Resumen Latinoamericano /15 de mayo de 2020 –
Hoy 15 de mayo, aniversario 72 años de la Nakba, la catástrofe contra el pueblo palestino
Mientras los israelíes celebran el establecimiento de su “Estado judío”, la población palestina llora su catástrofe (Nakba en árabe), lo que para nosotros es el principio del fin. El fin de la libertad, el fin de la dignidad, el fin de la paz y la igualdad.
La Nakba, fue un acto deliberado y sistemático necesario para la creación de un estado de mayoría judía en la Palestina histórica, que era mayoritariamente árabe antes de 1948.
Internamente, los líderes judíos sionistas utilizan el eufemismo “transferencia” cuando se habla de estos planes, pero hoy son calificados como “limpieza étnica”.
Las raíces de la Nakba radica en la aparición del sionismo político en la Europa del siglo 19, cuando algunos Judíos, influidos por el nacionalismo que entonces barría el continente, llegaron a la conclusión de que la solución a siglos de persecución antisemita en Europa era la creación de un estado para los judíos en Palestina y empezó la emigración como colonos a la Tierra Santa, desplazando a los palestinos indígenas en el proceso.
En noviembre de 1947, a raíz de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el genocidio nazi de los judíos de Europa, la recién creada Organización de las Naciones Unidas aprobó un plan para dividir el Mandato de Palestina en un estado judío y otro árabe.
Se asigna aproximadamente el 55% de los terrenos a la propuesta de estado judío, aunque los judíos sionistas poseían sólo el 7% de la tierra privada en Palestina y representaban sólo alrededor del 33% de la población, un gran porcentaje de los cuales eran inmigrantes recientes de Europa.
El estado árabe palestino se iba a crear en el 42% del Mandato de Palestina, con Jerusalén convirtiéndose en una ciudad internacional.
Casi inmediatamente después de la aprobación del plan de partición, estalló la violencia y comenzaron las expulsiones masivas de palestinos, mucho antes de que los ejércitos de los Estados árabes vecinos se involucraran.
Cuando la expansión fue terminada por las fuerzas sionistas, el nuevo estado de Israel comprendía el 78% de la Palestina histórica, y el resto, Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, y la Franja, cayendo bajo el control de Jordania y Egipto, respectivamente. En la guerra de 1967, Israel ocupó el 22% restante y se inició la colonización de ellos poco después. La Nakba no terminó en 1948 sino que continúa hasta el día de hoy, en forma de un robo continuo por parte de Israel de tierras palestinas para los asentamientos y comunidades judía s en Israel, la destrucción de viviendas y tierras agrícolas palestinas, la revocación de los derechos de residencia, las deportaciones, los brutales periódicos ataques militares que provocan bajas civiles en masa como el que tuvo lugar en Gaza en el verano de 2014, y la negación del derecho internacionalmente reconocido del retorno a millones de refugiados palestinos en todo el mundo.
De acuerdo a un informe difundido en 2019 por el diario israelí Haaretz , desde los inicios de la última década, los equipos del ministerio de guerra israelí han desaparecido los archivos “en un esfuerzo sistemático para ocultar evidencias de la Nakba”, fecha en la que cientos de miles de palestinos fueron expulsados de sus hogares, debido al establecimiento del régimen.
La confabulación ha estado a cargo del departamento Malmab, vinculado al ministerio de guerra de Israel, cuyos presupuesto y actividades son secretos, explicó el diario.
Yehiel Horev, que dirigió Malmab durante dos décadas hasta 2007, alegó que Israel había emprendido el proyecto para ocultar eventos de 1948 porque “mostrarlos podría generar tensión” entre la población palestina y restar credibilidad a los estudios sobre el origen de los refugiados palestinos.
El diario, además, mencionó un documento de 25 páginas guardado por Malmab, que asegura que un 70 % de la emigración de los refugiados palestinos fue consecuencia de las operaciones militares israelíes, lo que contradice la narrativa oficial de que estos se fueron a petición de sus líderes.
Haaretz, sin embargo, destacó que Malmab no es el único “ocultador” de las evidencias que muestran la masiva expulsión de palestinos. En el año 1998, expiró el periodo de confidencialidad de 50 años para los más antiguos documentos del servicio de seguridad interna (Shin Bet) y el servicio de inteligencia de Israel (el Mossad), pero que estos siguieron sin hacerse públicos durante años, apostilló la fuente.
A los palestinos se les considera como la mayor comunidad de refugiados del mundo, con casi 6 millones, que fueron obligados a abandonar su patria, en un principio, por la guerra árabe-israelí en 1948 y luego por la guerra de los Seis Días en 1967.
Aunque la resolución 194 de la Asamblea General de Naciones Unidas (AGNU) establece el derecho de los palestinos a regresar a su patria, el régimen de Israel lo impide y así pone obstáculos en las llamadas negociaciones de paz entre las dos partes del conflicto.
La insistencia de los israelíes para impedir el retorno de los refugiados palestinos a su patria, además de servirles en la judaización de los territorios palestinos ocupados, ha causado una de las crisis de refugiados más larga en la actualidad. Asimismo, el bloqueo israelí a la Franja de Gaza ha empeorado la situación de los refugiados establecidos allí.
La conmemoración de los 72 años de la nakba (catástrofe) palestina trae consigo una agudización sustantiva de la colonización sionista en Palestina refrendada en el famoso “Acuerdo del siglo”. Instigado, exclusivamente, por las administraciones estadounidenses e israelí, dicho “Acuerdo” no constituye una pieza colonial excepcional a la desventura de la historia palestina, sino un armatoste más de la fina estrategia colonial que se ha ido forjando desde la creación del Estado sionista. De hecho, podríamos decir que el “Acuerdo del siglo” consuma los Acuerdos de Oslo celebrados entre 1992 y 1993 que, desde el punto de vista palestino, no fueron otra cosa que una profundización y mutación de las técnicas de colonización que se aceitan bajo las nuevas técnicas “intensivas” de la gobernanza neoliberal.
La Nakba continúa hoy en día, el genocidio contra el pueblo palestino continúa. El estado sionista israelí continúa ejerciendo violencia y una agresión injusta sobre la población palestina.
Fuente: www.eldesconcierto.cl
Nakba: la limpieza étnica en Palestina
Masacres, expulsión planificada y sistemática para “vaciar” Palestina de sus habitantes, limpieza étnica, robos, pillaje, saqueos a gran escala y casos de destrucción de aldeas sin aparente necesidad militar.
Por: Teresa Aranguren
Nakba significa catástrofe y es la palabra con la que los árabes se refieren a lo ocurrido en Palestina en 1948: el año de la Nakba, el año de la catástrofe, así lo vivió la población palestina, una catástrofe que arrolló sus vidas, les arrebató sus casas, sus campos, los paisajes de la infancia, los condenó al exilio, los convirtió en refugiados. Sin embargo el término Nakba no es el adecuado para describir lo que ocurrió en Palestina en aquellos meses previos y posteriores a la creación del estado de Israel porque lo que ocurrió entonces no fue un tsunami ni un terremoto sino una operación de limpieza étnica. No fue una catástrofe sino un crimen.
Contrariamente a la idea asentada en gran parte de la opinión pública occidental, la salida masiva de la población palestina de su tierra no fue la consecuencia más o menos inesperada, más o menos espontánea, más o menos buscada, de la guerra que estalló tras la proclamación del estado de Israel el 15 de mayo de 1948. La salida de la población palestina de su tierra no fue simplemente una huida en el caos de la guerra, fue una expulsión planificada y sistemática. Y comenzó bastante antes, en diciembre de 1947, apenas una semana después de que la Asamblea General de la ONU aprobase la resolución de partición de Palestina, es decir la división del territorio en dos estados: un estado árabe y otro judío.
En ese momento, según datos de la Administración Británica, tras décadas de colonización del movimiento sionista, la población judía en Palestina llegaba al 30% y ni siquiera en el territorio asignado al Estado judío eran aún mayoría; en cuanto a la propiedad de la tierra, tan solo el 6% estaba en manos de las colonias sionistas, el resto, más de un 90% del territorio, era propiedad árabe. Los países árabes rechazaron el plan de partición alegando que violaba los derechos fundamentales del pueblo de Palestina y los principios de la Carta de Naciones Unidas, el movimiento sionista lo acogió con júbilo y a partir de ese momento sus dirigentes tuvieron como objetivo prioritario limpiar de población árabe, musulmanes y cristianos, el espacio de su futuro estado. Los métodos fueron una combinación de matanzas indiscriminadas como las de Deir Yassim, Kastel, Dawaymeh, Tantura y otras cuyo objetivo era sembrar el terror y provocar la huida de la población rural, y operaciones militares que culminaban con la expulsión de todos los habitantes palestinos de una zona y de ciudades como Jaffa, Haifa, Lidda, Ramleh o Safad.
En marzo de 1948 los altos mandos del movimiento sionista aprobaron el Plan Dalet que definía la estrategia militar para “vaciar” de población árabe el territorio. Entre las recomendaciones del plan figura el siguiente párrafo tal como lo recoge el historiador israelí Ilan Pappé en su libro La limpieza étnica de Palestina (*):
“Estas operaciones pueden llevarse a cabo de la siguiente manera: ya sea destruyendo las aldeas (prendiéndolas fuego, volándolas y poniendo minas entre los escombros) o bien organizando operaciones de peinado y control según estas directrices: se rodea las aldeas, se realiza una búsqueda dentro de ellas, en caso de resistencia, los efectivos armados deben ser liquidados y la población expulsada fuera de las fronteras del Estado”.
En torno a 750.000 personas fueron expulsadas de su tierra en aquellos meses, sus propiedades, las de los ricos y las de los pobres, humildes labranzas y lujosas mansiones, tierras, huertos, campos de cultivo, talleres, fábricas, bibliotecas y objetos artísticos, pasaron a manos del recién creado estado de Israel.
Más de 400 localidades palestinas fueron destruidas, tras expulsar a la población se demolían los edificios y se allanaba el terreno con excavadoras para impedir que los vecinos tratasen de volver a sus casas. Y para borrar todo vestigio de su existencia. Los nombres de esas aldeas ya no figuran en los mapas. Pero sí en la memoria de quienes las habitaron. Y de sus descendientes.
En diciembre de 1948 Naciones Unidas aprobó la resolución 194 que establece el derecho al retorno de los refugiados palestinos y a ser indemnizados por los bienes perdidos. La resolución se basó en el informe presentado por el mediador de la ONU, el conde Folke Bernadotte; el informe denunciaba numerosos actos de pillaje y destrucción de propiedades árabes y recomendaba exigir a Israel que permitiese el regreso de los refugiados y que estos fuesen compensados por las propiedades destruidas:
“Numerosos informes de fuentes fiables hablan de robos, pillaje , saqueos a gran escala y casos de destrucción de aldeas sin aparente necesidad militar. La responsabilidad del gobierno provisional israelí de devolver la propiedad privada a sus dueños árabes y de indemnizar a esos dueños por la propiedad destruida desenfrenadamente es clara…”
El 17 de septiembre de 1948, al día siguiente de haber completado y firmado su informe, el Conde Bernadotte fue asesinado en una calle de Jerusalén, junto al observador de Naciones Unidas André Serot, por dos pistoleros del grupo armado sionista Irgun. A los refugiados palestinos nunca se les permitió volver.
Setenta y dos años después, en un mundo paralizado por una pandemia que pone al descubierto lo vulnerables que somos, cabria preguntarse ¿Qué sentido tiene hablar de lo ocurrido hace tanto tiempo? ¿Por qué recordar lo que ya parece irreparable?. Tiene sentido porque la verdad importa y hay que romper el velo de silencio y olvido con el que se trató de ocultar lo ocurrido hace 72 años en Palestina. Y sobre todo porque los atroces hechos de entonces se perpetúan en la atrocidad cotidiana de la ocupación: el bloqueo de Gaza, el robo de la tierra para crecimiento de las colonias, el muro y los controles militares en Cisjordania, la paulatina e implacable limpieza étnica en Jerusalén oriental.
En palabras del escritor y académico palestino Bichara Jader “La Nakba del 48 se ha convertido en Nakba permanente”.
* Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina, Crítica, Barcelona, 2008
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Teresa Aranguren es periodista y escritora. Autora, entre otros libros, de ‘Palestina, el hilo de la memoria‘.
Fuente: InfoLibre.es
En la manifestación organizada por el aniversario de Nakba seis palestinos resultaron heridos
Las fuerzas israelíes intervinieron con gas lacrimógeno y balas plásticas a los manifestantes
Seis palestinos resultaron heridos en la intervención de los agentes de seguridad israelíes en la manifestación organizada por el 72 aniversario Nakba (Gran Desastre) en Cisjordania bajo la ocupación.
Según la información obtenida de las fuentes locales, un grupo palestino organizó manifestación con el objetivo de reaccionar a las residencias ilegales judías y por el aniversario de Nakba en la región As-Saviya vinculada a la ciudad Nablus en el norte de Cisjordania.
Las fuerzas israelíes intervinieron con gas lacrimógeno y balas plásticas a los manifestantes.
En la declaración escrita por la Media Luna Roja de Palestina fue señalado que en la intervención de los agentes de seguridad israelíes, seis palestinos resultaron heridos por balas plásticas y muchos manifestantes se afectaron por el gas lanzado.
Fuente: www.trt.net.tr
Más de 200 artistas hacen un llamamiento para que Israel ponga fin al asedio a Gaza
El llamamiento se ha hecho efectivo a través de una carta a la que se han adheridos personas destacadas del mundo de la cultura como el escritor inglés Philip Pullman, la actriz estadounidense Alia Shawkat, los músicos, Roger Waters, Peter Gabriel y Brian Eno y los integrantes del grupo Massive Attack, llamada la cual también está respaldada por Amnistia Internacional
El llamamiento se ha hecho efectivo a través de una carta a la que se han adheridos personas destacadas del mundo de la cultura como el escritor inglés Philip Pullman, la actriz estadounidense Alia Shawkat, los músicos, Roger Waters, Peter Gabriel y Brian Eno y los integrantes del grupo Massive Attack.
El escrito insta a la comunidad internacional a que haga efectivo un embargo militar contra Israel “hasta que cumpla plenamente con sus obligaciones en virtud del derecho internacional”.
En el estado español, Lluís Llach, Pau Alabajos, Carmen París, Zoo, Txarango, Gossos, Joan Miquel Oliver (Antònia Font) o la actriz Bruna Cusí, ganadora de un Premio Goya en 2018, se encuentran entre las figuras destacadas que han dado apoyo.
La carta abierta, publicada este miércoles 13 de mayo, explica que: “Los casi dos millones de habitantes de Gaza, predominantemente personas refugiadas, se enfrentan a una amenaza mortal en la prisión al aire libre más grande del mundo” en plena crisis del Covid-19.
Entre los firmantes también se encuentran los escritores: Colm Tóibín, Irvine Welsh, Jeanette Winterson, actores y actrices como Viggo Mortensen, Julie Christie, Steve Coogan, el escultor Antony Gormley, los artistas visuales Kevin Beasley y Shepard Fairey; y los co-ganadores del Premio Turner 2019 Tai Shani y Lawrence Abu Hamdan.
Todas estas personalidades y hasta las más de 200 que han dado apoyo han declarado que: “Se necesita urgentemente presión internacional para que la vida en Gaza sea habitable y digna. El asedio de Israel debe terminar. Y lo más urgente: se debe prevenir un brote potencialmente devastador”.
“Lo que sucede en Gaza es una prueba para la conciencia de la humanidad. Respaldamos el llamamiento de Amnistía Internacional a todos los gobiernos del mundo para que impongan un embargo militar a Israel hasta que cumpla plenamente con sus obligaciones en virtud del derecho internacional“.
“Reconocemos que los derechos garantizados a las personas refugiadas por la Declaración Universal de Derechos Humanos también deben ser respetados para el pueblo palestino».
La carta y el listado completo de adhesiones está disponible en liftthesiege.com.MÁS DE 100 ESPACIOS LIBRES DE APARTHEID ISRAELÍ DENUNCIAN EL #CORONARACISM
Mas de 100 Espacios Libres de Apartheid Israelí de toda Europa han denunciado a discriminación que sufren las personas racializadas en la crisis del Covid. En esta carta explican que el sistema de racismo y apartheid israelí está en un punto máximo, señalan que “el gobierno israelí está fallando al no publicar en árabe medidas de protección; las fuerzas militares isralíes están tirando a trabajadores palestinos a checkpoints llenos de gente; las autoridades de prisiones israelíes están denegando a presos y presas palestinas medidas de salud y tratamientos; e Israel está condicionando la entrada de material médico para el Covid-19 en la ya maltratada y asediada Franja de Gaza”.
En un compromiso antirracista que tiene en cuenta las estructuras de opresión de clase, raza y género, rechazan los giros autoritarios y antidemocráticos se conviertan en norma. “Israel es uno de los principales exportadores de doctrinas y herramientas de represión, vigilancia masiva y crímenes de guerra, todos probados en combate en los cuerpos de la población palestina”, añaden.
Entre las entidades adheridas se encuentran La Barraqueta de Gràcia, el Centro Social La Ingobernable, el Espacio Vecinal Arganzuela (EVA), la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (PDHA), la asociación LGTBIQ+ Rosa Que Te Quiero Rosa (RQTR), la librería Vorágine… y más de una treintena de espacios del estado español.
Fuente: www.elsaltodiario.com
A 72 años de la Nakba: ‘Palestina, por ejemplo’ de Lina Meruane, pelear con la mente
Si los judíos –como lo era el esposo de Virginia Woolf– fueron perseguidos por el nacionalsocialismo, hoy, la población palestina, es perseguida por el sionismo desde el día mismo de la Nakba. La analogía le permite a Lina Meruane apropiarse de la frase de la Woolf: “al escribir estoy haciendo algo”, y ejercer la escritura como un acto de resistencia.
Las sociedades tienen diferentes actos para conmemorar su historia. Entre los más frecuentes hallamos el día nacional, los natalicios de personas ilustres y las victorias bélicas, entre muchos otros. Tales eventos crean virtudes y arman una ética como legado y ejemplo para una sociedad. Sin embargo, también encontramos conmemoraciones de legados antiéticos, el libro Palestina, por ejemplo es justamente eso: un recordatorio del terrible corolario de la Nakba.
Lina Meruane, escritora chilena de origen palestino y docente en la New York University, crea un formato entendible como un ensayo breve o un poema largo ‑quien lo lea lo clasificará- ya que escribe párrafos verticales a veces intercalados y a veces en itálica, expresando en correcta lírica una clara prosa. Esto último es muy funcional a lo esencial de su texto, que es un discurso reivindicatorio, es decir, una diatriba.
La escritora británica Virginia Woolf –la Woolf como se le nombra en el libro– es citada constantemente para comparar acciones y contextos. De ella se cita su afirmación “al escribir estoy haciendo algo” mientras estaba escribiendo contra el nacionalsocialismo en la bombardeada ciudad de Londres del año 1940. Tal cita da valor a la acción de escribir contra el totalitarismo, por lo cual, el arte de las palabras escritas sería resistencia para preservar la libertad de pensamiento y finalmente una buena cultura. En cuanto al contexto de la misma, esta caracteriza la analogía que hace la autora: si los judíos –como lo era el esposo de la Woolf– fueron perseguidos por el nacionalsocialismo, hoy, la población palestina, es perseguida por el sionismo desde el día mismo de la Nakba.
¿Puede un día ser imperecedero? Leyendo a Lina Meruane parece que sí. Sucede que tras la Segunda Guerra Mundial los replanteamientos políticos proponían el fin del colonialismo y el respeto a la libre determinación, acabando la asimetría entre colonizadores y colonizados. A medida que se avanza en las páginas del libro, aparece el genocidio africano y el armenio, sumado el holocausto judío, hechos históricos que debieron crear una sociedad internacional con principios mínimos. Sin embargo, Palestina es una excepcionalidad de 72 años, dado que el 15 de mayo de 1948 –día de la Nakba– sigue vigente por la “expropiación definitiva” del territorio palestino y por la “sistemática expulsión” de la población palestina.
El compromiso de la autora al escribir, lo ve también en el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones –el conocido BDS – ; en la presión internacional de algunos; en lo que deberían hacer profesores, periodistas y pensadores; y en lo que debería ser el rechazo a la retórica pacifista, que solo ha mantenido la actual realidad desfavorable para Palestina.
Finalmente, otra cita a la Woolf que aparece en el libro es “nosotras podemos pelear con la mente” dado que las mujeres británicas no estaban combatiendo con armas en la guerra, pero sí tenían otras instancias, otras herramientas para hacer algo, dando un lugar a la mujer en la guerra. Entonces, la Meruane genera ese aporte con su diatriba ante la ocupación militar del Estado de Israel, entregando un texto muy profundo y de pocas palabras a la resistencia, cuyo objeto es la pervivencia de Palestina como población y territorio.
Lina Meruane
Palestina, por ejemplo
40 páginas
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Fuente: www.eldesconcierto.cl
Nakba, la catástrofe: la Iglesia ante el éxodo palestino y la amenaza de la anexión de Cisjordania
En los territorios palestinos, la Iglesia se suma este viernes a los actos en conmemoración de la Nakba, la «catástrofe» humanitaria que supuso la creación del Estado de Israel hace 72 años. Una fecha que este año está aún más ensombrecida por el compromiso del nuevo Gobierno israelí de impulsar a partir de julio la anexión parcial de Cisjordania. Una decisión unilateral frente a la que la Iglesia de la región pide a Europa y el resto de la comunidad internacional sanciones y que se impulse un proceso viable de paz.
Por: María Martínez López
Los días 28 y 29 de abril Israel celebró su Día de la Independencia o Yom Ha’atzmaut, recordando cuando en 1948 David Ben-Gurión proclamó el nacimiento del Estado de Israel. En realidad, fue el 14 de mayo según el calendario gregoriano, pero en este país se celebra siguiendo el hebreo. La distinción implica, además, que el mismo acontecimiento, ocurrido el mismo día, se celebre en distintas fechas y con un significado totalmente distinto: en los territorios palestinos es el 15 de mayo, y se denomina la Nakba.
Esta palabra árabe que significa «catástrofe» conmemora, «no celebra, la tragedia humanitaria como resultado de la guerra de 1948» que siguió a la proclamación del Estado de Israel, y tras la cual este «se estableció sobre las ruinas del pueblo palestino que vivía aquí», explica el franciscano Ibrahim Faltas, responsable de los colegios de la Custodia de Tierra Santa.
Comenzó entonces el éxodo de «cientos de miles de palestinos» que huían de las consecuencias de la guerra y de los «brutales crímenes contra ellos, como la demolición de decenas de aldeas y la masacre de decenas de miles de personas». Un desastre social en el que «los cristianos, parte muy importante del pueblo palestino árabe, pagaron el precio igual que los musulmanes». Estos refugiados de 1948 y sus descendientes siguen siéndolo. Hoy, 72 años después, suman cuatro millones de personas.
La conmemoración de la Nakba hace memoria de todo ello, sobre todo con actividades culturales en colegios y universidades. Distintas entidades sacan comunicados públicos, y «también hay algunas actividades sociales y manifestaciones aquí y allí que intentan recordar al mundo cada 15 de mayo que este sigue siendo un caso sin resolver». Desgraciadamente, fray Faltas reconoce que las manifestaciones, pacíficas en origen, pueden derivar a veces en altercados con los soldados israelíes que vigilan su recorrido.
También la Iglesia
En los actos sociales pacíficos no falta la presencia de representantes de las iglesias cristianas; fundamentalmente por el «elemento humanitario que tiene la Nakba, además de los elementos de política nacional e internacional». También se conmemora con actividades culturales e históricas en las decenas de colegios pertenecientes a las distintas iglesias, y en los que estudian 50.000 niños y jóvenes.
Dada su responsabilidad al frente de los colegios franciscanos, fray Faltas conoce bien esta vertiente: «Queremos ayudar a que esta cuestión siga viva en las mentes y los corazones de las futuras generaciones». Eso sí, siempre fundamentándola en «la justicia, la dignidad humana y los derechos, no en el odio».
En muchas parroquias se celebran misas o rosarios por la paz, y otras actividades. Algo similar ocurre el 25 de octubre, día de Nuestra Señora de Palestina, cuando decenas de miles de cristianos palestinos se congregan en el convento de Rafat, en Jerusalén, y celebran una gran procesión pidiendo la paz «y que el Señor ilumine las mentes de los líderes mundiales para que pongan fin a esta cuestión de forma que todos podamos convivir en paz y armonía».
Voz de paz
Esta implicación social de la Iglesia es para sus miembros y representantes la consecuencia lógica de su misión en general, y de su larga historia en Tierra Santa. Sus parroquias, conventos, escuelas, universidades, hospitales, centros vocacionales, viviendas, residencias de ancianos, hospederías, etc. «han estado aquí desde el día de la Nakba y mucho antes», atendiendo las necesidades del pueblo palestino.
Hasta el punto de que «es bien sabido que a veces incluso ha asumido el papel del Estado, cuando este estaba ausente. Combatir la pobreza, ofrecer oportunidades laborales y de aprendizaje, abrir nuevas perspectivas a los jóvenes… todo ello son formas de construir un futuro mejor y de reducir el odio y la violencia». Pero, en paralelo con ello, los cristianos no han dejado de alzar la voz, reclamando «justicia, paz, y una paz justa, siempre de forma no violenta. Su voz es la del Señor Jesús que no dudó en condenar las acciones erróneas e injustas ni en apoyar a los pobres y oprimidos».
Una Nakba más sombría
Este año, probablemente, la celebración de la Nakba tendrá un tinte más político y reivindicativo. Después de 17 meses de bloque político hace poco más de una semana Benjamín Netanyahu logró formar un Gobierno de coalición con el centrista Benny Gantz. A pesar de haber justificado este acuerdo con la emergencia relacionada con la pandemia de COVID-19, entre sus compromisos hay otros que no tienen nada que ver con la lucha contra el coronavirus, como la anexión parcial de Cisjordania a partir del 1 de julio.
El franciscano palestino fray Faltas niega la mayor: «No existe la anexión de “algunos” territorios», recalca. «La anexión de los asentamientos ilegales construidos en Cisjordania y del valle del Jordán significa que se anexionará toda Cisjordania, dejando a los palestinos en islas aisladas y sitiadas, rodeadas al oeste por el Muro, al este por los asentamientos, y con controles militares entre medias». Es decir, Israel quiere hacerse con «el tesoro de la tierra palestina», pero no con la gente que vive en ella, considerada «una carga».
«¿Qué vida será esa? ¿Qué perspectivas y qué esperanza quedan para los palestinos?», se pregunta el franciscano, que cree que si esta amenaza llegará a cumplirse significará «perder la esperanza para siempre. Y si llega un punto en el que los palestinos no tienen nada que perder, puede pasar de todo, una explosión, porque nadie puede detener a un pueblo sin esperanza». Pero entonces, ahí seguirá la Iglesia, «fiel a su misión y a su pueblo, con la ayuda de nuestro Señor».
Sanciones similares a las rusas por Crimea
Este diagnóstico lo comparten todos los representantes de la Iglesia sobre el terreno, que recibieron con preocupación el arranque del nuevo Ejecutivo. «La anexión unilateral de aún más parte del territorio que les queda a los palestinos no puede llevar a la justicia o la paz, sino solo a más injusticia, desposesión, escalada de las tensiones, desestabilización regional y una mayor erosión del respeto por el Derecho internacional», subrayaban el Consejo Mundial de las Iglesias y del Consejo de las Iglesias de Oriente Medio en una carta conjunta a la Unión Europea.
En este documento, afirmaban que «la UE no debe ser cómplice por inacción o por una reacción inadecuada de este resultado». Por ello, le pedían que «dicha anexión se encuentre con consecuencias reales, al menos proporcionales a las que adoptó la UE como respuesta a la anexión de Crimea por parte de Rusia».
«Un círculo vicioso de tragedia»
Los patriarcas y cabezas eclesiales de Tierra Santa extendían el llamamiento a Estados Unidos, la Federación Rusa y Naciones Unidas, a las que pedían «una iniciativa de paz con plazos y fases delimitados en línea con el Derecho internacional y las resoluciones» de la ONU. En un comunicado fechado el mismo día de la formación del Gobierno, los representantes católicos, protestantes y ortodoxos de la región insistían en que el plan de anexión «plantea cuestiones graves y catastróficas sobre la viabilidad de cualquier acuerdo pacífico que acabe con este conflicto de décadas». Se perpetuará así «un círculo vicioso de tragedia e injusticia» que sigue costando muchas vidas.
Al mismo tiempo, exigían a la Organización para la Liberación de Palestina, «única representación legítima del pueblo palestino, que resuelva sus disputas internas (así como cualquier conflicto con otras facciones que no están bajo su paraguas) para presentar un frente unido dedicado a lograr la paz y la construcción de un Estado viable fundado sobre el pluralismo y los valores democráticos».
Fuente: El Seminario Católico de Información alfayomega.es