EXPONEMOS:
1,- Ante un escaso
desarrollo industrial, incluso una desindustrialización
creciente, el sector agrícola y ganadero sigue siendo fundamental para la
economía andaluza. Un reparto
desigual de la tierra, que se sostiene en una contradicción de clase,
que enfrenta a jornaleros y terratenientes.
2,- Para favorecer esta situación de desigualdad, se han aplicado
leyes que consolidan este sistema de explotación, como el Régimen Especial
Agrario, diferente a la normativa del Régimen
General, que genera desigualdades con el resto de
asalariados y facilita el fraude. Igualmente, al estar sujeto a otras
normativas supranacionales, en el ámbito europeo, y que favorecen el desarrollo del proyecto imperialista de
la propia UE.
3,- Desde
las corrientes reformistas se
apostó por la creación
de cooperativas agrícolas, que no han solucionado el problema y además han
creado otras dificultades de carácter social, laboral y ambiental. Además
de que, en un mercado
deslocalizado y competitivo, el control de los recursos y su distribución
están en manos de las leyes del mercado. Asumir que un
modelo colaborativo, por el hecho de serlo, reduce la explotación se demuestra
como un argumento falaz en los campos de Andalucía.
4,- En este contexto
de expansión monopolista del Capital, el eslabón más débil de
la clase trabajadora proviene de los países anteriormente colonizados y
actualmente saqueados por las multinacionales del Gran Capital. Así, miles
de trabajadores, en situación de máxima vulnerabilidad, son explotados a través
de tres vías:
En sus países de origen, a través de la deslocalización productiva.
Con la capitalización que el sistema europeo hace de la inmigración, mediante acuerdos que se traducen en prácticas pseudoesclavistas, como la contratación en origen.
Favoreciendo el abuso de los trabajadores migrantes en situación irregular, donde las condiciones de inseguridad económica, social y laboral son extremas
En conclusión,
Andalucía necesita una reforma agraria, siempre postergada, y solo puede darse
desde la organización y la lectura de clases, sobre el problema agrícola
andaluz.
En base a los recursos
que nos son propios, Andalucía puede y debe garantizar, para su población, una
soberanía alimentaria, una soberanía energética, a través de la nacionalización
y desarrollo de la industria de las energías renovables. Y un desarrollo
económico planificado, que persiga la consecución de objetivos de
industrialización.
La clase trabajadora
andaluza debe participar de la vanguardia, que enfrente a los organismos que
impiden el desarrollo de los pueblos, como la UE, la OTAN, etc.
Actualmente se producen
contradicciones entre el capital monopolista y el capitalismo local, que no
puede dar salida a sus productos.
LA CLASE TRABAJADORA EN
ANDALUCÍA ES TODA PERSONA QUE TRABAJA EN ESTA TIERRA, INDEPENDIENTEMENTE DE SU
LUGAR DE PROCEDENCIA.
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