Pen­sa­mien­to crí­ti­co. XIII Tesis sobre la catás­tro­fe (eco­ló­gi­ca) inmi­nen­te y los medios de evitarla

Por Michael Löwy, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 8 mayo 2020

I. La cri­sis eco­ló­gi­ca está ya pre­sen­te y se con­ver­ti­rá toda­vía más, en los meses y años pró­xi­mos, en la cues­tión social y polí­ti­ca más impor­tan­te del siglo XXI. El por­ve­nir del pla­ne­ta y de la huma­ni­dad va a deci­dir­se en los pró­xi­mos dece­nios. Los cálcu­los de algu­nos cien­tí­fi­cos en rela­ción con los esce­na­rios para el 2100 no son muy úti­les, por dos razo­nes: a) cien­tí­fi­ca: con­si­de­ran­do todos los efec­tos retro­ac­ti­vos impo­si­bles de cal­cu­lar, es muy aven­tu­ra­do hacer pro­yec­cio­nes de un siglo; b) polí­ti­ca: a fina­les del siglo, todos y todas noso­tros y noso­tras, nues­tros hijos y nie­tos habrán par­ti­do y enton­ces ¿qué inte­rés tiene?

II. La cri­sis eco­ló­gi­ca inclu­ye varios aspec­tos, de con­se­cuen­cias peli­gro­sas, pero la cues­tión cli­má­ti­ca es sin duda la ame­na­za más dra­má­ti­ca. Como expli­ca el GIEC [Gru­po Inter­gu­ber­na­men­tal de Exper­tos sobre el Cam­bio Cli­má­ti­co, ndt], si la tem­pe­ra­tu­ra media sobre­pa­sa más de 1,5 gra­dos en rela­ción con la del perío­do pre­in­dus­trial, exis­te el ries­go de que se des­en­ca­de­ne un pro­ce­so irre­ver­si­ble de cam­bio cli­má­ti­co. ¿Cuá­les serían las con­se­cuen­cias? A con­ti­nua­ción se seña­lan algu­nos ejem­plos: la mul­ti­pli­ca­ción de mega-incen­dios como el de Aus­tra­lia; la des­apa­ri­ción de los ríos y la deser­ti­fi­ca­ción de los sue­los; el des­hie­lo y la dis­lo­ca­ción de los gla­cia­res pola­res y la ele­va­ción del nivel del mar, que pue­de alcan­zar has­ta dece­nas de metros, mien­tras que solo con dos metros amplias regio­nes de Ben­ga­la, de India y de Tai­lan­dia, así como las prin­ci­pa­les ciu­da­des de la civi­li­za­ción huma­na –Hong-Kong, Cal­cu­ta, Vie­na, Ams­ter­dam, San­gai, Lon­dres, Nue­va York, Río- des­apa­re­ce­rán bajo el mar ¿Has­ta dón­de podrá subir la tem­pe­ra­tu­ra? ¿A par­tir de qué tem­pe­ra­tu­ra esta­rá ame­na­za­da la vida huma­na sobre este pla­ne­ta? Nadie tie­ne res­pues­ta a estas preguntas…

III. Estos son ries­gos de catás­tro­fe sin pre­ce­den­te en las his­to­ria huma­na. Sería pre­ci­so vol­ver al Plio­ceno, hace algu­nos millo­nes de años, para encon­trar una con­di­ción cli­má­ti­ca aná­lo­ga a la que podrá ins­tau­rar­se en el futu­ro gra­cias al cam­bio cli­má­ti­co. La mayor par­te de los geó­lo­gos esti­man que hemos entra­do en una nue­va era geo­ló­gi­ca, el Antro­po­ceno, en el que las con­di­cio­nes del pla­ne­ta se han modi­fi­ca­do por la acti­vi­dad huma­na. ¿Qué acti­vi­dad? El cam­bio cli­má­ti­co empe­zó con la Revo­lu­ción Indus­trial del siglo XVIII, pero fue des­pués de 1945, con la glo­ba­li­za­ción neo­li­be­ral, cuan­do tuvo lugar un sal­to cua­li­ta­ti­vo. En otros tér­mi­nos, es la civi­li­za­ción indus­trial capi­ta­lis­ta moder­na quien es res­pon­sa­ble de la acu­mu­la­ción de CO2 en la atmós­fe­ra y, con ello, del calen­ta­mien­to global.

IV. La res­pon­sa­bi­li­dad del sis­te­ma capi­ta­lis­ta en la catás­tro­fe inmi­nen­te está amplia­men­te reco­no­ci­da. El Papa Fran­cis­co, en la Encí­cli­ca Lau­da­tio Si, sin pro­nun­ciar la pala­bra capi­ta­lis­mo, denun­cia­ba un sis­te­ma de rela­cio­nes comer­cia­les y de pro­pie­dad estruc­tu­ral­men­te per­ver­so, exclu­si­va­men­te basa­do en “el prin­ci­pio de maxi­mi­za­ción del bene­fi­cio” como res­pon­sa­ble a la vez de la injus­ti­cia social y de la des­truc­ción de nues­tra Casa Común, la Natu­ra­le­za. Una con­sig­na uni­ver­sal­men­te corea­da en las mani­fes­ta­cio­nes eco­lo­gis­tas en todos los luga­res del mun­do es: “¡Cam­bie­mos el sis­te­ma, no el cli­ma!” La acti­tud de los prin­ci­pa­les repre­sen­tan­tes de este sis­te­ma, par­ti­da­rios del busi­ness as usual –millo­na­rios, ban­que­ros, exper­tos, oli­gar­cas, poli­ti­cas­tros- pue­de ser resu­mi­da en la fra­se atri­bui­da a Luis XIV: “Des­pués de mí, el diluvio”.

V. El carác­ter sis­té­mi­co del pro­ble­ma se ilus­tra cruel­men­te con el com­por­ta­mien­to de todos los gobier­nos (con rarí­si­mas excep­cio­nes) al ser­vi­cio de la acu­mu­la­ción de capi­tal, de las mul­ti­na­cio­na­les, de la oli­gar­quía fósil, de la mer­can­ti­li­za­ción gene­ral y del libre comer­cio. Algu­nos ‑Donald Trump, Jair Bol­so­na­ro, Scott Morri­son (Aus­tra­lia)- son abier­ta­men­te eco­ci­das y nega­cio­nis­tas cli­má­ti­cos. Los otros, los razo­na­bles, dan el tono en las reunio­nes anua­les de la COP (¿Con­fe­ren­cias de los Par­ti­dos o Cir­cos Orga­ni­za­dos Perió­di­ca­men­te?) que se carac­te­ri­zan por una vaga retó­ri­ca ver­de y una com­ple­ta iner­cia. La de más éxi­to fue la COP21, en París, que con­clu­yó con solem­nes pro­me­sas de reduc­cio­nes de emi­sio­nes por todos los gobier­nos par­ti­ci­pan­tes ‑no cum­pli­das, sal­vo por algu­nas islas del Pací­fi­co-; aho­ra bien, si se hubie­ran cum­pli­do, los cien­tí­fi­cos cal­cu­lan que la tem­pe­ra­tu­ra podría sin embar­go subir has­ta 3,3 gra­dos suplementarios.

VI. El capi­ta­lis­mo ver­de, los mer­ca­dos de dere­chos de emi­sión, los meca­nis­mos de com­pen­sa­ción y otras mani­pu­la­cio­nes de la pre­ten­di­da eco­no­mía de mer­ca­do sos­te­ni­ble se han reve­la­do com­ple­ta­men­te inefi­ca­ces. Mien­tras que se enver­de­ce a dies­tra y sinies­tra, las emi­sio­nes suben en fle­cha y la catás­tro­fe se apro­xi­ma a gran­des pasos. No hay solu­ción a la cri­sis eco­ló­gi­ca en el mar­co del capi­ta­lis­mo, un sis­te­ma ente­ra­men­te vol­ca­do al pro­duc­ti­vis­mo, al con­su­mis­mo, a la lucha feroz por las par­tes de mer­ca­do, a la acu­mu­la­ción del capi­tal y a la maxi­mi­za­ción de los bene­fi­cios. Su lógi­ca intrín­se­ca­men­te per­ver­sa con­du­ce inevi­ta­ble­men­te a la rup­tu­ra de los equi­li­brios eco­ló­gi­cos y a la des­truc­ción de los ecosistemas.

VII. Las úni­cas alter­na­ti­vas efec­ti­vas, capa­ces de evi­tar la catás­tro­fe, son las alter­na­ti­vas radi­ca­les. Radi­cal quie­re decir que ata­ca a las raí­ces del mal. Si la raíz es el sis­te­ma capi­ta­lis­ta, son nece­sa­rias alter­na­ti­vas anti-sis­té­mi­cas, es decir anti­ca­pi­ta­lis­tas, como el eco­so­cia­lis­mo, un socia­lis­mo eco­ló­gi­co a la altu­ra de los desa­fíos del siglo XXI. Otras alter­na­ti­vas radi­ca­les como el eco­fe­mi­nis­mo, la eco­lo­gía social (Murray Book­chin), la eco­lo­gía polí­ti­ca de André Gorz o el decre­ci­mien­to anti­ca­pi­ta­lis­ta, tie­nen mucho en común con el eco­so­cia­lis­mo: en los últi­mos años se han desa­rro­lla­do las rela­cio­nes de influen­cia recíprocas.

VIII. ¿Qué es el socia­lis­mo? Para muchos mar­xis­tas es la trans­for­ma­ción de las rela­cio­nes de pro­duc­ción –median­te la apro­pia­ción colec­ti­va de los medios de pro­duc­ción- para per­mi­tir el libre desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. El eco­so­cia­lis­mo se recla­ma de Marx pero rom­pe de for­ma explí­ci­ta con ese mode­lo pro­duc­ti­vis­ta. Cier­ta­men­te, la apro­pia­ción colec­ti­va es indis­pen­sa­ble, pero es tam­bién nece­sa­rio trans­for­mar radi­cal­men­te las mis­mas fuer­zas pro­duc­ti­vas: a) cam­bian­do sus fuen­tes de ener­gía (reno­va­bles en lugar de fósi­les); b) redu­cien­do el con­su­mo glo­bal de ener­gía; c) redu­cien­do (decre­ci­mien­to) la pro­duc­ción de bie­nes y supri­mien­do las acti­vi­da­des inú­ti­les (publi­ci­dad) y las per­ju­di­cia­les (pes­ti­ci­das, armas de gue­rra); d) ponien­do fin a la obso­les­cen­cia pro­gra­ma­da. El socia­lis­mo impli­ca tam­bién la trans­for­ma­ción de los mode­los de con­su­mo, de las for­mas de trans­por­te, del urba­nis­mo, del modo de vida. En resu­men, es mucho más que una modi­fi­ca­ción de las for­mas de pro­pie­dad: se tra­ta de un cam­bio civi­li­za­to­rio, basa­do en los valo­res de soli­da­ri­dad, igual­dad y liber­tad y res­pe­to de la natu­ra­le­za. La civi­li­za­ción eco­so­cia­lis­ta rom­pe con el pro­duc­ti­vis­mo y el con­su­mis­mo para pri­vi­le­giar la reduc­ción del tiem­po de tra­ba­jo y, así, la exten­sión del tiem­po libre dedi­ca­do a las acti­vi­da­des socia­les, polí­ti­cas, lúdi­cas, artís­ti­cas, eró­ti­cas, etc., etc. Marx desig­na­ba ese obje­ti­vo con el tér­mino Rei­no de la libertad.

IX. Para cum­plir la tran­si­ción hacia el eco­so­cia­lis­mo es nece­sa­ria una pla­ni­fi­ca­ción demo­crá­ti­ca, orien­ta­da por dos cri­te­rios: la satis­fac­ción de las ver­da­de­ras nece­si­da­des y el res­pe­to de los equi­li­brios eco­ló­gi­cos del pla­ne­ta. Es la mis­ma pobla­ción –una vez des­em­ba­ra­za­da del bom­bar­deo publi­ci­ta­rio y de la obse­sión con­su­mis­ta fabri­ca­da por el mer­ca­do capi­ta­lis­ta- quien deci­di­rá, demo­crá­ti­ca­men­te, cua­les son las ver­da­de­ras nece­si­da­des. El eco­so­cia­lis­mo es una apues­ta por la racio­na­li­dad demo­crá­ti­ca de las cla­ses populares.

X. Para lle­var a cabo el pro­yec­to eco­so­cia­lis­ta no bas­tan las refor­mas par­cia­les. Sería nece­sa­ria una ver­da­de­ra revo­lu­ción social. ¿Cómo defi­nir esta revo­lu­ción? Podría­mos refe­rir­nos a una nota de Wal­ter Ben­ja­min, en un mar­gen a sus tesis Sobre el con­cep­to de his­to­ria (1940): “Marx ha dicho que las revo­lu­cio­nes son la loco­mo­to­ra de la his­to­ria mun­dial. Qui­zá las cosas se pre­sen­tan de otra for­ma. Pue­de que las revo­lu­cio­nes sean el acto por el que la huma­ni­dad que via­je en el tren aprie­ta los fre­nos de urgen­cia”. Tra­duc­ción en pala­bras del siglo XXI: todas y todos somos pasa­je­ros de un tren sui­ci­da, que se lla­ma Civi­li­za­ción Capi­ta­lis­ta Indus­trial Moder­na. Este tren se acer­ca, a una velo­ci­dad cre­cien­te, a un abis­mo catas­tró­fi­co: el cam­bio cli­má­ti­co. La acción revo­lu­cio­na­ria tie­ne por obje­ti­vo dete­ner­lo, antes de que sea dema­sia­do tarde.

XI. El eco­so­cia­lis­mo es a la vez un pro­yec­to de futu­ro y una estra­te­gia para el com­ba­te aquí y aho­ra. No se tra­ta de espe­rar a que las con­di­cio­nes estén madu­ras: hay que pro­mo­ver la con­ver­gen­cia entre luchas socia­les y luchas eco­ló­gi­cas y batir­se con­tra las ini­cia­ti­vas más des­truc­to­ras de los pode­res al ser­vi­cio del capi­tal. Es lo que Nao­mi Klein lla­ma Bloc­ka­dia. Es en el inte­rior de las movi­li­za­cio­nes de este tipo don­de podrá emer­ger, en las luchas, la con­cien­cia anti­ca­pi­ta­lis­ta y el inte­rés por el eco­so­cia­lis­mo. Las pro­pues­tas como el Green New Deal for­man par­te de ese com­ba­te, en sus for­mas radi­ca­les, que exi­gen el aban­dono efec­ti­vo de las ener­gías fósi­les pero no en las que se limi­tan a reci­clar el capi­ta­lis­mo verde.

XII. ¿Cuál es el suje­to de este com­ba­te? El dog­ma­tis­mo obrerista/​industrialista del pasa­do ya no es actual. Las fuer­zas que hoy se encuen­tran en pri­me­ra línea del enfren­ta­mien­to son los jóve­nes, las muje­res, los indí­ge­nas, los cam­pe­si­nos. Las muje­res están muy pre­sen­tes en el for­mi­da­ble levan­ta­mien­to de la juven­tud lan­za­do por el lla­ma­mien­to de Gre­ta Thun­berg, una de las gran­des fuen­tes de espe­ran­za para el futu­ro. Como nos expli­can las eco­fe­mi­nis­tas, esta par­ti­ci­pa­ción masi­va de las muje­res en las movi­li­za­cio­nes pro­vie­ne del hecho de que ellas son las pri­me­ras víc­ti­mas de los daños eco­ló­gi­cos del sis­te­ma. Los sin­di­ca­tos comien­zan, aquí o allá, a com­pro­me­ter­se tam­bién. Eso es impor­tan­te, ya que, en últi­mo aná­li­sis, no se podrá aba­tir al sis­te­ma sin la par­ti­ci­pa­ción acti­va de los tra­ba­ja­do­res y las tra­ba­ja­do­ras de las ciu­da­des y de los cam­pos, que cons­ti­tu­yen la mayo­ría de la pobla­ción. La pri­me­ra con­di­ción es, en cada movi­mien­to, aso­ciar los obje­ti­vos eco­ló­gi­cos (cie­rre de la minas de car­bón o de los pozos de petró­leo, o de cen­tra­les tér­mi­cas, etc.) con la garan­tía del empleo de los y las tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras afectados.

XIII. ¿Tene­mos posi­bi­li­da­des de ganar esta bata­lla antes de que sea dema­sia­do tar­de? Con­tra­ria­men­te a los pre­ten­di­dos colap­só­lo­gos, que pro­cla­man, a bom­bo y pla­ti­llo, que la catás­tro­fe es inevi­ta­ble y que cual­quier resis­ten­cia es inú­til, cree­mos que el futu­ro sigue abier­to. No hay nin­gu­na garan­tía que ese futu­ro será eco­so­cia­lis­ta: es el obje­to de una apues­ta en el sen­ti­do pas­ca­liano, en la que se com­pro­me­ten todas las fuer­zas, en un tra­ba­jo por lo incier­to. Pero, como decía, con una gran y sim­ple pru­den­cia, Ber­told Brecht: “El que lucha pue­de per­der. El que no lucha ha per­di­do ya”.

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