Perú. Un diá­lo­go nacio­nal para supe­rar la pandemia

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de abril de 2020

La emer­gen­cia nacio­nal gene­ra­da por la pan­de­mia del coro­na­vi­rus ha pues­to de mani­fies­to una serie de situa­cio­nes que en casi 30 años se encon­tra­ban en esta­do laten­te: la pre­ca­rie­dad del sis­te­ma de salud, una polí­ti­ca labo­ral con­tra­ria a los tra­ba­ja­do­res de la ciu­dad y el cam­po, la infor­ma­li­dad labo­ral y social, un sis­te­ma de pen­sio­nes poco efi­cien­te y la suje­ción a una polí­ti­ca exte­rior que ha renun­cia­do en estos últi­mos años a la inde­pen­den­cia polí­ti­ca, al res­pe­to al dere­cho inter­na­cio­nal y a la soli­da­ri­dad entre nacio­nes y pueblos. 

Esta cri­sis, según espe­cia­lis­tas de diver­sas ten­den­cias, nos encuen­tra en un momen­to eco­nó­mi­co don­de nues­tras reser­vas están a un buen nivel, pero don­de la mano dura de los diver­sos minis­tros de Eco­no­mía, siguien­do la doc­tri­na neo­li­be­ral del Con­sen­so de Washing­ton que han adop­ta­do como suya, evi­ta­ron el “gas­to” de recur­sos en temas de carác­ter social, de dere­chos eco­nó­mi­cos y de pro­mo­ción al desa­rro­llo en nues­tras regiones.

Es por ello que ese desa­rro­llo eco­nó­mi­co ha poten­cia­do a los gran­des empre­sa­rios que hoy mono­po­li­zan nues­tra eco­no­mía, dejan­do de lado sec­to­res impor­tan­tes para el país como la indus­tria nacio­nal y a la agri­cul­tu­ra familiar.

Hoy la cua­ren­te­na, con medi­das nece­sa­rias ‑extre­mas pero nece­sa­rias- dic­ta­das por el eje­cu­ti­vo y muy débil­men­te apo­ya­das por muchos gober­na­do­res y alcal­des, nos enros­tran la pre­ca­rie­dad de un sis­te­ma de salud que corre el ries­go de ser reba­sa­do (si es que ya no lo está) por la can­ti­dad de infec­ta­dos con el Covid19; un sis­te­ma públi­co que fue rele­ga­do para prio­ri­zar la pri­va­ti­za­ción y la ofer­ta empre­sa­rial don­de pri­me­ro el pacien­te debe demos­trar la sol­ven­cia eco­nó­mi­ca antes de reci­bir siquie­ra una pas­ti­lla; todo esto por las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les que des­de hace 28 años se han veni­do ins­tau­ran­do en el país.

Des­de 1992, año del auto­gol­pe de Fuji­mo­ri y el ini­cio del sis­te­ma neo­li­be­ral, los gobier­nos pos­te­rio­res, des­de el 2001 has­ta la fecha, son res­pon­sa­bles tam­bién de la pre­ca­rie­dad de nues­tro sis­te­ma pre­vi­sio­nal, que debe ser para todos y todas las perua­nas, y no como es hoy, un sis­te­ma que bene­fi­cia, como ya ha demos­tra­do en otros paí­ses, a los pro­pie­ta­rios de las empre­sas finan­cie­ras que mane­jan los fon­dos de millo­nes de per­so­nas. Esto, suma­do a la corrup­ción que des­de hace unos años nos es visi­ble y escandalosa.

El gobierno del pre­si­den­te Mar­tín Viz­ca­rra ha plan­tea­do, en medio de una can­cha desier­ta, una serie de medi­das para una reac­ti­va­ción eco­nó­mi­ca que evi­te el colap­so que va a gene­rar la pan­de­mia. Resul­ta curio­so, que nin­gu­na poten­cia mun­dial pudo hacer lo que este virus micros­có­pi­co ha hecho: dete­ner el mun­do y sus eco­no­mías y nues­tro país no pudo que­dar exen­to a ello. Pero ¿serán sufi­cien­tes estas medi­das de res­ca­te y entre­ga de fon­dos para empre­sas y para la ciu­da­da­nía en gene­ral, con las excep­cio­nes de quie­nes no apa­re­cen en nin­gún regis­tro?; es decir, de los más pobres y de los des­em­plea­dos actua­les y futuros.

Lo que se requie­re, en medio de esta coyun­tu­ra, es la con­vo­ca­to­ria a un Diá­lo­go Nacio­nal, un diá­lo­go con todas las fuer­zas polí­ti­cas, más allá de las que están repre­sen­ta­das en el Con­gre­so, por­que este pro­ce­so no va a ter­mi­nar el 12 de abril, ni el 06 de mayo cuan­do empie­cen las cla­ses esco­la­res y uni­ver­si­ta­rias de for­ma pro­gre­si­va, aparentemente.

Este diá­lo­go nacio­nal debe plan­tear como míni­mo una serie de refor­mas que esta­blez­can, entre otras cosas el redi­rec­cio­na­mien­to del gas­to públi­co y la segu­ri­dad social, así como el uso de las reser­vas nacio­na­les plan­tean­do el con­cep­to fun­da­men­tal del bien común y la ren­ta míni­ma, y no el uso de polí­ti­cas fis­ca­les neo­li­be­ra­les para el sal­va­ta­je de unos cuan­tos gran­des gru­pos eco­nó­mi­cos, medi­das que han demos­tra­do su fra­ca­so de cara a con­fron­tar los efec­tos socia­les y eco­nó­mi­cos de la pandemia.

El diá­lo­go debe incluir una cura que qui­te el mie­do a la pala­bra “sub­si­dio” para que se pue­da incluir el apo­yo de los fon­dos del Esta­do para la agri­cul­tu­ra fami­liar refor­zan­do la capa­ci­ta­ción y pro­vi­sión téc­ni­ca, com­pra de fer­ti­li­zan­tes y maqui­na­ria para un sec­tor que es impor­tan­te para el for­ta­le­ci­mien­to de la segu­ri­dad ali­men­ta­ria en una coyun­tu­ra don­de la adqui­si­ción de pro­duc­tos ali­men­ti­cios es prioridad. 

Esta pan­de­mia glo­bal nos lle­va tam­bién a la nece­si­dad de replan­tear y eva­luar nues­tra polí­ti­ca exte­rior. El segui­mien­to a los intere­ses de la poten­cia hege­mó­ni­ca, no fun­cio­na; se debe vol­ver a una agen­da plu­ral, dejan­do de lado “agen­das úni­cas”, para dar paso a la pro­mo­ción de la inte­gra­ción regio­nal, la coope­ra­ción y la soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal huma­ni­ta­ria con el obje­ti­vo del levan­ta­mien­to de san­cio­nes y blo­queos con­tra varios paí­ses como ha pedi­do hoy la Nacio­nes Uni­das. Es el momen­to de cam­biar el actual e injus­to orden inter­na­cio­nal.
Con estas con­di­cio­nes míni­mas, podría ini­ciar­se un diá­lo­go nacio­nal y un pro­ce­so de cam­bio post pan­de­mia, que nos lle­ve a revi­sar el con­tra­to social entre todas y todos los perua­nos y vol­ver, como país diver­so que somos, a poner al ciu­da­dano, a la per­so­na huma­na, en el cen­tro de la agenda. 

Fuen­te: Otra Mirada

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