Resumen Latinoamericano, 2 mayo 2020
Durante la campaña presidencial de 2017, Macron iba de la mano de Jean
Jacques Mourad, un cardiólogo que se manifestó a favor del reembolso de
los medicamentos para la presión arterial, que son una especialidad del
monopolio farmacéutico Servier.
Si el precio de un medicamento se
devuelve o no, es una decisión de política económica, no médica. No es
más que ejemplo de que ciertos expertos meten sus pies en charcos que no
les corresponden. Lo hacen por dos motivos. El primero es que, como
expertos, respaldan determinadas decisiones con un aura científica y
“apolítica”. El segundo es que sus consejos no tienen nada que ver con
la ciencia sino que están pagados por sus amos de la industria.
En
el caso del cardiólogo, estaba al servicio de la propia multinacional
Servier, una empresa especializada en vender medicamentos contra la
presión arterial precisamente. En tres años y medio Mourad había cobrado
unos 80.000 euros de ella.
Ahí se acabó su carrera política,
aunque los expertos, lo mismo que los políticos, no son más que piezas
de quita y pon. Murad desapareció y ahora quienes asesoran a Macron en
la pandemia son otros clones equivalentes, según acaba de denunciar un
documentado reportaje de la revista Marianne: en los últimos cinco años
los clones han cobrado 450.000 euros de las empresas farmacéuticas (*).
Hay
quien cree que las decisiones sobre la pandemia las toma Macron, hay
quien cree que las toman los expertos y, finalmente, estamos quienes
pensamos que las toma el capital monopolista.
Los expertos no
sólo cobran en dinero sino que viven de manera ostentosa gracias a sus
amos: chalets, viajes, hoteles, comidas, cenas, transporte, dietas,
honorarios… No les falta de nada.
Macron ha creado dos equipos
de expertos para asesorarle en la pandemia. Pues bien, en cinco años
dichos expertos han cobrado casi medio millón de euros de las
multinacionales farmacéuticas. Una de las más generosas, MSD, trabaja
para fabricar una vacuna contra el coronavirus. Otra, Roche, trabaja en
los tests de detección rápida. Pero no falta ninguna: Johnson &
Johnson (22.487 euros), Sanofi (18.551 euros), Abbvie (14.706 euros),
GSK (15.412 euros), Gilead (9.096 euros)…
Hay quien no se corta
un pelo. La microbióloga Marie Paule Kieny colgó su bata blanca y ahora
dedica su tiempo al consejo de administración de BioMérieux, un
laboratorio que compite en fabricar una prueba rápida para el
coronavirus.
La corrupción no está sólo en las alturas. En 2018
las empresas farmacéuticas pagaron unos 1.360 millones de euros a
médicos y otros profesionales franceses de la salud, un sobresueldo (no
lo llamaremos soborno) cuyo único fin es aumentar las ventas de
fármacos.
Un estudio académico publicado en el British Medical Journal en noviembre del año pasado demostró que en Francia los médicos vinculados a las empresas farmacéuticas prescriben más fármacos que los otros.
Luego
los hipócritas se echan las manos a la cabeza, pero en Francia aún
colea el escándalo del Mediator, un fármaco distribuido por Servier
durante 37 años que ha causado numerosas patologías… a pesar de que
tenía todas las bendiciones de la burocracia sanitaria, debiendo aclarar
que dicha burocracia trabajaba para Servier. Ya saben lo que ocurre en
estos casos: una vez que los muertos están en el hoyo, cambiaron la ley,
impusieron controles más estrictos, exigieron garantías de
transparencia… Cualquier cosa excepto lo más elemental: sacar a las multinacionales de la sanidad e imponer una nueva política de salud pública.
(*) https://www.marianne.net/societe/118000-euros-de-msd-116000-euros-de-roche-faut-il-s-inquieter-des-liens-entre-labos-et