Por Fabrizio Beorchia, Resumen Latinoamericano, 27 de junio 2020.
Geopolítica del Coronavirus
“Hay controversia, al más alto nivel, sobre el origen de este virus aparecido en Wuhan (Hubei, China). Como no se ha identificado todavía al ‘paciente cero’, o sea el primer contagio de animal a humano, varias especulaciones circulan. Por una parte, autoridades de Pekín acusaron al ejército estadounidense de haber fabricado el germen en un laboratorio militar de Fort Detrick (Frederick, Maryland) como arma bacteriológica para frenar el ascenso chino en el mundo, y de haberlo dispersado en China con ocasión de los Juegos Militares Mundiales, una competición disputada en octubre de 2019, precisamente… en Wuhan. Por otra parte, en Estados Unidos, el propio presidente Trump incriminó repetidas veces a Pekín, después de que el influyente senador republicano de Arkansas, Tom Cotton, presentado a veces como el próximo director de la Central Intelligence Agency (CIA), culpara a científicos militares chinos de haber producido el nuevo germen en un laboratorio «de virología y bioseguridad» localizado también… en Wuhan.” (Ramonet, 2020)
Como decíamos anteriormente, la disputa pasa inevitablemente del terreno científico al campo geopolítico. Se tuviéramos que dividir los bloques en disputa, podríamos comenzar por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que tienen poder de veto; por un lado ese bloque lo constituyen EEUU, Reino Unido y Francia, y en el otro bloque se encuentran Rusia y China. Cada uno de estos bloques tienen países periféricos como aliados, algunos son solamente comerciales, otros con pactos de cooperación binacional en materia de seguridad pública, sistemas productivos, medicina, educación y cultura.
Podemos arriesgarnos y conformar (de forma totalmente parcial) dos grandes bloques y sus aliados periféricos. Por un lado, el bloque de “potencias hegemónicas mundiales”, integrado por las principales potencias económicas y militares hegemónicas tradicionales (posteriores a la Guerra Fría) hasta nuestros días. Por otro lado, podemos ubicar al bloque de “potencias emergentes”, conformado por las Estados que son capaces de disputar el terreno económico, político y militar a aquéllas.
La utilización del concepto de “bloques”, se puede analizar desde una perspectiva gramsciana. Decía al respecto A. Gramsci (1929) “El criterio histórico político en que es necesario fundamentar la propia búsqueda es éste: que una clase es dominante de dos modos, esto es “dirigente” y “dominante”. Es dirigente de las clases aliadas y dominante de las clases adversarias. Por esto, una clase ya antes de ir al poder puede ser “dirigente” (y debe serlo): cuando está en el poder se convierte en dominante pero todavía continúa siendo dirigente” (Arismendi: 22). De esta forma podemos aplicar los conceptos que desarrolla Gramsci en sus “Cuadernos de la Cárcel”, sobre todo lo que refiere a Hegemonías, como conformación de un bloque histórico, que tiene clases dirigentes y dominantes. (1)
También se debería ampliar y analizar con mayor profundidad conceptos devenidos de las teorías geopolíticas clásicas, como el concepto de heartland (tierra-corazón) de Mackinder, el poderío naval de Mahan, el concepto de “alianza nacional”. “orden mundial ideal” y las “zonas de influencia” de Haushofer o las “regiones geopolíticas de Eurasia”, en “The Grand Chessboard. American primacy and its geoestrategic imperatives” de Brzezinski. (Vesentini, 2016)
En lo que va de la llamada “crisis del coronavirus”, se ha juntado el G7 (EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia y Japón), a iniciativa estadounidense para discutir sanciones a China, entre otros temas. Por su parte, la potencia asiática ha respondido de las acusaciones contra la administración Trump. A estas respuestas las ha respaldado Rusia. (2)
Indisolublemente unido a todo lo anterior, podemos observar dos bloques (tomando como núcleo unificador los criterios de participación en el Consejo de Seguridad de la ONU) y una serie de países, con distintos posicionamientos geográficos espaciales, que conforman alianzas que en algunos casos son estrechas y de mediana duración (EEUU- Israel, por ejemplo) y otras se conforman más por necesidad de defensa (Irán – Rusia, podría ser un ejemplo).
BLOQUE HEGEMÓNICO | BLOQUE EMERGENTE |
– Estados Unidos de Norteamérica- Reino Unido- Francia | – República Popular China – Rusia |
PAÍSES ALIADOS | PAÍSES ALIADOS |
– Israel- Corea del Sur- Alemania- Canadá- Italia- Japón- Arabia Saudí- Irak-Afganistán- Egipto- Nueva Zelanda- Australia- Colombia | – Corea del Norte- Vietnam- Venezuela- Cuba- Nicaragua- Siria- Irán |
Existen algunos casos muy cambiantes, como Turquía que últimamente se está alejando de la política exterior estadounidense.
O casos como el de Brasil, donde la crisis por la gestión de J. Bolsonaro frente al Covid19 ha desatado una inestabilidad política interna, dejando incertidumbres acerca del rumbo que tomará.
Por otro lado, juega mucho lo simbólico en este conflicto geopolítico mundial. Las relaciones EEUU – Corea del Norte, para poner sólo un ejemplo. O las cooperaciones económicas o en el área de investigación de unos países con otros. Ni que hablar de los conflictos internos dentro de cada país, (Irak, por citar sólo uno) así como también la disputa político electoral que pueden cambiar las orientaciones en materia de relaciones internacionales. Por lo cual, estos bloques y sus alianzas pueden ser muy dinámicos.
Otros territorios sufren “in situ” la disputa entre estos bloques y alianzas. Ucrania, Irak, Siria, para citar sólo algunos.
Si tomáramos una fotografía del año 2013, podemos observar que los bloques económicos/políticos no siempre se corresponden (3):
El resurgimiento (¿?) del anticomunismo
Con la asunción de Donald Trump, se agudizó el discurso belicista internacional. Primero con el discurso “nacionalista”, sea tanto para construir un muro en la frontera con México, o ya sea hablando contra la “deslocalización” de la economía estadounidense. Uno de sus primeros conflictos comerciales fue justamente con China, representado en la lucha tecnológica comercial entre compañías de telefonía móvil de acciones estadounidenses con las de origen chino. Al tiempo, también mantuvo un conflicto discursivo con Corea del Norte. No olvidemos que antes de esta pandemia, el 3 de enero de 2020 EEUU asesinó al líder iraní Qasem Soleimani. Tampoco ha dejado en paz a Venezuela, tanto por sus sanciones económicas, como por intentos de invasión armada, (véase la reciente Operación Gedeón, frustrada el pasado 3 de mayo). (4)
En una nota periodística del 29/04/2020, el sitio Europapress publica que Mike Pompeo, secretario de Estado de los EEUU dijo: “Esto es lo que hacen los comunistas, desinformar. Lo que el Partido Comunista Chino hizo es no prevenir que el coronavirus se expandiera por todo el mundo. Son responsables y Estados Unidos debe llevarlos ante la Justicia”. (5) Para después agregar “Este es el tipo de cosas que hacen las instituciones comunistas (…) Todos sabemos esto de la época soviética (…) Sabemos qué cosas hacen los partidos comunistas para manipular la información dentro de sus países y fuera de ellos”. (Ídem)
Este discurso, típico de la Guerra Fría, lleva consigo una especie de designio divino, donde otra vez los Estados Unidos de Norteamérica aparecen como los defensores de la humanidad ante la Justicia.
Claro está que este discurso belicista y arrogante intenta disimular las enormes fallas de la administración Trump. Recordemos que lo primero que el mandatario había argumentado ante la masividad de contagios y muertes, fue que esta enfermedad (Covid19) lo tomó por sorpresa. I. Ramonet (2020) presenta seis argumentos contundentes en ese sentido: “Se pueden decir muchas cosas para explicar la escasa preparación de las autoridades ante este brutal azote, pero el argumento de la sorpresa no es de recibo. Primero, porque hay un proverbio famoso en salud pública: «Los brotes son inevitables, las epidemias no.» Segundo, porque decenas de autores de ficción y de ciencia ficción ‑desde James Graham Ballard a Stephen King pasando por Cormac McCarthy o el cineasta Steven Soderbergh en su película Contagio (2011)- describieron en detalle la pesadilla sanitaria apocalíptica que amenazaba al mundo. Tercero, porque personalidades visionarias – Rosa Luxemburgo, Gandhi, Fidel Castro, Hans Jonas, Ivan Illich, Jürgen Habermas- avisaron, desde hace tiempo, que el saqueo y el pillaje del medio ambiente podrían tener consecuencias sanitarias nefastas. Cuarto, porque epidemias recientes como el SARS de 2002, la gripe aviar de 2005, la gripe porcina de 2009 y el MERS de 2012 ya habían alcanzado niveles de pandemia incontenible en algunos casos y habían causado miles de muertos en todo el planeta. Quinto, porque cuando se produjo la primera muerte por el nuevo coronavirus en Estados Unidos, el 10 de marzo de 2020 en Nueva Jersey ‑como ya hemos dicho‑, hacía casi tres meses que la epidemia había estallado en Wuhan y había desbordado rápidamente todo el sistema sanitario tanto en China como en varias naciones europeas; o sea, hubo tiempo para prepararse. Y sexto, porque decenas de prospectivistas y varios informes recientes habían lanzado advertencias muy serias sobre la inminencia del surgimiento de algún tipo de nuevo virus que podría causar algo así como la madre de todas las epidemias.”
¿Una vuelta al darwinismo social?
Por su parte, el filósofo francés Edgar Morin constata: “Al fin y al cabo, el sacrificio de los más frágiles –ancianos, enfermos- es funcional a una lógica de la selección natural. Como ocurre en el mundo del mercado, el que no aguanta la competencia es destinado a perecer. Crear una sociedad auténticamente humana significa oponerse a toda costa a ese darwinismo social.” (Ramonet, 2020)
El término hace referencia al análisis plasmado en el famoso libro de Charles Darwin, El Origen de las Especies (1859), considerado un imprescindible por el positivismo. Sus teorías e investigaciones fueron transplantadas del campo natural (de animales y especies, su evolución y adaptación al medio) a un análisis social, vinculando la idea de que en las sociedades sobreviven aquéllos más aptos y más fuertes. El hecho de identificar ciencia y positivismo como un sólo cuerpo, introdujo en la Geografía una visión parcial y justificadora de las situaciones de privilegio y dominio e incluso la justificación del expansionismo y colonización de unos pueblos sobre otros. (Estébanez, 1982)
La llamada “gestión de la crisis de coronavirus” por cada país, también puso en el debate público diferentes medidas que emplearon los gobiernos; algunos aplicaron la Cuarentena obligatoria, otros hicieron un llamado constante pero sin obligatoriedad y otros, como en el caso fallido de Reino Unido y de Suecia, optaron por dar vía libre a sus ciudadanos, entendiendo que nada se puede hacer contra el contagio del virus.
Ante una pregunta formulada por periodistas al presidente brasileño Jair Bolsonaro, donde le planteaban que su país estaba superando a China en el número de muertos por Covid19, el mandatario respondió; “ Lamento, pero ¿Qué quieren qué haga”?, para continuar diciendo que se solidariza con las familias que perdieron seres queridos pero “así es la vida” y aunque su segundo nombre sea Mesías, no es capaz de “hacer milagros”. (6)
Es difícil que desde figuras públicas se reivindiquen teorías asociadas con regímenes como el Nazi, y utilizar conceptos y categorías de “supervivencia” y “superioridad”, para fundamentar su dominación y exterminio bajo la filosofía de “raza superior”. Los costos políticos de tal discurso serían altísimos. Sin embargo, casos como el mandatario brasileño, políticos europeos o el propio Donald Trump utilizan metáforas permanentes, que parten desde una teoría conspirativa ‑el cambio climático es invento de ecologistas y ong’s, el coronavirus es una gripecita, etc- y que sus prácticas políticas se enmarcan en esta teoría de “supervivencia del más apto”, expuesta al máximo en su no gestión, un verdadero “laissez faire, laissez passer”. Se podría decir una verdadera mercantilización de la pandemia. Estados Unidos, Reino Unido, Francia y el crecimiento exponencial de casos en Brasil, encabezan la tabla clasificatoria mundial por el Covid19.
Capítulo aparte merecen los gobiernos y fuerzas neoliberales, que han propagado la reformas y privatización de los sistemas de seguridad social a lo ancho y largo del planeta. Es curioso que se reconozca a la población adulta mayor (>65 años de edad) como la de alto riesgo y al mismo tiempo se promueven reformas en el aumento de la edad jubilatoria. De esta manera se reduciría la población económicamente inactiva, no por aumentar la seguridad social sino por reducir la esperanza de vida en la sociedad.
La síntesis geográfica
Para finalizar con los principios geográficos, aparece la llamada síntesis o generalización. Esto de alguna forma sostiene la capacidad de la Geografía como ciencia multiescalar, esto es, de jugar con los abordajes deductivos- inductivos y viceversa. Como plantean Achkar et al (2011: 33) “a la generalización se arriba a partir de la búsqueda de diferencias, semejanzas, analogías en la distribución geográfica de los fenómenos en su configuración territorial. La síntesis sin embargo es la búsqueda de las particularidades, de las singularidades que inciden en la configuración de los territorios”.
De esta forma, podemos hablar de una Geografía del Poder, de los poderes o de una geografía de la Resistencia (Porto, 2020). El marco teórico, los fundamentos epistemológicos, la definición del objeto de estudio, la metodología, herramientas y el sentido que el geógrafo da a su investigación, estarán insertos en toda esta cuenca conceptual.
Si vinculáramos las principales escuelas geográficas, sus respectivas categorías de análisis (Paisaje, Región, Estado, Lugar, Espacio, Territorio), sus objetos de estudio y los métodos al análisis de la pandemia por el Covid19, veremos que todas pueden “estar en su salsa”, como se dice popularmente.
– La Geografía Física, se apoyaría en el estudio del virus en sí y de las características del medio físico donde éste surgió y se desarolla. Va a interactuar con otras ciencias, como la biología molecular para estudiar el virus en sí y su transmisión, pero también abordaría rigurosos estudios de ciencias atmosféricas, de forma tal de contribuir a investigar una de los tantas hipótesis que hasta la fecha no se ha comprobado; las condiciones climáticas favorecen o no la propagación del virus SARSCOV2.
– La Geografía Humana, haría hincapié en todo lo que concierne a la distribución del virus entre la población y las variables que inciden. Esto es, densidad de población, clasificación por género y edad, áreas urbanas y rurales, cantidad de personas diagnosticadas, infectadas y fallecidas, las diferentes espacialidades de cuarentena y confinamiento, el acceso a derechos básicos, la migración y sus problemáticas, etc.
– Geografía económica; Estudiaría la inversión pública en salud, como uno de los principales factores para realizar un diagnóstico de situación en cada país, así como también el IDH o nivel de NBI, las medidas de los Estados para hacer frente a la cuarentenas obligatorias, la cuestión de la vivienda, la falta de acceso a la educación, la informalización de la economía y su impacto en los distintos sectores, la pérdida de puestos de trabajo y salario real, etc
– Geografía política; Analizaría el rol de los Estados, tanto a nivel internacional ‑Geopolítica‑, como a nivel nacional. Las tensiones, corrimientos, alianzas y medidas que toman los Estados, (políticas sanitarias, de asistencia social, cuarentenas, etc) la capitalización o articulación de la “crisis del coronavirus” a diversas escalas políticas institucionales y su materialización en el espacio o los territorios.
– Geografía social; Tanto entendiendo el papel de la subjetividad, la relación cognitiva y afectiva de las personas con el lugar o los territorios, como los distintos movimientos sociales organizados para hacerle frente a la pandemia, la crisis socio- económica y el entramado de redes sociales (no las virtuales) que se va tejiendo en los territorios.
Es muy curioso el análisis que hace el profesor de ciencias atmosféricas de la Universidad de Georgia y ex presidente de la Sociedad Meteorológica Americana, Marshall Shepherd. En el mismo, titulado “Geografía es la clave para luchar contra el brote del COVID-19”, plantea “A través de los años, seguramente he escuchado a la gente describir la geografía como un conjunto de mapas, capitales, ríos y cosas así. Y lo cierto es que estas cosas definitivamente son parte de la disciplina, pero existe mucha más complejidad y rigor que la simple memorización de hechos o los recuerdos de los concursos de geografía elemental.”, para agregar “Los geógrafos utilizan muchas herramientas y técnicas en su trabajo, y las tecnologías geográficas son cada vez más importantes para entender nuestro complejo mundo. Entre éstas incluímos los Sistemas de Información Geográfica (GIS), Sensores remotos, Sistemas de Posicionamiento Global (GPS) y el mapeo online como Google Earth.” (7)
Pero la Geografía no es una suma de todas estas ramas, escuelas y categorías. Es definición. Selección, con un sentido epistemológico, político e ideológico. Puede tomar análisis de una y de otras categorías y objetos de estudio, pero no se limita a ello. Desde este punto de vista, es que la categoría de ciencia ambiental nos parece la más significativa. Acordamos con que el “ambiente constituye la concreción territorial y temporal de complejas interrelaciones entre procesos físico, biológicos, socio-económicos, tecnológicos y políticos producto de un modelo de desarrollo” (Achkar et al: 26)
El origen del virus ¿no es ambiental?
En noviembre de 2008, el National Intelligence Council (NIC), la oficina de anticipación geopolítica de la CIA, publicó para la Casa Blanca un informe titulado «Global Trends 2025: A Transformed World». (8)
Este documento resultaba de la puesta en común ‑revisada por las agencias de inteligencia de Estados Unidos- de estudios elaborados por unos dos mil quinientos expertos independientes de universidades de unos treinta y cinco países de Europa, China, la India, África, América Latina, mundo árabe-musulmán, etc.
El informe advertía, con impresionante antelación, que «si surgiera una enfermedad pandémica, probablemente ocurriría en un área marcada por una alta densidad de población y una estrecha asociación entre humanos y animales, como muchas áreas del sur de China y del sudeste de Asia, donde no están reguladas las prácticas de cría de animales silvestres lo cual podría permitir que un virus mute y provoque una enfermedad zoonótica potencialmente pandémica…». (Ramonet, 2020)
Por su parte, en un artículo para el períodico argentino Página 12 titulado “La dimensión ecológica de las pandemias”, Dario Aranda cita al especialista español de cambio climático, Alex Richter-Boix. Este doctor en Biología señala “Es la destrucción humana de la biodiversidad la que crea las condiciones para que los nuevos virus y las enfermedades emerjan. La deforestación, la abertura de nuevas carreteras, la minería y la caza son actividades que están implicadas en el desencadenamiento de diferentes epidemias”. (9)
Probablemente con el paso del tiempo y la investigación, surjan más elementos de las variables ambientales que influyen en el surgimiento de nuevos virus y, sobre todo, en su desigual propagación mundial.
David Harvey (2020) especifica la relación dialéctica presente en las condiciones ambientales. “Durante mucho tiempo había rechazado yo la idea de “naturaleza” como algo exterior y separado de la cultura, la economía y la vida diaria. Adopto una visión más dialéctica y relacional de la relación metabólica con la naturaleza. El capital modifica las condiciones medioambientales de su propia reproducción, pero lo hace en un contexto de consecuencias involuntarias (como el cambio climático) y con el trasfondo de fuerzas evolutivas autónomas e independientes que andan perpetuamente reconfigurando las condiciones ambientales. Desde este punto de vista, no hay nada que sea un desastre verdaderamente natural. Los virus van mutando todo el tiempo, a buen seguro. Pero las circunstancias en las que una mutación se convierte en una amenaza para la vida dependen de acciones humanas” Y agrega, ejemplificando en diferentes situaciones temporales y geográficas donde virus o pandemias han surgido; “Hay dos aspectos relevantes en ello. En primer lugar, las condiciones ambientales incrementan la probabilidad de vigorosas mutaciones. Resulta plausible esperar, por ejemplo, que los sistemas de abastecimiento de alimentos intensivos o azarosos en el zonas subtropicales húmedas puede contribuir a esto. Existen esos sistemas en muchos lugares, incluida China, al sur del Yangtse y en el Sudeste asiático. En segundo lugar, varían enormemente las condiciones que favorecen la rápida transmisión mediante los cuerpos receptores. Parecería que las poblaciones humanas de elevada densidad son un blanco receptor fácil. Es bien sabido que las epidemias de sarampión, por ejemplo, solo florecen en grandes centros de población urbana, pero se desvanecen rápidamente en regiones escasamente pobladas. El modo en que los seres humanos interactúan unos con otros, se mueven, se disciplinan u olvidan lavarse las manos afecta al modo en que se transmiten las enfermedades. En épocas recientes, el SRAS, la gripe aviar y porcina parecen haber salido de China o del Sudeste asiático. China ha sufrido también enormemente a causa de la peste porcina, lo que ha conllevado el sacrificio de cerdos en masa y el aumento de los precios de la carne porcina. No digo todo esto para acusar a China. Hay muchos lugares más en los que son elevados los riesgos medioambientales de mutación y propagación. Puede que la “gripe española” de 1918 proviniera de Kansas y puede que África incubara el HIV/AIDS ‚y desde luego inició el virus del Nilo Occidental y el Ébola, mientras que el dengue parece florecer en Améroca Latina. Pero las repercusiones económicas y demográficas de la difusión del virus dependen de grietas y vulnerabilidades en el modelo económico hegemónico”
La era de los datos y el capitalismo digital
Foucault y el “coronóptico”
Este gran big data, es objeto de numerosas polémicas, no sólo por el concepto en sí, sino por los alcances que puede tener. Ya Manuel Castells (2003) planteaba que el capitalismo de exclusión y de la desigualdad social tiene la capacidad simultánea para incluir y excluir a las personas, los territorios y las actividades económicas.
Esta “era de los datos” “confirma que, en el capitalismo, después de la era del carbón y del acero, la del ferrocarril y la electricidad, y la del petróleo, llega la hora de los datos, la nueva materia prima dominante en la era postpandémica. Bienvenidos al capitalismo digital…” (Ramonet, 2020)
Esta era del capitalismo digital ha traído discusiones fundamentales en torno al rumbo y las consecuencias postpandémicas.
Byung- Chul Han (2020) caracteriza al big data como “una biopolítica digital que acompaña a la psicopolítica digital que controla activamente a las personas.” Para fundamentar, comienza a desarrollar las diferencias históricas societarias entre Asia y Europa, que según él, explica la gran diferencia en el abordaje de esta pandemia.
“En comparación con Europa, ¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital.” (Han. 2020)
De esta manera, Byung- Chul Han sostiene su escepticismo en una salida colectiva de transformación social. “En realidad hemos estado viviendo durante mucho tiempo sin enemigos. La guerra fría terminó hace mucho. Últimamente incluso el terrorismo islámico parecía haberse desplazado a zonas lejanas. Hace exactamente diez años sostuve en mi ensayo La sociedad del cansancio la tesis de que vivimos en una época en la que ha perdido su vigencia el paradigma inmunológico, que se basa en la negatividad del enemigo. Como en los tiempos de la guerra fría, la sociedad organizada inmunológicamente se caracteriza por vivir rodeada de fronteras y de vallas, que impiden la circulación acelerada de mercancías y de capital. La globalización suprime todos estos umbrales inmunitarios para dar vía libre al capital. Incluso la promiscuidad y la permisividad generalizadas, que hoy se propagan por todos los ámbitos vitales, eliminan la negatividad del desconocido o del enemigo. Los peligros no acechan hoy desde la negatividad del enemigo, sino desde el exceso de positividad, que se expresa como exceso de rendimiento, exceso de producción y exceso de comunicación. La negatividad del enemigo no tiene cabida en nuestra sociedad ilimitadamente permisiva. La represión a cargo de otros deja paso a la depresión, la explotación por otros deja paso a la autoexplotación voluntaria y a la autooptimización. En la sociedad del rendimiento uno guerrea sobre todo contra sí mismo.”. He aquí el planteo y la discusión fundamental, que Han expresa muy bien. No es nada nueva, pero sí adquiere hoy una relevancia sustancial en la sociedad y en las distintas corrientes “críticas” o contra hegemónicas; ¿el cambio es hacia uno mismo o el cambio es social? Está discusión la abordan varias corrientes de los movimientos feministas, ambientalistas, sindicales, sociales en general. El hacer hincapié en el cambio “en uno mismo” (“si vos no cambias algo no cambias nada”, cantaba la murga uruguaya Agarrate Catalina) parece ser el eje en la argumentación de Byung Han. En este sentido, contrapone al filósofo esloveno: “Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia.” Y sentencia; “El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta” (Han 2020).
Por su parte, el citado S. Žižek (2020) plantea como solución un “comunismo reinventado”, situándose en un plano totalmente diferente: “¿Y si los representantes del orden capitalista global existente se están dando cuenta de lo que los analistas marxistas críticos llevan señalando hace tiempo: que el sistema se halla sumido en una crisis profunda? ¿Y si están explotando de manera despiadada la epidemia para imponer una nueva forma de gobernanza? El resultado más probable de la epidemia será que acabará imponiéndose un nuevo capitalismo bárbaro (…) No deberíamos perder el tiempo con meditaciones espiritualistas New Age acerca de cómo ‘la crisis del virus nos permitirá centrarnos en lo esencial de nuestras vidas”.
Muchas persona se vieron seducidas por el discurso argumental de Byung Han (me incluyo), sobre todo lo que refiere a la contraposición cultural que hace entre los Estados y sociedades asiáticas y europeas y el eminente triunfo del modelo de lo que llama “control digital del Estado chino”. Sin embargo, volviendo al excelente artículo de I. Ramonet (2020) podemos encontrar una explicación algo distinta: “El relativo éxito de estos países contra la covid-19 se explica sobre todo por la experiencia adquirida en su larga lucha, entre 2003 y 2018, contra el SARS y el MERS, las dos epidemias precedentes causadas también por coronavirus… El SARS ‑que fue el primer virus letal impulsado por la hiperglobalización ‑saltó- a los humanos desde las civetas, otro mamífero vendido en mercados de China. Transportado por los vuelos comerciales globalizados, ese microorganismo se expandió por el mundo llegando a una treintena de países. Durante el tiempo que duró la epidemia ‑contra la cual tampoco había vacuna ni tratamiento terapéutico- se confirmaron cerca de 10 000 infectados y casi 800 muertes. En 2012, cuando apenas esas naciones terminaban de controlar la epidemia de SARS, surgió el MERS, causado por otro coronavirus que saltó esta vez de camellos a humanos en Oriente Medio. Ninguna de estas dos plagas llegó a Europa ni a Estados Unidos. Lo cual explica también, en parte, por qué los Gobiernos europeos y estadounidense reaccionaron tarde y mal ante la pandemia. Carecían de experiencia… Mientras que China, Taiwán, Hong Kong, Singapur y Vietnam padecieron el cruel embate del SARS… Y Corea del Sur tuvo que enfrentar además, en 2015, un brote particularmente dañino de la epidemia del MERS.
Las revisiones de fiebre con termómetros infrarrojos digitales en forma de pistola se volvieron rutinarias. En las ciudades de los países asiáticos afectados, se hizo habitual, desde 2003, la toma de la temperatura de la gente antes de entrar a un autobús, un tren, una estación del metro, un edificio de oficinas, una fábrica, una discoteca, un teatro, un cine o incluso un restaurante…”.
Vale la pena profundizar en todos los conceptos e información en el análisis de “control digital”, del citado artículo de Ignacio Ramonet. (2020)
Por su parte Bringel (2020:176) plantea con claridad: “La globalización neoliberal, las múltiples dinámicas de transnacionalización y los procesos de regionalización habrían llevado, según muchos autores, al debilitamiento o a la crisis terminal de los Estados-nación, según el énfasis de cada uno. Es cierto que el rol de los Estados ha cambiado en las últimas décadas y que éstos han sido desafiados desde dentro y desde fuera de sus fronteras, pero siguen siendo los actores políticos hegemónicos en el mundo. Durante la pandemia, los sentimientos nacionales se movilizaron masivamente y el Estado interventor fue reivindicado hasta por los neoliberales. Emergió una especie de “Leviatán sanitario transitorio”, como bien plantea Svampa (2020). Con él vinieron, en buena parte de los casos, las políticas de protección social y sanitaria, pero también los militares en las calles, los estados de emergencia en los que todo se suspende y la instalación de una peligrosa narrativa bélica. Y es que la vigilancia permanente —de las formas más clásicas a los rastreos digitales y drones — , el control y el manejo de big data, los nuevos dispositivos de reconocimiento facial y otras formas sofisticadas de control social no se están profundizando sólo para combatir a un virus. Medidas de concentración de poder adoptadas para combatir la COVID-19 pueden incluso ser necesarias para posibilitar el atendimiento público de la salud y la “protección” de la población. Sin embargo, hay una frontera muy tenue entre eso y las prácticas autoritarias”
Conclusiones
“Los ojos ciegos bien abiertos”
La Geografía sigue siendo, en el imaginario popular, una suma de conocimientos memorísticos sobre capitales, países, ríos, biomas, etc. Algunos reconocen su valor “humano”, al estudiar la población, su composición y distribución. Quienes más recuerden su paso por secundaria, mencionarán al Paisaje y la preescolar diferenciación entre paisaje natural y artificial.
Esta pandemia trajo consigo una abundancia de información geográfica; desde mapas, datos, gráficos, proyecciones, distribución en áreas urbanas, densidad de población, actividades económicas, acceso a la informática, comunicaciones, políticas públicas, geopolítica, y un largo etcétera.
Pero la información geográfica por sí sola no es Geografía. Podemos quedarnos con la información, seducidos por los excelentes mapas interactivos, y hacer una muy buena síntesis del tema. Pero eso no será un análisis geográfico. Necesariamente debemos de partir de una visión ideológica que se traduzca en un abordaje epistemológico de él o los fenómenos geográficos. Necesitamos definir nuestras categorías de análisis. Y sobre todo, necesitamos darle un sentido. Para nosotros, el sentido pleno de la Geografía es político, social y ambiental. De crítica y de transformación. No podemos ver lo que pasa en el mundo acríticamente. No se puede confiar ciegamente en la información que nos llega a través de los grandes medios de comunicación e internet. Pero la contrapartida de esto no puede ser una oda al “bolazo”. La revolución de las comunicaciones materializada en Internet y en los dispositivos móviles, permite un caudal de circulación de datos como nunca antes. Estos datos pueden ser muy útiles o no. Sencillamente porque circulan innumerables noticias e información falsa, sin verificar fuentes o adulterada. Por otra parte, circula información que puede tener fuentes pero no tiene ningún estudio científico que afirme, aunque sea de forma relativa, sus hipótesis.
Son tiempos multiescalares. La necesidad de ir y venir permanentemente en el análisis geográfico. De analizar los Territorios y el Espacio. De intervenir con una geografía social en los territorios, sin perder el análisis de una geografía política y geopolítica del Espacio.
Tiempos de articular todos los saberes, académicos y populares. Tiempos de utilizar herramientas propias del sistema y ponerlas a disposición de la geografía social, como el sitio “Parando la Olla”, donde utilizando la aplicación “google maps”, construyó una georeferenciación de las ollas populares que diversas organizaciones sociales, sindicatos y personas pusieron en funcionamiento para enfrentar el virus del hambre. (10) La experiencia de la coordinación de sindicatos “Contagiando Solidaridad”, ha repartido más de 40.000 viandas de alimentación. (11) La Federación Nacional de Sindicatos de Profesores de Enseñanza Secundaria ha articulado campañas de actividades digitales para estudiantes (“los profes tiran piques”) con un despliegue de militancia y solidaridad en todo el país y fundamentalmente su filial en Montevideo, organizando canastas de alimentación para estudiantes o participando en ollas populares junto a otros sindicatos y vecinas. (12)
Numerosas experiencias de solidaridad surgen en los pueblos latinoamericanos. No parece ser tan inmediata e inminente una transformación social profunda, es verdad. Pero tampoco el escepticismo total está tan presente en la atmósfera de estas latitudes. Recordar nada más las masivas movilizaciones y agitación social en Ecuador y Chile, para poner un ejemplo. También los pueblos de Colombia y Perú comenzaban a movilizarse. Ni que hablar de la situación del pueblo boliviano, que enfrenta en estos momentos el aislamiento mediático total ante la dictadura cívico militar que enfrenta.
También son tiempos de una multi-temporalidad. De leer, reflexionar y actuar con análisis contemporáneos, de cuestionar la pretendida homogenización socio-cultural de la globalización, (Porto-Gonçalves, 2008), de la fase actual de acumulación por desposesión (Harvey, 2005). Pero también es tiempo de (re) leer y poner sobre la mesa los clásicos, como forma de resistencia a esta “modernidad líquida”, excedida de selfies y de individualismo. Es tiempo de retomar a Galileo Galilei (nótese que no es casualidad que en estos tiempos cobre fuerza el movimiento “terraplanista”),poner en debate a Kropotkin, Bakunin, a Marx, a Engels, a Rosa Luxemburgo. Al tan temido y cuasi ausente en las citas académicas; Lenin. Por supuesto que desagraviar a Gramsci. Resignificar a Mariátegui. Ni que hablar del prominente Fidel Castro, uno de los primeros en advertir la catástrofe ecológica (deuda ecológica) a la que el actual orden mundial nos lleva. La lucha ambiental le costó la vida a Berta Cáceres, para pensar que la categoría de análisis ambiente es una entelequia teórica. Todos estos pensadores y luchadoras también vivieron “pandemias” y en muchos casos bastante peores que esta.
El sistema se reinventa permanentemente. Se inmuniza, para utilizar un término bien de ocasión. Ante el supuesto antagonismo entre Byung-Chyung Han/S. Žižek, cabe rescatar a un clásico, que no por casualidad intentaron limitarlo exclusivamente a la Física; estamos hablando de Albert Einstein. Él afirmaba en su obra ¿Por qué Socialismo? (1949) “El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática”. Y planteaba uno de los grandes dilemas aquí mencionados “Es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?”
Bringel (2020) formula una disyuntiva práctica/teórica presente en la militancia; “Frente a este complejo escenario y a los inminentes movimientos de recomposición de los agentes del poder, ¿cuáles podrían ser las alternativas sociales y políticas que bosquejen escenarios diferentes a la barbarie y al colapso? Por un lado, buena parte de la izquierda política, arraigada en posiciones socialdemócratas o de tintes “progresistas”, plantea una especie de Estado social, que ponga en el centro a los trabajadores y la justicia distributiva. Por otro, una izquierda más social, que tiende a desconfiar del Estado por razones teóricas y experiencias histórico/prácticas, sugiere que el eje central de la resistencia y de la construcción alternativa deben ser los territorios, la recomunalización de la vida social y las experiencias anticapitalistas.”
Lo cierto es que también existen experiencias de Estado que han practicado la solidaridad internacionalista, como es el caso de la brigadas cubanas de médicos y enfermeros, presentes en más de 30 países del mundo, desde Jamaica, pasando por Sudáfrica, hasta llegar a Italia, para nombrar sólo algunos.
Estas preguntas (articulación entre Estado y movimientos sociales, alcances y límites de las transformaciones y alternativas desde el poder, etc) entre otras, quizás hayan hecho al geógrafo Yves Lacoste (marxista) rescatar a Reclus (anarquista) del olvido y oscurantismo que la geografía oficial había impuesto.
Son tiempos de pensar y actuar geográficamente. Y de reflexionar muy bien sobre aquella frase de Reclus, tan simple y profunda a la vez; los seres humanos “somos la Naturaleza que toma conciencia de sí misma”.
NOTAS AL PIE
1- (Claramente este criterio corre el riesgo de ser considerado reduccionista, ya que al hablar de bloque o país, se presupone una uniformidad que no es tal. En cada país hay contradicciones internas, conflictos, luchas de clases, de identidades (Bringel: 2020) que se expresan en diversos territorios. Dicho esto, se puede hacer una generalización que incluye la hegemonía y conducción política de los países. Por ejemplo, está claro que si hablamos del bloque del Eje en la II Guerra Mundial, estamos hablando de Alemania, Italia y Japón, principalmente. Eso no quiere decir que en esos países “toda la población” acompañara a ese bloque. Este comentario es muy significativo a nivel filosófico, ya que es común decir “el régimen Nazi convenció a toda la población alemana”. No, no fue a “toda”. Mucha sangre corrió en la Resistencia. Sin embargo todos entendemos cuando se menciona “bloque del Eje”).
2‑ht tps://www.europapress.es/internacional/noticia-pompeo-atribuye-china-responsabilidad-pandemia-coronavirus-pide-explicaciones-origen-20200429185137.html
3- Para profundizar sobre conflictos geopolítcos actuales, sin coincidir en pleno con las visiones, se puede leer “Panorama Geopolítico de los conflictos” 2018,IEEE, disponible en http://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/panorama_geopolitico_conflictos_2018.pdf
4- Toda la información en https://www.resumenlatinoamericano.org/category/latinoamerica/venezuela/
6- Agencia EFE, Brasilia, 29/04/2020, disponible en https://www.efe.com/efe/espana/mundo/que-quieren-haga-responde-bolsonaro-a-subida-de-muertes-por-covid-19/10001 – 4233632
7- Vale la pena leer todo el pequeño artículo en https://mundogeo.com/es/2020/03/12/geografia-es-la-clave-para-luchar-contra-el-brote-del-covid-19/, consultado por última vez 26/05/2020.
8- (Léase el texto completo del informe (en inglés) : https://www.files.ethz.ch/isn/94769/2008_11_Global_Trends_2025.pdf)
10- Ver mapa en https://www.google.com/maps/d/u/0/viewer?mid=1mLq0Yu2HBBJ3aK3tBRAQOHfioFIaw1mh&ll=-34.79437041845823%2C-56.02854476974182&z=11
12- Se puede ampliar la información en https://adesmontevideo.uy/
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