Palestina. No es solo un robo de tierras: La anexión supone la expulsión de los palestinos

Pales­ti­na. No es solo un robo de tie­rras: La ane­xión supo­ne la expul­sión de los palestinos

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de mayo de 2020 — -

Por Ahmad al-Bazz 

Foto: Cele­bra­ción del Día de Jeru­sa­lén que con­me­mo­ra el 52 ani­ver­sa­rio de la cap­tu­ra de Jeru­sa­lén Este por Israel en la Gue­rra de los Seis Días de 1967. 2 de junio de 2019 (Yona­tan Sindel/​Flash 90)

Tra­du­ci­do para Rebe­lión por Paco Muñoz de Bustillo

Las pasa­das sema­nas, muchos lec­to­res de los medios de comu­ni­ca­ción mayo­ri­ta­rios se habrán hecho la impre­sión de que Israel se está pre­pa­ran­do para poner en mar­cha un drás­ti­co plan de ane­xión de la Cis­jor­da­nia ocu­pa­da, tras fir­mar el acuer­do de coa­li­ción de gobierno y cono­cer el lla­ma­do “Acuer­do del Siglo” de Esta­dos Unidos.

Pero los pales­ti­nos saben dema­sia­do bien que la ane­xión anun­cia­da por Israel no supo­ne nin­gu­na nove­dad espec­ta­cu­lar. Si aca­so, les indig­na que la comu­ni­dad inter­na­cio­nal haya reac­cio­na­do con tan­to asombro.

Para com­pren­der el abis­mo entre los titu­la­res infor­ma­ti­vos y la reali­dad sobre el terreno, hay que poner­se en la piel de un ciu­da­dano israe­lí que deci­da via­jar des­de su apar­ta­men­to en Tel Aviv has­ta el Mar Muer­to, atra­ve­san­do terri­to­rios ocu­pa­dos de Cisjordania.

Dicho ciu­da­dano solo ten­drá que tomar una carre­te­ra que se diri­ge al este para lle­gar en menos de media hora a la ori­lla del río Jor­dán. No hay pues­tos de con­trol ni es nece­sa­rio cam­biar de ruta en ese bre­ve reco­rri­do (tam­po­co exis­te indi­ca­dor alguno que infor­me de que el via­je­ro ha entra­do en Cis­jor­da­nia). A lo lar­go de toda la ruta las seña­les de carre­te­ra están escri­tas en hebreo, la poli­cía israe­lí vigi­la que se cum­plan las nor­mas de trá­fi­co y la Auto­ri­dad de Par­ques nacio­na­les da la bien­ve­ni­da a los visi­tan­tes que se diri­gen a pun­tos de inte­rés cercanos.

El con­duc­tor israe­lí debe­rá tener cui­da­do para no entrar por error en las zonas don­de viven los pales­ti­nos resi­den­tes en Cis­jor­da­nia. Pero eso no ofre­ce nin­gu­na difi­cul­tad, pues tras los Acuer­dos de Oslo el ejér­ci­to colo­có gran­des car­te­les rojos a la entra­da de las pobla­cio­nes pales­ti­nas, advir­tien­do a los israe­líes que pene­trar dichas áreas es peli­gro­so. Por su par­te, un pales­tino que se encuen­tre al otro lado de estos car­te­les no pue­de tomar esa mis­ma carre­te­ra para ir a Israel ni visi­tar esos cen­tros turís­ti­cos del Mar Muer­to a los que se diri­ge el con­duc­tor israelí.

Entra­da a la aldea pales­ti­na de Dier ‘Ammar tal y como apa­re­ce des­de la carre­te­ra israe­lí nº 463, en Cis­jor­da­nia. 18 de enero de 2019. (Foto: Ahmad Al-Bazz /​Acti­ves­tills)

En reali­dad, a pesar de las apa­ren­te­men­te com­ple­jas estruc­tu­ras polí­ti­cas del terri­to­rio, el mapa físi­co de Pales­ti­na-Israel en 2020 es muy sim­ple: pese a la exis­ten­cia de unos pocos encla­ves pales­ti­nos semi­au­tó­no­mos en Cis­jor­da­nia y la Fran­ja de Gaza, es Israel quien con­tro­la todo, de nor­te a sur y de este a oeste.

Esa es la reali­dad que ha esta­do pre­sen­te duran­te déca­das. Y, a pesar de ello, el mun­do se mues­tra alar­ma­do por­que Israel quie­ra hacer “ofi­cial” la reali­dad median­te una ane­xión for­mal. Lo que la comu­ni­dad inter­na­cio­nal con­si­de­ra un movi­mien­to ile­gal por par­te de un ocu­pan­te mili­tar, o como una dispu­ta terri­to­rial sobre fron­te­ras entre dos gobier­nos, los pales­ti­nos lo ven como un paso más en el pro­yec­to colo­nial de asen­ta­mien­tos que Israel lle­va un siglo practicando.

El error demográfico

La exclu­sión y el con­trol, que siem­pre han sido ras­gos esen­cia­les del sio­nis­mo, son los ele­men­tos bási­cos de la geo­gra­fía del terri­to­rio. La meta de crear un país solo para judíos en el que resi­den otros pue­blos ha supues­to la inter­mi­na­ble opre­sión de los pales­ti­nos. El sio­nis­mo les plan­teó dos opcio­nes: o bien la expul­sión y el exi­lio o bien acep­tar el domi­nio de Israel sin tener nin­gún dere­cho. Todos los pales­ti­nos, con inde­pen­den­cia del lugar del mun­do en qué se encuen­tren, están suje­tos a uno de estos dos destinos.

Cuan­do se fun­dó el Esta­do en 1948, muchos israe­líes que­da­ron decep­cio­na­dos por­que ciu­da­des como Hebrón, Nablus o la anti­gua Jeru­sa­lén, con­si­de­ra­das luga­res sagra­dos por los judíos, que­da­ran fue­ra. Pero ese anhe­lo fue final­men­te satis­fe­cho en 1967, cuan­do Israel tomó el con­trol de la tota­li­dad del terri­to­rio del Man­da­to Bri­tá­ni­co de Pales­ti­na. Pero, excep­tuan­do Jeru­sa­lén Este, el Esta­do nun­ca lle­gó a ane­xio­nar esos terri­to­rios bajo la ley israelí.

Has­ta el día de hoy, Israel siem­pre ha lamen­ta­do el error demo­grá­fi­co que come­tió al ofre­cer en 1948 la ciu­da­da­nía israe­lí a algu­nos pales­ti­nos. Situa­dos bajo la ley mili­tar has­ta 1966 y siem­pre dis­cri­mi­na­dos, la sim­ple exis­ten­cia de ciu­da­da­nos pales­ti­nos ha frus­tra­do los pla­nes de Israel: crear un Esta­do exclu­si­va­men­te judío. En ese sen­ti­do, siem­pre se les ha recor­da­do que no son desea­dos: Netan­yahu decla­ró cla­ra­men­te el año pasa­do que “Israel no es un Esta­do para todos sus ciu­da­da­nos”, y el “Acuer­do del Siglo” se atre­ve a pro­po­ner el tras­la­do de sus comu­ni­da­des a una futu­ra enti­dad palestina.

Resi­den­tes de la aldea “no reco­no­ci­da” de Al-Ara­qib mues­tran foto­gra­fía de la orga­ni­za­ción Acti­ves­tills que docu­men­tan su lucha, duran­te una pro­tes­ta con­tra la demo­li­ción de sus hoga­res, en 2010. Des­de enton­ces, las auto­ri­da­des israe­líes han demo­li­do la aldea más de 100 veces (Foto: Acti​ves​tills​.org)

Obse­sio­na­do por su error, Israel deci­dió lle­var a cabo una polí­ti­ca de “pro­vi­sio­na­li­dad per­ma­nen­te” en Cis­jor­da­nia y Gaza: su tác­ti­ca de esca­pe fue la ane­xión de fac­to a fal­ta de una ane­xión de jure. Así, creó nue­vas cate­go­rías para esa pobla­ción inde­sea­da: tar­je­tas de “resi­den­cia per­ma­nen­te” para los habi­tan­tes de Jeru­sa­lén Este (miles de las cua­les han sido revo­ca­das des­de 1967), y tar­je­tas de iden­ti­dad naran­jas o ver­des para quie­nes viven en Gaza o en Cis­jor­da­nia, todas ellas bajo el con­trol del Minis­te­rio de Defensa.

Al mis­mo tiem­po, el Esta­do ani­mó a la pobla­ción judía a ins­ta­lar­se en los terri­to­rios ocu­pa­dos. A medi­da que pro­gre­sa­ban los asen­ta­mien­tos, Israel fue cons­tru­yen­do carre­te­ras de cir­cun­va­la­ción, muros y vallas, no solo para ase­gu­rar que estos que­da­ran inter­co­nec­ta­dos entre sí y con Israel, sino tam­bién como un ins­tru­men­to para con­tro­lar y limi­tar los movi­mien­tos de la pobla­ción palestina.

Enton­ces, ¿por qué tras más de cin­cuen­ta años de “pro­vi­sio­na­li­dad per­ma­nen­te” Israel ha deci­di­do hacer ofi­cial esta reali­dad? ¿Cuál debe­ría ser la res­pues­ta de los palestinos?

La res­pues­ta palestina

Tal vez esas pre­gun­tas se resuel­van cuan­do Israel anun­cie su plan defi­ni­ti­vo: no solo la incor­po­ra­ción de los asen­ta­mien­tos y tie­rras cir­cun­dan­tes, que ya tie­ne bajo su con­trol, sino tam­bién la lim­pie­za étni­ca de los pales­ti­nos que per­ma­ne­cen en dichas áreas. Ese plan lle­va años desa­rro­llán­do­se en luga­res como el valle del Jor­dán, E1 y las coli­nas de Hebrón Sur, pero podría pro­se­guir a más velo­ci­dad una vez se decla­re la ane­xión formal.

Dada la impu­ni­dad con la que Israel ha vio­la­do el dere­cho inter­na­cio­nal en los terri­to­rios ocu­pa­dos, los pales­ti­nos no ten­drán mejor opor­tu­ni­dad para aban­do­nar el dis­cur­so lega­lis­ta de la “ocu­pa­ción”. Duran­te mucho tiem­po, los pales­ti­nos han dado a este mar­co inter­na­cio­nal la opor­tu­ni­dad de con­tri­buir a su lucha, a pesar de su limi­ta­ción y la ter­gi­ver­sa­ción de su cau­sa, pero ha sido en vano.

Sec­ción del muro de sepa­ra­ción israe­lí que ane­xa tie­rras de los dis­tri­tos de Belén y Jeru­sa­lén. Beit Jala, Cis­jor­da­nia. 6 de abril de 2019 (Foto: Anne Paq /​Acti­ves­till)

Par­te de este fra­ca­so se debe a los pro­pios líde­res pales­ti­nos. Has­ta fina­les de la déca­da de los 80, la direc­ción nacio­nal pales­ti­na con­si­de­ra­ba a Israel como un Esta­do colo­nial que usur­pa­ba las tie­rras pales­ti­nas; exi­gía el retorno de los refu­gia­dos y esta­ba a favor de un úni­co Esta­do demo­crá­ti­co para todos. Pero des­de enton­ces la Orga­ni­za­ción para la Libe­ra­ción de Pales­ti­na ha reco­no­ci­do for­mal­men­te a Israel y adop­ta­do la solu­ción de los dos esta­dos, en bue­na medi­da para satis­fa­cer el pun­to de vis­ta de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, que actúa bajo la fal­sa pre­mi­sa de un “con­flic­to” entre dos par­tes iguales.

Este entra­ma­do polí­ti­co vino a sus­ti­tuir a la deman­da de des­co­lo­ni­za­ción del Man­da­to Bri­tá­ni­co de Pales­ti­na y acep­tó la Línea Ver­de como fron­te­ra den­tro de la cual ence­rrar a los pales­ti­nos en un cua­si-esta­do. Casi trein­ta años des­pués de los Acuer­dos de Oslo, los pro­gra­mas de asen­ta­mien­to de colo­nos siguen tra­tan­do a los pales­ti­nos como el mis­mo gru­po inde­sea­do y colo­ni­za­do, ya sean ciu­da­da­nos de Israel, suje­tos ocu­pa­dos o refu­gia­dos expulsados.

El pre­si­den­te pales­tino Mah­mud Abbas pare­ce reco­no­cer este hecho cuan­do ame­na­za una y otra vez con el des­man­te­la­mien­to de la Auto­ri­dad Pales­ti­na o la reti­ra­da de los lla­ma­dos acuer­dos de segu­ri­dad con Israel. Pero nun­ca ha teni­do el sufi­cien­te cora­je como para lle­var ade­lan­te sus ame­na­zas. Si la Auto­ri­dad Pales­ti­na no hace nada por rec­ti­fi­car sus erro­res, se limi­ta­rá a acep­tar los pla­nes de Israel y a gober­nar en los redu­ci­dos encla­ves en nom­bre del Estado.

Así pues, mien­tras Israel afi­na la siguien­te fase de su pro­yec­to colo­nia­lis­ta, es hora de que los pales­ti­nos vuel­van a rei­vin­di­car la des­co­lo­ni­za­ción total y un úni­co Esta­do demo­crá­ti­co en el que todos los seres huma­nos ten­gan los mis­mos dere­chos, ade­más de dise­ñar nue­vas estra­te­gias para con­se­guir dicha meta. Has­ta enton­ces, la comu­ni­dad inter­na­cio­nal no tie­ne dere­cho a lamen­tar­se por la pró­xi­ma ane­xión, fru­to de los esfuer­zos colo­nia­les de Israel, que la pro­pia comu­ni­dad inter­na­cio­nal nun­ca hizo nada por detener.

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