Hai­tí. Migran­tes hai­tia­nos en el con­ti­nen­te ame­ri­cano duran­te la pan­de­mia del Covid-19

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de mayo de 2020

Leip­zig (Ale­ma­nia), 12 de mayo de 2020. Todo pare­ce indi­car que nada ha cam­bia­do en la “ges­tión” de la
migra­ción hai­tia­na por par­te de dife­ren­tes gobier­nos del con­ti­nen­te americano
duran­te la pan­de­mia del Covid-19. Dichos gobier­nos con­ti­núan adop­tan­do los
mis­mos com­por­ta­mien­tos fren­te a los migran­tes hai­tia­nos, prin­ci­pal­men­te con
aque­llos que emi­gra­ron des­pués del terre­mo­to del 12 de enero de 2010. República
Domi­ni­ca­na con su polí­ti­ca de doble moral, Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca con su
polí­ti­ca del des­ca­ro, Méxi­co con su polí­ti­ca del como­dín, Cana­dá con su
polí­ti­ca del olvi­do, Colom­bia y varios paí­ses cen­tro­ame­ri­ca­nos como Panamá,
Cos­ta Rica y Gua­te­ma­la con su polí­ti­ca de la irresponsabilidad.

Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na o la polí­ti­ca de doble
moral

En
Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na, des­de ini­cios de mar­zo ̶ cuan­do lle­gó el virus a este
país a tra­vés de unos turis­tas ita­lia­nos ̶ has­ta el 11 de mayo de 2020, se han
regis­tra­do 10.347 casos con­fir­ma­dos de Covid-19, de los cua­les 393 muertes.

En
com­pa­ra­ción con Hai­tí, con el que com­par­te la isla, que tuvo su pri­mer caso el
19 de mar­zo: des­de enton­ces has­ta hoy, en Hai­tí ha habi­do sólo 182 casos
con­fir­ma­dos, de los cua­les 17 muer­tes. Todo pare­ce indi­car que la trayectoria
del virus fue de Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na hacia Hai­tí; de hecho, al menos una (1)
de las per­so­nas muer­tas por cul­pa del virus en Hai­tí pro­vino de República
Dominicana.

Otro
pro­ble­ma es el siguien­te: si bien el gobierno domi­ni­cano decla­ró la moratoria
de las depor­ta­cio­nes a mitad de mar­zo; sin embar­go, las auto­ri­da­des de este
país con­ti­núan repa­trian­do sin “el debi­do pro­ce­so” a migran­tes hai­tia­nos en los
pun­tos fron­te­ri­zos con Hai­tí, prin­ci­pal­men­te en los pun­tos no ofi­cia­les, según
lo que denun­cia­ron varias orga­ni­za­cio­nes de defen­sa de los derechos
huma­nos, las mis­mas auto­ri­da­des migra­to­rias hai­tia­nas[4] y
otros acto­res (por ejem­plo, el Obser­va­to­rio de la Migra­ción y la Trata
Trans­fron­te­ri­za –OMTT- de Hai­tí); es decir que no se esta­ría cum­plien­do del
todo la moratoria.

Jun­to
con estas depor­ta­cio­nes se dan tam­bién retor­nos volun­ta­rios más o menos masivos
a Hai­tí de migran­tes hai­tia­nos, quie­nes, al no encon­trar tra­ba­jo en República
Domi­ni­ca­na ni tener acce­so a las ayu­das guber­na­men­ta­les domi­ni­ca­nas, se ven
obli­ga­dos a vol­ver a su país de ori­gen. Estos movi­mien­tos, for­za­dos y
volun­ta­rios de hai­tia­nos, vie­nen com­pli­can­do enor­me­men­te la con­ten­ción del
virus, por par­te del gobierno hai­tiano, en las fron­te­ras del país con República
Dominicana.

Se
pue­de enten­der en este caso que no siem­pre las ins­ti­tu­cio­nes o algunas
auto­ri­da­des res­pe­tan a la letra las deci­sio­nes de su pre­si­den­te, mucho menos
cuan­do se tra­ta de temas de sobe­ra­nía como la migra­ción. Pero es el colmo,
cuan­do el minis­tro de salud domi­ni­cano, Rafael Sán­chez, decla­ró, el pasa­do 8 de
mayo: “Hai­tí es una ame­na­za impor­tan­te para Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na des­de el punto
de vis­ta sani­ta­rio”; y agre­ga: “Ape­la­mos a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal a prestar
asis­ten­cia a Hai­tí con fines de evi­tar una catás­tro­fe en Hai­tí”. Allí, nadie
entendió.

Lo
que pasa es que se tra­ta de un com­por­ta­mien­to típi­co de varios gobiernos
domi­ni­ca­nos, a saber, la polí­ti­ca de doble moral: por un lado, mues­tran una
cara ama­ble a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal con res­pec­to a Hai­tí (como si fue­ra el
her­mano mayor que sufre de y car­ga con el her­mano menor) y, por el otro,
mues­tran otra cara total­men­te dife­ren­te –más bien hos­til- en rela­ción con los
migran­tes hai­tia­nos y los hijos e hijas de éstos en Repú­bli­ca Dominicana.

EEUU o la polí­ti­ca del descaro

Como
se sabe, a hoy, en EEUU ha habi­do más de 1 millón 300 mil casos posi­ti­vos por
Covid-19, de los cua­les más de 80 mil muer­tes. Aun en estas con­di­cio­nes, EEUU repa­trió a
Hai­tí a cer­ca de 200 hai­tia­nos, entre ellos, meno­res de edad: se com­pro­bó que 3
de estos depor­ta­dos que lle­ga­ron el pasa­do 7 de abril a Hai­tí venían ya
infec­ta­dos del terri­to­rio esta­du­ni­den­se. Aun­que Hai­tí ya había cerra­do sus
fron­te­ras y sus­pen­di­do los vue­los inter­na­cio­na­les des­de y hacia su territorio,
se sobre­en­tien­de que EEUU le obli­gó a reci­bir a esos depor­ta­dos, en
pro­ve­nien­cia del país, don­de la pan­de­mia ha sido la más mor­tal has­ta aho­ra, y
hacia un país (“el más pobre del con­ti­nen­te”) que de por sí tie­ne pocas
infra­es­truc­tu­ras para cui­dar a sus 11 millo­nes que viven en su territorio.

De
hecho, fue hace poco tiem­po, exac­ta­men­te el pasa­do 18 de abril, cuan­do el
gobierno hai­tiano reci­bió un prés­ta­mo de 111.6 millo­nes de dóla­res por parte
del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal (FMI), con los que com­pró a Chi­na algunos
insu­mos médi­cos. Recien­te­men­te, el pasa­do 7 de mayo, lle­gó des­de el país
asiá­ti­co el pri­mer avión de car­ga con los pri­me­ros insu­mos. Para tener una idea
de la pre­ca­rie­dad en Hai­tí, has­ta el 10 de mayo se había hecho el test de
detec­ción o con­fir­ma­ción del virus sólo a cer­ca de 1.300 per­so­nas en todo el
terri­to­rio nacional.

El
argu­men­to de Trump para hacer estas depor­ta­cio­nes es que exis­te una emergencia
sani­ta­ria en EEUU; por lo que tie­ne que tomar deci­sio­nes drás­ti­cas, empezando
con la expul­sión de los migran­tes, en par­ti­cu­lar, los indo­cu­men­ta­dos y los
con­vic­tos que cum­plen sen­ten­cias o penas en las cár­ce­les (un foco impor­tan­te de
pro­pa­ga­ción del virus).

Defi­ni­ti­va­men­te,
este com­por­ta­mien­to del gobierno de Trump va más allá de la mal­dad, es puro
des­ca­ro, que ha mar­ca­do la polí­ti­ca de depor­ta­cio­nes de EEUU con res­pec­to a los
migran­tes haitianos.

Méxi­co o la polí­ti­ca del comodín 

Al
gobierno de Méxi­co, has­ta aho­ra lo vie­ne “uti­li­zan­do” el gobierno de Trump para
fre­nar tan­to las migra­cio­nes que vie­nen des­de la fron­te­ra sur del país azteca
con Gua­te­ma­la como las que ingre­san al terri­to­rio esta­du­ni­den­se des­de su
fron­te­ra con Méxi­co. Pre­sio­na­do por EEUU, des­de junio de 2019 el gobierno de
Méxi­co vie­ne endu­re­cien­do sus polí­ti­cas migra­to­rias en la fron­te­ra con
Gua­te­ma­la; los migran­tes que logran lle­gar por ejem­plo a Chia­pas son detenidos
en unos cen­tros migra­to­rios, cuyas con­di­cio­nes de salu­bri­dad son deplorables.
Uno de los cen­tros más famo­sos es la Esta­ción Siglo XX, don­de viven o han
vivi­do (has­ta mar­zo) cer­ca de 800 migran­tes, de los cua­les una gran can­ti­dad es
de nacio­na­li­dad hai­tia­na. Siguen allí los migran­tes (no sabe­mos cuántos),
aun­que varios de ellos siguen su ruta hacia la fron­te­ra nor­te hacia EEUU, en
con­di­cio­nes menos favo­ra­bles y evi­den­te­men­te en menor can­ti­dad que
ante­rior­men­te a la expan­sión del virus.

La
cifra que hay dis­po­ni­ble es que sólo en el pri­mer tri­mes­tre de 2020, hubo más
de 17 mil soli­ci­tu­des de asi­lo al Esta­do mexi­cano, y los hai­tia­nos ocu­pan el
segun­do lugar en cuan­to a la nacio­na­li­dad de los soli­ci­tan­tes con 3.426. Desde
lue­go, lo que todas las orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos, la igle­sia católica
y otras igle­sias (entre otros acto­res) le vie­nen pidien­do al gobierno de México
es, entre otras cosas, “la libe­ra­ción inme­dia­ta de todas las personas
migran­tes, refu­gia­das y soli­ci­tan­tes de asi­lo, que se encuen­tran en Cen­tros de
deten­ción migratoria”.

La
situa­ción no va tam­po­co mejor en la fron­te­ra del nor­te de Méxi­co, don­de el
gobierno de Trump logró que Méxi­co acep­ta­ra que los soli­ci­tan­tes de asi­lo se
que­da­ran en el país azte­ca, mien­tras se siga el pro­ce­so de su ele­gi­bi­li­dad al
esta­tus de refu­gia­dos en EEUU. Mien­tras tan­to, EEUU ha endu­re­ci­do el control
migra­to­rio en sus fron­te­ras y depor­ta­do masi­va­men­te hacia Méxi­co a migrantes
mexi­ca­nos, gua­te­mal­te­cos y hon­du­re­ños; por ejem­plo, más de 10 mil migrantes
fue­ron repa­tria­dos, sólo del 21 de mar­zo al 9 de abril.

Se
esti­ma que, en esta fran­ja fron­te­ri­za mexi­ca­na, en par­ti­cu­lar en Tijua­na y
Ciu­dad Juá­rez, habría actual­men­te cer­ca de 40 mil migran­tes (entre ellos, miles
de migran­tes hai­tia­nos) en espe­ra de poder regu­la­ri­zar su sta­tus, mien­tras que
los alber­gues están des­bor­da­dos y ya no dan abastos.

Pero,
fren­te a esta situa­ción preo­cu­pan­te para los migran­tes, inclu­yen­do a los mismos
migran­tes mexi­ca­nos, no ha pasa­do nada por par­te del gobierno de Méxi­co: así es
cómo lo quie­re Trump tan­to en la fron­te­ra Nor­te como en la fron­te­ra Sur. Y
Méxi­co adop­ta la polí­ti­ca del comodín.

Cana­dá o la polí­ti­ca del olvido 

A
Cana­dá, en par­ti­cu­lar Que­bec, región fran­có­fo­na fron­te­ri­za con el departamento
esta­du­ni­den­se de Nue­va York, lle­ga­ron en 2017 entre 7 y 8 mil haitianos
pro­ve­nien­tes de EEUU; estos hai­tia­nos pre­fi­rie­ron irse a Cana­dá (a tra­vés de la
fron­te­ra Laco­lle o por el Roxham Road) para soli­ci­tar asi­lo, por temor a la deportación
y a las ame­na­zas de Trump, quien no qui­so reno­var el pro­gra­ma espe­cial de
regu­la­ri­za­ción tem­po­ral de hai­tia­nos (Tem­po­rary Pro­tec­ted Sta­tus – TPS) que
adop­tó EEUU tras el terre­mo­to de 2010. Final­men­te, Trump tuvo que renovarlo.

A
estos 8 mil hai­tia­nos el gobierno cana­dien­se no les dio el esta­tus de
refu­gia­dos; tam­po­co los regu­la­ri­zó, como lo hizo ante­rior­men­te en 2014 con
otros migran­tes hai­tia­nos a tra­vés de un pro­gra­ma espe­cial de regularización;
pero tam­po­co los depor­tó. ¿Qué hizo? Sim­ple­men­te les per­mi­tió que­dar­se en el
país e inclu­so tra­ba­jar en esta con­di­ción migra­to­ria tem­po­ral indefinida.
Varios de ellos, en par­ti­cu­lar, las muje­res son quie­nes vie­nen cui­dan­do a
ancia­nos (al igual que Euro­pa, Cana­dá es un país de enve­je­cien­tes) en los hogares
geriá­tri­cos y, de esta mane­ra, expo­nien­do sus vidas; el gobierno cana­dien­se los
ha olvi­da­do por com­ple­to des­de 2017.

Pero,
la pre­sión que hizo un gran ple­xo de orga­ni­za­cio­nes y sec­to­res de la sociedad
civil que­be­quen­se fue tan fuer­te que el pri­mer minis­tro Jus­tin Tru­deau tuvo que
man­dar un men­sa­je tele­vi­sa­do al pue­blo de Cana­dá, en el que reco­no­ció la labor
de estos pro­fe­sio­na­les de salud hai­tia­nos. Pero el reco­no­ci­mien­to que se
espe­ra­ba más del gobierno cana­dien­se, a saber, el reco­no­ci­mien­to legal, hasta
aho­ra no ha lle­ga­do. Así que el olvi­do, la polí­ti­ca del olvi­do, sigue.

Colom­bia,
Pana­má, Cos­ta Rica y Gua­te­ma­la o la polí­ti­ca de la irresponsabilidad

Uno
de los pun­tos cie­gos para la inves­ti­ga­ción sobre las migra­cio­nes en América
Lati­na, en par­ti­cu­lar las migra­cio­nes que van del Sur al Nor­te del continente,
es la fron­te­ra entre Pana­má y Colom­bia, que se lla­ma el Darién. Estamos
hablan­do de una “sel­va tro­pi­cal inhós­pi­ta que tie­ne 575.000 hec­tá­reas de
natu­ra­le­za vir­gen cono­ci­das como el tapón del Darién”. Los peli­gros que hay en esta zona para
los tran­seún­tes son mor­ta­les, se tra­ta de ríos con fuer­tes corrientes,
ser­pien­tes, jagua­res, mos­qui­tos, ban­das arma­das y delincuentes.

Se
esti­ma que, des­de abril de 2020, “la pan­de­mia ha atra­pa­do allí en el Darién a
alre­de­dor de 2.000 migran­tes”, algu­nos ya enfer­mos, los cua­les se encuentran
alo­ja­dos en tres esta­cio­nes migra­to­rias; gran par­te de ellos son
hai­tia­nos. Tam­bién se infor­ma, en la mis­ma nota men­cio­na­da, que habría más de
530 migran­tes (que siguie­ron esta ruta del Sur al Nor­te del continente),
quie­nes se encuen­tran cer­ca de la fron­te­ra de Pana­má con Cos­ta Rica.

¿Cómo
es que esos hai­tia­nos han lle­ga­do has­ta Colom­bia, Pana­má, Cos­ta Rica, etc.?,
uno podría pre­gun­tar. Es que des­de 2016, con el derro­ca­mien­to de Dil­ma Rousseff
en Bra­sil y la sub­se­cuen­te cri­sis polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca que ocu­rrió en el gigante
sud­ame­ri­cano, y a par­tir de 2018 con la lle­ga­da al poder en Chi­le del
pre­si­den­te chi­leno con­ser­va­dor Sebas­tián Piñe­ra, cien­tos de miles de haitianos
pre­fi­rie­ron re-emi­grar des­de Suda­mé­ri­ca (Bra­sil y Chi­le son los principales
paí­ses de des­tino de los migran­tes hai­tia­nos en esta región) a EEUU, pasando
por Ecua­dor, Colom­bia, Pana­má y el res­to de Centroamérica.

Has­ta
aho­ra, ¿cuál de estos gobier­nos, colom­biano, pana­me­ño, cos­ta­rri­cen­se, ha
infor­ma­do acer­ca de la pre­sen­cia y de los movi­mien­tos de migran­tes y
extran­je­ros en sus fron­te­ras y en gene­ral en su terri­to­rio, duran­te esta
pandemia?

Que
sepa­mos: nin­guno. Es el olvi­do total por par­te de estos gobier­nos que, al
pare­cer, se limi­tan sola­men­te a dejar pasar a esos migran­tes en sus
terri­to­rios: se preo­cu­pan sólo cuan­do éstos no pue­den pasar al país que sigue
en la ruta hacia EEUU (des­de Bra­sil y Chi­le) y, por lo tan­to, se que­dan varados
en sus terri­to­rios. Es la polí­ti­ca del olvido.

Con­clu­sión

Mi
con­clu­sión es la siguien­te: pare­cie­ra que el caso de los migran­tes hai­tia­nos en
el con­ti­nen­te ame­ri­cano nos esta­ría reve­lan­do que no hay nada nue­vo en cuan­to a
la “ges­tión” de las migra­cio­nes por los gobier­nos duran­te la pan­de­mia. Al menos
para este caso espe­cí­fi­co de los migran­tes haitianos.

Es
como si en Esta­dos Uni­dos, el obje­ti­vo con­sis­tie­ra siem­pre en depor­tar –a como
dé lugar- a los indo­cu­men­ta­dos y a los que tie­nen pro­ble­mas con la justicia
esta­du­ni­den­se, apro­ve­chan­do todas las oca­sio­nes, inclu­so las peo­res como esta
coyun­tu­ra de la pan­de­mia: la polí­ti­ca del descaro.

Es
como si en Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na, el obje­ti­vo estri­ba­ra en espe­rar siem­pre el
momen­to opor­tuno para mos­trar a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal que está preocupada
por Hai­tí, mien­tras sigue apli­can­do una polí­ti­ca hos­til con los migrantes
hai­tia­nos e inclu­so con los domi­ni­ca­nos de ori­gen hai­tiano: la polí­ti­ca de
doble moral.

Es
como si en Colom­bia y Cen­troa­mé­ri­ca, el obje­ti­vo de esos gobier­nos con estos
flu­jos migra­to­rios que van hacia EEUU con­sis­tie­ra en dejar que éstos pasen y
cir­cu­len en sus terri­to­rios, al menos que EEU diga lo con­tra­rio o que el país
vecino cie­rre sus fron­te­ras y deje al otro con el pro­ble­ma: la polí­ti­ca de la
irresponsabilidad.

Es como si en Cana­dá, en par­ti­cu­lar en Que­bec, el obje­ti­vo fue­ra apro­ve­char cada vez más la mano de obra del migran­te hai­tiano, pero man­te­nien­do a éste en con­di­cio­nes migra­to­rias pre­ca­rias y sin regu­la­ri­zar su esta­tus migra­to­rio: es la polí­ti­ca del olvido.

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