trar sus lími­tes, y seña­lar ‑por omi­sión- los pro­ble­mas a los que nos enfren­ta­mos y nos enfren­ta­re­mos. Se empe­za­rá por una parodia.

La rela­ción entre PIB y muer­tes: una (semi)-parodia

El aná­li­sis de un eco­no­mis­ta orto­do­xo podría ser el siguien­te. Pri­mer pun­to: hay una rela­ción inver­sa entre el núme­ro de muer­tes y la pér­di­da de PIB. Para alcan­zar el núme­ro míni­mo de muer­tes (Nmin), habría que fre­nar drás­ti­ca­men­te la eco­no­mía con­ge­lan­do todas las acti­vi­da­des no esen­cia­les. Pero la pér­di­da de PIB sería enton­ces máxi­ma (Qmax). Si, por el con­tra­rio, se da prio­ri­dad a la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca, el núme­ro de muer­tes sería máxi­mo (Nmax), pero la pér­di­da de PIB se vería redu­ci­da al míni­mo (Qmin).

El seg­men­to azul del grá­fi­co repre­sen­ta las com­bi­na­cio­nes posi­bles entre los dos obje­ti­vos, con­sis­ten­tes en redu­cir alter­na­ti­va­men­te el núme­ro de muer­tes y la pér­di­da de PIB. Se supo­ne ‑por aho­ra- que esta cons­tric­ción pre­su­pues­ta­ria es lineal, y sobre todo dada, en fun­ción de las carac­te­rís­ti­cas de la epi­de­mia y de la capa­ci­dad de res­pues­ta del sis­te­ma sanitario.

¿Cómo ele­gir enton­ces la mejor com­bi­na­ción? La teo­ría pro­por­cio­na la res­pues­ta: exis­te, por lo menos implí­ci­ta­men­te, una fun­ción de pre­fe­ren­cia que expre­sa las elec­cio­nes del agen­te repre­sen­ta­ti­vo res­pec­to a los dos deter­mi­nan­tes de su fun­ción de uti­li­dad U: los ingre­sos (Q) y la salud, medi­da por el núme­ro de muer­tes (D).

Esta fun­ción pue­de escri­bir­se: U = f (Q, D). La uti­li­dad aumen­ta con los ingre­sos y dis­mi­nu­ye con el núme­ro de muer­tes. Así tene­mos: dU/​dQ > 0 y dU/​dD < 0.

La cur­va ver­de es una cur­va de indi­fe­ren­cia: es el lugar geo­mé­tri­co de las pare­jas (Q, D) que pro­por­cio­na el mis­mo nivel de uti­li­dad, o más bien de ofe­li­mi­dad, por uti­li­zar el tér­mino acu­ña­do por Vil­fre­do Pare­to. Pare­to pro­pu­so uti­li­zar este tér­mino «para expre­sar la rela­ción de con­ve­nien­cia que hace que una cosa satis­fa­ga una nece­si­dad o un deseo, legí­ti­mo o no2». El autor de un manual de cur­so medio­cre, pero repre­sen­ta­ti­vo, uti­li­za­ba el tér­mino «iso­fé­li­mo», pro­ba­ble­men­te para apor­tar su grano de are­na pedan­te a la cien­cia3.

El grá­fi­co mues­tra una sola cur­va de iso­fé­li­mo, la que es tan­gen­te a la cons­tric­ción pre­su­pues­ta­ria. Situa­da más arri­ba, corres­pon­de­ría a un nivel más alto de uti­li­dad, pero incom­pa­ti­ble con la cons­tric­ción. Más aba­jo, obvia­men­te sería sub-ópti­ma. En resu­men, la com­bi­na­ción ópti­ma (Qopt, Nopt) se obtie­ne en el pun­to O don­de la cur­va de indi­fe­ren­cia es tan­gen­te a la dere­cha en la que figu­ra la constricción.

El arbi­tra­je a la Trump

«No pode­mos dejar que el reme­dio sea peor que la enfer­me­dad», escri­bió Trump en un tweet del 23 de mar­zo últi­mo. Com­ple­tó la decla­ra­ción de ese prin­ci­pio con una orien­ta­ción estra­té­gi­ca bien cla­ra: «al final de este perío­do de 15 días, toma­re­mos una deci­sión sobre el camino a seguir4». Siguien­do la línea de su jefe, Law­ren­ce (Larry) Kud­low, su prin­ci­pal ase­sor eco­nó­mi­co, insis­tió en sus decla­ra­cio­nes a Fox News. Para él, el daño eco­nó­mi­co cau­sa­do por el dis­tan­cia­mien­to social es «dema­sia­do gran­de (just to great). No pode­mos dete­ner la eco­no­mía y ten­dre­mos que hacer arbi­tra­jes (tra­de-offs) entre pro­te­ger a los ciu­da­da­nos esta­dou­ni­den­ses del virus y hacer que el mer­ca­do de valo­res vuel­va a su nivel ante­rior5».

De paso, hay que seña­lar que, para Kud­low, la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca se mide en fun­ción de los pre­cios del mer­ca­do de valo­res. Tam­bién vale la pena cen­trar­se en el per­so­na­je, cuyo retra­to per­mi­te medir el gra­do de deca­den­cia inte­lec­tual alcan­za­do en los Esta­dos Uni­dos. El prin­ci­pal ase­sor eco­nó­mi­co de Trump ha sido des­cri­to como un «seu­do eco­no­mis­ta siem­pre equi­vo­ca­do» (Always-Wrong Pseu­do-Eco­no­mist)6. En 1994, Kud­low fue des­pe­di­do del Ban­co Bear Stearns por su adic­ción a la cocaí­na y por su alcoho­lis­mo, una bue­na ilus­tra­ción de la dis­tin­ción de Pare­to entre ofe­li­mi­dad y uti­li­dad. Se con­vir­tió en edi­to­ria­lis­ta de eco­no­mía en la tele­vi­sión CNBC7. Su carre­ra fue una lar­ga acu­mu­la­ción de erro­res, denun­cian­do por ejem­plo ¡en diciem­bre de 2009!: «el recha­zo obs­ti­na­do del equi­po de Oba­ma a con­fiar en el libre mer­ca­do. En algu­nas de las regio­nes más afec­ta­das del país, los mer­ca­dos ya están resol­vien­do el pro­ble­ma de la vivien­da». El 25 de febre­ro últi­mo toda­vía decla­ró que la epi­de­mia esta­ba «con­te­ni­da» y que, a pesar de la «tra­ge­dia huma­na» que repre­sen­ta, no debe­ría con­du­cir a una «tra­ge­dia económica».

El arbi­tra­je en curvas

El mode­lo pre­sen­ta­do arri­ba pue­de pare­cer un poco cari­ca­tu­res­co. Sin embar­go, repre­sen­ta el sus­tra­to del pen­sa­mien­to eco­nó­mi­co domi­nan­te, como lo con­fir­ma Ema­nuel Orne­las, pro­fe­sor de eco­no­mía de la Sao Pau­lo School of Eco­no­mics: «En el pun­to cul­mi­nan­te de una epi­de­mia gra­ve, escri­be, un con­fi­na­mien­to casi com­ple­to es mejor que nada en los paí­ses que no están pre­pa­ra­dos». Sin embar­go, el con­fi­na­mien­to no debe ser de lar­ga dura­ción, ya que su dura­ción vie­ne deter­mi­na­da por sus bene­fi­cios (para la salud) y sus cos­tos (eco­nó­mi­cos) mar­gi­na­les8». Y pro­du­ce el siguien­te grá­fi­co, que es sólo otra for­ma de repre­sen­tar la rela­ción entre el PIB y el núme­ro de muer­tes. Las dos cur­vas se cru­zan en un pun­to que es el que deter­mi­na la dura­ción ópti­ma de las medi­das de confinamiento.

Tres eco­no­mis­tas, pro­ba­ble­men­te más serios que Kud­low, han publi­ca­do recien­te­men­te un artícu­lo modes­ta­men­te titu­la­do «Macro­eco­no­mía de las epi­de­mias9». Se ins­pi­ran en un vie­jo mode­lo, ya que data de 192710. Este mode­lo se lla­ma SIR: S por Sus­cep­ti­ble (de estar con­ta­mi­na­do) I por Infec­ted (con­ta­mi­na­dos) y R por Reco­ve­red (cura­dos). A veces se aña­de una E por expues­tos. El men­sa­je prin­ci­pal del artícu­lo es que hay «inevi­ta­ble­men­te una rela­ción entre la gra­ve­dad de la rece­sión a cor­to pla­zo cau­sa­da por la epi­de­mia y las con­se­cuen­cias para la salud». La ges­tión de este arbi­tra­je es el prin­ci­pal desa­fío para los encar­ga­dos de ela­bo­rar las deci­sio­nes políticas.

Si se quie­re evi­tar que «el equi­li­brio com­pe­ti­ti­vo no sea social­men­te ópti­mo», es nece­sa­rio equi­li­brar los esfuer­zos y acep­tar una reduc­ción más impor­tan­te del con­su­mo para redu­cir el núme­ro de muer­tes, como se ilus­tra en el grá­fi­co de aba­jo. Una vez más, esta es sólo una ver­sión deri­va­da de nues­tro esque­ma ini­cial en la que hay un arbi­tra­je entre la caí­da del PIB (en este caso de con­su­mo) y el núme­ro de muertes.

Seis eco­no­mis­tas ita­lia­nos se pusie­ron a tra­ba­jar jun­tos para encon­trar los medios de orga­ni­zar la lucha con­tra la epi­de­mia, con la mis­ma preo­cu­pa­ción de no «des­truir la eco­no­mía mun­dial11». Como se supo­ne que los jóve­nes son menos vul­ne­ra­bles a los efec­tos del virus, la prin­ci­pal pro­pues­ta de su tra­ba­jo con­sis­te enton­ces en «poner­los a tra­ba­jar rápi­da­men­te», equi­pán­do­los con una apli­ca­ción que les per­mi­ta «seguir inme­dia­ta­men­te el con­ta­gio que pue­dan pro­pa­gar o recibir».

Para Richard Bal­win, un eco­no­mis­ta fas­ci­na­do por la glo­ba­li­za­ción12 – que es para él una espe­cie de segun­da natu­ra­le­za de la huma­ni­dad – el tema más preo­cu­pan­te es el de la infla­ción. Según él, la cri­sis va a pro­vo­car una rela­ti­va esca­sez de bie­nes esen­cia­les y por lo tan­to, un aumen­to de sus pre­cios13. Su demos­tra­ción se basa en uno de esos cro­bards (cro­quis) a la lec­tu­ra de los cua­les son arro­ja­dos los estu­dian­tes de Cien­cias Eco­nó­mi­cas des­de su pri­mer año de estu­dios. Lo repro­du­ci­mos a con­ti­nua­ción dado su evi­den­te inte­rés pedagógico.

Pero lo que más preo­cu­pa a Bald­win es que los ciu­da­da­nos podrían con­si­de­rar «des­leal» (unfair) ese aumen­to del pre­cio de los bie­nes esen­cia­les y «tal vez inclu­so inacep­ta­ble». Según Bald­win, la his­to­ria ha demos­tra­do repe­ti­da­men­te que esta con­fi­gu­ra­ción pue­de gene­rar «fuer­zas polí­ti­cas que con­duz­can a un con­trol de los pre­cios y a un racio­na­mien­to (para repar­tir los bie­nes esca­sos)». Detrás de las cur­vas del grá­fi­co, se pue­de ver el pavor de las fuer­zas domi­nan­tes: ¿qué pasa­ría si esta cri­sis des­en­ca­de­na­ra un movi­mien­to a favor de la pla­ni­fi­ca­ción de la economía?

El arbi­tra­je entre cor­to y medio plazo

La idea mis­ma del arbi­tra­je fue cues­tio­na­da en una decla­ra­ción con­jun­ta de la direc­to­ra FMI y del direc­tor Gene­ral de la OMS: «A pri­me­ra vis­ta, hay sola­men­te una solu­ción: o se sal­van vidas o se pre­ser­van los medios de sub­sis­ten­cia. Pero este es un fal­so dile­ma: con­tro­lar el virus es, de hecho, una con­di­ción pre­via para pre­ser­var los recur­sos14».

Tam­bién Fran­cis­co Sara­ceno cri­ti­ca la «absur­da» idea del arbi­tra­je: «Sal­var vidas es bueno para la eco­no­mía15». Toma el ejem­plo de la estra­te­gia ini­cial­men­te pre­vis­ta por Boris John­son. Si se hubie­ra apli­ca­do e infec­ta­do a dece­nas de millo­nes de bri­tá­ni­cos, «la ofer­ta de mano de obra habría dis­mi­nui­do duran­te varios meses y habría sido segui­da por una fuer­te per­tur­ba­ción de la producción».

La idea bási­ca es que el arbi­tra­je es de una natu­ra­le­za muy dife­ren­te. Se pue­de redu­cir el cho­que pro­duc­ti­vo acep­tan­do más muer­tes, pero esta opción pro­vo­ca­ría un daño dura­de­ro en la eco­no­mía. En otras pala­bras, las opcio­nes a cor­to pla­zo con­di­cio­nan el camino a medio y lar­go pla­zo. Que­rien­do evi­tar una caí­da inme­dia­ta dema­sia­do inten­sa, se ten­dría una sali­da de la cri­sis en for­ma de U o L más que en V.

Las dife­ren­tes for­mas de salir de la cri­sis, en for­ma de V, de U o de L, están bien repre­sen­ta­das en el grá­fi­co siguien­te16 que se basa en la expe­rien­cia de la últi­ma cri­sis. La sali­da en for­ma de L se evi­den­cia en el caso de Gre­cia, y cabe pre­gun­tar­se si esta tra­yec­to­ria no pre­fi­gu­ra la que lle­ga­rá, al menos en cier­to núme­ro de países.

Sara­ceno expli­ca los deta­lles de su demos­tra­ción de la siguien­te mane­ra: aun­que se per­mi­tie­ra la pro­pa­ga­ción de la epi­de­mia para man­te­ner la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca, cier­tos sec­to­res (via­jes, turis­mo, ser­vi­cios) regis­tra­rían en cual­quier caso caí­das sig­ni­fi­ca­ti­vas de la acti­vi­dad. «La con­fian­za de los con­su­mi­do­res y las expec­ta­ti­vas de las empre­sas segui­rían depri­mi­das duran­te meses, el con­su­mo y la inver­sión que­da­rían estan­ca­dos y la inter­ven­ción de los pode­res públi­cos sería nece­sa­ria tan­to como lo es en el con­tex­to del con­fi­na­mien­to. Por últi­mo, el pesa­do tri­bu­to paga­do a la cri­sis pan­dé­mi­ca reper­cu­ti­ría en el capi­tal humano y, por con­si­guien­te, en la pro­duc­ti­vi­dad y el cre­ci­mien­to a lar­go plazo».

Sin embar­go, ni siquie­ra es segu­ro que esos efec­tos no apa­rez­can, de todas mane­ras, inclu­so si se acep­ta­ra una rece­sión fuer­te pero más con­cen­tra­da en el tiem­po. Los auto­res de un docu­men­to recien­te que pre­sen­ta una «teo­ría de los cho­ques de ofer­ta key­ne­sia­nos17», man­tie­nen que las cri­sis rela­cio­na­das con la epi­de­mia de COVID-19 (paros de tra­ba­jo, des­pi­dos, quie­bras) pue­den pro­vo­car una caí­da de la deman­da aún mayor que las mis­mas cri­sis. Este enfo­que, aplau­di­do por Paul Krug­man, es real­men­te fas­ci­nan­te por la sofis­ti­ca­ción de su mode­li­za­ción. Tie­ne la ven­ta­ja de mos­trar has­ta qué pun­to es absur­da la opo­si­ción entre cho­que de la ofer­ta y cho­que de la deman­da: la cues­tión cla­ve es la de la repro­duc­ción del capi­tal. No se tra­ta de deter­mi­nar un equi­li­brio entre ofer­ta y deman­da, sino de exa­mi­nar las con­di­cio­nes de esta repro­duc­ción, que sólo pue­de ana­li­zar­se en tér­mi­nos de dinámica.

El arbi­tra­je entre la vida y las finan­zas públicas

Hay una exten­sa lite­ra­tu­ra sobre las opcio­nes en mate­ria de salud públi­ca. Apa­re­ce el con­cep­to de valor de la vida18 en una lógi­ca de cálcu­lo cos­tos-bene­fi­cios. Se tra­ta pues de un arbi­tra­je, cla­ra­men­te rei­vin­di­ca­do, como expli­can dos teó­ri­cos en la mate­ria: «como no esta­mos dis­pues­tos a sacri­fi­car todo para aumen­tar nues­tra espe­ran­za de vida, eso sig­ni­fi­ca que nues­tra vida tie­ne un valor, y que ese valor es fini­to. Dado que la vida cons­cien­te es el arte de la deci­sión y dado que la deci­sión es el arte de com­pa­rar los valo­res, los seres huma­nos no tie­nen otra opción que dar un valor rela­ti­vo a todo. Sim­ple­men­te no hay alter­na­ti­va. El sabio que se nie­ga a hacer­lo es res­pe­ta­ble, pero deja al que toma las deci­sio­nes ante el abis­mo de sus opcio­nes19».

Uno de los fir­man­tes de esta pro­pues­ta, Chris­tian Gollier, es el direc­tor de la Tou­lou­se School of Eco­no­mics (sic) pre­si­di­da por Jean Tiro­le, Pre­mio Nobel de eco­no­mía en 2014. En una entre­vis­ta recien­te20, Gollier demues­tra su pers­pi­ca­cia cuan­do dice que «la ven­ta­ja de esta cri­sis es que no es estruc­tu­ral como en 1929 o más recien­te­men­te en 2008 (…) Esta­mos en un cho­que total­men­te exógeno, con una posi­bi­li­dad muy fuer­te de rebo­te y no es para nada un cho­que que requie­ra una rees­truc­tu­ra­ción de la eco­no­mía (…) Tan pron­to como poda­mos salir de ella, sere­mos capa­ces de con­su­mir de nue­vo y relan­zar la eco­no­mía». Des­pués de todo, el arbi­tra­je no es tan com­pli­ca­do: «es nece­sa­rio que los pro­duc­to­res vuel­van a los tra­ba­ja­do­res a la empre­sa y reanu­den la pro­duc­ción». Aun­que Gollier mode­ró sus obser­va­cio­nes en el res­to de la entre­vis­ta, su fór­mu­la, que impli­ca que los tra­ba­ja­do­res no serían pro­duc­to­res y que bas­ta­ría con rein­te­grar­los a la empre­sa, dice todo sobre el carác­ter cua­si feu­dal e inhu­mano de esta cien­cia económica.

Varios espe­cia­lis­tas en salud públi­ca aca­ban de publi­car una bre­ve con­tri­bu­ción21 al deba­te abier­to por la epi­de­mia. Pro­ce­den según un cálcu­lo más que rápi­do que lle­va a este resul­ta­do esen­cial: la reduc­ción máxi­ma del con­su­mo para evi­tar muer­tes rela­cio­na­das con el coro­na­vi­rus es del 26%. La for­ma en que se logra este enig­má­ti­co resul­ta­do mere­ce ser exa­mi­na­da con más detalle.

El mode­lo uti­li­za las siguien­tes varia­bles: d es la tasa de mor­ta­li­dad de la pobla­ción en ries­go, que repre­sen­ta una frac­ción 1/​n de la pobla­ción total, con una vida media res­tan­te de L años. El valor de un año, v, se mide en años de con­su­mo per cápi­ta: si, por ejem­plo, un año de vida vale 150.000 dóla­res y el con­su­mo per cápi­ta es de 50.000 dóla­res, enton­ces v = 322.

Para evi­tar el ries­go que repre­sen­ta la epi­de­mia, la socie­dad esta­ría enton­ces dis­pues­ta a renun­ciar a una frac­ción del con­su­mo de un año dado por esta fór­mu­la: a = d.v.L/n. Los auto­res dan un ejem­plo numé­ri­co, con v = 3, L = 10 y n = 6. Por con­si­guien­te, es pro­ba­ble que la epi­de­mia afec­te a una sex­ta par­te de la pobla­ción cuya espe­ran­za de vida aún res­tan­te es de 10 años. Dado que un año que que­da por vivir vale 3 años de con­su­mo per cápi­ta, la fór­mu­la ante­rior se escri­be sim­ple­men­te a = 5d. En otras pala­bras, resu­men los auto­res, «la socie­dad está dis­pues­ta a renun­ciar al 5% del con­su­mo por cada pun­to por­cen­tual de mor­ta­li­dad debi­da al Covid-19 duran­te un año; si esa tasa de mor­ta­li­dad (d) es del 4%, eso corres­pon­de­ría al 20% del con­su­mo». CFQD (lo que se quie­re demos­trar).

Detrás de esta arit­mé­ti­ca sim­plis­ta hay un mode­lo más sofis­ti­ca­do que uti­li­za una fun­ción de uti­li­dad social (uti­li­ta­rian social wel­fa­re) que depen­de de la reduc­ción del con­su­mo según una tasa de mor­ta­li­dad deter­mi­na­da y debe­ría, según los auto­res, ayu­dar­nos a pen­sar en «el arbi­tra­je entre el con­su­mo de los super­vi­vien­tes y las muer­tes debi­das al Covid-19». En pri­mer lugar, los auto­res exa­mi­nan el caso de un agen­te repre­sen­ta­ti­vo, antes de intro­du­cir una dis­tin­ción entre los vie­jos (expues­tos) y los jóve­nes (en prin­ci­pio no expues­tos). En el segun­do caso, la acep­ta­ción de una dis­mi­nu­ción del con­su­mo es menor: el 26% en lugar del 35%. ¿Pero quién deci­de sobre esa acep­ta­ción? ¿Y cómo regu­lar las medi­das de salud públi­ca para no supe­rar el umbral fatí­di­co del 26%?

El arbi­tra­je entre bene­fi­cios y desempleo

¿Y si hubie­ra tam­bién una rela­ción entre bene­fi­cios y des­em­pleo? Esto es lo que sugie­re Patrick Artus, basán­do­se en una com­pa­ra­ción entre los Esta­dos Uni­dos y la euro­zo­na: «el mode­lo euro­peo de ajus­te del empleo en una rece­sión (len­to, amor­ti­gua­do en la medi­da de lo posi­ble) es mejor que el mode­lo ame­ri­cano (ajus­te bru­tal del empleo) por­que evi­ta agra­var la cri­sis por la reduc­ción de la deman­da de los hoga­res y la pér­di­da de capi­tal humano. Pero el defec­to del mode­lo euro­peo es que el ajus­te len­to y amor­ti­gua­do del empleo con­du­ce a una dis­mi­nu­ción de la ren­ta­bi­li­dad de las empre­sas y de su capa­ci­dad de inver­sión»23. Y Artus con­ti­núa dicien­do: para redu­cir el des­em­pleo lo más rápi­da­men­te posi­ble des­pués de la cri­sis, será nece­sa­rio «evi­tar algu­nos erro­res» y, en par­ti­cu­lar, «apli­car la mode­ra­ción sala­rial para recu­pe­rar los már­ge­nes de bene­fi­cio de las empre­sas24». Tal vez ten­ga razón: las ver­da­de­ras alter­na­ti­vas están toda­vía ante noso­tros. Por ejem­plo: nues­tras vidas o sus beneficios.

Arbi­tra­je entre seu­do­cien­cia y crí­ti­ca social

Este peri­plo mues­tra que el coro­na­vi­rus es tam­bién un reve­la­dor de las terri­bles insu­fi­cien­cias de la teo­ría eco­nó­mi­ca domi­nan­te. El enfo­que más bien micro­eco­nó­mi­co (el que pre­ten­de ser­vir de base para el aná­li­sis macro­eco­nó­mi­co) se enfren­ta a varios obs­tácu­los. El pri­me­ro es que una lógi­ca de equi­li­brio es abso­lu­ta­men­te inope­ran­te, en gene­ral pero aún más en el con­tex­to actual. Todos los pará­me­tros cam­bian día a día y, ante la incer­ti­dum­bre gene­ra­da por la evo­lu­ción de la epi­de­mia, el aná­li­sis eco­nó­mi­co tra­di­cio­nal (el que se ense­ña hoy en día) no pue­de apor­tar nada a la com­pren­sión de estos fenómenos.

En nues­tro esque­ma paró­di­co ini­cial, se supo­ne que se cono­ce la cons­tric­ción entre la pér­di­da de PIB y el núme­ro de muer­tes (el seg­men­to azul). Sin embar­go, está cla­ro que no es así: exis­te una incer­ti­dum­bre fun­da­men­tal sobre su for­ma, y es esto lo que ayu­da a com­pren­der las dudas sobre el méto­do correc­to para com­ba­tir la epi­de­mia: ¿cuán­to tiem­po hay que que­dar­se con­fi­na­dos, que moda­li­da­des de sali­da, etc.? Ade­más, esta cur­va fic­ti­cia está con­di­cio­na­da por las opcio­nes toma­das ante­rior­men­te (stocks de mas­ca­ri­llas, núme­ro de camas y de per­so­nal sani­ta­rio, etc.) y, por lo tan­to, hoy por hoy hay que mane­jar una situa­ción pre­via­men­te deter­mi­na­da por un cálcu­lo eco­nó­mi­co cortoplacista.

La hipó­te­sis que esti­pu­la que exis­te una fun­ción colec­ti­va de uti­li­dad social o un agen­te repre­sen­ta­ti­vo que ejer­ce opcio­nes docu­men­ta­das no resis­te la prue­ba de los hechos, por­que el capi­ta­lis­mo no fun­cio­na de esa mane­ra. Vol­vien­do a nues­tro esque­ma paró­di­co, la pre­gun­ta fun­da­men­tal es (y la pre­gun­ta se plan­tea ya): ¿quién deter­mi­na la for­ma y la posi­ción de la cur­va verde?

El uso obs­ceno de un cálcu­lo eco­nó­mi­co basa­do en una eva­lua­ción esta­dís­ti­ca del valor de la vida nos sumer­ge en las aguas hela­das del cálcu­lo egoís­ta. Aquí tam­bién fun­cio­na el indi­ca­dor: el capi­ta­lis­mo es una socie­dad en la que las deci­sio­nes que debie­ran ser colec­ti­vas, pro­duc­to de la deli­be­ra­ción demo­crá­ti­ca, son en reali­dad deci­sio­nes pri­va­das basa­das en un mez­quino cálcu­lo de mercado.

Tra­duc­ción: vien­to sur

Vien­to Sur*

Itu­rria /​Fuen­te

  1. I have always had a cer­tain horror of poli­ti­cal eco­no­mists sin­ce I heard one of them say that he fea­red the fami­ne in Ire­land would not kill more than a million peo­ple, and that would scar­cely be enough to do much good, Ben­ja­min Jowett [en rela­ción con Nas­sau Senior] cita­do por Cecil Woodham-Smith, The Great Hun­ger. Ire­land 1845 – 1849, 1962, p. 375 – 6.
  2. Cours d’économie poli­ti­que, Tome 1, 1896, p. 3. Pare­to pre­fe­ría el tér­mino ofe­li­mi­dad al de uti­li­dad, por­que el pla­cer se pue­de encon­trar en los con­su­mos inú­ti­les, inclu­so dañi­nos. No fal­tan los ejemplos…
  3. Trong Giao Dao Dang, Le libé­ra­lis­me éco­no­mi­que, 1990.
  4. @realDonaldTrump, «We can­not let the cure be wor­se than the pro­ble­ma», tweet, 23 de mar­zo, 2020.
  5. Law­ren­ce Kud­low, «Eco­no­mic cost of pro­lon­ged coro­na­vi­rus shut­down is just too great», Axios, 23 de mar­zo, 2020.
  6. Fuen­te: Wiki­pe­dia.
  7. Un poco como Nico­las Bou­zou [y otros] en Francia.
  8. Ema­nuel Orne­las, «Mana­ging eco­no­mic lock­downs in an epi­de­mic», voxeu, 28 28 de mar­zo de 2020.
  9. Mar­tin S. Eichen­baum, Ser­gio Rebe­lo, Mathias Tra­bandt, «The Macro­eco­no­mics of Epi­de­mics», NBER, 20 de mar­zo, 2020.
  10. William O. Ker­mack & Ander­son G. McKen­drick, «Con­tri­bu­tion to the Mathe­ma­ti­cal Theory of Epi­de­mics», Pro­cee­dings of the Royal Society of Lon­don, series A, vol. 115, no. 772, 1927.
  11. Andrea Ichino, Gia­co­mo Cal­zo­la­ri, Andrea Mat­toz­zi, Aldo Rus­ti­chi­ni, Giu­lio Zane­lla, Mas­si­mo Ane­lli, «Transition steps to stop COVID-19 without killing the world eco­nomy», 25 de mar­zo, 2020.
  12. Richard Bald­win, The Great Con­ver­gen­ce. Infor­ma­tion Tech­no­logy and the New Glo­ba­li­za­tion, 2016.
  13. Richard Bald­win, «The supply side mat­ters: Guns ver­sus but­ter, COVID-sty­le», voxeu, 22 de mar­zo 2020.
  14. Kris­ta­li­na Geor­gie­va & Tedros Adha­nom Ghe­bre­ye­sus, «Some say the­re is a tra­de-off: save lives or save jobs – this is a fal­se dilem­ma», IMF, 3 de abril, 2020.
  15. Fran­ces­co Sara­ceno, «The­re is no Tra­de-off. Saving Lives is Good for the Eco­nomy», 29 de mar­zo, 2020.
  16. Sour­ce: Phi­lipp Carls­son-Szle­zak , Mar­tin Reeves and Paul Swartz, «Unders­tan­ding the Eco­no­mic Shock of Coro­na­vi­rus», Har­vard Busi­ness Review, 27 de mar­zo, 2020.
  17. Vero­ni­ca Gue­rrie­ri, Gui­do Loren­zo­ni, Lud­wig Straub, Iván­Wer­ning, «Macro­eco­no­mic Impli­ca­tions of COVID-19: Can Nega­ti­ve Supply Shocks Cau­se Demand Shor­ta­ges ?», 2 de abril, 2020.
  18. Para una crí­ti­ca de ese enfo­que, ver: Jean-Marie Harri­bey, «La vie au ralen­ti, jour­nal d’un con­fi­né [21]», blog Alter­na­ti­ves éco­no­mi­ques, 6 de abril 2020.
  19. Chris­tian Gollier et James Ham­mitt, «Nous ne som­mes pas prêts à tout sacri­fier pour aug­men­ter notre espé­ran­ce de vie», Le Mon­de, 3 de abril 2020.
  20. Chris­tian Gollier, «L’avantage de cet­te cri­se, c’est qu’elle n’est pas struc­tu­re­lle», Fran­ce Info, 6 de abril 2020.
  21. Robert E. Hall, Char­les I. Jones, and Peter J. Kle­now «Tra­ding Off Con­sum­ption and COVID-19 Deaths», Stan­ford Uni­ver­sity and NBER, 3 de abril, 2020.
  22. Para esco­ger ese valor, los auto­res hacen refe­ren­cia a un meta-aná­li­sis que da una idea del carác­ter deli­ran­te de esas ela­bo­ra­cio­nes: W. Kip Vis­cu­si and Joseph E Aldy, «The value of a sta­tis­ti­cal life: a cri­ti­cal review of mar­ket esti­ma­tes throughout the world», Jour­nal of risk and uncer­tainty, vol.27, n°1, 2003.
  23. Patrick Artus, «Fon­ction­ne­ment du mar­ché du tra­vail dans une cri­se aux Etats-Unis et dans la zone euro», 2 de abril 2020.
  24. Patrick Artus, «Qu’est-ce qui peut accé­lé­rer la bais­se du chô­ma­ge après une réces­sion ?», 6 de abril 2020.

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