Argentina. Covid 1984 (segunda parte)

Argen­ti­na. Covid 1984 (segun­da parte)

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Por Alfre­do Gran­de, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de junio de 2020 

A media­dos del siglo IX los expe­ri­men­tos sobre elec­tri­ci­dad se desa­rro­lla­ron. Ese fue el ori­gen. Uno de los des­ti­nos fue el uso de la pica­na eléc­tri­ca. No creo que nadie pue­da echar­le la cul­pa al inves­ti­ga­dor Max­well. Al momen­to de suge­rir el mode­lo de núcleo pro­tón-neu­trón, en 1932, Hei­sen­berg sugi­rió tam­bién la exis­ten­cia de un cam­po de fuer­za que unía los pro­to­nes, por medio de la exis­ten­cia efí­me­ra de una par­tí­cu­la. No creo que nadie pue­da cul­par al físi­co nuclear del bom­bar­deo de Hiroshi­ma y Naga­sa­ki. Bau­ti­za­do como Pro­yec­to Manhat­tan. O sea: no me intere­sa de don­de vie­ne el virus cau­san­te de la pandemia.

Su ori­gen qui­zá nun­ca sea cono­ci­do y esa cir­cuns­tan­cia faci­li­ta todo tipo de espe­cu­la­ción cons­pi­ra­ti­va. Des­de la sopa de mur­cié­la­go has­ta la inge­nie­ría gené­ti­ca que lo habría dise­ña­do. Lo que sí me intere­sa, inclu­so me des­ve­la, es la mani­pu­la­ción polí­ti­ca y cul­tu­ral que el virus pro­pi­cia. En este sen­ti­do, a pesar de haber escri­to que “nadie es pro­fe­ta en su mace­ta”, muy tem­pra­na­men­te seña­lé el ries­go de la cap­tu­ra reac­cio­na­ria de la cuarentena.

Acla­ro, espe­ran­do que no oscurezca.

Deje­mos toda espe­cu­la­ción sobre el ori­gen y pen­se­mos en el des­tino. Una brú­ju­la intere­san­te es el tra­ba­jo con los ana­li­za­do­res. Pue­den ser espon­tá­neos, cons­trui­dos o his­tó­ri­cos. En un tex­to, Car­los del Fra­de seña­la: “Al cie­rre de la pri­me­ra expo­si­ción del minis­tro, el comi­sa­rio Pablo Bagli seña­la una ver­dad inape­la­ble y mul­ti­di­men­sio­nal: ´Para for­mar un comi­sa­rio se nece­si­ta inver­tir vein­te años, que son cin­co ciclos de gober­na­do­res´. La polí­ti­ca pasa, la poli­cía queda”.

Si la poli­cía que­da, enton­ces el hori­zon­te del “nun­ca más” se ale­ja y la del­ga­da línea roja entre demo­cra­cia y dic­ta­du­ra se afi­na. La poli­cía tie­ne fuer­te pre­sen­cia terri­to­rial barrial y comu­ni­ta­ria. Pero como toda orga­ni­za­ción jerár­qui­ca, aun­que decai­ga en valor, nun­ca dis­mi­nu­ye en subor­di­na­ción. Y ese comi­sa­rio en el cual se invir­tie­ron 20 años res­pon­de a una Jefa­tu­ra que a su vez res­pon­de, en el mejor de los casos, a un poder polí­ti­co constitucional.

Para el pen­sa­mien­to de izquier­da siem­pre la fun­ción empie­za antes de que uno lle­gue. El Nava­rra­zo, cono­ci­do tam­bién como Con­tra­cor­do­ba­zo, fue un gol­pe de esta­do poli­cial rea­li­za­do en Argen­ti­na, que derro­có al gober­na­dor cons­ti­tu­cio­nal de la pro­vin­cia de Cór­do­ba, Ricar­do Obre­gón Cano y su vice­go­ber­na­dor Ati­lio López el miér­co­les 27 de febre­ro de 1974. Obvia­men­te, el poder polí­ti­co hege­mó­ni­co de nin­gu­na mane­ra fue neu­tral. Apo­yó a Nava­rro, el sedicioso.

La dic­ta­du­ra mili­tar tam­bién fue y, en su ori­gen lo fue abso­lu­ta­men­te, poli­cial. Adver­tí, cual maes­tro cirue­la, sobre la con­sig­na: “no es hora de libre­pen­sa­do­res”. El minis­tro de segu­ri­dad de la pro­vin­cia de Bue­nos Aires no admi­te ambi­güe­da­des. Tam­po­co incer­ti­dum­bres. Mucho menos, pen­sa­mien­to crí­ti­co. Y ni siquie­ra pen­sar de qué color es el cris­tal con que se mira.

La cua­ren­te­na es un via­je de ida. El cui­da­do es un águi­la de dos cabe­zas: una para curar y otra para vigi­lar. Fal­ta­ría la cabe­za para cas­ti­gar, pero tam­po­co es cues­tión de rega­lar ideas. Si esto es una gue­rra con­tra un enemi­go invi­si­ble esta­mos per­di­dos. Por­que todas las gue­rras han sido meca­nis­mos para expe­ri­men­tar y per­fec­cio­nar dife­ren­tes armas de des­truc­ción masiva.

La sinies­tra pare­ja “guerra/​progreso tec­no­ló­gi­co” sigue tenien­do lamen­ta­ble actua­li­dad. Des­de la con­cep­ción de una gue­rra san­ta has­ta la actua­li­dad, mucha san­gre ha des­bor­da­do ríos. Se mul­ti­pli­ca la pro­duc­ción de ali­men­tos pero más se mul­ti­pli­ca el ham­bre. Mal­thus dis­fru­ta sus pre­dic­cio­nes. Se ha logra­do otra sinies­tra pare­ja: “salud pública/​control poli­cial”. No lo digo yo: lo dice él. “Es com­pren­si­ble que quie­ran segu­ri­dad. Lo que la gen­te nece­si­ta, sen­tir­se cui­da­da. Esta­mos pre­pa­ran­do una poli­cía que está entre­na­da para actuar en situa­cio­nes de estrés poli­cial. De actuar de mane­ra intem­pes­ti­va ante el nar­co­trá­fi­co. Vamos tra­ba­jar des­de una mira­da poli­cial y una mira­da inte­gral. La gen­te con­fía en lo que le digo por­que nun­ca los defrau­dé”. Por lo menos, no pro­po­ne que lo sigan. Toda­vía. Clau­dia Rafael rea­li­za una reso­nan­cia mag­né­ti­ca y lite­ra­ria. Su tex­to «Ber­ni, arma lar­ga del esta­do» no impli­ca rele­vo de prue­ba. Plan­tea exac­ta­men­te lo con­tra­rio. Tene­mos dema­sia­das prue­bas pero aun así, nos resis­ti­mos a dic­tar sen­ten­cia. No habrá nada pare­ci­do a una nue­va normalidad.

Lo
úni­co que habrá
 es una nue­va anor­ma­li­dad. O peor: nue­vas anormalidades.
A menos que alguien sos­ten­ga que niños y niñas con plo­mo en san­gre, comien­do en
basu­ra­les, pade­cien­do el calor y el frío, jugan­do mien­tras madre y padre
car­to­nean, pue­da deno­mi­nar­se nor­ma­li­dad. Ya no se tra­ta de que sean los únicos
pri­vi­le­gia­dos. Ahí están los Vicen­tin, Techint, San­tan­der para desmentirlos.

Se tra­ta de que no sean la excep­ción a
una regla que, aun­que hipó­cri­ta, tie­ne como iden­ti­dad auto­per­ci­bi­da la defensa
de los dere­chos huma­nos. Habrá, más tem­prano que tar­de, otro tri­bu­nal de los
pue­blos don­de todas sus sen­ten­cias que­den fir­me sin ape­la­ción posible.

El uso repre­sor de la pan­de­mia será otro cri­men de lesa huma­ni­dad. Y deseo, y oja­lá pue­da estar para ver­lo, oler­lo, tocar­lo y dis­fru­tar­lo, que la nue­va nor­ma­li­dad que nos quie­ren impo­ner sea arra­sa­da des­de sus cimien­tos. Des­de la Refor­ma Uni­ver­si­ta­ria de 1918 sabe­mos que “los dolo­res que que­dan son las liber­ta­des que faltan”.

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