Bolivia. La madre de las batallas (Opinión)

Boli­via. La madre de las bata­llas (Opi­nión)

Por María Boli­via Rothe, Resu­men Latinoamericano.

Es un libre­to cono­ci­do que ya denun­cia­mos hace varios días. Los par­ti­dos de dere­cha, que en noviem­bre del año pasa­do se valie­ron de una colo­sal men­ti­ra para arre­ba­tar­le su jus­ta vic­to­ria en las urnas por cuar­ta vez al Movi­mien­to Al Socia­lis­mo (MAS), hoy se retuer­cen de ira por­que en ocho abo­mi­na­bles meses de des­go­bierno, no han podi­do ins­ta­lar a sus can­di­da­tos y lograr, en jus­ta com­pe­ten­cia, un por­cen­ta­je que les ase­gu­re man­te­ner­se en el poder para entre­gar a Boli­via a los intere­ses impe­ria­les, mien­tras ellos enri­que­cen sus bol­si­llos de las arcas del Estado. 

Sin embar­go, en su plan no con­tem­pla­ron algu­nas varia­bles, la más impor­tan­te, que Boli­via, lue­go de 14 años de gobierno del MAS, es ya otro país, com­ple­ta­men­te dis­tin­ta al del perio­do neoliberal.

Apar­te de ser un país prós­pe­ro y en fran­co cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co y social, se ha con­ver­ti­do en un país digno, lleno de boli­via­nos y boli­via­nas orgu­llo­sas de su tie­rra y sus raí­ces; hom­bres y muje­res que con su pro­pio esfuer­zo y con cer­te­zas, ha cons­trui­do el Esta­do don­de quie­ren vivir y del cual por fin han recu­pe­ra­do la per­te­nen­cia. Ya no es más un país de indios sojuz­ga­dos y nin­gu­nea­dos, sola­men­te úti­les para ser­vir de cua­si escla­vos; Boli­via ha recu­pe­ra­do su iden­ti­dad; ha escri­to con mano pro­pia y en 36 idio­mas, las reglas de la con­vi­ven­cia entre todas y todos; ha recu­pe­ra­do sus inmen­sas rique­zas y las ha dis­tri­bui­do con equi­dad, entre los que más lo nece­si­ta­ban; ha tran­si­ta­do, paso a paso, los cami­nos de un Esta­do Plu­ri­na­cio­nal pro­pio, con el orgu­llo y la feli­ci­dad de haber recu­pe­ra­do los sig­ni­fi­can­tes ances­tra­les que le dan for­ma, pero rum­bo a un pro­gre­so que le per­mi­te com­pe­tir en igual­dad de con­di­cio­nes con otros paí­ses del mundo.

En noviem­bre, la manio­bra arte­ra –que no vimos venir– de una dere­cha oli­gar­ca, racis­ta, colo­nial y ven­di­da a intere­ses de Esta­dos Uni­dos, nos ases­tó uno de los peo­res gol­pes de los que la his­to­ria ten­ga memo­ria y hoy, ocho meses des­pués, nos sigue cas­ti­gan­do por­que no nos per­do­na el haber­nos atre­vi­do a ser dignos.

Dos estra­te­gias esgri­me para sacar del camino a la mayor fuer­za polí­ti­ca de Boli­via: el law­fa­re y el agra­va­mien­to geno­ci­da de la pan­de­mia mun­dial del Covid-19. Alre­de­dor de estas estra­te­gias, ha urdi­do, con la com­pli­ci­dad ver­gon­zo­sa de orga­nis­mos inter­na­cio­na­les trai­do­res, como la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA) y su tris­te­men­te céle­bre secre­ta­rio gene­ral, Luis Alma­gro, una red de men­ti­ras, coop­tan­do para ello a medios de comu­ni­ca­ción y uti­li­zan­do la ame­na­za y la repre­sión como armas.

Par­te de esas estra­te­gias son, por ejem­plo, lo suce­di­do hoy, la pos­ter­ga­ción de elec­cio­nes. Ellos no desean elec­cio­nes nun­ca, por­que todo pare­ce indi­car que la vic­to­ria del MAS es un hecho, lo que les qui­ta­ría la posi­bi­li­dad de legi­ti­mar este espu­rio gobierno actual y poder ejer­cer el poder de mane­ra legí­ti­ma. Por eso, quie­ren pros­cri­bir al par­ti­do o al can­di­da­to a como de lugar. Evi­den­te­men­te, tie­nen miedo.

La dere­cha tie­ne mie­do de nues­tra vic­to­ria y hacen bien en tener­lo. La dere­cha no sabe luchar; los revo­lu­cio­na­rios hace­mos de nues­tra vida una lucha cons­tan­te, por eso, gue­rre­rar no nos asus­ta como a ellos. Sabe­mos caer­nos y levan­tar­nos, con más fuerza.

Noso­tros sabe­mos que en estas elec­cio­nes se nos va la vida y todo aque­llo que le ha dado sen­ti­do a nues­tra exis­ten­cia colec­ti­va; no esta­mos dis­pues­tos a entre­gar­lo todo en ban­de­ja de pla­ta. Y ellos saben que esta es la últi­ma opor­tu­ni­dad que tie­nen para ases­tar­nos el gol­pe final y hacer­nos des­apa­re­cer como fuer­za polí­ti­ca del esce­na­rio elec­to­ral, aun­que difí­cil­men­te podrían con esa baje­za, retor­nar a tiem­pos pasa­dos. Algo que jamás podrán negar es que Evo Mora­les y el MAS, mar­ca­ron indis­cu­ti­ble­men­te un antes y un des­pués en Boli­via y en los boli­via­nos, y eso es abso­lu­ta­men­te irre­ver­si­ble. Quien no lo vea, no ha enten­di­do nada de la his­to­ria boli­via­na de los últi­mos 60 años.

Así las cosas, la gue­rra está decla­ra­da. Esta­mos cla­ros de cada lado. Es una gue­rra elec­to­ral, don­de el Sobe­rano será quien eli­ja y la Vic­to­ria, así con mayús­cu­la, está can­ta­da. Por eso, hay mie­do, hay rabia, hay caos y des­or­den en sus filas, por­que el mie­do es el padre del caos y el desorden.

Pero el pue­blo boli­viano sabe exac­ta­men­te lo que quie­re y lo que es suyo. Jamás cede­rá. De ellos depen­de que esta sea una con­tien­da lim­pia y correc­ta don­de gane el mejor, en el ejer­ci­cio cons­ti­tu­cio­nal de la libre elec­ción demo­crá­ti­ca, o una gue­rra fra­tri­ci­da entre boli­via­nos, cubier­ta por intere­ses oscu­ros, que entre­gue a Boli­via al dolor y la muerte.

Itu­rria /​Fuen­te

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