Por Máximo Constanzo*, Resumen Latinoamericano, 14 mayo 2020
Se instaló en el país la dicta-virus de las FF.AA. Para nadie es un
misterio que la pandemia le vino como anillo al dedo al gobierno de
Píñera que estaba a mal traer con la revuelta social. Pero más le
favoreció a las FF.AA que vieron la oportunidad de volver a tener el
protagonismo que cumplieron en la dictadura terrorista de Pinochet.
En noviembre del 2019, a un mes del inicio de la revuelta social, la
élite de poder tomo medidas para que las protestas no produjeran un
cambio de estructura en el país. Las medidas fueron varias y en
distintos ámbitos. En primer lugar canalizar la gigantesca protesta
social en un camino institucional, por lo cual decidió que tenía que
cambiar la constitución pero de manera controlada. La casta política
tan afín al modelo chileno y tan influenciable al poder del dinero,
aceptó el camino hacia el plebiscito de abril del 2020.
Los altos mandos de las FF.AA como parte de esa élite actuaron
políticamente en medio de la revuelta. Le rayaron la cancha a Piñera,
sacrificaron a Carabineros y se mantuvieron en un campo de acción
aparentemente moderado, implementando labores de inteligencia contra el
“enemigo interno”, que ellos definen es el pueblo, y preparándose para
los distintos escenarios.
Para los militares, los que estaban en medio de una tremenda
degradación moral, corrupción, pérdida de protagonismo social y
político, es decir a la defensiva, la pandemia significó asumir un papel
político-militar muy relevante. La “democracia” los necesitaba y ellos
prestos vuelven para salvar al país. La tentación de ser mercenarios,
hoy se complementa con el espíritu patriótico.
Militares patrullando ferias, camiones con “Boinas Negras” apostados
en la Plaza de Armas y en las plazas del país, fuertemente armados, como
preparados para matar el virus si aparece en una esquina.
Las herramientas del nuevo poder
Hace poco la Contraloría General de la República tomó razón de un
decreto del Gobierno que permite a los Jefes de la Defensa Nacional de
cada región, le den instrucciones directas a los alcaldes y funcionarios
públicos sin intervención del Presidente de la República.
Se trata del decreto 203, que modifica el número 104 del Estado de
Excepción Constitucional (aunque la contraloría a precisado la
modificación para darle una apariencia más “democrática”). Seguramente
nos serán las últimas medidas impulsadas por los comandantes en jefe de
las tres ramas de las FFAA, que en la práctica tienen a un mocito a su
servicios en el Ministro de Defensa, como es Alberto Espina, de triste
papel.
Hoy por hoy los militares están desarrollando y llevando a la
práctica, toda la experiencia que adquirieron en la ocupación de Haití o
el terremoto del 2010. Como las enseñanzas que sus jefes yanquis les
han ido (re)adoctrinando en el Fuerte Arteaga, en Valparaíso, como ha
sido denunciado reiteradamente.
Eso significa tener a la sociedad civil bajo su mando, por cierto
arbitrario. Un presidente y parlamento títere de los nuevos políticos
vestidos de uniforme. Nuevos pertrechos, nuevas misiones, nuevos
papeles, nuevo estatus, nuevo poder.
Este escenario tan nefasto para Chile no es momentáneo, llegó para quedarse y todo es “perfectamente legal”.
La élite está de fiesta, aunque pierda algunas “lucas” por el
momento. Es el capitalismo pos-neoliberal y ya se ordenaron los nuevos
papeles, los nuevos roles que asumirán los integrantes de la élite de
poder.
Pero no la tendrán fácil porque tendrán que batallar contra problemas
sociales graves, contra adversarios y disputas internas, también contra
“enemigos” y en ese panorama tendrán que tomar decisiones.
Problemas sociales muy graves
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pidió
implementar “inmediatamente” un ingreso básico para las 215 millones de
personas que estarán este año en situación de pobreza por los efectos de
la pandemia y que suponen el 34,7 % de la población regional. “Que
los Gobiernos garanticen transferencias monetarias temporales inmediatas
para satisfacer necesidades básicas y sostener el consumo de los
hogares será crucial para lograr una reactivación sólida y relativamente
rápida”, dijo la secretaria general del organismo, Alicia Bárcena.
(1)
En el país se habla que la cesantía que llegará en los próximos meses
será muy alta (2) y la realidad, al parecer, será mucho más dramática
pues el 50% de los trabajadores antes de la crisis estaban ya en el
sector desregulado.
Los alcaldes de Chillán, Chillán Viejo hablaron que la gente está pasando hambre y ahora el edil de Santiago Felipe Alessandri manifestó a La Tercera: “Mucha gente está sintiendo hambre. Yo soy concejal desde el 2004 y llevo tres años de alcalde y nunca, nunca me habían llegado tantos correos pidiéndome mercadería y que promueva ollas comunes. Y no solo de la gente más vulnerable, sino que de muchos matrimonios que vivían con sus niños en un buen departamento, cada uno tenía su pega con un sueldo de 600, 800 y un millón de pesos; y hoy el seguro de cesantía se le está acabando y las cuentas, el arriendo y el dividendo hay que pagarlos, y están pasando hambre.” (3)
La crisis en los hospitales es tremenda. El nefasto ministro de salud
dice ahora que se está al límite en la región metropolitana ‑solo van
34 mil contagiados y de ellos 20 mil activos- a pesar que este doctor
expulsado del Colegio Médico dijo el 4 de marzo de este año en una
reunión de PROSUR, que Chile estaba preparado para atender a 430 mil
contagiados. (4) (Cómo se puede mentir tanto!)
Bueno, para no dar más detalles, los militares como dueños del poder tendrán que tomar decisiones importantes.
El principal dilema inmediato es resolver la pregunta. ¿Se podrán dar
soluciones sociales sin pisar los intereses de los empresarios? Por
ahora el ministro de Hacienda Ignacio Briones dijo “sencillamente no
hay más recursos y que la política fiscal está en su límite” (5).
Conjugar soluciones sociales en la crisis que vivimos y mantener
contentos a los empresarios no es y no será fácil. Hasta ahora están
contentos los empresarios y no hay soluciones sociales. Todo indica que
serán favorecidos los mega empresarios y por lo tanto saldrán
perjudicados sectores medios y sectores populares.
Pero esta solución traerá aparejada la necesidad de reprimir simbólicamente, (vía el miedo) y físicamente a los descontentos.
El miedo y la represión como solución de gobernabilidad.
Para la represión y el miedo, que es lo que históricamente han
aplicado las FF.AA, están preparados, pero es una decisión política, y
los costos pueden ser mayores de los que estuvieron dispuestos a pagar
en los 80 para pasar a los 90.
El peligro, de acuerdo a la magnitud del descontento social, superior
a la revuelta social, los puede llevar a un camino sin salida y por
ello el neo capitalismo tendrá que buscar una fórmula que no deseche del
todo las apariencias “democráticas”.
Más allá del virus, que es parte de ella, está la crisis ambiental
que nos mantendrá en un escenario de militarización permanente, un
ejemplo es la pequeña comuna de Putaendo (6)
El pueblo como enemigo de nuevo tipo y la revalorización de la doctrina de seguridad nacional
En el desafío militar ya es no sólo problemático el conflicto en el
Wallmapu, que ha incrementado el grado de confrontación con la
existencia de una guerrilla semi rural, sino también el sujeto popular y
rebelde que está naciendo de la revuelta social. Con elementos
atípicos, sin la presencia de las vanguardias tradicionales de la
izquierda, lo cual tiene de cabeza a la inteligencia policial y militar,
ya que se debe enfrentar a un enemigo que tiene otras particularidades,
lo que llevó al canciller Teodoro Ribera a decir en diciembre pasado,
en una entrevista al diario El País de España: “Pero no hablemos de la
casuística, hablemos de política: el caso chileno es propio de la
posmodernidad, las convocatorias se producen por las redes sociales, no
hay líderes prestablecidos, no hay demandas concretas y son los sectores
de la clase media los que protestan. No hay con quien negociar.” (7)
Han pasado algunos meses y las protestas fueron variando de la clase
media a sectores populares, que ya no son los de antes, que con el
hambre que viene pueden retomar ciertas características del pasado.
Lo que está claro que los militares volvieron a la política, aunque nunca se fueron del todo.
Una pregunta crucial
¿El pueblo de Chile podrá soportar esta nueva dictadura, la
dicta-virus, que está aquí, visible, palpable, que ya no se oculta y es
inaguantable?.
El camino está abierto y los sectores revolucionarios tendrán que asumirlo.
*Centro de Estudios Francisco Bilbao