Cana­dá. La rodi­lla de con­ten­ción del país

Por Pie­rre Leblanc, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 junio 2020.-

El lin­cha­mien­to de Geor­ge Floyd, don­de su ase­sino, el poli­cía blan­co Derek Chau­vin, fría y orgu­llo­sa­men­te ha asfi­xia­do su vida, ha encen­di­do un fue­go en los EE.UU. y en el mun­do ente­ro. A raíz de este horror, la cru­da reali­dad del racis­mo sis­té­mi­co del Cana­dá se ha pues­to bajo el micros­co­pio. Su esmal­te supues­ta­men­te icó­ni­co de los dere­chos huma­nos se ha des­mo­ro­na­do. Des­de el ase­si­na­to por robo­cop del Sr. Floyd del 25 de mayo de 2020, se han pro­du­ci­do horren­dos crí­me­nes racia­les por par­te de la poli­cía con­tra negros e indí­ge­nas canadienses.

En Toron­to, Regis Kor­chins­ki-Paquet, de 29 años de edad, inex­pli­ca­ble­men­te salió volan­do del bal­cón de su apar­ta­men­to has­ta su muer­te cuan­do cin­co poli­cías «inter­vi­nie­ron» en su apar­ta­men­to. En New Bruns­wick, Chan­tel Moo­re, de 26 años de edad, reci­bió cin­co dis­pa­ros mor­ta­les en lo que se supo­nía que era una » visi­ta poli­cial de bien­es­tar». Un hom­bre de Nuna­vut fue embes­ti­do deli­be­ra­da­men­te por la puer­ta de un coche de poli­cía mien­tras cami­na­ba por una carre­te­ra y lue­go fue arro­ja­do a una cel­da de la cár­cel don­de fue seve­ra­men­te gol­pea­do por otro ocu­pan­te, todo esto sin ser acu­sa­do de un deli­to. Aca­ba­mos de saber que, en mar­zo, el jefe de la Pri­me­ra Nación Atha­bas­ca Chi­pew­yan, Allan Adam, fue gra­ve­men­te gol­pea­do y heri­do por la poli­cía mien­tras su espo­sa, que pade­cía de artri­tis, fue dolo­ro­sa­men­te mal­tra­ta­da y atro­pe­lla­da con­tra un vehícu­lo, sólo por una matrí­cu­la anti­gua. Adiós a la rela­ción de Nación a Nación en Cana­dá y a su Socie­dad Justa.

Esta­dís­ti­ca­men­te, el 36,5% de las per­so­nas ase­si­na­das por la poli­cía de Toron­to eran negras, aun­que sólo repre­sen­tan el 8,3% de la pobla­ción. Datos esta­dís­ti­cos simi­la­res se apli­can a las muje­res y hom­bres negros e indí­ge­nas en todo Cana­dá. Las muje­res y niñas de las Pri­me­ras Nacio­nes están sien­do ase­si­na­das y des­apa­re­ci­das a un rit­mo alar­man­te. En el últi­mo tiem­po, al menos tres hom­bres negros cana­dien­ses en dife­ren­tes par­tes del país han reci­bi­do el tra­ta­mien­to de Geor­ge Floyd de la rodi­lla en el cue­llo; afor­tu­na­da­men­te, sobre­vi­vie­ron. Por supues­to, el Cana­dá se fun­dó sobre la base de la cons­truc­ción del colo­nia­lis­mo y ha apli­ca­do sis­te­má­ti­ca­men­te polí­ti­cas enca­mi­na­das a la «des­apa­ri­ción» de las Pri­me­ras Nacio­nes. Has­ta aho­ra, la mayo­ría de los cana­dien­ses y los diri­gen­tes polí­ti­cos que eli­gen no han acep­ta­do que las vidas de los negros y los indí­ge­nas sean fundamentales.

Curio­sa­men­te, los cana­dien­ses han esta­do tan cega­dos por la creen­cia de que no son racis­tas que es mucho menos pro­ba­ble que sal­gan a la calle que los esta­dou­ni­den­ses cuan­do se pro­du­cen estas mons­truo­si­da­des. La eje­cu­ción extra­ju­di­cial del Sr. Floyd pue­de haber cam­bia­do eso. Has­ta el Pri­mer Minis­tro Jus­tin Tru­deau «se arro­di­lló» duran­te una recien­te mani­fes­ta­ción de Black Lives Mat­ter en Otta­wa. Los líde­res negros e indí­ge­nas han habla­do con elo­cuen­cia duran­te años con­tra el racis­mo-supre­ma­cis­mo sis­té­mi­co en el Cana­dá. En los últi­mos días, un núme­ro cada vez mayor de blan­cos está hablan­do. Toda­vía no está cla­ro si la suma de estas voces alcan­za­rá la masa crí­ti­ca polí­ti­ca nece­sa­ria para for­zar un ver­da­de­ro cam­bio estructural.

A nivel nacio­nal, el Pri­mer Minis­tro Tru­deau ha sido muy hábil en el sim­bo­lis­mo públi­co, a veces pro­tes­tan­do con­tra sí mis­mo como lo hizo cuan­do se arro­di­lló. Sin embar­go, ha sido abyec­ta­men­te len­to en la adop­ción de medi­das que corri­jan el sis­te­ma. De hecho, ha toma­do una serie de deci­sio­nes y accio­nes que han empeo­ra­do la situa­ción. Entre ellas, las agre­sio­nes poli­cia­les con­tra la Nación Wet’suwet’en en 2019 – 2020 por pro­tes­tar por el cru­ce del gaso­duc­to Coas­tal Gas­Link a tra­vés de sus terri­to­rios, o cual­quier otro núme­ro de actos y omi­sio­nes del gobierno a tra­vés de Cana­dá que degra­dan a las comu­ni­da­des negras y a las Pri­me­ras Nacio­nes. A pesar de su len­gua­je ele­va­do, Tru­deau no ha qui­ta­do la rodi­lla colec­ti­va del Cana­dá del cue­llo de los pue­blos negros y las Pri­me­ras Nacio­nes. Las polí­ti­cas de su gobierno y de los gobier­nos pro­vin­cia­les siguen expri­mien­do la san­gre vital de sus fami­lias y comunidades.

A nivel inter­na­cio­nal, el Cana­dá ni siquie­ra inten­ta ocul­tar su rodi­lla que empu­ja hacia aba­jo el cue­llo de los pue­blos de otros paí­ses. En muchos casos, ha teni­do que pre­su­mir de su com­por­ta­mien­to como lo haría un matón de patio de escue­la pre­ado­les­cen­te. Siem­pre supe­di­ta­do a su capa­taz, Chrys­tia Free­land y sus padri­nos Trum­pian, Tru­deau sigue apre­tan­do la gar­gan­ta de millo­nes de vene­zo­la­nos, per­mi­tien­do el estran­gu­la­mien­to de pales­ti­nos, asfi­xian­do a hai­tia­nos y dan­do cober­tu­ra a la ham­bru­na y el ase­si­na­to en masa de yeme­níes. A tra­vés de sus accio­nes, decla­ra­cio­nes, silen­cios y alian­zas, Free­land y Tru­deau están per­mi­tien­do, ayu­dan­do e ins­ti­gan­do a los prin­ci­pa­les agen­tes del ase­si­na­to en masa, la opre­sión y el geno­ci­dio del Esta­do. Estos para­go­nes de la ilus­tra­ción inclu­yen a Netan­yahu de Israel, Bol­so­na­ro de Bra­sil, Sisi de Egip­to, Duque de Colom­bia, Duter­te de Fili­pi­nas y, por supues­to, el engreí­do rey de todos ellos, Trump. Las per­so­nas se defi­nen por la com­pa­ñía que man­tie­nen; esta máxi­ma se apli­ca a Free­land y Trudeau.

Uno de los deter­mi­nan­tes comu­nes más pro­fun­dos de las accio­nes de todos estos parias es su racis­mo sin lími­tes. Los cana­dien­ses que se preo­cu­pan por infor­mar­se de lo que suce­de tie­nen difi­cul­ta­des para con­ci­liar lo que se hace en su nom­bre con la per­cep­ción que tie­nen de su país. Es decir, ¿por qué Free­land y Tru­deau han engan­cha­do el Cana­dá a esta ban­da de gam­be­rros sedien­tos de san­gre que debe­rían ser arras­tra­dos ante la Cor­te Penal Internacional?

Las rodi­llas de Cana­dá en los cue­llos de comu­ni­da­des racia­les y pobres toman muchas for­mas dife­ren­tes. Apar­te de sus pro­pias vetas de racis­mo mani­fies­to, Free­land y Tru­deau están ali­men­tan­do las fan­ta­sías de los ban­cos, los bui­tres mal­he­cho­res de fon­dos de inver­sión, las cor­po­ra­cio­nes y las empre­sas mine­ras y petro­le­ras. La polí­ti­ca exte­rior del Cana­dá, racis­ta y domi­na­da por los accio­na­rios, apo­ya con entu­sias­mo la máxi­ma explo­ta­ción finan­cie­ra y eco­nó­mi­ca de la pobla­ción pobre y racia­li­za­da del mun­do, al uní­sono con las mino­rías oli­gár­qui­cas pre­do­mi­nan­te­men­te blan­cas de esos paí­ses. Las empre­sas mine­ras cana­dien­ses son par­ti­cu­lar­men­te des­pia­da­das a este res­pec­to, pues uti­li­zan fuer­zas para­mi­li­ta­res para debi­li­tar y des­pla­zar por la fuer­za a las comu­ni­da­des loca­les que se atre­ven a resis­tir la con­ta­mi­na­ción de sus tie­rras y la des­truc­ción de sus medios de sub­sis­ten­cia y su modo de vida. Mien­tras tan­to, las emba­ja­das del Cana­dá alla­nan el camino para estos abu­sos de poder y de dere­chos humanos.

¿Qué sig­ni­fi­ca que el Pri­mer Minis­tro Tru­deau se arro­di­lle el 5 de junio? Podría seña­lar uno de los tres enfo­ques. Pue­de que sólo haya expre­sa­do el reco­no­ci­mien­to del pro­ble­ma sin pen­sar o pla­near a fon­do qué polí­ti­cas, medi­das, pro­gra­mas y rees­truc­tu­ra­ción de la estruc­tu­ra públi­ca y eco­nó­mi­ca de Cana­dá imple­men­tar. En segun­do lugar, su ges­to podría repre­sen­tar un ver­da­de­ro reco­no­ci­mien­to que con­du­ci­rá a la rápi­da apli­ca­ción de amplios y pro­fun­dos cam­bios estruc­tu­ra­les judi­cia­les, pena­les, socia­les, edu­ca­ti­vos, de vivien­da y de equi­dad eco­nó­mi­ca, y a la repa­ra­ción de los crí­me­nes y omi­sio­nes del gobierno en el pasa­do, inclu­yen­do el repar­to de poder con las comu­ni­da­des negras y las Pri­me­ras Nacio­nes. O bien, este pri­mer minis­tro que se arro­di­lla podría ser una arti­ma­ña pare­ci­da al acto de un com­pa­ñe­ro abu­si­vo que, entre gol­pes a su espo­sa, le pre­sen­ta flo­res y dis­cul­pas, un acto dise­ña­do para mani­pu­lar­la y domi­nar­la aún más. El tiem­po dirá dón­de ope­ra Tru­deau en esta esca­la móvil de mora­li­dad, pero su his­to­rial y la diso­nan­cia entre sus pro­me­sas y sus accio­nes plan­tean serias dudas. Si los inqui­li­nos de su polí­ti­ca inter­na­cio­nal son un baró­me­tro, el duro y cos­to­so tra­ba­jo humano de las comu­ni­da­des negras, marro­nes, indí­ge­nas y blan­cas tie­ne un lar­go camino por recorrer.

Itu­rria /​Fuen­te

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