Por Jorge Rachid /Resumen Latinoamericano/16 de mayo 2020 .– .
Charles Darwin cuando desarrolló su teoría sobre las especies, nunca pensó que su apellido quedase asociado por siglos, al concepto de eliminación de los más débiles, como Darwinismo Social.
Las pestes a lo largo de la historia, que eliminaron millones de seres humanos, fueron reproduciendo, en escala, conceptos de eugenésicos raciales, sociales y por supuesto económicas, que fueron naturalizadas por los pueblos de entonces y empujados a defenderse a través de la fe religiosa.
Si pensamos en nuestro país, la Fiebre Amarilla, que se llevó la vida del Dr. Muñiz, dejó al descubierto, como lo racial, lo social y lo económico se estructuraba. Es que esa epidemia que comenzó en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, en donde vivían los ricos de entonces, fue rápidamente abandonada por estos, hacia el norte poderoso de hoy, dejando a sus sirvientes a cargo del cuidado de sus bienes, por lo cual, los descendientes de raza afro, fueron prácticamente desaparecidos. Los bienes quedaron en pie, las personas murieron y los dueños del poder miraron de lejos la tragedia de 30 mil muertos.
Nadie en su sano juicio diría hoy que el pueblo alemán no conocía el asesinato de judíos, gitanos, homosexuales y débiles mentales del nazismo, que había encaramado a Hitler al poder por vías democráticas. Stalin por otras vías, es aún hoy reivindicado por su desarrollo industrial y haber vencido a la Alemania nazi, pero sus acciones políticas sobre el campesinado ruso ocasionaron millones de muertos, en una ingeniería social, genocida, como la que hoy paradójicamente, emplea el Estado de Israel, sobre el pueblo Palestino.Bolsonaro también fue electo en elecciones amañadas por la orden de EEUU de encarcelarlo a Lula, por decisión del juez Moro, sin pruebas, porque necesitaban, colocar al Brasil en la senda de sus intereses estratégicos, como a la Argentina de Macri, la Bolivia de Yañez, el Ecuador de Lenin Moreno, la OEA de Almagro entre otros, que conformaron el Grupo de Lima para atacar Venezuela y bloquearla, junto a Cuba y Nicaragua, para ahogarlas por hambre y desesperación de los pueblos. Otra ingeniería social a escala latinoamericana.
Entonces la pregunta más fácil es, si alguien como Bolsonaro, que recibe el apoyo de los Macri, los Bulrrich, los Picheto, los Pinedo, los Majul, los Leuco, que aunque ahora escondan sus preferencias por vergüenza ajena, al expresarse las conductas firmes, de un liderazgo que bordea lo psicótico, plantea el “efecto manada” en su país para enfrentar la Pandemia, sin deteriorar la economía, aunque mueran centenares de miles de personas, está en su sano juicio. Darwinismo social puro, morirán los pobres, los humildes, los desprotegidos y de las clases altas, los viejos, los enfermos y los débiles, quedando en claro, como en EEUU con Trump, la lucha por la “supremacía blanca”, en un continente moreno, mestizo, criollo que pretende seguir siendo colonizado.
La Pandemia que provocó una crisis sanitaria global, puso al descubierto que la “armada invencible” del mundo dominante, el de los millones de muertos por el petróleo y el domino, los desplazados también por millones, rechazados por quisieran hoy quieren huir a África o Latinoamérica, los que desertizaron la tierra, aumentaron la polución produciendo el calentamiento global, quemando alimentos para sus industria, mientras 24 mil personas mueren en el mundo por hambre por día, 8 mil de los cuales son niños, ese mundo que estaba matando al planeta y destrozando la Humanidad, se cayó con un simple virus, cuya adaptabilidad a las nuevas circunstancias es superior al hombre.
Es que la mutación de animales salvajes en extinción hizo al virus, adoptar nuevas formas de transmisión, esta vez a humanos. Lo que no puede hacer el virus es trasladar esa inteligencia a los seres humanos, tipo Bolsonaro o sus adláteres criollos de estas pampas, que no sólo plantean una falsa opción entre salud y economía, sino que adoptan el darwinismo social, como si en medicina forense, siguiésemos con las teorías de Lombroso del siglo XlX.
Entonces es fácil decir que Bolsonaro es un psicótico desordenado por la situación límite de la Pandemia, pero acaso no basó su campaña electoral en denigrar a los homosexuales, atacar a las mujeres, prometer venganza al “populismo”, amenazar con atacar militarmente Venezuela, promover un enfrentamiento con la Argentina peronista. Si hizo eso en campaña, como no se comportaría como lo está haciendo en la Pandemia, que le viene como anillo al dedo para una limpieza étnica en su país, con el mismo entusiasmo con el cual quiere desmontar la Amazonia, que lo enfrentó incluso al Papa Francisco, que tuvo que realizar un Sínodo para defenderla. Era de suyo que ese Bolsonaro de ayer, sería este asesino de multitudes de hoy.
El problema nuestro como argentinos, además del dolor humanitario que nos causan este tipo de conductas criminales, es que en nuestro país, demasiados personajes que arrasaron a nuestro pueblo, entregaron soberanía, persiguieron al campo nacional y popular y sus líderes, endeudaron al país al límite de su capacidad, desataron el espionaje, vejaron las instituciones, hambrearon a la población y despojaron a los trabajadores de derechos, enriqueciendo a los dueños del capital concentrando, abrevan en Bolsonaro y en Trump, aunque ahora con la prudencia necesaria, del pudor social y la especulación política, callan.
Pero se los puede identificar fácilmente, son los que piden abrir la economía, cueste lo que cueste, son los que plantean que mueran los que tienen que morir, siempre y cuando no sean familiares, son aquellos que en plena batalla plantean temas de inflación, déficit fiscal, programas de salida de default, como si el mundo sanitario fuese por un camino y el económico por otro. Son insensibles y criminales, especuladores y mediocres actores de la política, o bien plantean que todo es una gran ficción. Aunque cada vez son más marginales, pero con megáfono importante, dominante en la comunicación social, porque los medios hegemónicos son parte de esa troupe perversa que tanto daño le hizo al país, en 4 años en lo reciente, pero en 50 de dominación cultural neoliberal, al servicio del capital financiero transnacional.
El gobierno nacional desarrolla todas las herramientas necesarias para garantizar un mínimo de calidad de vida y alimentación a un pueblo en resiste, apuntalando el único remedio conocido para el virus que es la Cuarentena, lucha a brazo partido por conservar el empleo, subsidiar las Pymes, asistir a los monotributistas, alimentar a 11 millones de argentinos. Lo hace con aciertos y errores como cualquier acción política, pero con objetivos claros de defensa de la salud y quienes atacan al gobierno y han declarado la guerra a ese crecimiento político del liderazgo de Alberto y Cristina, son los Bolsonaro argentinos que prefieren las ganancias a la vida.
Jorge Rachid