Chi­le. La espe­ran­za de trans­for­mar­lo todo

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de julio de 2020

Espe­ran­za es la pala­bra que hemos escu­cha­do en repe­ti­das oca­sio­nes des­de la opo­si­ción duran­te el deba­te del pro­yec­to sobre el reti­ro de fon­do de pen­sio­nes. Espe­ran­za de que este sea el comien­zo del fin de una de las ins­ti­tu­cio­nes que más ha usu­fruc­tua­do de los fon­dos de este pue­blo pre­ca­ri­za­do: las AFP. Incons­ti­tu­cio­nal y popu­lis­ta, serán los tér­mi­nos que escu­cha­re­mos des­de la dere­cha que se encuen­tra en medio de una de las derro­tas más gran­des que han sufri­do des­de los 90.

La dis­cu­sión en torno a las pen­sio­nes se reabrió en medio de una cri­sis sani­ta­ria y eco­nó­mi­ca y des­pués de una revuel­ta popu­lar, que comen­zó a azo­tar los prin­ci­pa­les pila­res que sos­tie­nen este mode­lo de pre­ca­rie­dad y mise­ria: el sis­te­ma de salud, de edu­ca­ción, de tra­ba­jo, las pen­sio­nes y, final­men­te, la Cons­ti­tu­ción. Y que en estos momen­tos roza por pri­me­ra vez el sis­te­ma finan­cie­ro, lega­do de la dic­ta­du­ra para pro­te­ger a su cla­se empre­sa­rial. En ese cam­po de bata­lla es que las dis­tin­tas fuer­zas polí­ti­cas del Con­gre­so ter­mi­na­ron por apro­bar la posi­bi­li­dad de legis­lar un pro­yec­to que per­mi­te a quie­nes tie­nen fon­dos de pen­sio­nes, reti­rar has­ta el 10% de estos. Según Fun­da­ción Sol, esto no sig­ni­fi­ca­ría más allá de una dis­mi­nu­ción entre dos mil y vein­te mil pesos para per­so­nas entre 25 y 60 años en sus futu­ras pen­sio­nes. Todo esto mien­tras el ham­bre se hace sen­tir en dis­tin­tos territorios.

Está cla­ro que es nece­sa­rio aumen­tar los ingre­sos de muje­res, hom­bres y disi­den­cias tra­ba­ja­do­ras hoy. Es urgen­te, por­que muchos no saben cómo sobre­vi­vi­rán maña­na y el gobierno no ha ofre­ci­do más que deu­das. Pero el dis­cur­so que nace des­de la opo­si­ción con­tie­ne una serie de con­tra­dic­cio­nes que es nece­sa­rio obser­var. La pla­ta de las AFP es de quien la tra­ba­ja, eso está cla­ro, y dado que estos fon­dos se uti­li­zan para hacer cre­cer las empre­sas de ricos y ricas, debié­ra­mos tener la liber­tad de sacar­los cuan­do se hace nece­sa­rio, sobre todo en un momen­to como éste.

Pero nues­tra apues­ta, la de dis­tin­tas orga­ni­za­cio­nes socia­les y la Coor­di­na­do­ra Femi­nis­ta 8M no es una que vaya por la capi­ta­li­za­ción indi­vi­dual, sabe­mos lo que sig­ni­fi­ca eso para las muje­res que tie­nen mayo­res lagu­nas pre­vi­sio­na­les y meno­res suel­dos, sabe­mos lo que sig­ni­fi­ca eso para los, las y les cien­tos de tra­ba­ja­do­res infor­ma­les que nun­ca logra­rán una bue­na jubi­la­ción con esa capi­ta­li­za­ción indi­vi­dual. Nues­tra apues­ta es la soli­da­ri­dad, un sis­te­ma úni­co plu­ri­na­cio­nal de cui­da­dos que aca­be con las AFP y pase a un sis­te­ma de repar­to, soli­da­rio y tri­par­ti­to. Un sis­te­ma que ten­ga como hori­zon­te la socia­li­za­ción de los cui­da­dos, que con­si­de­re las labo­res repro­duc­ti­vas como una res­pon­sa­bi­li­dad de toda la socie­dad, y que no las deje a la suer­te de las tra­ba­ja­do­ras ni de las fami­lias de nues­tro pueblo.

El endeu­da­mien­to no pue­de ser la solu­ción, fren­te a eso el reti­ro de fon­dos de pen­sio­nes apa­re­ce como una gran opor­tu­ni­dad. Pero hay que tener cla­ro que la cri­sis la segui­mos pagan­do noso­tres, el pue­blo que con su tra­ba­jo remu­ne­ra­do o no remu­ne­ra­do sos­tie­ne este mode­lo y el bien­es­tar de esos que nos opri­men y explo­tan. La dere­cha tie­ne razón cuan­do aler­ta, teme­ro­sa, que no que­re­mos solo por el 10%, por­que vamos por mucho más. Pero sabe­mos que la posi­bi­li­dad de des­truir uno de los bas­tio­nes del neo­li­be­ra­lis­mo en Chi­le y una de las heren­cias de la dic­ta­du­ra cívi­co-mili­tar no cede­rá solo por haber gana­do ‑en el caso de que lo haga­mos- este pro­yec­to, en este con­tex­to y en el parlamento.

Espe­ran­za tene­mos des­de el 8 de mar­zo, des­de el 18 de octu­bre y mucho antes de eso. Tene­mos, ade­más, con­fian­za en que sere­mos noso­tras orga­ni­za­das y en lucha las que eche­mos aba­jo este sis­te­ma, no en la can­cha que nos impu­so Jai­me Guz­mán, sino en la can­cha que noso­tras mis­mas hemos mon­ta­do para ello. Nues­tra espe­ran­za está pues­ta en nues­tra poten­cia, que se ha demos­tra­do des­bor­dan­te y capaz de cru­zar todos los lími­tes que nos han impues­to y sin­di­ca­do como impo­si­bles. Está en noso­tras la capa­ci­dad de derri­bar todos los pila­res de este mode­lo y a todos los sec­to­res que lo han pro­fun­di­za­do y que han pues­to la pre­ca­ri­za­ción como regla y la dig­ni­dad como excep­ción. Y está en nues­tra acción, que es la acción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra en este camino múl­ti­ple para avan­zar en la trans­for­ma­ción radi­cal de nues­tras vidas.

Fuen­te: El mos­tra­dor

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