Por Agustina López Oribe, Resumen Latinoamericano 19 de mayo de 2020
Un miembro de la Guardia Comunitaria Whasek fue encarcelado el martes pasado luego de presentarse en la Fiscalía a la que fue citado a comparecer imputado por un delito que desconocía. Denuncia que lo llevaron a la comisaría donde lo desnudaron y lo dejaron parado hasta el amanecer con las manos esposadas y atadas a un travesaño. Lo mismo se repitió la noche siguiente. Tampoco le dieron comida ni agua. Además, el comisario en persona se encargó de maltratarlo e insultarlo con términos racistas.
Carlos José Peñaloza, wichí de 25 años forma parte de la Guardia Comunitaria que nació en El Sauzalito, El Impenetrable Chaqueño, bajo la ordenanza municipal 952⁄18. Esta organización netamente indígena surgió como paliativo desesperado al desmonte y al narcotráfico que estaba sufriendo este pueblo y frente a la evidente ausencia del Estado. En la actualidad tienen postas de control para el ingreso de personas ajenas a la comunidad.
Aparentemente la denuncia radicada a Peñaloza y otros jóvenes fue de un matrimonio que en su paso por la propiedad, fue retenido porque transportaban en su camioneta 23 paquetes de hojas de coca desde el departamento Rivadavia, Salta, en un contexto de aislamiento social obligatorio. La pareja se indignó con la intervención wichí y radicó una denuncia a la que todavía no se pudo tener acceso. La justicia dio curso rápidamente. No para quienes se trasladaban irregularmente de una provincia a otra, sino para los miembros de la Guardia. Citaron, intentaron indagar y detuvieron a este joven de 25 años que no tuvo acceso a un intérprete o a un abogado, como dicta la ley.
Tampoco al expediente pero sí lo mantuvieron parado hasta el amanecer con las manos esposadas colgado de un travesaño en la comisaria Fuerte Esperanza a donde fue trasladado. “Esa noche me sacaron toda la ropa y recién al amanecer me la devolvieron. Toda la noche con frío aguanté” declaró para Anred. La noche siguiente, lo mismo, desnudo. Pensó que “la mente iba a perder estabilidad”.
El comisario José María Paredes se encargó de recordarle su condición de infrahumano, valor que suelen darles muchos de los criollos que viven en esa provincia, pero que lo haga un funcionario público es, por lo menos, problemático: “Ustedes no son nada, son wichís” le dijo Paredes con desprecio. “Yo no respondí, miré su identificación y por eso se el nombre”, relató Peñaloza. Agregó que lo trasladaron como si fuera un terrorista, cambiándolo de móvil varias veces y con una treintena de uniformados que estaban por todas partes.
Mientras estuvo preso, la comunidad se manifestó cortando la ruta. Pidieron su libertad y hubo represión a cargo de la policía chaqueña sin importar que haya mujeres y niños. En un comunicado de la Guardia Whasek denunciaron que existe una campaña de criminalización, desprestigio y violencia hacia ellos porque tocan intereses de los poderosos: “buscan hacer creer a la sociedad que somos paramilitares pagos, nos llaman delincuentes armados, nos dicen sediciosos”. Pero lo cierto es que esta Guardia es innovadora, fue creada con un marco legal del derecho argentino.
Además actúa, luego de mesas de enlace y convenios con ministerios provinciales adentro de su propiedad comunitaria con título otorgado por el Instituto de Colonización de la provincia bajo el número 1164 y que le adjudica 100 mil hectáreas a las familias y comunidades indígenas que la ocupan ancestralmente. En el documento además, prohíbe usar o explotar directa o indirectamente ese territorio a personas físicas o jurídicas, no indígenas.
Por AnRed