Argen­ti­na. Car­los Mugi­ca, el sacer­do­te de los pobres

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 11 mayo 2020

Fue ase­si­na­do por la Tri­ple A hace hoy 46 años

Mugica tenía 44 años cuando fue asesinado.

Mugi­ca tenía 44 años cuan­do fue asesinado. 

Car­los Mugi­ca, fue uno de los sacer­do­tes que influen­cia­dos por las luchas popu­la­res de los años sesen­ta y seten­ta, opta­ron por com­pro­me­ter­se de modo direc­to y con­cre­to con lo más pobres y vul­ne­ra­bles de las socie­da­des lati­no­ame­ri­ca­nas. Ese com­pro­mi­so y esa cer­ca­nía con el pue­blo fue la que no le per­do­na­ron los sec­to­res de la dere­cha que habían coop­ta­do el gobierno de Isa­bel Perón. El 11 de mayo de 1974 Mugi­ca fue ase­si­na­do. Suce­dió hace 46 años.

Mugi­ca nació el 7 de octu­bre de 1930 en el seno de una
fami­lia aris­to­crá­ti­ca. Su padre Adol­fo lle­gó a ser can­ci­ller de Arturo
Fron­di­zi en 1961. A comien­zos de los años 50, el joven Mugi­ca abandonó
los estu­dios de Dere­cho para ingre­sar al Semi­na­rio y a fines de 1959 fue
orde­na­do sacer­do­te por el car­de­nal Anto­nio Caggiano.

Sus pri­me­ros tiem­pos como cura los pasó el nor­te de la pro­vin­cia de
San­ta Fe. Allí, cola­bo­ró a las órde­nes de Juan José Iriar­te, el obispo
de Recon­quis­ta. De regre­so en Bue­nos Aires, dio cla­ses de Teo­lo­gía en la
Uni­ver­si­dad del Sal­va­dor y cum­plió labo­res en la secre­ta­ría de
Cag­giano, al tiem­po que era desig­na­do vica­rio coope­ra­dor en la parroquia
Nues­tra Seño­ra del Socorro.

En la parro­quia de San­ta Rosa de Lima comen­zó su con­tac­to con
fami­lias pobres y con el pero­nis­mo. Ya des­pun­ta­ba la figu­ra influyente
de Cami­lo Torres, el sacer­do­te colom­biano que tomó las armas y llegaba
la influen­cia del obis­po bra­si­le­ño Hél­der Câma­ra. Para 1968 hizo
eclo­sión la Teo­lo­gía de la Libe­ra­ción tras le reu­nión del Episcopado
Lati­no­ame­ri­cano en Mede­llín. Mugi­ca adhe­ri­ría a sus pos­tu­la­dos de una
Igle­sia con com­pro­mi­so social a tra­vés del Movi­mien­to de Sacer­do­tes por
el Ter­cer Mundo.

En esa épo­ca, Mugi­ca había pasa­do por Fran­cia, don­de pre­sen­ció la
revuel­ta de mayo del 68. Los estu­dian­tes de La Sor­bo­na portaban
pan­car­tas con el ros­tro de otro argen­tino, miem­bro, como Mugi­ca, de una
fami­lia de ori­gen patri­cio: Ernes­to “Che” Gue­va­ra. De vuel­ta en la
Argen­ti­na, y cada vez más cer­cano al pero­nis­mo, se con­vir­tió en
con­se­je­ro espi­ri­tual de Juven­tud Estu­dian­til Cató­li­ca del Colegio
Nacio­nal de Bue­nos Aires. Allí, entró en con­tac­to con el gru­po de
estu­dian­tes que for­ma­rían el gru­po pri­mi­ge­nio de Mon­to­ne­ros. También
comen­zó su minis­te­rio en la villa de Retiro.

Cuan­do caye­ron muer­tos Fer­nan­do Abal Medi­na y Gus­ta­vo Ramus, en
sep­tiem­bre de 1970, Mugi­ca ofi­ció la misa por ambos jóve­nes montoneros.
Con el correr del tiem­po toma­ría una pos­tu­ra crí­ti­ca de la organización.
En noviem­bre de 1972 inte­gró la comi­ti­va del vue­lo chár­ter que tra­jo a
Juan Domin­go Perón des­de Roma, tras 17 años de exi­lio. Duran­te los días
que el líder jus­ti­cia­lis­ta estu­vo en la Argen­ti­na, reci­bió a un gru­po de
sacer­do­tes ter­cer­mun­dis­tas. Mugi­ca fue el artí­fi­ce del encuentro.

Tras el regre­so al poder del pero­nis­mo, Mugi­ca fue invi­ta­do a
cola­bo­rar en el Minis­te­rio de Bien­es­tar Social de José López Rega, con
quien no tuvo una rela­ción cor­dial. A tal pun­to, que Mugi­ca se convirtió
en uno de los blan­cos pre­di­lec­tos de El Cau­di­llo, revis­ta finan­cia­da por el ministro.

A las 8 de la noche del sába­do 11 de mayo de 1974, Mugi­ca fue
embos­ca­do en Villa Luro. Aca­ba de dar misa en la igle­sia de San
Fran­cis­co Solano cuan­do se dis­po­nía a subir a su auto Renault 4. Lo
acom­pa­ña­ba su ami­go Ricar­do Cape­lli. Un gru­po de hom­bres los ata­có a
bala­zos. Mugi­ca fue acri­bi­lla­do: reci­bió 14 impac­tos. Cape­lli fue herido
de cua­tro bala­zos. Los lle­va­ron al Hos­pi­tal Sala­berry, en Mataderos,
don­de fue­ron ope­ra­dos. Mugi­ca no se repu­so de sus heri­das y murió esa
noche.

Años más tar­de, Cape­lli reco­no­ce­ría a Rodol­fo Almi­rón, jefe de la
cus­to­dia de López Rega, como inte­gran­te de la pato­ta que los baleó.
Cape­lli tenía vis­to a Almi­rón de la épo­ca en que Mugi­ca visitaba
Bien­es­tar Social. A fines de 2006, en el mar­co de la inves­ti­ga­ción por
los crí­me­nes de la Tri­ple A, el gru­po para­po­li­cial que actuó antes del
gol­pe de 1976, el juez fede­ral Nor­ber­to Oyar­bi­de pidió a Espa­ña la
extra­di­ción de Almi­rón y decla­ró como de lesa huma­ni­dad, por tanto
impres­crip­ti­bles, los deli­tos de las tres A. Almi­rón murió dete­ni­do en
2009.

Los habi­tan­tes de la Villa 31 tie­nen siem­pre pre­sen­te a Mugi­ca. Los
res­tos del sacer­do­te des­can­san en la parro­quia Cris­to Obre­ro que él
fun­da­ra en la villa de Retiro.

Itu­rria /​Fuen­te

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