Por Maribel Acosta Damas, corresponsalía de Resumen Latinoamericano en Cuba , 28 de junio de 2020
Aunque las descripciones oficiales aseguraban que el cadáver había sido incinerado y las cenizas lanzadas desde un avión sobre la selva, las investigaciones apuntaban a que su cadáver fue trasladado desde la escuelita de La Higuera donde lo asesinaron hasta el cuartel del regimiento Pando en Vallegrande a las dos de la madrugada del 11 de octubre de 1967, con el objetivo de incinerarlo, pero no tuvieron tiempo ni valor para hacerlo. Terminaron enterrando al Che junto a otros seis guerrilleros en una fosa común que cavaron para ello.
Muchos años después, el 21 de noviembre de 1995, el general boliviano retirado Mario Vargas Salinas declaró a medios de prensa que el Che había sido sepultado bajo la pista de aterrizaje del antiguo aeropuerto de Vallegrande. Y ante la conmoción internacional, el entonces presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada autorizó su búsqueda oficialmente. Así, el 1 de diciembre de ese mismo año llegó a Vallegrande un equipo de antropología forense formado por expertos argentinos y cubanos, geofísicos cubanos y técnicos italianos. La última fase de la búsqueda comenzó el 21 de mayo con un grupo de expertos cubanos liderados por el doctor Jorge González, director del Instituto de Medicina Legal de Cuba y representante de los familiares de los guerrilleros.
El propio médico cubano ha narrado que ese sábado 28 de junio empezaron a trabajar de acuerdo con la versiónque tenían del tractorista que había cavado la fosa donde fue enterrado el Che. Y al empezar a cavar y percibir osamentas dijo al operador de la retroexcavadora “¡para, para!”… luego supieron que aquellos primeros huesos pertenecían al boliviano Aniceto Reinaga. Y narra que en ese momento solo sabían que eran los restos de siete personas. Sin embargo, desde el principio sospecharon que aquellos segundos restos hallados eran los del Che Guevara, pues eran los únicos cubiertos con una chaqueta verde olivo y más tarde comprobaron que no tenía manos. Terminó de corroborar el hallazgo inicial, el hecho de que pegados a la chaqueta, había una bolsita con la picadura de la cachimba en el bolsillo y residuos del yeso de la mascarilla mortuoria realizada al Che por sus asesinos.
Vinieron días de mucha tensión, en que los expertos no se separaron del lugar de hallazgo ni del hospital japonés a donde fueron llevadas las osamentas luego de su exhumación el 5 de julio para ser identificadas. Dormían por turno, si acaso, para cuidar aquel tesoro que durante tres décadas se había buscado.
En la madrugada del martes 8 de julio fueron trasladados los restos de los siete guerrilleros hacia la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y en la morgue del Hospital Japonés se realizaron los exámenes finales mediante equipos computarizados.
Y finalmente el 11 de julio de 1997 se hace pública la información al mundo que confirmaba que los restos encontrados eran los de los guerrilleros: del comandante Ernesto «Che» Guevara, los internacionalistas cubanos René Martínez Tamayo (Arturo), Alberto Fernández Montes de Oca (Pacho) y Orlando Pantoja Tamayo (Antonio), los guerrilleros bolivianos Simeón Cuba (Willy) y Aniceto Reynaga (Aniceto), y el combatiente peruano Juan Pablo Chang (El Chino).
Un día después, el 12 de julio de 1997, Jorge González Pérez regresaba a Cuba junto a los restos del Che y de sus compañeros de la guerrilla boliviana. En Cuba, el Comandante Fidel Castro y sus familiares, los recibían. Comenzaron entonces jornadas de duelo y homenaje del pueblo de Cuba a sus héroes; al Che, que ha sido parte de la leyenda viva de la Revolución Cubana… Todos juntos, el Che y sus compañeros, fueron depositados en el Mausoleo de la ciudad cubana de Santa Clara, construido especialmente para acogerlos. ¡Al fin el Che Guevara estaba en casa!
Fuente: Cuba en Resumen