Por Eduardo Pastori, Resumen latinoamericano, 18 mayo 2020
Hace pocos días mataron al Trinche Carlovich de un golpe en la cabeza para robarle,en una ciudad donde la inseguridad está ligada al aparato estatal, la policía y el narcotráfico. Su padre había llegado al país en la década del 30, desde una Yugoslavia donde luego el mariscal Tito sería el único comunista que se atrevería a desobedecer a Stalin y tomaría el poder construyendo un socialismo que le permitió una alta calidad de vida a millones.
Cuando se enteraron de su muerte, los admiradores del Trinche comenzaron a romper todo y la policía que intentó reprimir, luego tuvo que replegarse, y el gobierno de Rosario temeroso de que rompieran toda la ciudad, tuvo que permitir que lo despidieran en un velorio a estadio lleno en plena cuarentena. El Trinche era una mezcla de Maradona, Messi, Che Guevara y Santucho; tal vez por ser zurdo y Rosarino como ellos,podía lograr lo imposible, gambeteaba a todos, les hacia caños y los esperaba para hacerles caño de vuelta, llevaba la pelota «pegada» al cuerpo,casi no tocaba el piso, imposible de quitar; generaba tal pasión que tenían que regresarlo a la cancha después de ver la roja o jugar aún cuando se olvidaba el documento, por pedido hasta de la hinchada contraria. Tuvo su mejor momento cuando con una selección de Rosario le ganó a la selección nacional 3 a 1 pegándole un terrible baile, o cuando salió campeón con Central Córdoba. A esta altura saltan preguntas inevitables, ¿como puede ser que un personaje así pasara desconocido? ¿Como no se hizo millonario y famoso? ¿Como no jugó en algún club grande o salió campeón mundial con la selección argentina? ¿Por qué no hay registros fílmicos (tan solo fotos) de esas hazañas? Tal vez la indisciplina, destino o mala suerte; tal vez casi nunca fue convocado a la selección por excéntrico. Solo tenemos la certeza de que como el Trinche era del PRT y muy rebelde, aunque tuvo varios ofrecimientos de grandes clubes europeos y locales, los rechazó por los mismos motivos que llevaron a estos a convertirse en grandes negocios capitalistas. Carlovich eligió quedarse en el barrio y disfrutar el fútbol con amigos; fué símbolo del país que podemos ser y no fuimos,un país tan injusto y desigual, con millonarios y enormes riquezas , capaz de fabricar en 45 días un quit para testear el coronavirus a menor costo que el resto del mundo, o en 40 días un robot que elimina el covid 19 de cualquier ambiente con rayos ultravioleta; pero que no logra terminar con el hambre y la desnutrición, el chagas, denge o sarampión. Que no es «capaz» de erradicar un machismo medieval genocida que mata una mujer por día. Aunque parezca, no es solo la burguesía y el capitalismo la única causa de que persistan estos males; sino nuestra propia incapacidad de desobedecer a nuestros «Stalin» como el dogmatismo, sectarismo, quinterismo, ombliguismo, individualismo, oportunismo y ego-centrismo de muchos de nuestros dirigentes;que olvidaron nuestras raíces expresadas en el Martín Fierro: «Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera» o el Che Guevara cuando dijo:»Si fuéramos capaces de unirnos, que grande y que cercano sería el futuro» Cuando los poderosos y sus medios de comunicación nos dicen permanentemente que terminar con ésta sociedad mercantilista donde todo se compra y se vende, hasta los ideales y la dignidad, es imposible. Deberíamos contestarles con el ejemplo de Santucho y sus compañeres que escaparon de tantas cárceles inexpulgables para seguir luchando. Cuando la clase dominante nos dice que somos soñadores, delirantes que proponemos cosas irrealizables. Debemos contestarles como el Che cuando dijo:»cambiar las cosas es difícil y nos llevará algún tiempo, si fuera imposible tardaríamos un poco mas». Él también lo demostró con su ejemplo.