Resumen Latinoamericano 5 de mayo de 2020
El 5 de mayo de 1818 nacía en Alemania el pensador que revolucionó todo. A lo largo de su vida, una preocupación lo guió: el estudio y la crítica del modo de producción capitalista en pos de su transformación con el fin de abolir toda forma de explotación. Con esta idea ya explicitada en sus escritos tempranos (Manuscritos filosófico-económico, Tesis sobre Feuberbach, La Ideología Alemana, como los más destacados), superó a la tradición filosófica hegeliana contemplativa del mundo para pensar en la necesidad de la acción política.
Emprendió así una importante labor organizativa y elaboró un proyecto político condensado en el famoso Manifiesto Comunista. Sus reflexiones sobre los procesos revolucionarios que vivió como lo fueron los acontecimientos de 1848 y luego la Comuna de París fueron fundamentales y se constituyeron en lecciones posteriores para el conjunto del movimiento obrero. Fue tal su importancia, que pese a todos los intentos por desterrar sus ideas una y otra vez por parte de los apologistas del capital, millones en el mundo seguimos militando y reivindicando su legado.
Hoy en plena crisis económica internacional, con una pandemia que expone una gigantesca crisis social como resultado de la anarquía de la producción capitalista, volver a Marx es una vez más revelador para entender el mundo en el que vivimos y militar para transformarlo.
El secreto de la mercancía
Uno de los principales descubrimientos de Marx fue poder explicar por qué el capitalismo es un sistema profundamente injusto y basado en la explotación de una clase sobre otra. Sus últimos años de vida los dedicó a estudiar científicamente el capitalismo, dilucidando sus fundamentos y tendencias, condensadas en su monumental e inconclusa obra El Capital. Allí Marx comenzó analizando la mercancía no por nada casual. En ella, en esos bienes que compramos a diario para satisfacer necesidades y a través de las cuales nos relacionamos con otras personas, se encuentra el secreto de este sistema y lo que lo diferencia de los anteriores.
Marx evidenció que en la producción capitalista lo único que transforma y crea valor, que produce mercancías, es la fuerza de trabajo. Ahora bien, como queda en claro en medio de la pandemia sin trabajadores no hay ganancias para los empresarios. ¿A qué se debe? A que esas ganancias son producto de la extracción de plusvalía. A lxs trabajadores no se les paga por la cantidad de valor producido sino que se les paga menos. Nuestros salarios no dependen de cuánto produzcamos sino de cuánto cueste (con suerte) la canasta básica por ejemplo, cuánto logremos conquistar en la discusión paritaria, etc.
Aquí está el elemento central. Se nos explota a diario, pero estamos quienes vivimos trabajando y quienes viven del trabajo ajeno. Los capitalistas se apropian de la mayor parte del valor que producimos y por eso ahora están más preocupados por que volvamos a nuestros lugares de trabajo que a garantizarnos las condiciones básicas de higiene y salud. Este fue uno de los grandes hallazgos de Marx que reveló el «fetichismo» de la mercancía, es decir, cómo se le otorga a los bienes propiedades «naturales» que, en realidad, son resultado del carácter social del trabajo humano, es decir, son producto de una relación social entre una minoría que detenta los medios de producción y una mayoría que sólo cuenta con su fuerza de trabajo para vender. Contradictoriamente, más les trabajadores producen una determinada mercancía, menos les pertenece.
De crisis y revoluciones se trata
Marx reveló la lógica de funcionamiento del sistema y con éste sus contradicciones y crisis. Cuanto más busca el capital aumentar su plusvalía a través de bienes de capital (ya que la explotación de la mano de obra tiene un limite material), más tiende a decaer su ganancia por la reducción de la fuerza de trabajo vivo que es lo único que genera la plusvalía. La tendencia decreciente de la tasa de ganancia ha tenido distintas respuestas del capital para revertirlo, con la creación del capital financiero (ficticio) en el imperialismo y luego nuevamente bajo el neoliberalismo con una nueva oleada de ataques sobre la clase trabajadora.
Sin embargo, el capitalismo es un sistema completamente anárquico, en el cual cada empresario organiza la producción en base a cuánto quiere ganar y no en cuáles son las necesidades sociales. Compiten entre sí, generando una tendencia constante a la sobreproducción y a las crisis recurrentes con estallidos de grandes burbujas. A diferencia de épocas pasadas de la historia donde las crisis eran por escasez, bajo el capitalismo el problema está en la existencia de millones de mercancías que nadie puede comprar. Es nuestra cruda realidad: departamentos vacíos o comercios que venden camas y colchones donde no duerme nadie, mientras en paralelo gente está en situación de calle.
La pandemia que estamos viviendo no es un shock externo a este sistema que nos explota y nos oprime a diario. No sólo muchos expertos preveían un brote así, sino que esto es resultado de la forma en que se produce destruyendo la naturaleza. En un contexto de crisis económica mundial aún irresuelta desde 2008, la irrupción del Covid-19 ha pegado un salto exponencial que se anticipa en decenas de millones de despidos.
La crisis por el coronavirus también ha expuesto el estado calamitoso de los sistemas de salud y científicos desfinanciados durante décadas, donde el capital ha avanzado detrás de la forma de sostener sus tasas de ganancia. Se puso de manifiesto los pésimos o nulos salarios de les trabajadores que realizan tareas esenciales, siendo en su mayoría mujeres. La crisis se recrudece, caen las bolsas, cierran empresas, se desploma el precio del petróleo y la incertidumbre del futuro cercano es abrumadora no por obra del destino, sino por el resultado de un sistema social que opera sobre la base del lucro y la ganancia capitalista.
Las contradicciones del capitalismo que Marx en el siglo XIX descubría, hoy aparecen agudizadas. Así como su análisis cobra vigencia, aunque los liberales digan lo contrario y proclamen su caducidad. El pronóstico de un futuro con una minoría cada vez más rica y una mayoría cada vez más desposeída se ha confirmado con crudeza.
Pero Marx no fue solamente un teórico de la revolución, sino un militante revolucionario que planteó la necesidad de la organización de la clase trabajadora como una tarea urgente para construir su propia salida. Fue un revolucionario irreverente cuya obra es un faro para les explotades de todo el mundo.
Los tiempos que corren lo reclaman más que nunca: que el fantasma del comunismo vuelva a recorrer el mundo para terminar con la barbarie y abrir paso a la emancipación de toda la humanidad.
Extradio del facebook de Venceremos