Eco­lo­gía Social. Los empleos ver­des son una opor­tu­ni­dad para los refugiados

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de junio de 2020.

Puen­te col­gan­te en el Par­que Nacio­nal El Mira­dor, del nor­te de Gua­te­ma­la, don­de tra­ba­jan como cui­da­do­res jóve­nes soli­ci­tan­te de asi­lo que esca­pa­ron de la vio­len­cia cri­mi­nal en Hon­du­ras. Los empleos ver­des pro­du­cen ingre­sos a los refu­gia­dos y ser­vi­cios a las comu­ni­da­des de aco­gi­da. Foto: Ale­jan­dro Masciarelli/​Acnur

GINEBRA, 8 jun 2020 (IPS) – La refo­res­ta­ción de zonas ári­das en Áfri­ca o el cui­da­do de bos­ques tro­pi­ca­les en Amé­ri­ca Cen­tral mues­tran opor­tu­ni­da­des que tie­nen refu­gia­dos que huyen de la vio­len­cia para encon­trar alber­gue, ingre­sos y hacer apor­tes a los paí­ses de acogida.

En un área de 2500 hec­tá­reas de la sure­ña región Nilo Blan­co, en Sudán, un millón de árbo­les de cua­tro espe­cies de aca­cias fue­ron plan­ta­dos prin­ci­pal­men­te por refu­gia­dos que huyen de los con­flic­tos civi­les en el vecino Sudán del Sur.

“Me uní al pro­yec­to para ganar un poco de dine­ro para comi­da y algo de ropa y para apren­der nue­vas habi­li­da­des sobre la plan­ta­ción de árbo­les”, con­tó la refu­gia­da sur­su­da­ne­sa Geal Nya­kong a envia­dos de la Agen­cia de las Nacio­nes Uni­das para los Refu­gia­dos (Acnur).

Ella es des­de 2014 una de los 250 000 refu­gia­dos en la región del Nilo Blan­co, que tie­ne 1,7 millo­nes de habi­tan­tes y áreas degra­da­das al cor­tar­se los árbo­les para usar­los como leña o pos­tes para construcción.

El tra­ba­jo de Nya­kong es cui­dar las peque­ñas plán­tu­las de aca­cia en un vive­ro que pue­de pro­du­cir 200 000 árbo­les jóve­nes cada año. Ella espe­ra que esos cono­ci­mien­tos le ayu­den en su casa o en cer­ca­nas plan­ta­cio­nes de cítricos.

La cam­pa­ña de refo­res­ta­ción “pro­mue­ve acce­so segu­ro a ener­gía de coci­na para los cam­pa­men­tos de refu­gia­dos al tiem­po que abor­da los desa­fíos ambien­ta­les”, dijo Ima­del­din Ali, ofi­cial en la zona de Acnur, que ade­lan­ta el pro­yec­to con la suda­ne­sa Cor­po­ra­ción Nacio­nal de Bosques.

La defo­res­ta­ción ha sido un pro­ble­ma gra­ve en la región del Nilo Blan­co, y Ali dijo que el plan es esta­ble­cer peque­ños bos­ques alre­de­dor de los nue­ve cam­pa­men­tos de refu­gia­dos exis­ten­tes para com­pen­sar las pér­di­das cau­sa­das a lo lar­go de los años.

Otra mues­tra de “empleos ver­des” para refu­gia­dos en los que par­ti­ci­pa Acnur está en la sel­va del Petén, en el Par­que Nacio­nal El Mira­dor, del nor­te de Gua­te­ma­la, en Amé­ri­ca Cen­tral, una de las zonas con mayor bio­di­ver­si­dad en el planeta.

Allí el joven Josué (nom­bre fic­ti­cio, para pro­te­ger su iden­ti­dad), un soli­ci­tan­te de asi­lo que vie­ne de una de las ciu­da­des más peli­gro­sas de la veci­na Hon­du­ras, es uno de los nue­ve refu­gia­dos y soli­ci­tan­tes de asi­lo con­tra­ta­dos como guardaparques.

“Cuan­do era peque­ño mira­ba pro­gra­mas acer­ca de ani­ma­les y natu­ra­le­za. Eran mis favo­ri­tos. Este tra­ba­jo se sien­te como estar en tele­vi­sión”, con­tó Josué, for­za­do a huir hace tres años, cuan­do tenía 16, por­que rehu­só sumar­se a una pan­di­lla que bus­ca­ba reclu­tar­lo bajo ame­na­za de pagar el recha­zo con su vida.

Al este del par­que, en el área pro­te­gi­da Dos Lagu­nas, Ale­jan­dro, de 21 años, tam­bién esca­pa­do de las pan­di­llas en Hon­du­ras, cuen­ta feliz que ha encon­tra­do plu­mas de fai­sán que dan cuen­ta de la pre­sen­cia del jaguar (Panthe­ra onca) en el Petén.

“Dejar Hon­du­ras fue difí­cil, pero era cues­tión de vida o muer­te. Me dije­ron ´o te unes a noso­tros o vamos por ti y tu fami­lia´. La fami­lia esca­pó pri­me­ro, yo des­pués, aho­ra ten­go un tra­ba­jo ase­gu­ran­do que las futi­ras gene­ra­cio­nes conoz­can las plan­tas y ani­ma­les que tene­mos”, narró el joven refugiado.

Encon­trar un tra­ba­jo esta­ble “es uno de los mayo­res obs­tácu­los que enfren­tan las per­so­nas for­za­das a huir de sus hoga­res, y la situa­ción pue­de exa­cer­bar­se con la cri­sis cau­sa­da por la pan­de­mia covid-19”, obser­vó Fran­cis­co Astu­rias, de la Fun­da­ción Eco­de­sa­rro­llo y Con­ser­va­ción, que tra­ba­ja con Acnur en el Petén.

Por ello los empleos ver­des repre­sen­tan una ali­vio para las per­so­nas refu­gia­das y soli­ci­tan­tes de asi­lo, y a la vez con­tri­bu­yen con sus comu­ni­da­des de aco­gi­da. Debe­mos olvi­dar­nos de fron­te­ras cuan­do se habla de con­ser­va­ción de bos­ques y recur­sos natu­ra­les”, comen­tó Asturias.

En lo que va de déca­da, unas 700 000 per­so­nas se han vis­to obli­ga­das a huir de sus hoga­res en los paí­ses al nor­te del ist­mo cen­tro­ame­ri­cano, Gua­te­ma­la, Hon­du­ras y El Sal­va­dor, para esca­par de la vio­len­cia de las pandillas.

A‑E/​HM

Fuen­tes: http://​www​.ips​no​ti​cias​.net/​2​0​2​0​/​0​6​/​e​m​p​l​e​o​s​-​v​e​r​d​e​s​-​u​n​a​-​o​p​o​r​t​u​n​i​d​a​d​-​l​o​s​-​r​e​f​u​g​i​a​d​os/

Rebe­lión.

Itu­rria /​Fuen­te

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