Por Haidar Eid |Resumen Medio Oriente, 19/junio 2020
Se ha cumplido lo que Edward Said predijo en la década de 1990, el proyecto de la OLP de dos Estados ha fracasado
Foto:
El líder de la OLP Yasser Arafat
estrecha la mano del primer ministro israelí Yitzhak Rabin tras
firmar el acuerdo de paz en la Casa Blanca el 13 de septiembre de
1993 [Archivo: Reuters/Gary Hershorn]
Cuando
en 1993 se firmaron los desastrosos Acuerdos de Oslo sobre el césped
de la Casa Blanca en Washington
algunas
personas expresaron fuertes críticas y su profunda preocupación por
las disposiciones de los Acuerdos y las importantes concesiones que
se obligó a hacer a la parte palestina. Los firmantes palestinos,
encabezados por el líder de la Organización para Liberación de
Palestina (OLP), Yasser Arafat, y quienes los apoyaban respondieron
con esta pregunta: “¿Qué
alternativa hay?”.
Quizá pensaran que sería la pregunta decisiva que zanjaría el
debate y ocultaría el hecho de que los Acuerdos suponían una
continuación de la naturaleza colonial de la relación entre los
opresores israelíes y los oprimidos palestinos.
En octubre de 1993 el difunto
Edward Said, acérrimo detractor de los
Acuerdos, aceptó el reto y escribió un artículo profético
en
London Review of Books titulado
The
Morning After [El
día después].
Basándose en lo que él llamó “sentido común” predijo, ni más
ni menos, la trágica situación que se produjo
después de 1993. En
su estilo elocuente escribió: “Para
avanzar hacia la autodeterminación palestina, que sólo tiene
sentido si su objetivo es la libertad, la soberanía y la igualdad,
en vez del
sometimiento perpetuo a Israel, tenemos que
reconocer honestamente dónde estamos”.
Lo que en aquel momento le parecía particularmente
“desconcertante” era “cómo tantos líderes palestinos y sus
intelectuales pueden seguir hablando del acuerdo como una
‘victoria’”. Por ejemplo, el asesor de Arafat, Nabil Shaath,
calificó el acuerdo de “paridad total” entre israelíes y
palestinos.
A lo largo de los años siguientes Said siguió haciendo preguntas
“embarazosas” en los artículos que publicó en Al-Ahram
Weekly, Al-Hayat, Sharq Al-Awsat y otros periódicos
y revistas: ¿Aceptó Israel, bajo el gobierno laborista sionista
askenazi, reconocer al pueblo palestino como pueblo cuando firmó los
Acuerdos de Oslo? ¿Supusieron los Acuerdos de Oslo un cambio radical
en la ideología sionista respecto a las “personas no judías
gentiles palestinas”? ¿Garantizaron los Acuerdos el
restablecimiento de una paz duradera e integral? Y ¿representa la
dirección actual de la OLP las aspiraciones políticas y nacionales
del pueblo palestino?
Said sintetizó en su libroThe End of The Peace Process
(1) la respuesta a estas preguntas: “No hacer negociaciones es
mejor que las interminables concesiones que simplemente prolongan la
ocupación israelí. Sin duda Israel está satisfecho de poder
llevarse el mérito de haber logrado la paz y, al mismo tiempo,
continuar la ocupación con el consentimiento palestino”.
Veintisiete años y muchas concesiones palestinas después todo lo
que predijo Said se ha hecho realidad, por desgracia. La OLP lucha
contra una sombría realidad que en gran medida contribuyó a crear
al aceptar firmar los Acuerdos de Oslo.
Mientras Israel da pasos para anexionarse
el 30 % de la Cisjordania ocupada el presidente Mahmoud Abbas, el
protegido y sucesor de Arafat, ha empezado esgrimir otra retahíla de
amenazas vacías. El
19 de mayo
declaró
que iba a poner fin a la cooperación de
seguridad y a los acuerdos con Israel y
Estados Unidos, lo que se ha considerado lo
mismo que declarar el desvanecimiento del
sueño de tener un Estado palestino “independiente” en el 22 % de
la Palestina histórica. La realización de este sueño es lo que los
intelectuales que defendían los Acuerdos de Oslo consideraron el
objetivo fundamental que justificaba
el alto precio que ha pagado
el pueblo palestino. Durante
27 años siguieron
alimentando esta vana ilusión negándose a admitir la imposibilidad
económica, política e incluso física de establecer un Estado
palestino verdaderamente soberano en medio de un proyecto de
colonización activo y la falta de contigüidad territorial.
La dolorosa pregunta que debemos hacernos hoy es si desde 1993 se
nos ha obligado a sufrir masacres espantosas, un asedio genocida, el
imparable robo de nuestra tierra, la construcción de un muro de
apartheid, la detención de niños y de familias enteras, la
demolición de casas y muchos otros abusos solo porque la clase
compradora veía la “independencia” al final de un túnel
cerrado.
Es el momento de que quienes nos oponemos a los Acuerdos de Oslo
repliquemos con una pregunta a sus defensores: ¿El propio acuerdo
estuvo destinado alguna vez a garantizar los derechos humanos mínimos
del colonizado pueblo palestino, incluidos el derecho a la libertad y
la autodeterminación?
Antes de dejarnos Said publicó dos artículos, “Israel-Palestine:
a thrid way” [Israel-Palestina:
una tercera vía]” y “The
only alternative” [La única
alternativa], en los que ofrecía una solución basada en
“igualdad o nada”, una solución que se puede materializar con el
establecimiento de un Estado democrático y laico en Palestina en el
que se trate igual a toda la ciudadanía con independencia de su
religión, sexo y color.
Una paz integral, sostenía Said, significa que Israel, la
potencia colonial, debe reconocer el derecho de las y los palestinos
a existir como pueblo, su derecho a la autodeterminación y a la
igualdad, como los colonizadores blancos hicieron en Sudáfrica.
Al final de uno de sus artículos Said preguntaba: “¿Están
escuchando los actuales dirigentes palestinos? ¿Pueden sugerir algo
mejor que esto dado su desastrosa trayectoria en un “proceso de
paz” que ha llevado a los horrores actuales?”. No podían en
aquel momento y no pueden ahora. Ya es hora de que el pueblo
palestino abandone la ilusión de la solución de los dos Estados e
intente un enfoque democrático, uno que pueda garantizar sus
derechos básicos, libertad, igualdad y justicia.
Los
puntos de vista expresados en este artículo son los del autor y no
reflejan necesariamente la línea editorial deAl
Jazeera.
Haidar Eid es profesor asociado de la Universidad Al-Aqsa de Gaza.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
(1)
En castellano, traducido por Francisco Ramos, Nuevas
crónicas palestinas: el fin del proceso de paz (1995−2002),
Barcelona, Debolsillo, 2003. (N.
de la t.).
Fuente: Al Jazeera /Rebelión